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Full text of "Historia de la conquista del Paraguay, Rio de la Plata y Tucuman"

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— 1875 — 



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TOMO QUINTO 



EUEKOS AIP.es 
Cm «ditora IlPtENTl POPDlil, Gtig«IIo ita. 1117 

— 1875 — 



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contiene. — 



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HISTORIA 



DE LA 



RIO DE LA PLATA Y TÜCÜMAN 

CSvRlTA 

Por el P. PEDRO LOZANO 



de la Compafiia de Jesús 
ILUBTBADA CON KOTICIAS DEL AÜTOK Y COISf NOTAíJ 



T SUPLEMENTOS 



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ANDRÉS LAMAS 

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TOMO QUINTO 



bue::os aires 

Cata editora IIPSENTi POPÜLiB, Cangallo nfim. 1227 

— 1875 — 



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LIBRO V 



flistorii del Paraguay Rio de la Plata y Tacnman 



CAPITULO PRIMERO. 



Entra fi gobernar la provineia de Taenman Don Alonso Mereado í 
Fillaeorta enya erednlidad pone í riesgo de perderse esta gi- 
bernaeion por los artifieiosos engaños del insigne embaydor Doi 
Pedro Bohorqnez, antes Pedro Chamijo, de enja vida y embus- 
tes se da noticia, hasta qne fngitiyo del Reino de Cliiie entro ei 
la proYineia de Tnenman. 




I if TRAVOS en nn gobierno qné por todos sns su- 
cesos es el mas raro y ruidoso de cuantos ha teni- 
do esta provincia de Tucuman, por haberse visto 
en él una tan singular novedad, que no tiene ejem- 
plar en las Indias, y de la cual se originaron 
grandes desdichas para españoles é indioS| aun- 
que por fin ^ sobre estos últimos vino á descar- 
gar el golpe mas de lleno ; pues encadenándose de 



6 00VQUI8TA DEL BIO DB LA PLATA 

unas en otraa las desgracias^ vinieron á consumir 
uo menos que á una de las mas belicosas naciones 
que ba tenido la América. Este es el primer gobier- 
no de don Alonso Mercado y Villacorta , de quien 
ya hicimos larga mención en el Libro III capitula 
XV, tratando de los gobernadores de Buenos Aires^ 
reservando para este lugar lo que es propio de [sus 
gobiernos de Tucuman , cuya provincia gobern^V 
diez anos, y de sus sucesos es forzoso sea mas di- 
fusa la relación. 

Habiendo cursado las escuelas de Minerva y 
Palas en Salamanca y Cataluña, se le confirió esta 
gobierno en premio de sus servicios y de 35 años 
le entró á servir en 24 de Junio de 1655. Venia muy 
engreidd y pagado de su capricho, que es el camino 
mas breve para errar, como le sucedió á don Alon- 
so Mercado; su dictamen era el ídolo en que adora- 
ba, y este le precipitó en gravísimos desaciertos. 
El principio de su gobierno desacreditó con el fo- 
mento que dio á su antecesor en la residencia de 
que fué Juez, según lo que queda referido, y aun en 
el mismo informe se le delata de poco arreglado en 
sus costumbres y escandaloso en liviandades , laa 
cuales le salieron tan costosas , que cierta mujer 
ofendida de él, le dio secretamente un bocado de 
que se vio en los umbrales de la muerte ; y mejo- 
rando en el cuerpo con no sé que remedio , quedó 
tan enfermo como antes en el alma, volviendo á \o% 
mismos escándalos, aunque al cabo estos los enmen- 
dó. Estrellóse grandemente contra los eclesiásticos^ 



COITQÜIBTA DEL BIO DIS LA PLATA 7 

y quiso estender la mano mas de lo que podía en 
las cosas de la Iglesia, como fué empeñarse en que 
todo el clero habia de presentar ante él, los títulos 
de sus beneficios y prevendas que gozaba ; novedad 
inaudita, y mas digna todavía de estranarse por el 
tiempo y por las circunstancias, porque aunque pa* 
ra toda la provincia proveyó este auto con bastante 
prescision, pero en Santiago del Estero, donde resi- 
dió dicho gobernador, y entonces también el obispo 
y Catedral^ mandó se hiciese esta presentación en 
el corto termino de tres dias, y estos tan embaraza* 
dos y festivos, cuales son el de Navidad y los dos 
siguientes, pues se notificó al Cabildo Eclesiástico 
la víspera de Pascua, á las siete de la mañana, al ir 
á entrar á la Calenda, y no dándose por entendidos 
los eclesiásticos á una orden tan fuera de la juris^ 
dicción de quien la daba, despachó con su Teniente 
Qeneral un mensaje al obispo , el día segando de 
Pascua^ ad virtiéndole se cumplía el término, y que 
si no obedecían el auto, pasarla á ejecutar infali- 
blemente la pena de las temporalidades. La inquie- 
tud que de aqui resultarla, fácil es de considerar, y 
más tratándose con un hombre caprichoso, y de en- 
caje, que con nadie que le pudiese enderezar se 
aconsejaba. 

Otro intento suyo fué, que en la iglesia se le ha- 
bia de dar la paz con la Patena, y que el Preste le 
habia de hacer la venia á la entrada y salida de la 
Iglesia. También, que las armas reales, que en se- 
ñal del Real patrimonio hablan estado desde la fun- 



8 COlfQUISTJL DEL BIO DE LA. FLA.TJL 

daciou de la Catedral, sobre la silla episcopal eael 
coro I sin reparo de alguno de sus antecesores, se 
habian de colocar en el mismo altar mayor, como 
8i no fuera bastante su protestación el lugar tan 
principal que antes ocupaban; pero no parece sino 
que andaba buscando asideros para trabarse con las 
personas de la Iglesia, y ^ de mano absoluta hizo 
formar cinco escudos de dichas armas, y los mandó 
poner en el altar mayor, como si no bastara uno so- 
lo y no fuera mejor consultar á S. M. ó á la' Real 
Audiencia del distrito , antes que meterse de suyo 
en tales disposiciones; pero ¿ qué habia de consul- 
tar, si, aunque informada la Real Audiencia de la 
Plata, le despachó algunas provisiones para que se 
moderase, no las obedeció? 

Saliendo el Obispo á visitar su Diócesis , como 
acostumbraba anualmente el señor don fray Melchor 
Maldonado y queriendo visitar el Hospital de Es- 
teco donde primero llegó, revocó el^auto de Sullus- 
trísima, mandando á las justicias, ayuntamientos 
^ moradores de aquella ciudad, no consintiesen al 
prelado visitarles, ni acudiesen llamados á declarar 
so pena de perdición de oficios, de encomiendas y 
de inhabilidad para obtener ningún puesto honorí- 
fico en la República , por decir era aquella visita 
privativamente del gobernador. Otros autos, con 
espresiones indignas asi de su misma persona, como 
de la alta gerarquía de un obispo, hizo notificar en 
Santiago al mismo prelado, faltando al respeto de- 
bido á su sagrada persona; con que me admiro mé- 



OOlfQÜISTA DEXi BIO DE LA PLATA 9 

no» que con las religiones y procediese menos aten- 
to, y con la mínima de todas, cual es nuestra Com- 
pañía, mas que soberano, escribiendo cartas á núes- 
tros superiores, con términos bien poco dignos de 
su empleo, aunque esto todavia se estrañará menos, 
sabiendo se le reconoció desde que entró á gober- 
nar Un odio mortal contra los jesuitas, tirando á 
desacreditarlos con la publicación de una Cédula, 
que el Rey por informe siniestro habia despachado, 
sin embargo de que él mismo, como monarca tan 
justo, informado de la verdad , habia quince dias 
después revocado aquella Cédula, mandando que se 
suprimiese ; pero no haciendo caso D. Alonso de 
aquella segunda Cédula, publicaba solamente la pri- 
mera, porque en ella hallaba modo de desahogar su 
pasión contra sus aborrecidos jesuítas^ y porque el 
venerable padre Pedro Martínez^ rector entonces 
del colegio de Santiago, y venerado por santo en 
toda la gobernación de Tucuman, hablando á solas 
sobre el punto con dicho gobernador, que de suya 
tocó el particular, le procuró desengañar diciendo, 
como no debia publicar dicha Cédula , pues estaba 
derrogada ó revocada. Se enardeció y montó en có- 
lera, solo porque el padre Rector dijo inadvertida- 
mente qtte Su Magestad se habia retractado , en 
vez de decir liahia revocado su cédula^ y asiéndo- 
se de aquí, y sacando ,á plaza lo que habia pasado á 
solas entre los dos, empezó á divulgar que los je- 
suitas eran poco fieles, y hablaban con menos de- 
coro de la Magestad Soberana de nuestros monarcas 



10 COVQUISTÁ DXL BIO DX LA PLATA 

Hi20 tanta impresión eu los ánimos con estas vo- 
ces, qne el Obispo se quiso informar de la verdad 
del caso del mismo Qobernador, y refiriéndole este 
el suceso, aunque no con mucha sinceridad, como es* 
presa el mismo prelado en caria de 18 de Enero de 
1661 para el Sr. Felipe IV, le respondió las pala- 
bras siguientes, copiadas de dicha carta: ^^El padre 
^^Rector señor don Alonso, es un varón candidísimo 
^^que estudia mas en el temor y servicio de Dios, que 
'^enlas palabras con que habla, y en esta provincia 
^^todos le tenemos por padre y madre de pobres, ri- 
^^cos y toda condición de gentes; él nos riñe, él nos 
^'halaga, él llora con nosotros, sufre nuestras mise- 
*^rias y nuestras impertinencias, con estos hombres 
^^y con otros semejantes, no repara el señor don 
^^Alonso en lo material de las palabras, repara en la 
^^sustancia de ellas, que mayor servicio y respeto es 
^'á S. M., servirle con las obras que testifican que no 
* 'poner este respeto y verdadero servicio en tildes 
^^de materiales palabras y mas de varones cándi- 
^'dos y de vida santa. No, no señor, respetemos, 
^^á 8. M. con obras ; testifiquenlo las obrai^ y no 
'^ venga á esta especie de provincias y de gentes 
^^á poner en tildes de materiales palabras, -el ser vi- 
**cio y respeto á nuestro Rey; que ese Rector y su 
^^Religion han servido mas á S.M. de dia y de noche 
^'que... y yo con nuestras tildes y palabras/' Hasta 
aquí el señor Maldonado. 

Pero no por eso pudo Su Ilustrísima evitar que el 
Gobernador no prosiguiese en desacreditar á los je- 






CONQUISTA DEL RIO DB LA PLATA 11 

suitas, no solo en estas provincias^ sino aun delante 
^e nuestro Católico Monarca, á quien pintó el caso . 
con los coloridos de su mal afecto, que obligaron á 
8. M. á mostrar su justo sentimiento, si fuera ver- 
dadero el informe del Gobernador, como se vé por 
la Cédula de 8 de Abril de 1658, que recibida por el 
mismo Gobernador á principios de Enero del año 
«igniente, dio motivo, á que el prelado de esta Dió« 
cesis, sacase la cara en defensa de. la verdad y de 
la inocencia de los jesuitas, informando á S. M. lo 
que había pasado, y enterándole de la pasión de 
'don Alonso ; y este y otros informes de sus proce- 
deres, se cree fueron el motivo de revocar S. M. la 
.gracia que le habia hecho de Presidente de la Real 
Audiencia de Buenos Aires, que no es razón, premie 
«1 príncipe á ministro que se deja cegar de la pasión. 
Aunque no fueron solo los jesuítas los que padecie- 
ron en la poca sinceridad de los informes de don 
Alonso, porque participaron también los demás Es* 
tados de la Provincia, siendo necesario que, vistas 
las resultas, tomase la pluma de oro el señor Mal* 
donado, é informase á Su Magostad en una ' larga 
<^arta, deshaciendo lo que el gobernador habia es- 
<;rito, y escribiendo á favor de los ofendidos, po- 
«os meses antes de cerrarse la cláusula de su larga 
vida, y cuando ya se miraba , como dice en su car- 
ta, con setenta y un años de edad sobre la sepul- 
tura. 

Fuera de lo dicho con la eoberania que en todo 
afectaba nuestro Gobernador, se propasaba á desa- 



12 CONQUISTA DEL BIO DB LA PLATA 

forar á las justicias ordinarias de sus ciudades tra- 
yéndolas al lugar donde residía él mismo, con que 
era preciso hiciesen falta en sus jurisdicciones, á 
que se siguieron las quejas á la Real Audiencia, que 
por sus Reales Proyisiones, le procuró contener en 
los límites de su poder^ pues lo contrario, es pertur- 
bar el buen orden y armenia que contribuye tanto á 
la paz y quietud de la República. Quizo también al- 
terar el orden establecido por Cédula Real en el re- 
partimiento de las pulperías en que recibiendo agrá* 
tío los eclesiásticos, se opusieron á su disposición 
pero no quiso ceder hasta que la Real Audiencia, 
hizo observar dicha Real Cédula. Introdujo también 
la novedad de nombrar cuatro correjidores en otros 
tantos distritos, con el pretesto, de que eran necesa- 
rios para freno de la gente inquieta, como sino bas- 
taran las justicias ordinarias, si se celase que 
cumpliesen con su obligación. 

Sin embargo, otras cosas obró loables, ó que me- 
recieron aprobación, como fué el celo en desagraviar 
los .menores; el cuidado en que se manifestasen los 
indios estraños, cuyas tasas, se aplicaron á S. M* 
como también lo que contribuyeron varios por el 
indulto de los contrabandos, que concedió á los que 
voluntariamente los manifestasen, y lo aprobó S. M. 
por Cédula de 16 de Abril de 1658. Puso mucho 
empeño en descubrir algunos minerales de que se 
tenia noticia, y consiguió labrar y trabajar el de Al- 
cay, con buen logro aunque con bastante inquietud 
de los vecinos calchaquies , que temian les forzasen 



COITQXJISTA DEL BIO DE LA PLATA 13 

á servir cou esta labor, que era la mas aborrecida, 
para aquellos bárbaros, amigos de su libertad. Pero 
el suceso mas notable del Gobierno de este caba- 
llero, fué el que dio ocasión al alzamiento de los 
mismos calchaquíes y llegó á poner en grande ries- 
go este imperio peruano, porque el instrumento de 
esta grande máquina, fué el célebre don Pedro Bo- 
horques; es bien dar aquí noticia previa, de quien 
era este ruidoso sugeto, y porque pasos se encami- 
nó almas fatal é indigno designio, que español al- 
guno ha maquinado en las Indias desde su descubri- 
miento, y ayudándole para esto grandemente el ge- 
nio del Gobernador que como tan caprichoso, se go- 
bernó en tan arduo negocio por solo su dictamen, y 
esto le precipitó en el mayor desacierto que ha co- 
metido Ministro Real en la Audiencia, justo castigo 
de quien despreciaba el consejo ageno, para abati- 
miento de su engrandecida soberanía. Todo lo ire- 
mos viendo en esta relación. 

Bohorquez pues, intentó en el gobierno de don 
Alonso Mercado, no menos que alzarse por rey, de 
toda la provincia de Tucuman,y aun del Perú, para 
lo cual tomó por fundamento una de las mas dispa- 
ratadas quimeras, que le podian ocurrir á un euro- 
peo, cual fué, persuadir á los indios, era legítimo de- 
cendiente de los Ingas, haciendo que dicho Gober - 
nador acreditase para con los indios esta falsísima 
opinión, por cuyo medio perdiendo los bárbaros sus 
desconfianzas y recelos que tuvieron de sus enga- 
ños, se confirmaron en que era su soberano, y le pro- 



14 COVQÜISTÁ DEL RIO DE LA PLATA 

feaaban rendida y cordial obediencia, reconocién- 
dole por su Inga, como si la permisión indiscreta 
del Gobernador, fué no solo investidura^ sino tam- 
bién verdadero ser y sangre de los emperadores 
peruanos, con quien aquel insigne impostor no tenia 
deudo ü relación alguna, sino la que inventó en su 
loca fantasía como se verá por esta relación. 

Era don Pedro Bohorquez, nacido en los reinos 
de España, en la Andalucia baja, en un pueblo lla- 
mado el Arabal, entre las villas de Morón y de Mo- 
rales, estados del duque de Osuna. Su padre se lla- 
maba Pedro Chamijo, hombre ordinario y pobre, y 
su madre se ignora del todo; ni consta fuese de le- 
gítimo matrimonio; y parece fué aborrecido este 
monstruo por los anos de 1602 ó poco después. Ama- 
necióle el uso de la razón con malas inclinaciones 
que procuró refrenar su padre, castigándole espe- 
cialmente algunos embustes y mentiras en que fué 
i^ogido; y eran ensayos de las que diestro artífice 
de embelecos habia de forjar en edad mayor. Huyó- 
le del justo rigor de su padre, y vino á pasar en Cá- 
diz, donde en la escuela del colegio de la Compania 
aprendió con felicidad á leer y escribir, y de diez y 
ocho años le pasó á las Indias un tio suyo llamado 
Martin García (el bellaco por mal nombre) y de tan 
poca habilidad, que ni aun escribir sabia. Con el 
mismo aportó á Pisco á fines del año de 1620; pero 
mal hallado enla compañia,fuéá dar en Quinga Tam- 
bó, venta distante once leguas de aquel puerto. 
Ocupóse por allí algunos años en la vida libre y pi- 



COITQUIBTA DEL RIO DE LA PLATA 15 

caresca, entremetiéndose con unos y con otros, con 
que sin trabajar pasaba yida miserable, basta que 
por fin llegó á casarse del modo qne diré. 

Vivia en aqnellos parajes, cierto Pedro Bonilla, 
mestizo ó zambo, esto es hijo de india y negro, ó de 
negra é indio criollo en la ciudad de San Jeróni- 
mo de Zea, que es doce leguas la costa arriba de 
Pisco, casado con una india mitaya ó baladí, de un 
pueblezuelo, llBLmsLáoCocfui7narca en la jurisdicción 
* de Castro-Yireina, anexo del pueblo de San Cris- 
tóbal de los guacchos y con hija de estos {Chola, ^ot 
afréntale llaman en este reino) casó Pedro Bohor- 
quez ó ühamijo, siendo su padrino una persona tan 
calificada como el ventero de la Quinga. De aqui^ 
el suegro trasladó á su bija Ana de Bonilla, y á su 
yerno Chamijo, á una estancia de la sierra en la ju- 
risdicción de Castro- Vireina, llamada Fanranga^ 
donde nada mejoró de fortuna^ viviendo casi des- 
nudo en compañía de unos vaqueros, mas de diez y 
seis años: y siempre en toda la comarca, fué repu- 
tado por hombre bullicioso, embustero, mentiroso, 
hablador, inconstante y sin firmeza, sagaz en que 
trataba, sin temor ni vergüenza de ser cogido en 
mentira, de eficaz persuasiva, amigo de traer y lle- 
var chismes con que enredaba á muchos. Y para me- 
jorar las costumbres, tenia muy pocos ausilios en el 
género de vida que pasaba; porque la indecencia de 
su traje le retraía de la comunicación de gentes cul- 
tivadas, pues ordinariamente andaba descalzo de 
pié y pierna, sin alcanzar mas que un mal jubonci- 



16 COHQUIBTÁ DEL BJO DE LA PLATA 

lio, y un capotillo de cordillate, por lo cual pocas 
yeces acudía aun á misa, los días festivos. 

Murió al cabo su suegro, y reduciéndose todo sa 
caudal aunas pocas yeguas, alzó con ellas, y las 
llevó á vender al valle de Jauja, privando á su sue- 
gra y mujer de este corto medio de sustentarse. 
Con el precio de las yeguas se retiró á la villa de 
Guancabelica, donde dejándose llevar de su genio 
chismoso se malquistó,de manera por sus embustes, 
que le fué forzoso salir huyendo y retirarse al valle 
de Guanta, cinco leguas de la ciudad de Guamanca, 
donde estuvo muy lejos de mudar sus procederes, 
pues antes bien, se le imputaron mayores delitos, 
por los cuales temió justamente parar en una horca 
de que se libró retirándose á los Andes^ por donde 
penetró bástalos bárbaros que estaban de guerra, 
arrastrado de la torpe afición de una india infiel de 
baja suerte, y se detuvo entre los infieles año y 
medio. Después de este tiempo, salió acompañado 
de dos indios de aquella nación habiéndose infor- 
mado muy á su placer de todas las cosas de aque- 
llos países del número de indios ó naciones, de los 
frutos y otros secretos verdaderos ó falsos, (][ue in- 
quirió su curio«sidad acerca del encantado Paytiti, 
nacimiento del Marañen y noticias semejantes, en 
que sti genio novelero y mentiroso, tuvo á mano 
materia sobrada para causar bastante ruido en el 
Reino, como es muy fácil fingir de paises incógni- 
tos, y especialmente forjó grandes mentiras sobre 
el país que se llamaba de la Sal, que tiraba á acre- 



COHQÜISTA DEL BIO DB LA PLATA 17 

¿Litar por uno de los mas opulentos del Orbe , y lo 
fuera, á ser verdaderas sus relaciones; pues enea- 
recia sus inmensas riquezas de que decia saberse 
por las senas que daban sus naturales porque ca- 
reciendo de sal en su tierra, sallan á otra nación 
Tecina á comprarla á peso de oro. 

De este, mostraba la prueba en dos piedras pasa- 
das de aquel precioso metal, añagaza de sus embe- 
lecos, y bajando á la corte de Lima las fió al Re- 
gistro de muchos, con grandes misterios, diciendo 
las traia de los Andes, y relatando quimeras de 
riquezas que habia visto. Decíales al mismo tiempo 
que su intento era descubrir montes de oro en minas 
y lavaderos. Acometió al virey con de de Chin- 
chón, por medio de don Dionisio Pérez Manrique, 
alcalde de corte, y presidente de la sala del Cri- 
men y después marqués de Santiago, como también 
de otras personas graves, de quienes granjeó el 
crédito, con las patrañas que refería de aquella 
tierra; que no es cosa nuevsi ciegue la codicia é 
interés, aun á personas grandes. Dióle por fin Au- 
diencia el Conde, oyóle con paciencia (que fué 
necesaria para disimular por algún tiempo su dis- 
gusto) las grandezas de aquel pais, la fertilidad, 
riquezas y número de gentes; y como era S. E. muy 
sagaz, y le escuchaba advertido, en vez de admira- 
ciones, consiguió desprecios, pues se llegó ápersua- 
dir eran marañas y embustes, con que negando la 
licencia para la entrada^ que pretendia fomentase 
le arrojó de sí con enojo y bien avergonzado. 



18 COITQÜÍSTA DEL BIO DB LA PLATA 

Ko se acobardó Bohorqaez con esta repulsa, pnes 
con el celo del interés prendió á nn Juan Bernardo 
de Agote, portero del dicho don Enrique Pérez 
Manrique, quien engañado de sus sofisterias, y guia- 
do de las señas y derrotero que le dio, quedó creido 
habia de descubrir minas muy opulentas; y para no 
malograrlas se salió al disimulo de Lima, con vein- 
te y cuatto honibres y un religioso franciscano, y 
se fueron por sus jbrnadas á la provincia de Tara* 
ma y Chinchaycochea, y sacando de su pueblo de 
indios para guia un cierto mestizo llamado Villa * 
nueva^ caminaron á la tierra de promisión, atrave- 
sando las alturas y asperezas de los Andes que lla- 
man Moyobambad; pero acertando á pasar por una 
reducción que por aquellas partes tenia la religión 
de Santo Domingo, les disuadió el intento fray Luis 
Triveño, religioso de santa vida, que la tenia á su 
cargo, y aun les pronosticó la muerte, desengañan* 
dolos de que aquellas fantásticas esperanzas que lo 
animaban, eran meros embelecos de Pedro Chamijo. 
Agote pues y sus compañeros, sin dar crédito á 
fray Luis Triveño^ se partieron de aquel pueblo, y 
llegados aun rio que divide la tierra de paz dé la 
de guerra, se dejaron ver en la margen opuesta los 
bárbaros, que fingieron agrado con su vista y en 
terados de su deseó,los embarcaron á todos en unas 
balsas que son cierto género de embarcaciones, 
pero al llegar al medio del rio hundieron las balsas 
y los tristes engañados españoles, ó padecieron 
miserable naufragio ó fueron muertos de aquella 



COITQÜISTA DEL BIO DE LÁ PLATA 19 

gente pérfida, sin que escapabe otra que el mestiza 
Villanueva, qoien trajo la funesta noticia. En el 
Ínterin andaba Bohorqaez oculto en Lima, á donde 
se habia vuelto, alegrando las esperanzas de algu-^ 
nos, con las riquezas que fingia habia descubierto 
Juan Bernardo Agote, para moverlos á que le fia- 
sen algún caudal para fomentar el descubrimiento; 
pero llegando nuevas de la desgracia referida, se 
ausentó luego de aquella corte muy en secreto, sin 
que pudiese haberle á las manos el Virey, por mas 
provisiones que despachó para que se lo llevasen 
vivo ó muerto. 

Entretúvose bastante tiempo en el Callao, valle 
de Aricaja y villa de San Juan de Sahagun que dis- 
ta poco del fértil valle de Apolobamba en la provin- 
cia de Chumchos , indios igualmente bárbaro» 
que belicosos , entre quienes tuvo modo de entrar. 
La esperiencia le habia ya ensenado como se habia 
de portar con los indios para hacerse entre ellos 
lugar y hallar aceptación, que era con embustes y 
ficciones, acomodadas á su genio novelero; pero sin 
embargo, como ellos eran sobradamente bárbaros^ 
le trataban siempre con desconfianza mirándole es- 
trangero y español, por lo cual, pareciéndole esta- 
rían ya sus cosas olvidadas, salió de entre ellos y 
se fué á la ciudad de la Paz, de donde pasó á la ciu- 
dad de la Plata, pero al principio coii poca fortuna^ 
porque el presidente de aquella Real Audiencia don 
Juan de Lizarasu, le mandó poner preso en la cár- 
cel de Corte con grillos y cadeda por la noticia que 



I 



20 C0irQüI9TA DEL BIO BB LÁ PLATA 

de sus cosas se le participó de Lima, que con las no- 
vedades inquietaba el reino. Pero no fué tan adver- 
tido este caballero que dándole oidos no quedase 
enredado en sus embustes, porque era tan diestro en 
relatarlos que los hacia creibles. 

Mostró, pues, al Presidente un mapa que había 
formado del gran Paytiti , provincia 6 provincias 
que decia ber vastas, y ricas de numerosas poblacio- 
nes y ciudades fértiles en todo género de frutos, abun- 
dantes de especería y varias drogas , aves y anima- 
les esquisitos, cuya existencia afianza sobre su pala- 
bra, y con el débil fundamento de traerlos pintados 
según su capricho. Mostraba también en dibujo re- 
yes ingas, bárbaros é indias señoras poderosas, ocu- 
padas las manos con vasos de oro y plata, y atavia- 
das con riquísimas joyas y preseas, señales de la 
grande opulencia que poseían >sn sus dominios, los 
cuales espresaba y dividía con individuación muy 
puntual, señalándolos con términos y distritos en 
que ejercitaban su soberanía. Creyóle incauto el 
Presidente, y sacándole de la cárcel le dio su lado 
y su mesa para tenerle mas grato, dejándole andar 
libre á su voluntad; ni paró en eso, sino que para 
acreditarle con Su Magestad, y su Real Consejo de 
Indias , escribió á su favor cartas , ponderando las 
grandes conveniencias que se seguirían al bien pú- 
blico de la monarquía, en que á este hombre se le 
diese fomento , para emprender la entrada por los 
Andes y el descubrimiento de aquel riquísimo im- 
perio. 



CONQUISTA DEL BlO DB LA FLATA 21 

En el Ínterin que renia la* respuesta de S. M. 7 
del Real Consejo fraguó una maraña bien salada 
en que mostró su liviandad, poco temor de Dios, y 
Binguüa vergüenza á las gentes. En Porco, pueblo 
de indios^ distante siete leguas de Potosí, habia 
8Ído doctrinero don Alonso Bohorquez sugeto de 
Boble prosapia, pero muy sencillo, que dejada su 
doctrina vivía ahora en aquella imperial villa. In- 
formóse con maña Pedro Chamijo, de quien era este 
noble sacerdote, de su bondad y proceder, de donde 
era natural y de los deudos que tenia en España^ 
se empezó á llamar don Pedro Bohorquez Giron^ y 
á venderse por hijo de don Pablo Bohorquez Girón, 
y de doña Maria de Guzman su mujer, caballeros 
de Granada, deudos muy cercanos del dicho don 
Alonso, á quien dio tan puntuales relaciones, que 
le reconoció por sobrino, y le honró y acogió en su 
casa, y él le supo paladear con sus embustes tan al 
Babor de su genio sencillo, que le hacia se soñase 
ya arzobispo de Apolobamba y metropolitano del 
gran Paitití;*pero en breve tiempo las personas 
mas advertidas cogieron en tantas contradicciones 
ni nuevo don Pedro Bohorquez Girón, que perdió 
su crédito para con muchos, quienes se fisgaban de 
él igualmente, que de don Alonso. Este al fin cayó 
en la cuenta, y averiguó su oscuro nacimiento, y 
aunque en regalos, y festejos llevaba ya gastados 
mas de doce mil pesos, le echó de sí, diciendo no 
le castigaba como merecía, por mirar el decoro de 
su estado y obligaciones, 7 no falta quien diga, que 

TOM T 2 



con el apellido le hurtó una buena cantidad. Divul- 
góse la burla en Potosí, celebróse con risa, y don 
Pedro Bohorquez se salió huyendo, y se retiró se- 
gunda vez á los Andes de Moyobamba, y se entre- 
tuvo como dos años entre los bárbaros. 

Al cabo de ellos, pareciéndole olvidadas ya sus 
marañas, se encaminó armado de nuevos embelegos 
á Lima, siendo vu'ey del Perü el marqués de Man- 
cera. Espanto causa como este mal hombre tenia tan- 
tas veces osadía, para probar fortuna; pero mas es- 
panta, que otras tantas hallase siempre acogida, 
como la tuvo ahora del dicho Virey, pues acometida 
de Bohorquez por medio de su secretario y de su 
hijo don Antonio Sebastian de Toledo, no se recató 
de él, y aunque dudó de su verdad, sin embargo 
determinó permitirle la entrada á aquel descubri- 
miento con cuarenta hombres, porque se aventuraba 
poco, si mintiese, y se ppdia conseguir la salvación 
de aquellos idólatras, y el servicio de S. M., si fue- 
sen verdaderas sus relaciones. Alegróse Bohorquez 
de esta resolución, y entró con dichos cuarenta 
hombres llenos de esperanzas de volver ricos y po- 
derosos, y siguió su derrota por la parte donde 
estaba la reducción de fray Luis Triviño. Pasado 
el rio Chinchimayo, tuvieron algunos encuentros 
con los bárbaros, á quienes por fin sujetaron, y pu- 
dieron formar un pueblecillo con algunas casillas, 
ó ranchos, en donde Bohorquez nombró alcaldes, 
regidores, alguacil mayor, alcalde provincial y 
otros ministros,* pero ya en este tiempo se iban de- 



COMqiflSTA DW fllQ IHB íiA FJ4TA 



S9 



«engasando los «oldados, porque variaba en sují 
faeones, y veían los principios desproporcionados 
¿los fines de la opulencia, que buscaban, pues ni se- 
ñal, ni vestigio de riqueza descubrían, ni muestras 
de la' f ertiUdad y abundancia del pais, que sobre- 
manera habia encarecido, antes era pobreza y mi- 
seria cuanto veían en sus habitadores, fragosísima 
tierra y muy incómoda : por lo cual algunos mas 
cuerdos le dieron aquí de mano, y retrocedieron: 
otros pagaron con él adelante hasta el cerro, que 
llaman de la Sal de Guancabamba^ cerca de aquel 
habia una reducción de neófitos convertidos á nues- 
tra santa Fé con grandes trabajos por el celo in- 
cansable de loa religiosos menores. 

Aquí toda la comitiva tuvo su último desengaño, 
porque habiéndoles llevado Bphorquez persuadidos, 
¿ que en aquel paraje hallarían aquel imperio fin- 
gido, con su rey tan poderoso, cual le habia pintado, 
y las riquísimas minas de oro y plata, no encon- 
traron otra cosa, que un indio muy viejo grande he- 
chicero, á quien los bárbaros, que allí llegaban á 
coger sal, le daban la limosna, de que se sustentaba. 
Miraban á una y á otra parte los soldados por aque- 
llos cerros y montañas, y no descubriendo indicio 
alguno de minas, ó riquezas, ni aun señal, de que fue- 
se mucha la gente^ no i^e puede fácilmente espresar, 
en cuanta cólera montaron, y cuanto se irritaron al 
verse engañados, y en despique le llenaron de los 
oprobios, que merecía, tratándole de embustero, 
9»vAkMÑ^^ fmhvy^v^ hombre sin vergüenza, de vil 



24 COKQUISTÁ DEL BIO DE LÁ FLATjI 

y baja snerte, nacido para sn perdición, y á no ha- 
ber mediado fray Luis Trivino, que movido de com- 
pasión, previendo lo que sucedía, les quiso acompa- 
ñar hasta allí, para ponerlos en paz^ le hubieran 
sin duda dado la muerte. Pero ni aun entonces 6o- 
horquez se dio por vencido, valiéndose de otra fic- 
ción, para no descaecer de su crédito, en saliendo 
de los Andes al Perú, porque conociendo que no 
le hablan de dar crédito, le quedaba por aquel 
camino campo abierto para esparcir, que por los 
companeros habia quedado, que no se concluyese el 
descubrimiento: porque fingiendo de nuevo, que el 
paraje por él prometido estaba treinta leguas mas 
adelante, les exortaba se alentasen á pasar de allí, 
y no desfalleciesen hasta ver y tocar por sus ojos 
la verdad de sus promesas,' y llegar al término de 
sus fatigas, y principio de sn buena suerte, que tan 
poco distaba, y cuanto mas empeñados los veia á 
volverse, tanto mas apretaba las instancias, para 
dejar abierta aquella puerta á nuevas ficciones ; y 
fué mucho las pudiesen ellos oir con pacienciai 
conociendo su mala intención ; pero por fin se vol- 
vieron á Chinchimayo, donde desahogaron sus iras 
contra él, maltratándole de palabra y obra, que fué 
maravilla pudiese escapar con vida, y quemaron 
los ranchos 6 casillas de la llamada ciudad de la 
Sal^ para que no quedase aun aquella memoria de 
tamaño embuste. 

No sé que espíritu le inquietaba á este hombre^ 
para no desistir de sus quiméricas idéasi cuando en 



COKQUISTÁ DEL RIO DE LA PLATA 25 

todo se le mostraba muy contraria la suerte; aun 
habiendo salido tan mal de la sobredicha empresa, 
le pareció que por no haberle querido seguir los sol- 
dados aquellas treinta leguas, podría hallar nuevo 
crédito en el Virey, para que con mayor número de 
gente, y pertrechos le volviese á enviar, para llegar 
al pais. prometido, y tuvo pecho para intentarlo 
de nuevo en Lima; pero ofendido justamente el Vi- 
rey de su desvergüenza, le mandó prender, y para 
que no inquietase el reino, le envió desterrado per- 
petuamente á Valdivia en el reino de Chile; encar- 
gando apretadamente, fuese guardado con toda vi- 
gilancia, como lo ejecutaba el gobernador de aquel 
presidio don Diego González Montero. Allí trabó 
amistad con cierto soldado portugués, á quien comu- 
nicaba y referia los sueños de sus descubrimientos, 
las riquezas y tesoros fantásticos, cuya posesión 
decia haberle desvanecido sus émulos, y el portu- 
gués le enseñó á labrar piezas de artillería de 
madera, que aforradas en cuero eran suficientes á 
disparar algunos tiros. De esta nueva habilidad se 
valió Bohorquez, para solicitar la libertad, y salir 
del presidio, porque habiendo ido á visitarle el 
gobernador del reino don Antonio de Cabrera Váz- 
quez y Acuña; dio traza, que le llegase la noticia 
de dichas piezas de artilleria; las cuales habiendo, 
como habia falta de las de hierro ó bronce, podrían 
muy bien suplir en las plazas para defensa contra 
las invasiones de los araucanos, y persuadido de 
esta importancia el Presidente^ hizo instancia al 



26 eOKQtTIdTÁ BEL RIO r>lÉ Ll PLATA 

gobernador Montero, sobre que permitiere, fiíeaen 
en BU compafiía el portagnés y Bohorqitez, y aon^ 
que con &ficultad condescendió debajo de la pre* 
cisa condición^ de que no babia de dar permiso á 
don Pedro, para salir.de aquel reino. 

Llevólos á la Goneepcion, donde labraron las 
piezai^ que salieron á gusto del Presidente^ y asan- 
do de sus astucias Boborqueít, se llevó la gloria de 
la obra, y el premio de una gineta de capitán de in- 
fantería eapaff ola, bien que se le reformó á los nue- 
ve dias, de que muy sentido se desmandó en pala- 
bras contra el Presidente. Este á cuya noticia llegó 
su demasía le hizo llamar y tratar de palabra, como 
merecía, y temiendo Bohorquez, pasase á las obras^ 
se despareció aquella noche, y habiéndose mante- 
nido oculto mas de treinte dias, se pasó á la ciudad 
de Santiago^ donde estuvo también escondido. Hizo 
el Presidente vivas diligencias, para haberlo á las 
manos, hasta prometer premio^ á quien se le entre^ 
gase, por lo cual le fué forzoso & Boborquesi poner 
tierra en medio, y pasar la Cordillera, y venirse 
por la provincia de Cuyo á la de Tucumau, donde 
por los pasos que diré, llegó á poner por obra los 
designios de gran máquina que meditaba, engafian- 
do la credulidad de don Alonso Mercado. 



CAPITULO n. 



Huido de Chile don Pedro Bohorquez viene i la proTíneia del Ta- 
enmaoy donde eon artifieio consigne ler peeonoeido por deseen- 
diente de los Ingas en el Talle de Calehaqní, y propone al Go- 
bernador de Tnenman le reeonozea por tal, y para ese efeeto 
lale de Galehaqní eon grande eomitiya á la ciudad de Itfndres. 




luirQUE don Pedro Bohorquez Girón no era 
peTsona digna, de que nadie le buscase, sus malos 
procederes olñigaron á entrar en tanto cuidado de 
su persona, que la Real Audiencia de Chile despa- 
chó sus provisiones á )a provincia de Cuyo, para 
que las justicias le prendiesen, para ser castigado 
por su fuga, y por el nuevo delito de llevarse con- 
sigo una mestiza, con quien tenia ilícito comercio, 
pero aunque la provisión llegó á manos del corregí* 
dor de la ciudad de San Juan á tiempo, que allí pa- 
reció Bohorquez, fué tal la cavilación de este, que 
le deslumhró, y tuvo modo de hacer fuga, y encami- 
nándose por el despoblado d6 Pismabta, salió al 
valle de Quaüdacol y Oapaya&es, y atráTesando 



28 COirQnSTÁ DEL RíO DE til FULTJL 

luego el valle de Famatina, sin entrar ea la ciudad 
de la Rioja, iba registrando todos loa pueblos de in- 
dio?, donde al descuido no dejaba de comunicarles 
^a maligna especie de que era pariente de los ingas. 
Seria esto á mediados del año 165G, y llegando al 
fuerte del Pantano, se entretuvo lo restante del año 
en el pueblo de indios, que allí había, huyendo con 
cautela la comunicación de españoles todo lo posi- 
ble, porque no lo conociesen por fujitivo, y volvie- 
sen á Chile; pero teniendo á fines del año cierto dis- 
gusto con don Pedro Calderón, teniente de gober- 
nador en la ciudad de Londres, fundada entonces 
en Poraan, receloso de que este le prendiese, como 
tuvo intento, se les escabulló al valle de Catamar- 
ca, donde fué agasajado de todo genero de gentes 
por las patrañas que divulgaba, j especialmente de 
los indios, con quienes mas sin reboso se esplicaba, 
y persuadía su descendencia de los antiguos monar- 
cas del Peni nombrándose Guallpa /mz/^?, y dicien- 
do haber sido reconocido portal en el gran Paitití^ 
pais situado de la otra parte de los Andes, donde 
habia tenido imperio sobre los indios, que eran in- 
numerables, como inmensas las riquezas, de que de- 
jaba gozando pacificamente á un hijo suyo, y él se 
habia salido por el amor de ellos á diligenciar le 
restituyesen los españoles la creencia usurpada^ 
para-librarle dé su tiranía. 

Oíanle los indios con admiración, y aun los es- 
pañoles en las cosas que fiaba de ellos, como por 
allí es gente sencilla y poco cultivada, le daban 



COIÍQUJSTA DEL RIO DE LA. PLATA 29 

crédito, porque hacia las relaciones con tan indivi- 
duales circunstancias mostrando papeles supuestos, 
que no dejaba á su corta advertencia lugar para la 
duda; áque ayudaba su natural facundia en persua- 
dir, y una fingida gravedad junto con una urbanidad 
sin hinchazón, con que trataba á chicos y grandes, 
indios y españoles, que aun á cosas mayores hu- 
biera granjeado crédito entre aquel género de gen- 
tes. Con esta traza bien agasajado, y servido pasó 
bácia la ciudad de San Miguel de Tucuman, donde 
prosiguiéndola, trató su fingida descendencia con 
algunos curacas, é indios ladinos, que á competen- 
cia le regalaban y obsequiaban, porque ya habia 
corrido la fama, de quien era: por lo cual era mira- 
do y respetado, sin tratar de averiguar la verdad, 
dicha que tuvo siempre este hombre en todos sus 
principios hasta que era forzoso haberse de descu- 
brir la hilaza de sus embustes. Entre los que mas 
aficionados se le mostraron fué don Pedro Pivanti, 
uno de los principales caciques del valle de Calcha- 
quí, con quien trabó estrecha amistad, y con quien 
hizo empeño le introdujese en su pais, y el cacique 
vino en ello con gusto, dando aviso á sus paisanos 
de la fortuna que se les entraba por sus puertas, en 
dignarse de venirles á visitar un lejítimo descen- 
diente de los Ingas. 

Como Pivanti era de autoridad en su nación^ y 
esta amiga de novedades, y mal hallada con los es- 
pafioles, dieron fácilmente crédito á la mentira, y 
8e ofrecieron á recibirle gustosos, y aun á salir á 



80 COKQÜIBTÁ DEL BIO DB UL PLÁTJL 

cortejarle desde el camino, para qne fuese con ma- 
yor comodidad. En virtud de esta noticia echó voz 
ion Pedro, que se quería ir al Perú, y hablando de 
secreto á un indio donado del convento de San 
Francisco, y á otro, que en el hacia oficio de sacris- 
tán, á quienes de antemano tenia ganados, les 
dijo era ya tiempo de hacer fuga, y encamináronse 
con él á Galchaquf, lo que ejecutaron tirando por la 
cuesta, que llaman de CfwromoroSy como si fuesen 
á la via del Perú. Entre los españoles de San Mi- 
guel de Tucuman, aunque se estendió, que el mismo 
Bohorquez derramaba la fama de ser descendiente 
del Inga, ninguno discurria pudiese encubrirse en 
esta especie alguna maldad, porque le veían pro- 
ceder quieto y pacífico, como que sabia bien disi- 
mular cuando le convenia; pero sin embargo á don 
Bernardo OrdoBez de Villaqüirán, sargento mayor 
de aquella plaza, nunca le pareció bien aquella idea, 
y recelaba alguna mala consecuencia^ y como des- 
pués supo había sonsacado al donado, é indio sa- 
cristán del convento, que ambos eran de hacia Li- 
ma, entró en mayores sospechas, y se determinó en- 
viar á prender á Bohorquez; pero era ya tarde, por 
que sabiéndolo este, aceleró la marcha, y montando 
la sierra, se entró en Calchaquí cortejado y a de Pi- 
vanti, y de otros cuatro caciques de aquella nación, 
quienes habiendo salido como prometieron^ le en- 
contraron en la estancia del capitán Antonio do 
Aragón, donde acompañados de muchos vasallos^ 
llegaron preguntando por don Pedro Bohorquei^ 



COXQÜISTI DEL RIO DE LA PLATA 31 

Guallpa Inga. Dióseles él á conocer, y humildes le 
reverenciaron, y besaron la mano con ceremonias 
de rendimiento, sin rehusar esquivo estas demostra* 
clones muy conformes á lo que les habia hecho 
persuadir. 

Con\ddáronle obsequiosos, entrase al Valle á ver 
sus tierras y visitarlos, porque deseaban cortejarlo 
allá con los regocijos que les dictaba su afecto, 
aunque no con las demostraciones, que merecía la 
dignidad de bu persona. Kehusolo con el pretesto 
de su viaje al Perú, como si no fuese lo que mas 
deseaba, y habia solicitado con eficaz empeño, por 
venderles mas caro el favor, y al fin fingió rendir- 
se á sus instancias^ como que se dejaba vencer de 
sus ruegos. Entonces sabiendo los intentos del sar- 
gento mayor Villaquirán les dio priesa en la mar- 
cha, y se entró al Valle, que era lugar de asilo, 
mejor diré, una Ginebra para los delincuentes, por 
que no podian obrar las justicias por temor de que 
se inquietasen los bárbaros. Esparcióse luego por 
todo el Vallé la noticia de la dicha, que se les había 
entrado por sus puertas el mismo Inga en persona, 
y que venia acompañado de la Coya, ó Reina su mu- 
jer, que iba en traje de india, y era la manceba de 
Bohorquez. Conmoviéronse todas aquellas gentes, 
y concurrieron muchos á visitarle en una casa, que 
le dispusieron, sin querer al fingido Inga apor- 
tar á la cada de loa padréí misioneros^ que llegaron 
á conocer ^uien 6ra el haesped, por el alboroto y 
Conmoción de los indios, de cuyaiS f olantades yá 
estaba hecho duefio. 



32 COlf QTTISTl DEL BIO DB hk PLITJL 

Al cabo de días que ya seVeconoció seguro de loa 
españoles, se acordó de ir á visitar á los padres, 
especialmente al Superior de aquella misión padre 
Eugenio de Sancho, quien éstrañando se intitulase 
Inga, le satisfizo Bohorqnez, diciendo, que el fin de 
usar de aquel título era, porque de ese modo los in- 
dios le habian ofrecido descubrirle los tesoros y ri- 
quezas del Inga, que tenían ocultas, para que dispu- 
siese de ellas como dueño y señor, y él pensaba ha- 
cer por aquí un gran servicio al Rey Católico, po- 
niendo de manifiesto aquella inmensa opulencia, y 
juntamente servir á los intereses de la relijion, por 
que conseguiría la conversión de aquella gente 
hasta allí obstinada, á la cual no habian podido 
reducir en tantos anos tan fervorosos misioneros, 
y él la persuadiría abrazasen la Fé. Hecha esta 
propuesta se compadeció mucho de los trabajos, 
que habian padecido, y padecían en tan infruc- 
tuosa empresa, y deseoso de que se terminasen 
con el feliz logro de aquellas almas, insinuó que 
sobre cuanto le tenia dicho, quería esqribir al go- 
bernador de la Provincia, sin cuya aprobación no 
movería cosa, porque siempre se preciaba de fidelí- 
simo vasallo de S. M, y muy obediente á los que 
gobernaban en su nombre. Es el caso, que le remor- 
día la conciencia del delito^ que había cometido en 
su modo de retirarse al Valle, dejándose acatar de 
los calchaquíes, y tratar como Inga, acción, que no 
dudaba daría cuidado al Gobernador, á cuya car* 
go tenía S. M. la conservación déla Provincia^ 



COXQTJIBTl DEL BIO DE LA PLATA 33 

y que los moradores de ella se alterarían contra él, 
porque gozando de quietud, sin el menor rumor de 
guerra, venia á poner en contingencia la paz públi- 
ca, metiéndose entre aquellas gentes bárbaras, tan 
poco amigas de españoles, con el odiosísimo título 
de Inga, que siendo directamente opuesto á la Ma- 
gestad Real, se hacia sospechoso de intentar nove- 
dades muy costosas á su reposo. 

Para repararse pues de estos golpes, y adormecer 
la vigilancia, que deberia tener el Gobernador sobre 
sus operaciones, discurrió la traza de hacerle la pro- 
puesta referida, mostrándose igualmente deseoso 
del real servicio, que celoso de los progresos de la 
Fé* Al quererlo ejecutar y escribir al Gobernador 
vino ala casa del padre Eugenio, y mostrándole la 
carta que le despachaba, le hizo instancias, sobre 
que le acompañase con otra suya para el mismo, 
declarándole lo que veía del séquito, que tenia entre 
los indios, y las conveniencias del real servicio, y 
adelantamiento de la conversión que ofrecía. El 
padre Eugenio ocupado muchos años en aquel Valle 
no tenia del hombre otra anterior noticia, sino las 
que al presente veía^ que todas respiraban celo del 
servicio de ambas magestades: hallábase solo á la 
sazón en el pueblo de Santa Maria, porqile de cua- 
tro misioneros que eran, el uno cuidaba de la reduc- 
ción de San Carlos, que era el padre Juan de León, 
y de los otros dos el padre Pedro Patricio habia 
salido á ayudar en una misión que se hacia en el 
colegio de Salta, y el padre Hernando de Torre- 



34 CO}fQüIBTA DEL BIO DB Ll FLJLTA 

blanca había acudido al ingenio de San Bernardo 
de Acay, por instancias de su dueño Gonzalo Ce- 
daao^ á confesar la gente de él como acostumbra- 
ban en tiempo de Cuaresma: por tanto no tenia 
otro sugeto, con quien consultar lo que hacia; veía 
á los indios muy conmovidos, ni era seguro negarse, 
por no ofenderle, y aunque hubiera cosa, sobre que 
avisar, no habia forma de hacerlo, pues Bohorquez 
era ya dueño de todo, y se hallaba muy aplaudido 
y querido de los tolombonea, que era la parcialidad 
mas poderosa del Valle, é interceptara ciertamente 
las cartas, aunque algún indio se atreviera á lle< 
varias. En esta precisión le fué inevitable escribir 
á su favor al Gobernador, esponiendo lo que veia de 
presente, y proraetian las esperanzas de lo futuro, 
disponiendo la carta de manera, que la pudiese ver 
el mismo Bohorquez, como era forzoso, habiendo él 
hecho la confianza de manifestar la suya, pues á 
querer despacharla sin este registro, pudiera el hom- 
bre entrar en alguna sospecha y abrirla, pues era 
forzoso corriese por su mano, cuando no habia otra 
por donde dirigirla. Su tenor era pues el siguiente: 
" Señor Gobernador : Los dias pasados di cuenta 
" á las justicias del Tucuman y Lóndes, del estado 
* de este.Valle, y al presente he juzgado darla á V. 
** S. y avisarle como vino el general don Pedro Bo- 
** horquez conducido de los curacas, que teniendo 
" noticia de su persona fueron desalados en busca 
** suya á los Choromoro3, de donde con alborozos y 
" regocijos estraordiaarlos, fe condiyeFPii al pueblo 



COJfQUISTA DXIi RIO DE LA PLATA 



35 



" de Tolombon, y de allí á log demás pueblos del 
■* Valle, festejando y aclatnaudo su venida, como lo 
hicieran en uno de sus antiguos Ingas, reconocien- 
do en él su sangre. De estos estremos de amor y 
voluntad, que han mostrado, que son mas de lo que 
puede referirse en esta, y de varios razonamien- 
tos, que valiéndose de esta ocasión, con ellos ha 
tenido en orden al servicio de ambas magestades, 
se promete, y no sin fundamento acabar con ellos, 
abracen la cristiandad, sujeción y policía, y esto 
ño con medios rigurosos, sino fáciles y acomoda- 
dos al natural de esta gente que hemos conferido, 
y juzgo por acertados, y muy conformes al sentir 
dfi las personas cuerdas y esperímentadas de esta 
provincia, y que serán eficaces me promete el 
gran caudal que muestra para aplicarlos con 
suavidad, que no es posible falte, donde el amor de 
estos indios, es mas que ordinario. De todo dá 
cuenta á V. S. en una que vá con esta, y de otros 
intereses considerables al real servicio^ que no 
faltan en este Valle, deseando en todo, y por todo 
estar á su dirección y mandato, por el grande 
aprecio y estima que hace del gran caudal, que 
para bien de estas provincias, y servicio de am- 
bas magestades, el Señor ha dado á V. S. El mis- 
mo guarde su noble persona, y prospere con nue- 
vos aumentos. — Santa Maria de los Angeles de 
Yocavil y Abril 13 de 1657 anos.!' 
£n toda esta carta no toma en boca el padre Eu- 
genio de S^ueho la espeeie^ de que se le permitiese 



36 CONQUISTA DSL IRLO DB LJL PLITA 

por el Gobernador á Bohorquez, se declarase Inga, 
ni que se le diese jurisdicción alguna, sino solas 
las ofertas de poder reducir aquellas gentes al cono- 
cimiento del Dios verdadero,por medica suavefti^que 
proponía aquel hombre y en general los intereses 
del real servicio, y siendo las dos cosas primeras 
las que á todos parecieron peligrosas, é indignas de 
que las permitiese el Gobernador, quería este sin 
embargo, que se juzgasen empeño de la Companíai 
por escudarse con su autoridad, que nunca intervino. 
Que se engañase el padre Eugenio en las esperan- 
zas de la conversión fácil de los calchaquíeSi no fué 
mucho, porque veia con sus ojos la conmoción es- 
traordinaria de los bárbaros, la puntualidad con que 
ejecutaban cuanto les mandaba, y dedicado muchos 
anos á aquella misión, donde no habia comercio con 
los españoles, ignoraba totalmente, quien era este 
mal hombre, y solo veia la mudanza, que por su me- 
dio se esperimentaba en la obstinación ^e los bárba- 
ros, y que en aquellos pocos dias acudían con pun- 
tualidad ala iglesia á ser instruidos, cosa hasta allí 
nunca vista ni aun esperada. ¿ Pero qué tenia que 
ver esto con las otras especies, de ser reconocido 
por Inga, y fiársele jurisdicción en el pais ? Estu- 
rieron tan lejos de apoyar esto los jesuítas, que 
antes se lo reprobó nuestro Provincial, cuando des* 
pues de ejecutisidoy le dio cuenta el Gobernador, con 
ánimo fle haljiat apoyo de una acción, de euyo acier- 
to aun él mismo vivía siempre receloso, y aunque 
9no de los ' nuestros hubiera cometido el yerro de 



{ 



CONQUISTA DEL BIO DS Ll PLATA 



37 



ti 



imcer)» la propneata (que bízo) no era esto apro* 
ba^ la Compañía, y mab cuando la cabeza de la 
Provincia la reprobaba, y los demás no concurrían; 
^V^ro esta es la estrella nuestra, que si hubiera sur - 
lido feliz éxito este negocio, se quisiera para si 
; toda la gloria el Gobernador, sin acordarse de los 
jesuitas sino á lo mas para desacreditarlos, como 
había procurado hasta allí, y cuando después de co- 
metido el yerro cayó en la cuenta de su desacierto, 
nos tomaba por escudo para defenderse, como si es- 
to hubiera sido pata sí una gran precisión, y en 
otras acciones no hubiera él sabido muy bien des- 
preciar el dictamen de los jesuítas^ y como si aun- 
que fuera dictamen de ellos, eso le librara de haber 
errado, pues en tal caso solo se probaba que habían 
•rrado como él, inocentementei pero con poca pru- 
dencia. 

Pero volviendo á encadenar la sene de los suce* 
eos de esta tragedia, digo que don Pedro Bohorquez 
en su carta para el Gobernador se dilataba con di* 
fusión en ponderar con cuanto afecto emplearía la 
autoridad que gozaba para con los indios en solici- 
tar la conversión de los calchaquíes á la fé católica, 
que no es nuevo encubrir Maldades con capa de re- 
ligión, y que agradecido al agasajo que había reci- 
bido en esta provincia de Tucuman, la deseaba to- 
do bien, como también á su señoría, á quien amaba 
sin conocerle, movido solamente de lo que la fama 
publicaba de sus grandes preüdaB, por lo cual que- 
na ser instrumento del beneficio que todos reci« 

TOM. V 4 



33 CONQUISTA DEL RIO DE LÁ PLATA 

birían en el descubrimiento de las grandes riquezas 
que le ofrecían los indios, quienes en prueba le 
hiibian ya descubierto algunas buacas (es lo mismo 
que tesoros) las cuales él no habia querido registrar 
asi porque no entendiesen los bárbaros se moría 
por aquellos intereses, como porque siendo intere- 
saba S. M. en semejantes tesoros, no habia querido 
dar motivo á que la cavilación de alguno, se adelan- 
tase ¿ presumir faltaba á la fidelidad debida á su 
rey y seBor natural, y al gobernador que en su real 
nombre administraba la provincia ; que fuese su 
señoria y daria él orden, que en ese punto se hábia 
de observar, y en lo demás dispondría lo que des- 
pués de conferidas las materias, juzgase su gran 
comprensión ser del mayor servicio de ambas ma- 
gestades. 

Esta su carta y la del padre superior Eugenio de 
Sancho, despachó don Pedro Bohorquez por Enea- 
mano al fuerte de Andalgala con encargo muy apre- 
tado de que pasasen con propio al gobernador que 
estaba á la sazón en Córdoba, Apenas laá recibió, 
no es fácil ponderar cuanto se dejó impresionar de 
las ranas ofertas de Bohorquez, pareciéndole era ya 
señor y dueño de aquellas fantásticas riquezas, de 
modo que sucedió antiguamente á Nerón con seme- 
jante propuesta que le hizo Cessilio Basso, Carta- 
ginés, como dice Tácito, con palabras bien malicio, 
sas y que fueran muy propias del caso presentes- 
Daba ya don Alonso por fabricada para sí una 
gran fortuna, con el fundamento de los soñados te- 



COIÍQUISTA T>¿h LIO DE LA PLATA 39 

Boros, y se resolvió desde luego á fomentar todo lo 
posible á Bohorquez, aunque por bien parecer, mos- 
tró que no quería resolverse por solo su dictamen 
en materia tan grave, sino consultarlo con la perso- 
na mus autorizada de la provincia, el ilustrísimo 
señor don fray Melchor Maldonado de Saavedra, 
quien sobre su gran literatura y comprensión se ha- 
llaba con la prolija esperiencia de veinte y dos 
anos que era prelado en esta Diócesis; pero era todo 
mero artificio para probar si por la confianza de 
esta consulta podia inclinarle á su dictamen como 
ge echó de ver en que otras cosas tenia por co- 
sa de menos valer oir parecer ageno, y porque 
auuque aconsejó lo contrario Su Ilustrísima, no hi- 
zo caso de su respuesta; antes se ofendía de los que 
no sentían bien de Bohorquez, que eran en Córdoba 
casi todos, porque los mas reportados dudaban de 
sus promesas, y deseaban se mirase con la mayor 
reflexión este negocio, como que preveían fatalísi- 
mas consecuencias si se erraba, y les que mejor le 
conocían hablaban de su persona con espresiones 
correspondientes á su ruin proceder, en que mas se 
seSaló Miguel Falcon, que habiéndolo conocido y 
tratado en Lima y otras partes del Perú, daba indí- 
yiduales noticias desús antiguos embustes, y le pin- 
taba con muy propios coloridos, de que no sacó 
otro fruto que granjearse el sobrecejo con que le 
miraba el Gobernador. 

A la consulta de este, respondió el obispo ha- 
ciendo declarada oposición á los designios de Bo- 



40 COKQÜÍSTA DEL BIO DE LA PLATA 

horquez; y diciendo era cosa perniciosísima hacer 
confianza de un hombre de qnien se decían por lo 
pasado tales cosas, y qae aun dado caso fuesen in- 
ciertas, sin embargo el caso era peligrosísin^o, sien- 
do lo únicamente seguro aventurar lo contingente 
de aquellas esperanzas, por no perder la presente 
paz de aquellos bárbaros, que tan á costa la 
hablan abrazado después de la guerra pasada, y si 
ahora se alteraban costaria mas, teniendo á un es* 
panol astuto por caudillo, y aun quizá no se les po- 
dría reducir y espondria á su perdición la Provin- 
cia; que el pretesto de adelantar la conversión era 
bien especioso pero no quitaba el manifiesto peligro 
y no era la vez primera que con otros semejantes 
se hablan paliado muy feas traiciones, y que en to- 
do caso, siempre le parecía mal haberse arrogado 
de suyo el titulo de Inga, que no hay otro Inga en 
la América, que el rey de Castilla y de León; por 
todo lo cual era de parecer que su señoría no se 
fiase de Bohorquez, sino que le sacase del Valle y 
desterrase de la Provincia. No agradó al Goberna- 
dor la respuesta como contraria á sus designios, y 
como se supiese el sentir de tan sabio prelado, se 
animaban mas á hablar contra Bohorquez los que 
hablan sentido mal de él , ó le tenian de antemano 
conocido. 

Los jesuítas, sentían lo mismo que el obispo pero 
hablaban con grande tiento en la materia, por evi« 
tar la ocasión de que los émulos nos calumniasen 
si insistíamos en que sacasen del Valle á don Pedro 



r 



CONQUISTA DEL RIO DE LA PLATA 41 

porque como este daba esperanzas al parecer de los 
pocos crédulos, muy seguras de descubrir tantos te- 
soros, habían de decir que para gozar á solas de 
las inmensas riquezas que las entrañas del Valle 
ocultaban, perseguíamos al que deseaba y podría 
descubrirlas^ y se temía mayor persecución sobre 
esto que la que por aquellos años habíamos padéci. 
do sobre el oro soñado del Uruguay. Para precaver 
pues nuestro propio peligro, se resolvió el padre 
Francisco Velazquez, rector del Colegio Máximo 
de Córdoba^ que á la sazón tenía lají veces de pro- 
vincial para casos urgentes, según se estila cuando 
el provincial está en la gobernación del Paraguay, 
cómo entonces estaba, visitando las misiones dis- 
tantes trescientas leguas de Córdoba; á hablar al 
Gobernador, y le dijo que prometiendo aquel hom- 
bre descubrir grandes riquezas en el valle de Cal- 
chaqui, sino lo cumpliese, cargaría sin duda la 
culpa á los jesuítas misioneros y les ocasionaría 
nuevos ruidos, semejantes á los que tantas molestias 
lee acababan de causar en el Paragufty, y que para 
cautelar con tiempo este peligro, le parecía necesa^^ 
rio sacar dichos misioneros del Valle, en ínterin que 
don Pedro descubría la Casablanca, tan célebre 
blanco que había sido de tantas y tan malogradas 
diligencias que en su busca se hicieron; y las hua- 
cas y riquezas de que los indios le iban dando no- 
ticia, y que por lo tanto viniendo en ello su señoría 
les mandaría luego se saliesen á los Colegios cer^ 
canos. 



42 CONQXnSTA DEL lilO DE LA l'LATA 

Siatióse el Gobernador de esta propuesta, que 
dijo ser desconfíauza de su afecto á la Compañía, y 
de la grande estima que tenia de ella, como si aca- 
so hubiera de esta dudo alguna prueba en todo su 

gobierno; sino antes mucho de su adrersiou y des- 
afecto á nuestras, cosas; pero este es el genio de al- 
gunos que después de muchos disfavores, quieren 
que nos les mostremos agradacidos como á bienhe- 
chores. Dijo pues, que en favorecer á Bohorquez, 
llevaba puesta la mira en servicio de ambas majes- 
tades, pero que para eso juzgaba necesaria la per- 
manencia en Calchaquí de los misioneros jesuítas, 
de cuya verdad y fidelidad ihiiramente confiaba, 
porque le podrían dar los a\ ¡sos ciertos de cualquier 
movimiento y peligro que hubiese en las ideas de 
BorhorqueZ; y que por tanto no podia permitir su 
salida del Valle. Por lo cual el padre vice-proñn- 
cial hubo de desistir de aquel acertado medio, fian- 
do todo el «uccHO de la Divina Providencia, y 
previniendo en Ínterin á los padres misioneros que 
procediesen con prudencia y recato en la materia, 
no aprobando ni reprobando las cosas de aquel 
hombre, «iuo dejándole obrar en conformidad de 
las órdenes que le diese el Gobernador. 

Este resuelto á apoyar los designios de Bohor- 
quez se apresuró de manera que pareciendo perdia 
en cada momento un sig'o, se salió disimulada- 
mente de Córdoba la vísper.. de la solemnísima fies- 
ta de Corpus, siete dias después que recibió el prl- 



COSQUIS n DEL RIO DE LA PLATA 



43 



mer aviso, y dejando por largo eí camino de la Rioja 
hecho por el atajo de Quilino penoso é incómodo, 
así por haber de atravesar bosques, como por el 
rigor del tiempo, siendo el corazón del invierno; tan 
necesaria le parecía la brevedad que en nada repa- 
raba, porque cualquiera mínima dilación^ juzgaba 
pondría á contingencia la coyuntura, cuyo logro en 
negocios arduos suele darles éxito feliz. Y como to- 
do su anhelo era verse en la frontera de Londres á 
donde habla aplazado á don Pedro, para que saliese 
á conferir las materias, le pareció también muy tar- 
do el paso de las carretas por la sierra de Santia- 
go; corrió la posta hasta Poman, donde llegó sin mas 
comitiva que la de un criado y dos indios, sin em- 
bargo de que muchos vecinos del ,valle de Catamar- 
ca se ofrecieron en el camino para acora'pañarle. 
En toda esta jornada, que es de mas de cíen le- 
guas, varios sujetos informaron al Gobernador dé 
los embustes y marañas de Bohorquez, pero á nadie 
aba oídos. En el valle de Catamarca^ el capitán 
Pedro de Soria Medrano, soldado valeroso y de 
grandes esperiencias adquiridas en sesenta años* 
le habló sobre cuan peligroso era el admtirle en el 
Valle con aquel título de Inga, apoyando con fuertes 
razones que de cualquier suerte que le usase no era, 
•otro su fin que inquietar la Provincia^ y que sus 
promesas no tenian sólido fundamento; pero el Go- 
bernador le despidió de sí con desprecio y no le 
^uiso oír mas ni en estas ni en otras materias: y 
ciertamente caía en su desgracia cualquiera que le 



44 * CONQUISTA DEL BIO DE LA TLATA 

hablaba en contra; con que no es mucho, que aun 
que hizo después el papel de formar consultas, no le 
diesen libremente los consultores su parecer, porque 
le veian sin aquella indiferencia que debe tener 
quien consulta con deseo sincero del acierto y no 
con el anhelo de hallar valedores á su dictamen. 

Habiendo pues llegado á Poman el Gobernador á 
16 de Junio, despachó el siguiente nuevo espreso á 
Galchaquí; rogándole acelerase su venida á aquel 
paraje, y trajese en su compañía los caciques de la 
nación, como habla ofrecido, para, que diesen su 
consentimiento á las resoluciones que se asentasen, 
y juntamente suplicaba al padre superior Eugenio 
de Sancho quisiese concurrir con Bohorquez, para 
que con su asistencia se tomasen las medidas mas 
convenientes en aquel negocio, sirviendo de intér- 
prete. En el ínterin conociendo el Gobernador que 
toda la provincia estaba en suspensión por novedad 
tan desusada y fuera de la común espectacion, pro- 
curó sosegar los ánimos, escribiendo cartas á todos 
los tenientes, y otra particular á cada Cabildo de 
las ciudades, dándoles razón de este movimiente 
y procurando satisfacer á la estrañeza que les po- 
dría causar tal novedad. Y el señor Maldonado 
como pastor solícito, ya que no habla podido apar» 
tar de su peligroso empeño al Gobernador, orden6 
que así en la Catedral como en todas las iglesias 
de la Provincia, se hiciesen rogativas por el feli^;. 
éxito de este negociado, fuera de las particulares 
que se hacían en los conventos de religiosos pateiv- 



C05QUISTA DEL BIO DE LA PLATA 45 

te del Santísimo Sacramento; aunque las oraciones 
serian sin duda muy fervorosas, por la aprensión 
general del. inminente peligro que se concebia, pero 
no las quiso oir el Señor por sus justos juicios, y 
quizá porque si bien sin mala intención, obraba el 
Gobernador con demasiada tenacidad y adhesión á 
su capricho, que no merece luz para el acitrto^ 
quien fiado de solo su prudencia prefiere su dicta- 
men al de todos. 

A 24 de Junio recibió Bohorquez la carta del Go- 
bernador, y luego despachó convocatoria á todos los 
caciques del Valle, para que se previniesen á irle á 
acompañando en la salida; lo que ejecutaron todos 
prontísimos sin escusarse alguno, sino solo dos de 
las parcialidades de los Fulares, que se hallaban 
actualmente enfermos^ y los de la parcialidad de 
los Paciocas, que fueron los que le acogieron la 
veis primera, y entre quienes vi via, porque el mismo 
Bohorquez no qaiso saliesen para que no hubiese 
ocasión de hacerles cargo porque le habian admi- 
tido en su pueblo. Juntáronse pues 117 caciques 
para salir cortejando á su Inga, que se adelantó dos 
dias al padre Hernando de Torreblanca, quien se 
dispuso fuese por interprete, y los alcanió en el 
pueblo de Pilzihao que era de la parcialidad de los 
Píapanocas, donde recibió carta del Gobernador^ 
rogándole que se adelantase á Borhorquez, para con- 
ferir algo antes que llegase. Pero anduvo tan poco 
advertido el portador que era el capitán Fernando 
de Pedraza, grande amigo de Bohorquez, desde que 



46 C0XQUI8TA DEL RÍO DB LA PLA-^A 

en su estancia de Mir aflores le albergó, viniendo 
fugitivo de Chile, que le dio la carta delante de él, 
diciéudole juntamente su contenido, y * porque no 
entrase en sospecha fué forzoso que el padre Her- 
nando le dijese que no se adelantarla; bien que repi- 
tiendo- el Gobernador el encargo, se adelantó la 
tarde antes de llegar Bohorquez. 

Aguardaba el Gobernador al padre Hernando, 
para que aprobase positivamente todo lo obrado 
hasta allí, ó porque le diese un nuevo fundamento 
para apoyar su determinación como el misionero lo 
llegó á comprender, y por eso procedió con gran 
tiento en sus palabras, prescindiendo de aprobar 
6 reprobar lo hecho, y respondiendo con generali- 
dades á las preguntas que le hizo sobre Bohorquez, 
porque habló con estimación de sus prendas, y que 
su señoría oiria de su boca sus dictámenes y dispo- 
siciones; y con esto se despidió para volverse donde 
quedó Bohorquez. Para el recibimiento de este que 
habia de ser en Poman se dispuso el lugar de su 
hospicio con toda la decencia posible y también 
para los caciques; y para que fuese mas lucido el 
cortejo, hizo el Gobernador concurriesen los veci- 
nos feudatarios de Londres y muchos de la Rioja, 
á quienes habia llevado la curiosidad, fuera de 
ochenta soldados, que se llamaron del presidio de 
Andalgala. 

Llegado, pues, el nuevo Inga á Pilsihao con su 
comitiva, se hubo de detener alli siete días de or- 
den del Gobernador, por cuya cuenta corrían loa 



COITQÜISTA DEL EIO DE LA PLATA 47 

gastos de sa manutención desde que entraron en el 
valle de Conando, asistiendo á las providencias Fer- 
nando de Pedrasa, alcalde de 1er. voto de L6ndre» 
por todo aquel camino hasta la ciudad, donde se en- 
cargó de ese cuidado el capitán Gonzalo de Barrio- 
nuevo. Tanto era el empeño del Gobernador en la 
materia y tan poco reparaba en costas que presto 
imaginaba ver recompensadas con lo» prometidos 
tesoros. A 30 de Julio se dispuso hiciesen la entra- 
da en Londres, Bohorquez y los caciques, y fué con 
la mayor pompa y aparato que permitía la cortedad 
de la tierra en acción semejante, que no tenia ejem- 
plar desde que la Providencia tuvo la guerra con los 
calchaquíes. Salieron pues, fuera del pueblo dos 
compañías, una de infantería y de caballería otra, 
que por el influjo y presencia del Gobernador iban 
muy lustrosas en lo bizarro y en lo militar, bien 
adiestradas y puestas en dos alas; á distancia de un 
cuarto de legua esperaron á que desmontase el Inga 
que venia .C3n sut indios en proporción divididos, 
y llegando á encontrarse con los españoles hicie- 
ron la salva á su usanza; á que correspondió nues^ 
tra infantería. El Gobernador q' montaba un brioso 
caballo, dio en élnna carrera en señal de regocijOf 
hasta donde estaba el Inga, á quien saludó con 
grande urbanidad, y procuró hacer toda la honra 
necesaria para conservarle en el grado de estima- 
ción qne entre los indios tenia, y entrándole consi- 
go en su coche, se encaminaron á la ciudad donde 
se celebró la entrada con nuevos regocijos. 



48 COUQUISTiL P£L BIO DE LA PLATA 

Al acercarse á la iglesia, mandó Bohorquez á 
todos los caciques se cortasen las líielenas, y le obe- 
decieron prontísimos, cosa qae causó en los circuns* 
tantes admiración y se tomó por pronóstico de buen 
suceso y señal de su rendimiento para lo de ade. 
lante, como sino lo hubieran sabido ejecutar otra 
vez, sin haberse mostrado mas sujetos; pero como 
todos estaban anhelando por minas y tesoros^ de 
todo se asian para persuadirse á sí mismos, se pro. 
cedía de parte de los indios con la mayor sinceridad. 
Entrados á la iglesia, entre recíprocas salvas de 
nuestra milicia y de los calchaquíes, asistieron á las 
vísperas solemnes que se cantaron, patente el Au- 
gustísimo Sacramento, asistiendo el Inga al lado de 
la Epístola con almohada y cogín, honra que se le 
hizo en todos los actos públicos. Acabada esta so* 
lemne función, toda la gente de milicia con el Go* 
bernador, acompañó hasta su alojamiento al Inga, y 
con la misma pompa le llevaron los demás dias. 

El siguiente, á la entrada, se celebró la fiesta de 
San Ignacio, nuestro padre, con grande lucimiento 
y concurso, que cosa tan desusada y fuera de la es-* 
pectacion^ trae vinculada la admiración con la no- 
vedad; y los otros dias que allí se detuvieron se 
cantó misa, patente el' Santísimo Sacramento, por el 
acierto de la acción, asistiendo todos llenos de pie- 
dad, y en contentos suaves y conceptuosos motetes 
celebraban el que miraban como beneficio, dando 
las gracias por lo que no habian juzgado posible; 
que así se engafian los juicios humanos. Asi los 



CONQUISTA DEL BIO DE Ll PLATA 49 

espafioles como los indios hicieron grandes demos* 
traciones de regocijo; corrióse la sortija con gala- 
nas invenciones muy á gusto de todos; lidiáronse 
toros; jugáronse cañas imitándose en los trajes los 
de los Ingas, para conciliar el amor de los indios; 
representáronse, dos comedias y hubo otros entrete- 
nimientos para significación de la común alegría, y 
todo les parecía poco para celebrar la presente di- 
cha, llenos todos de esperanzas y muy lejos se ima* 
ginar cuan amargos dejos hablan de tener aquellos 
gustos, con ser verdad infalible canonizada por 
el Espíritu Santo, que el llanto y pesares suelen 
venir pisando los calcañares del gozo y contentt. 



CAPITULO III. 



Despnes de algunas diligenrias haee el Oobernador de Tucuman o 
pitnlnciones eon don Pedro Bohorquez, j le permite use el tí- 
tulo de Inga; recelos cod que el Gobernador quedo de estr 
permiso; f juicio que haeen de esta aceion, el obúpo de Toen- 
mam y el padre provincial de la Compañía de Jesús del Para- 
guay, quien dá acerca de ello una instrucción á los misione- 
ros jesuítas de Caelhaquf. 




'os uEGociJOS referirao8 en el capitulo pasado 
no eran impedimento para que se tratase el negocio 
principal á que se había dirigido esta junta porque 
bien distribuido el tiempo, le habia suficiente para 
varias conferencias que en aquellos quince días se 
tuvieron por el cabildo de Londres, su justicia ma- 
yor don Pedro Calderón, y los capitanes Francisco 
de Nieva y Castilla y Hernando de Pedraza^ alcal- 
des ordinarios; por el de la Rioja, el capifan don 
Juan Gregorio Bazan, alcalde ordinario, don Ma- 
nuel de Villafañe, alférez real, el capitán Juan de 
Medina Friberri, alcalde provincial, y el sargento 
mayor Gabriel Sarmiento de Vega, regidor; y sin 
estos otras personas particulares de capacidad y es- 



C05QVISTA DEL RIO DE LA PLATA 51 

periencia de diferentes partes déla provincia, cua- 
les fueron de la ciudad de Santiago don Lucas de 
Figueroa y Mendoza que después fué Gobernador 
de Tucuman, y el capitán Juan Pérez de Zurita Vi- 
llavicencio. De Catamarca los capitanes Francisco 
de Agüero y Estevan de Contreras; y de la Rioja, 
el teniente de gobernador Antonio del Moral. Y 
como se habia de tratar también de la conversión 
á la fé y enseñanza cristiana, materia tan del fue- 
ro espiritual, asistieron el licenciado don Diego de 
Herrera, cura y vicario de la ciudad de Londres^ el 
maestro Juan de Aquino, cura y vicario de la par- 
roquial de Catamarca, el licenciado Cristo val de 
Burgos, cura doctrinante de sus naturales; y el li- 
cenciado don Isidro de Villafañe clérigo presbítero 
y sugeto para el caso de notorias prendas y espe- 
rienria. 

Quiat) también el Gobernador concurriese á las 
ma^ de las Juntas el padre Hernando de Torre- 
blanca, y aunque se escñsó al principio por fin se 
dejó vencer de las razones que se le propusieron, 
principalmente porque siendo misionero entre los 
calchaquíes, si estos no le veian asistir, podrían, 
como tan bárbaros discurrir que los españoles le 
esclaian por hacer de él poco caso, y eso seria de- 
trimento y disminución de la autoridad necesaria, 
para que fuese de ellos respetado, y también por- 
que se hiciese capaz de las materias que allí se 
tratasen y concluyesen, porque en cualquier tiempo 
hubiese quien observase bien instruido, si Bohor- 



/ 1 
I 



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52 COHQÜISTA DEL RIO DE LÁ PLATA 

quez las cumplía, fuera de que habiendo de entrar 
este al Valle con jurisdicción, era bien estuviese 
enterado que los misioneros no eran contrarios en 
lo que á él ó á los indios tocase, porque asi no se 
le perdiese el afecto como pudiera acaecer si se 
resistía á concurrir á la Juntas. Estas razones que 
«ele propusieron, le hicieron fuerza para entrar 
en las Juntas y en las que asistieron los indios fué 
del todo necesario, porque no había intérprete mas 
idóneo y también lo movió el considerar que siendo 
el Gobernador tan poco afecto á los jesuítas, se 
podría armar' contra nuestro buen nombre la emu- 
lación en alguna ruidosa caluQinia, como que dea** 
favorecíamos la causa, en qué se miraban interesa- 
dos los haberes reales y el servicio de nuestro ca- 
tólico monarca. 

Estas diez y siete personas, el Gobernador y 
don Pedro Bohorquez, y el secretario de la gober- 
nación Juan ^e Ibarra Velasco, compusieron las 
dichas Juntas, á que dio principio el Gobernador, 
significando cuan singular placer recibiera Ae que 
honrase a^Hel||. Asamblea, y le diese luz con sus 
largas esperiencías el ilustrísimo señor Obispo de 
la Provincia, 6 ¿ lo menos algunos de los preven- 
dados; pero que pues esto no era factible en las cir- 
cunstancias, rogaba le ayudasen los presentes con 
su dictamen, en tres puntos que principalmente era 
necesario conferir. Pjimero, que supuesto que 
nuestro Señor parece abría puerta á la predicación 
del Evangelio, por el apoyo que se diese á la auto- 



-r.ir--.^¿ 



CONQUISTA DEL RIO DE LÁ PLATA 



53 



ridadqae don Pedro Bohorquez se habia adquirid j 
«ntre los calchaquíes, como se reconocía por el de- 
susado movimiento de aquellas gentes, y salida de 
todos los caciques, cosa estraordinaria y nunca 
^sta desde la conquista de estas provincias, si se- 
'^ria conveniente que Volviese á Calchaquí como ofre- 
eia á dar fomento á la predicación, hacer fabricar 
iglesias , persuadir abrazasen la vida política y 
Jpyistiana y reducirlos á la obediencia perfecta de 
^estro católico monarca. El segundo, dado caso 
3^e se juzgase conveniente la vuelta de Bohorquez 
ll' Valle, que jurisdicción seria bien que se le con- 
cediese por parte del Gobierno , para la mejor y 
pí0 fácil ejecución de lo susodicho. El tercer pun- 
ét>| era sobre las conveniencias temporales que ofre- 
Bohorquez, fundado en lo que le hablan descu- 
^rto y querían descubrir los indios , proponíase 
^í^o solo impulsivo , pero era todo el encanto y 
^co principal de tantas diligencias y juutamcn- 
jjpl^l paso mas difícil. 

I^orque se trataba del descubrimiento de tantea 

Mbros, de la sujeción de aquella, gente, de reco- 

OTOlKiento desús eiR^dienderos, en el servicio de 

hiA minas, déofeí l'écfobrb íe muchos indios de estay 

Uf vecinas provincias que estaban por sus deli- 

tfíÓ por su veleidad refugiados en aquel Valle y 

'jotras "Semejantes conveniencias, para cuya con- 

ipécAcipn ^representaba forzoso y como medio único 

er á Bohorquez y darle tratamiento de 

£ste era el amargo trago que reconocía el go- 
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54 00HQUI8TÁ DEL BIO DB LÁ PLITÁ 

bernador, había de dificultar pasar los consultores- 
porque permitir cosa semejante, parecía lo mismo 
que darle título de Rey, pues entre los indios eso 
flignifica luga. Eso parece distaba poco de cometer 
un crimen laesae de maiestatis^^orqne siuo era ne- 
gar espresamente la obediencia al legítimo monar- 
ca á lo menos era dar ocasión á la rudeza bárbara 
de aquel gentío á que se la negase claramente^ 
alzándole por su rey, mismo, sobornado con 

el esplendor dé aquel título, hallar camino para as- 
pirar á la realidad, j usurpar el dominio. Ebto le 
venia á los ojos y mas en sujeto de fé dudosa, de 
ambición notoria, de genio novelero; por tanto no 
alcanzo como se pudo cegar tanto el Gobernador, 
y sus conciliarios, para cohonestar la concesión de 
aquel título odiosísimo, y solo parece se hizo con- 
cepto de que representaba una farsa en que acaba- 
do el papel, queda particular el que parecía mo- 
narca. A la verdad, las ofertas fantásticas de Bo- 
horquez, como si fueran un hechizo le ofuscaron la 
razón al Gobernador, y este, con su persuasión te- 
nia á los demás deslumhrados, ó á lo menos si al- 
gunos reconocían el peligro no tuvieron valor para 
oponerse, como en cosa que sabian le causarían 
gravísimo dísgasto. 

Resolvieron pues los de la Junta, que convenía la 
entrada de Bohorquez al vs^Ue de Calchaquí y mas, 
con tan superiores motivos. En cuanto al segunda 
punto, que seria bien llevase, por parte del gobier- 
no, jarisdiccion de teniente de gobernador y jus- 



COlTQriSTA DEL RIO DE LA PLATA 55 

ticia mayor. El tercer punto no parece se propuso 
con toda claridad, mas que, supuesto que las pro- 
mesas de los radios eran con respecto á aquel títu- 
lo, se le podría permitir usar de él, pero de manera 
que se obviase el inconveniente que en adelante se 
pudiera temer, si los indios intentasen alguna no- 
vedad perniciosa, quedando obligado Bohorquez á 
abandonar el puesto de aquel valle. Para esta obli- 
gación discurrió el Gobernador un arbitrio que á su 
parecer, era el todo para el acierto, y para su pro- 
pia seguridad, en materia tan embarazosa y de que 
podrían resultar perniciosas consecuencias, y fué 
pactar con Bohorquez, que hiciese pleito homenage 
como caballero^ obligándose á salir del valle de Cal- 
chaqui y dejar la ocupación á cualquier orden del 
mismo Gobernador. Este le propuso dicha condi- 
ción y como el ánimo de Bohorquez, era de vasallo 
infiel, y no le acompañaban las obligaciones de ca- 
ballero, aceptó pronto el partido que no tenia ánimo 
de cumplir, diciendo saldria á la mas leve insinua- 
ción, y como vasallo fiel de Su Magestad (á quien 
solo deseaba servir) estaria obedientísimo á sus 
órdenes. Por aquí, le pareció al Gobernador había 
descubierto camino para tener sujeto á Bohorquez 
y asegurar el servicio de Su Magestad, pues á cual 
quier movimiento de los indios, estaba presentaneo 
el remedio. 

Formó pues, el Gobernador un papelón en que 
pintó las obligaciones del pleito homenage, dispo- 
niendo que se le leyese públicamente y le jurase el 



56 COKQUUTÁ DEXi KIO DK LÁ PLATA 

Domingo 12 de Agosto, después de haber por la ma- 
fiana celebrado misa solemne en que quiso predica** 
se el padre Torreblanca que era quien únicamente 
Babia el idioma de loa calchaquíes, cuyos caciques 
habian de asistir en nombre de toda su nación, y 
tomarían de los españoles ejemplo del modo y re- 
verencia, con que en sus pueblos habian de acudir 
á oir la divina palabra. Parecía de el intento el 
Evangelio del dia que era la Dominica undécima 
po8t Penlecosten^ en que al milagro de sanar Cristo 
al sordo y mudo, se siguió la admiración de los cir- 
cunstantes de quien escribe San Marcos que dije- 
ron Bené omniafecit; et surdosfecit audire^ et 
muios loqui. Acomodólo á las circunstancias en que 
parecía que conpadecido Dios de la ceguera y sor- 
dera de la nación, disponía por aquellos medios 
abriesen los ojos para ver su propio peligro, y los 
oídos ala predicación del Evangelio. Aquella tar- 
de, pues, hizo públicamente Bohorquez en la plaza, 
el juramento y pleito homenage, postrado de rodi* 
Has á los pies del Gobernador, prometiendo obe- 
decer sus órdenes, en cuanto á salir del valle cada 
vez y cuando se lo mandase; que introduciría en el 
valle la jurisdicción real, entablaría sirviesen pun- 
tualmente los indios á sus encomenderos, pondría 
empeño en que no se acogiese indio alguno fugitiva 
en Calchaquí y saliesen los que estaban refugiados, 
descubriría los hnacas 6 tesoros ocultos y coope- 
raxia á la predicación del Evangelio y á que se re- 
dujesen á vida política y cristiana. Entonces se le 



CONQUISTA. DEL RIO DE LA PLATA 67 

dio en conformidad á lo tratado en la segunda jun- 
ta, el título de Teniente de Gobernador, Justicia 
Mayor y Capitán de Guerra del valle de Calchaquí; 
y un despacho, en que se le daba licencia de usar 
el nombre de Inga, y ser tratado de los indios, en 
las cortesías y ceremonias, como descendiente de sü 
sangre. Aquel dia después de la misa, habia comi- 
do en público el Gobernador con Boborquez, asis- 
tiéndole todos los españoles y dichos caciques. 

Los aplausos que al nuevo Inga se dieron, fueron 
escesivos, procurando cada uno esmerarse á compe- 
tencia, para ganar su gracia, porque esperaban de 
su mano el remedio de sují necesidades, como que 
creian habia de manejar los tesoros que ofrecía, y 
el estaba muy ufano, porque se miraba con la ju- 
risdicción de Teniente para tener ásu voluntad lo« 
españoles, y con la investidura de Inga, para dispo- 
ner de los calchaquíes á su arbitrio. Pero no hubo 
quien en las honras escediese al Gobernador, tra- 
tándole con las mayores y mas respetuosas atencio- 
nes, y asistiéndole en todo sin reparar en gastos, 
para tenerle siempre á su devoción, porque no deja- 
ban de ocurrirle algunos recelos sobre lo hecho; 
por lo cual procedió siempre con cautela de no en- 
trar soleen el empeño, para cuyo fin, ordenó las di- 
chas júntaselas cuales concluidas, hizo que todos 
firmasen las resoluciones allí tomadas^ obligándo- 
se á responder en. cualquier tiempo que se les hi- 
ciese cargo; pero en esto, no quiso venir por su par- 
te el padre Hernando de Torreblanca, protestando 



58 COUQÜISTA DEL BIO DE LA PLATA 

no podía consentir en contraer tal obligación, y re- 
sistiéndose á echar su firma, aunque en esto úl- 
timo vino al cabo por las razones que se le ale- 
garon. 

Mostró también el Gobernador aun en las mis- 
mas demostraciones de alegria, que no dejaba de 
afligir su corazón, la espina que traia clavada de 
algún recelo, porque llamando á todos los caciques 
para agradecerles las señas que habían dado de su 
buena voluntad y afecto al Real servicio, y otras 
pruebas de su amistad con los españoles; y para 
darles á entender la autoridad que llevaba su Inga 
y el respeto que le debian profesar, no se pudo con- 
tener sin decirles claramente, que sin embargo de 
todo esO; como en lo pasado habia tantos fundamen- 
tos para presumir de su genio algún doblez en su 
trato, quedaba con recelo de que faltasen á lo pac- 
tado; pero que les hacia saber quedaba prtvenido 
para romper guerra contra ellos, al sentir cualquier 
movimiento menos ajustado, y que de esa resolu- 
ción seria buen testimonio que le tendrían cercano 
en las fronteras de Tucuman ó Salta para mover 
nuestras armas. 

Ejecutado lo referido, se dispuso la vuelta de don 
Pedro Bohorquez, dándole algunas instrucciones 
secretas, y cifra para que se entendiese con el Go- 
bernador en las materias, sin peligro de que la cu- 
riosidad pudiese rastrear lo que fuese necesario 
mantener oculto; y por fin, el día 13 de Agosto se 
partió de Londres para Calchaquí^ con el mismo 



COITQUISTA DEL RIO DE LA PLATA 69 

acompañamiento que á su entrada, y en el mismo 
lugar que lo recibieron, allí se despidió el Goberna- 
dor. Siguióle poco después el padre Torreblanca, 
quien llevaba el corazón liarto oprimido de cuida- 
do de las contingencias que amenazaban en lo fu- 
turo, y del modo con que liabiau de portarse los mi- 
sioneros con un hombre engreído con la loca fanta- 
sía de Inga, cuando tenia para con él, poca fuerza 
-el temor de. Dios, de que allí le llegaron nuevas no- 
ticias y aunque no se lepodia decir todo al Gober- 
nador, porque era malquisiarse con él, con todo eso 
al despedirse, no quiso dejar de decirle alguna pre- 
ñez que le pusiese en cuidado, suplicándole que si 
deseaba cumplir con el servicio de Su Magestad, 
ejecutase lo que amenazó á los indios, de no alejarse 
de la frontera, porque quizá S3ria muy necesaria su 
presencia para algún tumulto. No le dejaron de es- 
pinar estas lUtlmas palabras, pero permadido á que 
algo se habia de arriesgar, para conseguir tan 
^ande asunto, acallaba con las esperanzas sus re- 
celos, como se echará de ver por la carta que poco» ^ 
dias después, escribió de Londres al señor Maído- • 
nado, diindole noticia de algo de lo acaecido, y de 
las promesas hechas por Bohorquez de quien signi- 
fica, que aunque faltase á ellas, no se hallarla con 
poder para hacer daño; persuacíon que sin duda ala» 
ciñó á este caballero. Todo se verá por el contesta 
^e ella, que decia así: 

" Este negocio señor don fray Melchor se hace - 
^* incierto á la vanidad de discurrir. Por una parte 



60 CONQUISTA DEL BIO BE LÁ PLATA 

^^ (como comunicamos) la opinión del sugeto no e» 
^^ tan segara, como pedia la confianza en qué está, 
*• y por otra la imposibilidad de medios para usar 
^* mal de ella, asegura un tanto el recelo. El rno* 
" vimiento favorable de los indios es estraordina- 
" rio. Decir que no se arriesga, fuera confianza im- 
** prudente; pero respecto á lo que se va á ganar en 
*^ las conveniencias espirituales y temporales del 
•* Valle, parece fuera mayor delito escusar la oca- 
^^ sion. Así lo sentí, al pesar materia tan grave en 
" el fiel de la obligación en que estoi; y así juzgo 
" lo hiciera V. S. si se hallara presente á recono- 
" cer las circunstancias de esta novedad. 

^' Las esperanzas en la salvación de los indios- 
*' son evidentes, en lo que probablemente se puede 
" conjeturar. En cuanto á las dependencias tempo- 
'^ rales, son de igual fundamento las noticias con 
*^ que nos hallamos, y que los indios han ofrecido á 
*^ este caballero, en cuyo amor (por la sangre con 
*^ que le juzgan) habiendo vuelto por las demostra- 
*' clones que reconocieron tan asegurados^ no pare- 
•* ce pueden enteramente turbarse, por ser de dife- 
** rentes parcialidades y* territorios en esta forma* 

'^ Los calchaquíes^ le han prometido unos lava- 
*' deros de oro á las espaldas de su tierra, y el des- 
'^ cubrimiento de las labores de la Casablanca, tan 
•' solicitada de la porfía de los españoles, y el de al- 
*^ gunos entierros de capitanes del Inga, de los cua- 
^^ les ha visto dos que dejó manifestados ante mí^ 
^^ y son los que supimos por el primer aviso/' 



CONQUISTA DEL RIO DB LA PLATA 61 

'•"Los pulares, le aseguran una riqueza demi- 
** ñas en sus términos^ que por haber de ser, si se 
•* consigue, tan vecina al ingenio (de San Bernardo 
•* de Acay)j tendrá esta conveniencia mas/* 

** Los caciques de Famatina á quienes hice venir 
••con este intento, examinándolos de vuelta al des- 
^* pedirlos^ le han ofrecido no dejar nada oculto de 
** aquel cerro suyo tan noticioso y decantado, y le 
•' aseguraron particularmente cuatro noticias, que 
•* le di por memoria de las que por acá se teiiian, 
•' para que se ayudase en esta diligencia, y unos 
•* y otros conformes. Se deja á lo secreto de su pe- 
*' cho hallar camino, llevados de esta natural incli- 
" nación de la sangre; con que en la diversidad de 
•^'parajes, será desgracia conocida, sean unos y 
•* adversos los efectos/^ 

" La orden que lleva en conformidad de lo que 
•* tiene ajustado con los indios, es salir luego que 
•' lo permita el tiempo, á dar vuelta entera á estos 
** parajes^ empezando por los pulares para acabar 
•• con Famatina, á titulo de tomar posesión de lo ' 
•* que ellos dicen que le han de entregar como cosa 
*• suya, y que le pertenece por sangre de sus anti- 
•^ guos Ingas, y reconociendo la calidad de las 
** minas, enviarme con secreto, razón y metales, 
•• para que tomando satisfacción por ellos, se dis- 
** ponga con fundamento lo que por nuestra parte 
^ se hubiere de obrar. Esto es en cuanto á las mi- 
•* ñas. Y en cuanto á los entierros ó huacas, lleva 
^ ¿rden de no hacer novedad en las reconocidas, y 



62 OOKQUISTA DEL RIO DE Lá. PLATA 

^^ que se le manifestaran hasta que el tiempo permi- 
" ta mi entrada y la asistencia de los oficiales rea- 
*' les para seguridad de los intereses de Su Ma- 
•' gestad. 

^' Esto es por mayor lo que promete este caso ; 
" mucho, si se consigue alguna parte, y poco sino 
" llega al fin que se promete. Algo hallé divulgado, 
" y se ha traslucido necesariamente; pero V. S. ca- 
*' reaudo las noticias que se esparcieren, con las 
" que aquí le doi, disimulará lo que juzgare acer- 
" tado, para que no nos dañe, que corra la verdad 
" entre todos, recelo coa que, entre otros adverti- 
" micntos de la instrucción secreta quelleva,le di ci- 
" fra para la correspondencia, buscando en ella sa- 
" grado contra la curiosidad y malicia, adelantan- 
^' do por mi parte la vista en todo y cuanto ha pene- 
*^ trado el discurso. 

*^ En esta conformidad, volvió despachado este 
^' caballero, y quedan las dependencias del valle 
*^ necesitadas de mi asistencia en aquella fronterai 
" cuidado que me llevara á los primeros de Octu- 
" bre á Tucuman, que es el tiempo, en que se ha de 
** disponer el viaje de este caballero dejando (con 
** lo que ha de obrar en el Valle de aquí allá) en 
" buen estado la salvación de los indios, la cual en 
*' las disposiciones que lleva, que ejecutar, ha de 
^* correr luego que llegue al Valle, sin perder tiem* 
" po, ni que haya dilación. De lo que de todo resul- 
*' tare será avisado V. S. Iltma. de mi obligación 
>* y voluntad con todo rendimiento, y buen afecta 



CONQUISTA DEL RÍO DE LA PLATA 63 

" para que con su dirección y consejo, se afiánze 
** materia de tanta consecuencia, y empresa tan ár- 
" dua, ^' Guarde Dios á V. S. como deseo. Londres 
*'y Agosto 21 de 1657 años. Besa la mano de V. 
" S. Iltma. subdito y mas seguro servidor don 
" Alonso de Mercado y Villacorta,. Iltrao. y reve- 
" rendisimo fray Melchor de Maldonado y Saave- 
'' dra. '' 

Lo que en esta carta respondió el Iltmp. prelado 
de Tucuraan, ignoro, por no haber llegado á mis 
manos su respuesta; pero se puede colegir por la que 
escribió al mismo don Pedro Bohorquez que pondré 
despue% por decir antes como en la misma ocasión 
quiso también escribir el Gobernador al padre Pro- 
vincial de la -Compañía en esta Provincia á quien 
antes de salir él de Córdoba, habia escrito en 28 de 
Mayo á las Misiones del Paraguay, dándole el pa- 
rabién déla conversión del valle de Calchaquí, con 
la certidumbre que si estuviera ya conseguida y 
efectuada, y ahora sabiendo que ya habia llegado 
á Córdoba^ le escribió con la misma satisfacción 
pero con el fin de hacerle el encargo que se verá, 
en orden á asegurarse de las operaciones del nuevo 
Liga, por que después de hablar de lo concertado 
con él, prosigue así: 

" El caso parece que le guia Nuestro Señor á su 
'* mayor servicio. Vuestra Reverendísima le confie- 
*' ra con el señor Obispo, y en lo que se halla- 
" re conveniente , me dé la dirección de lo que 
** necesitare, para su mayor acierto. Y por que en 



64 COITQÜISTA DEL RIO DE LA PLATA 

" materia tan ardaa y de tan grave cousecuencia, 
^^ debe estar fija mi atención á lod pasos de este ca- 
" ballero y movimiento de los indios, vuelvo á 
•* pievenir á V. R. encargue al Padre Superior y álos 
" demás padres^, velen con particular desvelo uno y 
" otro, y que me den pronto aviso del menor acci- 
•* dente que se reconozca para acudir al reparo, 
" antes que crecido el daño, sea imposible el reme- 
•* dio; y sobre todo suplico á V- R. haga encomendar 
^' este suceso á Nuestro Señor, que guarde á 
•* V. R. como deseo. Londres y Agosto 21 de 
'' 1657. 

En ambas cartas se muestra el Gobernador muy 
solícito de que se le den consejos, para su direc- 
ción; diligencia que estuviera muy en su lugar, si 
desde el principio la hubiera hecho con ánimo sin- 
cero de seguirlos; pero ahora después de cometido 
el yerro era superfino, y no parece sino que tiraba 
á hallar valedores de su dictamen. Pero no fueron 
tan poco advertidos así el Obispo como el Provin- 
cial, y sintiendo queel padre Eugenio de Sancho, hu- 
biese dado el primer aviso en materia tan escabro- 
sa, procuró atajar los inconvenientes para lo futu- 
ro, dando á los misioneros jesuítas de aquel Valle, 
una prudente instrucción del modo con que se ha- 
blan de portar, así en ejecutar lo que mandaba el 
Gobernador como era forzoso, como en lo demás, 
que decia así: 

" Lo primero no apoyen vuestra reverendlsi* 
^ mas de palabra ni por escrito, la persona de 



COVQÜISTA D£L RIO DE hX PLATA 65 

** ese caballero D. Pedro Bohorquez, por su cré- 
" dito dudoso, y no nos está bien edificar sobre 
" fundamento poco seguro, y las relaciones vivas 
^^ que al presente están en esta Ciudad, lo persua- 
** den así. 

^^ Lo segundo que aunque es cosa santísima la 
" instrucción del Santo Evangelio en esos bárba- 
" ros, y todos lo deseamos, pero lia de ser con la 
^ verdad en la mano que el mismo Evangelio noa 
" ensena, y no siéndolo que dicho caballero sea 
" nieto del Inga, que es natural de España. ¿ C6- 
^* mo se quiere sobre una mentira entablar la ver- 
** dad de la Fé ? Este edificio no se funda sobre 
** aquel cimiento, porque ¿ cómo el bárbaro me 
** creerá, cuando le diga que encarnó el verbo y 
^^ los demás misterios, si conoce que le he engaña* 
•* do en darle á ese caballero el atributo que no 
^* tiene? 

" Lo tercero que no se empeñen Vuestras Re* 
*^ verendísimas en que hay huacas, lavaderos de 
*^ oro, ni los tesoros, de que por acá no poco se 
^ ríen los entendidos, porque no nos hallemos dea- 
** pues corridos. Si los hubiere, ese caballero da^ 
** rá con ellos, pues todo se lo revelan como escri- 
^ ben; y Vuestras Reverendísimas solo atiendan á 
^ lo espiritual de esas almas que es lo que toca 
^^ á nuestro instituto, y en lo demás, obren allá 
^^ en lo tocante á lo temporal; con que, cada cual 
*^ entenderá á su obligación, y se dará á Dios lo 
^ que es de Dios y á César lo que es del César. 



66 COKQUISTÁ DSL RIO DE LA PLATA 

" Lo cuarto con solo la voz que ha corrido, de 
*^ que se le ha dado permiso de poder llamarse In- 
" ga, y que le trataban los indios como á tal, los 
** indios de por acá se han dejado decir, que ya 
" tienen su rey cu Galchaquí. Saquen de aqui alio- 
*' ra Vuestras Reverendísimas la consecuencia, y 
*' miren el eco que hará esta voz en los oidos de 
" una Audiencia y de un Virey; trueno será, que 
•'los haga temblar y procuren luego el remedio, 
** Asi se discurre por acá, y temen de esas preñii- 
*' zes un monstruo. Asi pido á Vuestras Reveren- 
'J dísimas per viscera Jcau-ChrisU^ no hagan el 
" menor empeño para que podamos en cualquier 
" mal suceso, librarnos de la calumnia que puede 
** la malicia oponernos, 

'^ Lo quinto finalmente, para que todo esto se con- 
" siga, darán Vuestras Reverendísimas cuenta al 
'^ señor Gobernador, del menor accidente que se. 
*' reconozca, para acudir luego al reparo que aai 
" me lo pide Su Señoría, y en este aviso vayan las 
*' palabras tan medidas que no hayan pinzas con 
*' que asirlas. Y esto se conseguirá refiriendo la 
" verdad de lo que pasare, sin dar su píirecer en 
*' ello, remitiéndolo todo al del señor Gobernador, 
*^ á su gran juicio y comprensión de las materias, 
•* con que lo que se obrare, correrá por cuenta de 
" Su Señoria y no de la Compañía. Vuestras Reve- 
*' rendísimas procuren pesar en el fiel de una muy 
** atenta consideración, lo que se hablare y escri* 
i< biere, para que no se nos levante en Calchaqufi 



CONQUISTA DEL BIO DE LÁ PLATA 67 

" peor tormenta, que la del Paraguay: Con que 
" tengo dicho en la materia todo mi sentimiento, y 
*' el mismo escribo al Paflre Superior, para que le 
** comunique á todos los demás padres á fin de quo 
'* vayan todos á una, y se proceda en materia tan 
" grave, y poco segura, con la atención y circuns- 
" peccion que se debe. El Señor lo disponga á su 
" mayor servicio de Su Magestad, y bien de esas 
" pobres almas. — Córdoba y Setiembre 10 de 1657. 
" Francisco Vázquez de la Mota." 

Los misioneros de Calcbaquí, que eran varones 
muy observantes, visto y entendido el dictamen del 
superior, por cuya boca, habla Dios á los religio- 
sos, y á cuya obediencia se nivelan los aciertos, se 
ajustaron puntualmente á él, ejecutando al pié de 
la letra cuanto se les ordenaba, escepto en el pun- 
to de dar aviso al Gobernador, porque esto no fué 
factible, á causa de que Bohorquez, estaba dueño 
de los caminos y de los indios para sorprender las 
cartas, de manera que ni los misioneros recibieron 
cartas de sus superiores, ni estos de los misione- 
ros, aunque escribieron muchas unos y otros, y al- 
gunas los misioneros al Gobernador, ni permitía, 
cuando se empezó á declarar qne saliese alguno de 
loa padres, recolando sus avisos, sino solo, cuando 
ya tuvo ánimo de desterrarlos del Valle. 

A la carta del Gobernador, respondió dicho pa- 
dre provincial, ofreciendo gustoso, que ordenaría 
á los padres, velasen con particular cuidado, so- 
bre loa procederes de Bohorquez, y le dieaeu 



68 OQKQTTIBTl DSL BIO DB LA TLÁTA 

pronto aviso del menor accidente que se recono* 
ciesc contrario, como Su Señoría mandaba; pero 
juntamente le daba á entender, no aprobaba su 
resolución, tomada á cerca del dicho porque entro 
otras cosas le decia: ^ Mucho me alegro que los 
^ padres, no hayan metido mas prenda en la accfon 
*^ que haber dado aviso de ellaá Y. S. como debían 
" porque por acá son varios los discursos, y casi 
^^ todos convienen, en que sobre fundamento tan poco 
* seguro, no puede levantarse sólido edificio, y do 
^ tantas preñeces se prometen algún monstruo. *' 
Mucho sintió el Gobernador esté dictamen, viendo 
que no hallaba el apoyo de su obra como habia de- 
seado, pero mas sé debe sentir, que no tuviese el 
debido recato en cautelar, que ese parecer del Pa- 
dre Provincial, no llegase á noticia de BohorqueZ| 
porque no dejó de causar daño, y se exasperó sii 
alevoso ánimo estrafiamente contra su persona, y 
contra la del señor Obispo, tratándolos con espre* 
siones indignísimas de sus venerables personas aun- 
que muy propias de un hombre dejado de la mano 
de Dios; bien que el dictamen del señor Maldonado^ 
le constó con mas certidumbre á Bohorquez, asi 
porque Su Ilustrisima públicamente reprobaba lo 
lo hecho, como principalmente, porque habiéndolo 
él mismo dado cuenta de todo lo pasado y ajustado 
en Londres, antes de volverse á Calchaquí, porque 
asi se lo aconsejó el Gobernador, le respondió la 
carta siguiente que fué mas pronóstico de lo que 
Bucedió, que temor de lo que podía suceder. 



COKQUlSTit DEL BIO DE LA PLATA 69 

" Recibí su carta de Vmd. su fecha en Londres 
" á 14 de Agosto. Estimé la merced que en ella 
^ me hace y la memoria de mi padre y por ella le 
^ beso las manos. Por carta que tuve y relación 
" del señor don Alonso, gobernador de esta provin- 
" cia, veo el lleno de lo sucedido hasta aquel día, 
^ y las promesas y esperanzas de Calchaquí. Lo 
** que siento en esto, es que Calchaquí no amó •ni 
^ conoció al Inga, sino sujeto con presidios, y 
" asi parece que menos le conocerán muerto, si 
^ no es valiéndose de esa noticia en su ampa- 
" ro contra nosotros. También sé que son loa 
** mayores idólatras que hay en las Indias; difícil 
^ raiz para que repentinamente den fruto de cató- 
" lieos. También que cuantas huacas tienen, im- 
^ porta lo que verá Vmd. . si las llegare á abrir, 
" y que su verdadera riqueza, ha de ser la que el 
^ engaño hace, que esperamos. No hay huacas se- 
** ñor don Pedro, ni minas, y las que hay, y las 

* riquezas que nos han de dar son flechas. No 
^ estribe en que se cortaron los cabellos que cada 

* dia se los cortan. 

" Vmd. viva con cuidado, porque le han de ma- 
^ tar, y si la flaqueza humana, se nos rinde con 
^ alguna india (que somos hombres) se han de 
^ abrazar en celos, 6 la otra que Vmd. trae de 

* * Chile; estas nos han de impedir que les diga- 
** mos, que no han de tener convertidos, muchas 
"' mujeres , porque nos han de convencer con lo 
^^ que hacemos. Y si la mestiza se pica, que no 

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0OKQUI8TÁ DEL RIO DB LA PLATA 



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haráfn decirlos celos, sobre ser mestiza, le 
/évanlará á Vmd. mil testimonios^ y celosa le» 
meterá á los indios en la cabeza que todo lo que 
Vmd. les dice son embustes ; y no se descuidará, 
con los españoles que les dirá peores cosas, y 
que Vmd. viene huyendo de Valdivia y que Chi- 
le queda alzado. ¿Quién señor don Pedro, taparán 
la boca á una mujer celosa? ¿Quién enfrenará loíi 
juicios del vulgo? ¿A quién tendrá Vmd. que vuel- 
va por su verdad? Al Obispo solo que le previene 
el peligro común y el mas próximo suyo. Y si 
Vmd. tomase mi consejo, prudencia tiene; y puei* 
^^ há obrado engañado por la falta del conocimien- 
" to de esos indios, válgase del desengaño que le 
** envia el Obispo en el principio, y no aguarde- 
^' mos al fin, que será irremediable. Ahora se dea- 
^^ engañará utilmente, hágalo, y vengase ámi casa^ 
" le serviré y aviaré para que se vaya donde haya 
^^ materia^ para que tengan premio sus méritos. 
*' Guarde Vmd. esta carta, porque le ha de hacer 
" Dios cargo de ella. Guárdeme Dios á Vmd. — 
'' Córdoba y Setiembre 20 de 1657 años". Y luego 
de propio puño le anadia su Hustrísima "Señor 
" don Pedro: no crea esperanzas ni las ofrezca 
** por tesoros, son falsas. Tema el desengaño en 
" fin, y mire que todos somos mortales. La con- 
" versión de Calchaquí, son los niños que mueren 
" con bautismo; las minas y riquezas, es conser- 
'' varia como estamos. No hay señor mas Inga que 
" el Rey de Castilla y de León y Nuestro Señor. 
** El Obispo de Tucuman". 



COlfQU^ISTA DEL RIO DE LA PLATA 71 

No le podía el Obispo, haber hablado mas claro, 
y ofrecídole mejor partido; si el hombre no estuvie- 
ra preocupado de su alevosía^ maquinando las mal- 
dades que después dieron estampido. Bien claro le 
dá ha entender todas sus marañas, aunque con un 
reboso que parece no las sabía ; y lo que escribia 
á cerca de su mala vida, como en contingencia de 
factible era realidad, que él estaba ejecutando; y en 
lo de las huacas y ofertas hablaba con la laz de 
sus largas esperiencias. En lo que dice su Ilustrí- 
sima para que no confíase Bohorquez en su título de 
Inga, de ser bien tratado de los calchaquíes, que 
estos ni amaron ni conocieron al Inga, sino sujetos 
con presidios, alude á la opinión de algunos que 
sienten que de hecho los capitanes del Inga con- 
quistaron dos veces á los naturales de este valle, 
pero que ellos idólatras de su propia libertad, lleva- 
ron tan pesadamente el yugo de su nuevo dominio, 
que otras dos veces se rebelaron; por lo cual despa- 
chando tercera vez sus capitaneé; •ti-' valle, les dio 
orden apretada que destruyesen á todos sus mora- 
dores ; y que de ahí le vino al valle, en el idioma 
peruano el nombre de GalchaciU que quiere decir 
asolados, usando la metáfora del verbo Calchani 
que usa el indio, cuando acaba la cosecha del maiz 
abate al suelo la cana y alterando poco el vocablo 
se llamó el Valle de Calchaquí. 

En ^sta opinión, que tuvo por si la traducción 
vaga de algunos de los mismos calchaquíes, arguia 
muy bien el señor Maldonado, que si al verdadero 



72 CONQinSTA DEL KIO DE LA VhkTk 

Inga monarca tan poderoso, tuvieron tan poco afec- 
to que se rebelaron, y fué forzoso dar orden de que 
fuesen asolados por su rebeldía, cuanto menos se 
podría esperar, profesasen amor verdadero á un 
hombre sin poder, y sin derecho alguno á dominar- 
los,, sino que en cuanto les fuese útil para destruir 
el dominio español en estas provincias^ como él les 
prometía, le profesarían obediencia y respeto ; pero 
libres del miedo de aquel poder, se rebelarían con- 
tra el mismo por gozar cada uno á su arbitrio de los 
fueros de su libertad, sin reconocimiento á algún 
soberano. Pero aun mas fuerte seria el argumento 
en la opinión que yo sigo, según dije en el capí- 
tulo I libro IV de que nunca los Ingas pudieron 
sujetar á los calchaquíes, porque estos igualmente, 
amantes de su libertad que enemigos de estraño 
dominio, les hicieron rigorosa resistencia é impí- 
dieron á sus gentes que hollasen aquel su nativo 
país, contentándose los monañías peruanos con te- 
ner guarnecidas las fronteras con presidios, para 
que los calchaquíes, estuviesen enfrenados, y no 
hiciesen en sus dominios y vasallos, los estragos 
que le temían de su ferocidad bárbara y cruel. 

Pero sea de esto lo que fuere, no hay duda que 
•intió vivísimamente Bohorquez, ver de contrario 
parecer al señor Maldonado, y este, estimulado de 
su fidelidad, trató de aplicar al mal el remedio mas 
eficaz que le parecía ser dar parte de lo que se 
había obrado y de lo que se temía, á los tribunales 
superiores del Reino , como son la Real Audiencia 



COI^QÜISTA DEL RIO DE LA PLATA 



73 



de Chuquizaca, y el Virey del Perú, que era á la 
sazón el señor don Luis Henrique, Conde de Alba 
de Aliste, para que enterados de todo, remediasen 
con tiempo los inconvenientes que con fundamento 
recelaba Su Utima. habian de ser gravísimos. A los 
mismos Tribunales, había también ocurrido el Go- 
bernador, pero era de un modo muy diferente porque 
donde el prelado eclesiástico, todo lo temia, el Go- 
bernador, nada recelaba, y el participarles las noti- 
cias de lo ocurrido era con la confianza de merecer 
no solo la aprobación, sino el agradecimiento, como 
de un señalado servicio á la Monarquía; que ala 
verdad nunca se dudó que no pecaba de malicia, 
aun por los que con mayor acrimonia censuraban 
su imprudencia ; entre los cuales, siendo uno el se- 
ñor Mal donado, sin embargo, declara en eso su 
dictamen, al mismo tiempo, que pondera el peligro 
en un informe, que hizo á dicho virey el 19 de 
Setiembre del mismo ano, diciéndole. 

*' YO; con diferente espcriencia y disciplina en 
" la ocasión resolviera y ordenara lo mas seguro 
" y lo pocD que tenemos lo conservara, y lo dudoso 
" prometido lo arriesgaría y entretuviera la mate- 
" ria y consultara con plena noticia á V. E. Yo sé 
" poco, y temo los peligros del discurso y juicio 
" humano y así me animo en los peligros á lo mas 
*' seguro, y nunca hubiera consentido el nombre, 
" obsequio y obediencia del Inga, y luego que Uega- 
^* ran los curacas, y Don Pedro los desengañara 
" que no era Inga y que era mentira, y que no ha- 



74 COUQUISTA DEL RIO DE LA. PLATA 

*' bia mas Inga, que el rey de Castilla y de León, 
" Nuestro Señor. El empeño era en su principio : el 
'* de hoy, ello mismo lo dice, y así juzgo que es pe- 
^' ligrosísimo deshacer este peligro, en que nos he- 
" mos puesto nosotros propios y que se requiere 
^' doblar las atenciones, así para desempeñarnos^ 
^^ como para asegurarnos de los accidentes de te- 
" ner nuevo Inga, aplaudido y obedecido. En el 
^^ Gobernador hallo tres cosas. La una, lo arries • 
^^ gado de la acción; la otra que no lo pongo por 
^' cuenta de malicia, sino falta de esperiencia de 
^' estas regiones y materias; y la otra, amor pro- 
*' pío á su juicio y á su consejo." 

Si hubiera el Gobernador pautado su resolu- 
ción por estas prudentes máximas, nunca hubie- 
ra entrado en empeño de tamaño riesgo; pero la 
adhesión á su propio dictamen^ le despeñó en tan 
grande yerro, poco conocido de él, por la misma ra- 
zón de vivir tan pagado y amartelado de su propio 
juicio; que apenas era capaz de dudar que toda su 
acción, podría no ser aprobada de los superiores, 
aunque por acá, los mas positivamente la reproba- 
ban ; y dio buena prueba de cuan fijo estaba en la 
persuacion de que, Virey y Audiencia, darian por 
cnerda su resolución, en que luego que se retiró de 
Londres á la Rioja, mandó hacer vestidos bordados 
muy costosos al uso de los antiguos Ingas, masca- 
rones de plata, Uantú ó corona con el sol encima y 
otros arreos conque pudiese mantener entre los Cal- 
chaquies la magestad del Inga, los cuales le despa- 



CONQUISTA DEL EIO DE LA PIíATA 75 

<^lió para que usase de ellos, en llegando la aproba- 
ción de los tribunales, de que le decia que no duda- 
ba, y parece cierto, porque á tener alguna duda de 
8Í tomarían bien la acción, los hubiera retenido has- 
ta el tiempo que se hallase asegurado. Pero, salió- 
le vana su necia confianza, porque la resolución de 
los superiores fué tal, que al fin, aunque tarde, llegó 
Á conocer; que podia errar en sus ejecuciones, las 
que se hablan mirado como gravísimo desacierto, y 
con aprieto se le mandaban corregir, que no fué pe- 
queño golpe para genio tan presumido, aunque le 
mereció bien y fuera digno de mas neveras demos- 
traciones, á no tener bien afianzada la opinión de su 
ninguna malicia en lo pasado. A semejante morti- 
ficación, se esponen los que pagados de su juicio, 
desprecian el ageno, como si al suyo propio estuvie- 
ran únicamente vinculados los aciertos, haciéndose 
notoria su imprudencia, por el camino que tiraban 
¿ granjear mayores créditos, en castigo de su alti<» 
vez y soberanía. 



CAPITULO IV 



landa el Virey del rerú sacar de Galchaqní á Don Pedro Bohorqoei^ 
quien para granjear la voluntad de los indios, comete enor* 
mes maldades; pero aTistándose en el pneblo de Tafi con tí 
Gobernador de Tuenman, le engaña de nncTo con fingidas 
intisfaeciones, y inbleva los indios de Pamatina y Lín* 
dres, dando diferentes ordenes para tener mayor séquito en su 
traición. 




NTRB los recelos, con que el Gobernador qued6 
acerca de lo obrado en Londres, prevalecían siempre 
las alegres esperanzas deuna gran fortuna, con que 
se lísongeaba á sí mismo, fundado en las vanas pro- 
mesas de Bohorquez á que no podia discentir ; pero 
en los superiores del Reino, hallaron muy diferen- 
te crédito, y se le representaron con tan contrario* 
visos, que de donde el Gobernador engañado, espe- 
raba el remedio de estas provincias, temieron sa 
ruina, y aún la del Perú, y concibieron un extraña 
miedo no mal fundado, como de un peligro inminen- 
te, á que era forzoso ocurrir con la mayor prontitud 
para desvanecerle, antes que tomando cuerpo, oca- 
sionase lamentables estragos. Por lo cual, luego 
que el Virey^ tuvo noticia de lo obrado, escribid 



COTÍQUISTA DEL EIO DE Ll PLATA 77 

* 

en !.• de Diciembre carta al Gobernador, en que 
después de reprenderle lo que habría obrado, prin- 
cipalmente por su capricho, le exhortaba conserva- 
se la provincia en la quietad que la habia hallado, 
sin alborotarla con aquella inaudita novedad, y 
enmendase el yerro de haber permitido á Bohor- 
quez, el timbre de Inga, titulo que por ser de ma- 
jestad, no se podia permitir á ningún vasallo^ fian 
agravio y ofensa manifiesta de nuestro Rey natu- 
ral, y mas á hombre tan sospechoso, de cuyas 
ruidosas y falaces operaciones en el Perú, se halla- 
ba instruido con bastantes noticias^ y se debía sin 
duda temer perniciosísimas resultas en Galchaquí; 
á las cuales el mejor reparo, era procurar con el 
mayor empeño y cautela, apartarle y sacarle de la 
confianza en que estaba entre los indios y remitirlo 
prontamente preso á Potosí, como se lo ordenaba 
con el mayor aprieto. Y aunque. después de la es- 
pedícion de ésta orden, llegaron á S. E. nuevos 
informes y papeles por parte del Gobernador sobre 
el caso; sin embargo, reconocidos en el Real Acuer- 
do de Lima, se confirmó la primera disposición por 
otra carta del 31 del mismo mes de Diciembre. 

Era muy prudente y acertado este arbitrio, si fuera 
factible y no viniera tarde, y de modo que no fué 
exequible; por que llegando la primera orden á 
manos del Gobernador á 6 de Marzo y la segunda á 
20 del propio mes del siguiente ano de 1658, habían 
tomadoras cosas muy diferente semblante, y no se 
podia intentar con fuerza ftin manifiesto peligro, y 



78 CONQUISTA DEL RIO D» LA PLATA 

aunque el Gobernador trató de haber á la^ manos á 
Bohorquez con sagacidad y secreto; pero la noticia 
que pasó esparcida de esta resolución en las corres- 
pondencias del Perú, y que empezó á divulgarse eii 
la provincia de Tucuman, sin ningún reparo ni cau- 
tela, imposibilitó la consecusion, como que le fué 
revelada á Bohorquez, por lo que de los indios 
domésticos, entendieron -algunos de Calchaquí, y 
trató de asegurarse mas, como desde que se volvió 
de Londres había empezado á practicar. 

Para esto, se encaminó á Tolombon, que es un 
valle de los muchos que componian el de Calchaquí. 
Abíjese tres leguas hacia el cuerpo de la Sierra que 
cae al poniente no con mucha capacidad, pero que 
era bastante á sustentar un pueblo de trescientos 
indios de pelea, y está por todas partes cercado de 
impenetrables cerranias, sin franquear otra entrada 
que la salida del rio, que le riega, la cual es de 
grandísima aspefesa y fragosidad, así por su estre- 
chura, como por los saltos que hace el rio, y con faci- 
lidad, se paede cerrar con paredes de piedra suelta 
que sabían muy bien levantar con presteza aquellos 
indios, para que no pudiesen penetrar los caballos. 
Los moradores del dicho valle, llamados tolombo- 
neS; eran entre los calchaquíes, los mas acredita^» 
dos de valerosos; y habiendo en su antigttedad, 
contraído parentesco con los presidarios peruanos 
que hubo en sus fronteras, se hablan esmerado mas 
en los obsequios de su fingido Inga; quien por fiar 
mas de ellos, les hizo las guardias inmediatas de su 



OOHQinSTA DEL RIO DE LA PLATA 79 

persona, porque así aseguraba mas el reepefo y 
veneración de los demás; y en su país, comenzó á 
construir nna fortaleza, mny capaz, en cuyo centro 
labró un palacio con muchas cuadras para vivienda, 
y porque podia dar sospecha prevención tan antici- 
pada, esparció voz de que era para defenderse de 
los indios si se le rebelasen. Labró también, cua- 
tro ó seis piezas de artillería de madera; disparó 
contra la pared un tiro, que desbarató mucha parte 
de ella, y por ese motivo la ensanchó mas y la for- 
tificó. 

Esta fué su primer diligencia después de vuel- 
to á Calchaquí, afianzar su seguridad, por que el 
hombre fementido traia ya premeditada y dispuesta 
en su idea la traición , para la cual aun estando en 
Londres, sonsacó los indios de la encomienda del 
capitán Antonio de Iriarte, sin que este pudiese co- 
brarlos aunque fué en persona á traerlos. Buen 
modo por cierto, de promover el servicio de los in- 
dios á sus encomenderos como acababa de ofrecer en 
su inauguración; pero esa, era la forma de cumplir 
BUS promesas, de que fué siempre tan liberal como 
quien estaba en ánimo de no desempeñar su pala- 
bra. Asi lo esperimentaron los mismos que eti él 
tenian mas afianzado el alivio de sus necesidades. 
Como mas que todos, era el capitán Hernando de 
Pedraza, que habla sido su especial fautor y estre- 
chísimo amigo, título por que le hizo mayores ofer- 
tas; pero le salieron tan fallidas lasesperanzas como 
á los demás correspondiendo ingrato á sus finezas. 



80 CONQUISTA. DEL RIO DE LA PLATA 

Deseó, para tener que gastar en sus máquinas, in- 
troducir porción de ganado vacuno en Calchaquí, é 
hizo trato de compania con don Diego Ruiz de Alar- 
con, para que le diese parte de lo que estaba para 
traer de Santa-Fé, ofreciendo en recompensa, buen 
número de indios que en sus haciendas le sirviesen; 
pero no fué, con él mas puntual. 

La misma fidelidad, observó en el empeño con- 
traído de promover las materias de religión; por- 
que á nada menos atendió que al ediñcio de las 
iglesias, ó á la solicitud de que acudiesen á oir la 
doctrina Evangélica ; el edificio de su fortaleza de 
Tolombon, fué toda su mira y la prevención de ar- 
mas, fué el mayor encargo que hizo á los indios; en 
cuya consecuencia, el mes siguiente de Setiembre, 
ya se reparó que habian bajado á Estcco, y á un pa- 
rage llamado el Zapallar^ mas de trescientos cal- 
chaquíes de quienes se presumió iban á esplorar la 
tierra y sus entradas ; y juntamente se supo estu- 
vieron por allí ocupados en hacer arcos y pingoUos 
(que son sus instrumentos bélicos) de manera que 
cada uno volvió con veinte arcos; pero de las cosas 
espirituales, no se veia sino un total descuido ni po- 
dia ser menos pues era forzoso que los indios aten- 
diesen mas á sui ejemplos que á sus palabras, y las 
que él daba de su vida eran muy escandalosos y di- 
solutos procediendo con libertad gentílica, y hacien- 
do gala de resucitar las costumbres antiguas de 
su gentilidad, para persuadirles que era verdadero 
IngA) y aun cuando volvió de Londres con los ca- 



CONQUISTA DEL RIO DE LÍPLilTA 81 

ciques, hubo quien asegurase que celebró con ellos 
sacrificio á un cerro muy nombrado que está á la 
entrada del valle, A este paso, iba lo demás por 
que proseguía en su torpe amistad con la mestiza 
chilena, y ni otras mujeres se libraban de las li- 
cencias de su apetito^ y del mismo porte eran sus 
principales ministros, y el intérprete llamado Lo- 
renzo Tisapanaco, vivía escandalosamente aman- 
cebado con una india principal del pueblo de lo» 
Pácíocas. Semejante sujeto, mas propio era para 
destruir la religión, que para ayudar á introducirla 
antes bien, habiéndose pasado desde el pueblo de 
Tolombon al de San Carlos, donde residían dos de 
los misioneros jesuítas, fué su cuidado arredrar á 
los indios de su comunicación y trato ; y sabiendo 
después, el orden que tenían de su Provincial, de no 
darle carta alguna de favor, ni entrar en algún em- 
peño, sino en el de ejercitar los ministerios de su 
instituto, les cobró nueva aversión, fuera de que 
siempre los miraba como fiscales de sus vicios, y el 
único embarazo para desde luego declarar su afec- 
tada soberanía. 

A esta, aspiraba por todos caminos, y de entablar- 
la entre aquella gente, era toda su solicitud, y usan- 
do en el traje y en lo demás de la majestad de Inga, 
y haciéndese llevar en hombros de indios, sin reca- 
tarse aun á vista de los españoles, como lo hizo en 
la única ocasión que habían concurrido muchos á 
San Carlos, y entonces dispuso que le condujesen 
con la dicha pompa á la Iglesia, y los dichos espa< 



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82 C0KQUI8T1 DEL KIO DE LA PLATA 

fióles por congraciarse con ¿1, le hicieron una solem- 
ne salva con los arcabuces, y grandes aplausos; con 
lo cual los bárbaros se confirmaron en su engaño, 
llamándole á boca llena su señor y rey, que esto 
significa el título de Titaquin, con que le apellida- 
ban en su lengua, y decian que por tal lo reconocían 
y se le dieron los mismos españoles. !Ni se conten- 
taba con promover esta voz dentro de los términos 
y confines en Cal chaqui, porque seestendia mas su 
loca ambición, y procuraba esparcir la misma pe- 
suacion en el resto de la provincia despachando se- 
cretos mensajes á los curacas 6 caciques principa- 
les, para que le obedeciesen y reconociesen por In- 
ga en la ocasión que se lo mandase, certificándoles 
que su intento se enderezaba á su bien y libertad. 
Tales diligencias ¿ qué no obrarían en el genio 
novelero é inconstante de los indios mal halla- 
dos con la sugecion al español ? En los mas cautos 
que no se atrevían á declararse hasta ver el fuego 
bien entablado, engendraban unas grandes esperan- 
zas de que algún día, sacudirían el yugo del domi- 
nio español, y gozarían de la libertad á su placer, 
y se disponían en su interior á favorecer el partido 
del nuevo Inga, en' hallándole capaz de resistir á 
nuestra potencia, y destruirla ó desarraigarla de 
nuestros países; pero en los menos cuerdos causaban 
poca sugecion á sus amos y sobrada libertad, atre- 
viéndose á jactarse en público que ya tenían su rey 
en Calchaquí y que presto los habia de conífolar 
como el mismo habia enviado á decir á los del valle 



■^^ 



CONQUISTA DFX RIO DB LA PLATA. 83 

de Londres y Famatina, prometiendo iría á visitar- 
los y darles consuelo; que por tanto estuviesen apa- 
rejados para recibirle con la majeíSítad debida de su 
dignidad. De todo esto, ¿Qué no temerían los espa- 
ñoles, y que no lamentarían los celosos. Nada me- 
nos, sino que abortarla un monstruo, que todo lo 
pusiese en confusión, y llenase de estragos la pro- 
vincia porque aunque no todo, lo sabían todos por 
el recato que estudiosamente encargaba el Inga in- 
truso y que observaban muchos de sus fautores; 
pero en otros era menor la cautela y se traslucía 
mucho, que causaba notable cuidado, y hacia clamar 
á los celosos, que era de temer alguna grave trai- 
clon; pero todo lo procuraba desvanecer Bohorquez 
con sus ordinarias astucias. 

Y para deslumhrar mas al Gobernador, que ya 
habla pasado desde la Rioja á Tucuman tuvo ánimo 
por este tiempo de fingir que algunas parcialidades 
y pueblos enteros de Calchaquí, no le querían re- 
conocer, antes le inquietaban y amotinaban á los 
que tenia sujetos, sirviendo de estorbo al descu- 
brimiento de los prometidos tesoros y que era con- 
veniente mantenerlos á todos igualmente rendidos 
y obedientes para no tener contradicción en sus 
designios ; mas que para esto y para su defensa, 
necesitaba de cuatro bocas de fuego y cantidad de 
pólvorapara armar y municionar á cuatro españoles 
que tenia en su compañía. Parece que apostaban,Bo- 
horquez á mentir y el Gobernador ácreerlo,pues sin 
mas examen que el dicho de aquel; le remitió este 



84 CONQUISTA DEL BIO D£ LA PLATA 

cuanto pedia, y aun le anadió doscientas vacas, mu- 
chos potros y caballos, por mano de su confidente 
Hernando de Pedrazajcon que el Inga se iba mejor 
armando, y juntamente se acreditaba mas con loa 
indios, y él se tomaba la mano para mayores liber- 
tades, enviando hacia Londres y Famatina y hacía 
los pueblos de Tucuman á llamar á los curacas sia 
intervención de las justicias reales de cuya jurisdic- 
ción eran, ni de los encomenderos, y todo lo paliaba 
escribiendo al Gobernador, y dándole á entender 
eran estratagemas para acreditarse por verdadero 
Inga, para que sin temor ó recelo le descubriesen 
las riquezas escondidas y las minas que s^liabian. 
de labrar; pero los interesados no dejaban de mur- 
murar que era demasiada libertad, y mucha la mano 
que don Pedro Bohorquez se tomaba, principal- 
mente que con ella, los encomendados no acudían ai 
servicio de los encomenderos; ni los curacas á go- 
bernar sus pueblos^ ni aun guardaban obediencia á 
las justiciad. 

Estas por fin, levantaron taúto el grito con la 
queja de los procederes de Bohorquez, que desper-' 
taron algo al dormido Gobernador y le movieron á 
escribirle que viniera á verse con él y tratar á boca 
las conveniencias deí su cargo, pues era ya tiempo 
de poner en ejecución lo tratado sobre los descubri- 
mientos y dar razón del orden y forma que habia 
de poder cumplir sus promesas. Deseaba lo mismo 
Bohorquez, porque noticiado de Jos rumorea que 
corrían contra su fidelidad, intentaba coa aquella 



CONQUISTA DEL RIO DE LA PLATA 85 

TÍsita apagarlos y deslumbrar de nuevo al Gober- 
nador .para lo cual traía discurridas nuevas astu- 
cias y artificios, pero quisiera que estas vistas fue- 
sen en la ciudad de Tucuman á donde se encamina- 
ba. Halló inconveniente en eso el Gobernador y le 
mandó hacer alto en el pueblo de Tafí que estaba á 
la bajada del valle, y acompañado de solas tres per- 
sonas acudió allá á la conferencia ; pero Bohor- 
quez^habia venido con bien diferente comitiva, pues 
trajo para guarda de su person?, cien indios de los 
mejores flecheros que le asegurasen de cualquier 
violencia. Preguntóle el Gobernador en que estada 
tenia' 1^ negociación, y díjole las quejas que había 
de sus procederes ; y oídas sus proposiciones, co- 
menzó Bohorquez á satifefacer sobre su modo de 
obrar, y á desvanecer la desconfianza que de él se 
hacia, diciendo que su tardanza era para mayor bien 
de la provincia en su descubrimiento, por que los 
indios todavía se recataban de él y recebaban r.ia- 
nifestarle sus corazones ; por lo cual , era forzoso 
asegurarlos antes muy bien, y usar d'e prudente 
disimulo, sin atrepellar su encojimiento con acele- 
raciones hasta sazonar las materias, porque si se 
hacia lo contrario, podrían fácilmente confirmarse 
en sus sospechas en el cual caso sin duda le darían 
la muerte, y todo se desbarataría. Que todo lo que 
obraba, era con esta buena fé, é intenciones en or- 
den á servir á S. M., con lo que se hallase en el 
valle; para lo cual, usaba de aquellos llamamientos 
de curacas, y no' por ofender á los encomenderos 
ó á las justicias. 7 



86 OONCüiSTA DBL BIO DB LA PLATA 

I 

Con estas razones y otras que le dictó su diabó- 
lica cavilación, dejó satisfecho al Gobernador, q alo 
menos este mostró que lo quedaba, por que no falta 
quien presuma que quizá en esta ocasión le hubiera 
detenido con violencia, á no temer salir desairado 
del empeño, como sin duda lo hubiera salido, por la 
mayor fuerza con que se hallaba Bohorquez para 
hacerle resistencia, de manera que allí se halló to- 
talmente inferior, pues aun para dejar consigo un 
iudiecito de quien se aficionó, le fué necesario valer- 
se de la interposición del mismo Bohorquez, y así, 
este hizo lo que quiso. Sin embargo, el Gobernador, 
en tono de quien ruega, le encargó se moderase en 
dos cosas : la primera, que escusase usar de la ma- 
jestad de Inga y vestirse como tal, hasta tener la 
aprobación del Vírey, como le habia prevenido, 
cuando desde la Rioja le despachó los vestidos y 
arreos de aquella dignidad, porque causaba escán- 
dalo á los émulos que no aprobaron esta resolución, 
y se podrían asir de aqui para impedir el fin prin- 
cipal. La 2. * que no llamase curacas ni caciques 
ó indias de otras jurisdiciones sin intervención de 
las justicias, y que si conviniera para sus designios, 
lo hiciese con su beneplácito, pues les daría orden 
para su correspondencia, mandándoselo notificar á 
todos los tenientes y alcaldes, por un auto, con 
graves penas y apercibimientos. 

Desagradaron sobremanera estas advertencias á 
Bohorquez; pero disimulando dentro de su pecho, el 
Tolcan de iras que por ellas concibió, ofreció guar- 



CONQUISTA 1 EL RIO DE LA PLATA 87 

daría punlualmente sus órdenes; y en esta ocasión 
dando algún indicio de la malevolencia que abrigaba 
y& contra los misioneros jesuitas, prorrumpió en 
algunas quejas, diciendo, que la mayor descon- 
fianza en que se hallaba de poder conseguir 
todo el cumplimiento de sus deseos era el poco 
fomento que reconocía en los padres, por haber 
entendido tenian orden de su provincial de no ha- 
cer en sus negocios ningún empeño. Consolóle el 
Gobernador sobre este particular , lo mejor que 
supo, y dándole una nueva instrucción, que no se 
que puntos contenia, concluyeron la conferencia, 
y se despidieron, el uno para Tucuman y el otro 
para su valle, bien que con la prevención cavilosa 
de dejar una espia doble en casa del mismo Gober- 
nador que fué cierto indio muy ladino, llamado 
Bartolomé Abayo, que se habia criado entre espa- 
ñoles en la Kioja, y hacia de él grande confianza 
el Gobernador ; por lo cual Bohorquez, en esta oca- 
sión se concertó con él, ofreciendo que secreta- 
mente le avisarla de todos los designios de los 
españoles, de que podia enterarse mejor que otros 
porque viviendo en casa del Gobernador, este no 
se recataba de él y oia todos sus dictámenes de que 
daria puntual noticia á su Inga, quien por este arca- 
buz informado, obraba con toda prevención y cau- 
tela, como después se supo. 

Fueron estas vistas de Tafí á fines de Diciembre 
de 1657 y principios de Enero del 58, y después 
volvió Bohorquez determinado por faltarle ya los 



88 CQKQUIBTA DEL BIO DE LA PLATA 

medios de llevar adelante su engaño, á ejecutar de 
una vez la premeditada traición, y declararse por 
rey en Calchaquí, y ai pudiese, en todo el Perú 
usurpando á su lejítimo dueño esta grande porción 
de su monarquía. Perdido pues, el temor á Dios, y á 
los hombres la vergtienza, escojió para sí, muchas 
mujeres, hijas de los curacas é indios mas princi- 
pales con tal disolución, que, en breve contó cator- 
ce concubinas con la mestiza chilena, dando con 
este ejemplo por bien hecho, el abuso y licencia 
de los infieles, y le fuera fácil tener muchas mas; 
porque todos le daban con gusto sus hijas, y aun 
le ofrecían sus mujeres con el necio deseo de tener 
sucesión de su Inga y emparentar con la casa 
real; por lo cual temieron en aquel tiempo los 
cuerdos, que aún sacando á Bohorquez del Valle, 
había porque recelar de sus descendientes, no in- 
tentasen con ese pretesto algún alzamiento y per- 
turbasen la pública quietud; pero no se sabe que 
tuviese sucesión entre los indios. 

A mediados de Febrero, se desapareció derrepen- 
te de Calchaquí, porque corriendo la posta, atrave- 
só el despoblado hasta Londres, por donde se en- 
caminó á Famatina, dando por motivo de esta jor- 
nada, iba á descubrir las minas que había en aquel 
cerro, según la fema, pero es cierto no fué sino á 
conmover los indios de aquel Valle, á quienes des- 
de que el Gobernador les dio licencia en Londres 
ge intitulase Inga, despachó lá flecha, ceremonia 
con la cual celebraban sus alianzas, porque los que 



CONQUISTA DBL BIO DE LA PLATA 89 

la admitían se confederaban y quedaban obligados 
á mantener la guerra con el contrario ; los que re- 
husaban admitirla, era señal manifiesta de que guar- 
daban fidelidad al partido contra quien la flecha se 
enviaba. Habian pues todos admitido la flecha , y 
ahora fué á reconvenirles para que se aprestasen 
para la guerra; y causó su presencia y malignas in- 
ducciones, una gran conmoción en todas aquellas 
^gentes ocurriendo á cortejarle á porfia sin hacer 
caso de muchos españoles' que por allá habla. 

Aquí dispuso las materias de manera que se decla- 
raron los indios mas principales; con el mayor fer- 
vor de seguirle y favorecer la conspiración, y otros 
de muy lejos, vinieron á ofrecerse á su servicio ; 
pero entre todos se señaló Luis Henriquez, mestizo 
muy belicoso que en las guerras pasadas habia mi- 
litado contra los calchaquíes, con grande fama y 
crédito de su valor, y ahora prometió pelear por el 
Inga, y redujo á su séquito muchas familias, las 
cuales como también muchas del pueblo de Paccipac 
y Don Bartolomé Calsapí, cacique de Amoyamba 
luego qué dio la vuelta Bohorquez, le fueron si- 
guiendo al Valle, desterrándose voluntariamente de 
sus pueblos, sin haber forma de detenerlos. Todo es- 
to supo luego el Gobernador y los .españoles que se 
hallaron presentes, sin quehuviese quien se atrevie- 
se á irle á la mano, y juntamente se supieron sus 
malvados designios con el sobresalto que se puede 
colegir por la siguiente carta del cura de Famatina 
en que toca varias cosas concernientes á esta jorna- 
da de Bohorquez, y por eso la quiero copiar aquí : 



r 

4 



90 CONQUISTA DEL RIO DB LA PLATA 

** Habiendo yo vuelto (dice) de la Ciudad á mi 
** doctrina á hacer la Semana Santa, tuve malas 
" pascuas, porque el jueves de aquella semana lle- 
^ gó un feligrés mío, que habia dos años que andaba 
^ huido y retirado la tierra adentro de Calchaquí y 

• Malfin, movido del amor de la Patria. y de un pa- 
^ dre viejo. Vínose de dichas tierras á darme parte 
** de como en Calchaquí habia un alboroto muy 
** grande de alzamiento entre los indios y que se 

• hablan dado ya la flecha, y que por Amfagasta 
^' habia venido á Malfin, y que trataban de ma- 

• tar á los Padres, y muertos diesen ellos en Tu- 

• cuman y estos otros Malfines en este Valle de Fa- 
" matina y Riqja. De esto avisé á la Rioja, y hoy 
" que se cuentan cuatro de Mayo, vinieron vein- 
^ te hombres con sus armas á amparar esto 

• porque en todo este mes de Mayo, vendrán 
^ los indios. Estamos haciendo un fuerte y junta 

• de toda la gente del Valle. No sé yo, si esta avi- 

• lantez ó atrevimiento, es nacida de los indios, ó 
** del que está entre ellos porque hay muchas cir- 
" cunstancias para presumirse No aviso de mu- 
" chas; áolo diré que la causa de esto, es el señor Go- 
" bernador y los indios Abaueanes. El Gobernador, 
** en haber introducido á un hombre no conocido, por 
^ Inga, y dándole ese título, y mandándole hacer 

• camisetas bordadas, y diademas de plata y mas* 
** carones ; que vino á este puesto de Famatina y 
^ dicen los indios, que en el Cerr<í se vistió de 
^ Inga, y se hizo sahumar é incensar los arcos 



COlf QUISCA DEL BIO DE LA PLATA 91 

* qae le hicieron para su recibimieato, y que le 
^ mandó insensaran á dos indias doncellas^ y que 
^ rociasen con sangre los arcos, y otros ritos y mal- 
" dades. Yo avisé al Gobernador, luego que se fué 
^ á la Rio ja. Cuando pasé por esta doctrina, se fne- 
^ ron los indios Abaucanes á sus tierras, diciendo 
^ que el Inga les había dado la flecha y otros dis- 
" parates, y muchas circunstancias que sucedieron 
" entonces. Habiendo avisado al Gobernador co- 
^ mo tengo dicho, me respondió que no se iban Tos 
^ indios sino de hambre, y que no lo divulgase por 
^ cartas. Así lo he hecho hasta hoy, que me veo 
^ forzado á avisar á Vmd. que me parece, me tengo 
^ de ir por allá, y dejar esta doctrina, pues el Go- 

* bernador lo quiere asi, pues no quiso poner re- 
^ medio desda el principio. Yo tengo su carta 
^ guardada para su tiempo. Cuando vino á este 
" Valle el Inga, venia con intención de matarme, 
" porque supo lo que yo había escrito al Goberna- 
' dor. Dios me guardó con mi ausencia y al mis- 
** mo Señor suplico guarde á Vmd. muchos años. 
** Famatina y Mayo cuatro de mil seiscientos cin- 
** cuenta y ocho. Servidor de Vmd. D. Juan de 
** Herrera y Gusman.^' 

Por esta carta, consta claramente la deprava- 
ción del ánimo de Bohorquez, y en que tiempo 
antes, tenia despachada la flecha á aquel Valle, y 
en lo que dice de supersticiones, incensaciones á 
indias, y de haber rociado con sangre los arcos, 
miraba á acreditarse de enemigo de los españolea 



92 COlfQUISTA DEL RIO DB LA PLATA 

á favor de los indios, para arraigarse de esa mane- 
ra en su gracia, y consegair mas fácilmente su obe- 
diencia. También se vé por ella, que no fué creida 
la traición, que ya se dejaba tau claramente divi- 
sar, por quien la debiera remediar, exasperándose 
con quien le daba esos importantes avisos, y con 
esceso si era eclesiástico. Pero puesto, le veremos 
desengañado, y lo estaba ya cuando se escribió esta 
carta, aunque no lo habia manifestado porque en el 
tiempo que Bohorquez discurrió por Famatina, le 
llegaron las órdenes apretadas del Virey para que 
le prendiese y remitiere preso á Potosí. Poco pen- 
saba Bohorquez en ese peligro, atento solo á gran- 
jearse la benevolencia de los indios, por cualquier 
camino que fuese, aunque muy indigno y ageno de 
las obligaciones de cristiano, como se comprueba 
. con lo que ejecutó al volverse ahora de Famatina 
para Calchaquí, pues al llegar á un puesto que lla- 
man las Campanas^ hizo convocatoria de muchos 
indios y caciques en la misma iglesia, y bebió con 
ellos la chicha, bebida de algarroba^ con que cele- 
bran sus borracherías en los festines, y en semejan- 
tes juntas, determinan sus alzamientos, alevosías, 
latrocinios y otras maldades que después ejecutan, 
Practicó en esta sacrilega junta, mayores superti- 
ciones qne las referidas, porque colocó en el altar 
una flecha tenida en su propia sangre, y en ella 
hizo que idolatrasen, luego mandó echar en la chi- 
cha, ciertas raices molidas que llaman Coro y son 
mas eficaces para embriagar, é invocando al demonio 



COlíQUISTA DEL RIO DE LA PLATA 93 

l)ebió y brindó á loa circunstantes. En materia de 
deshonestidad, procedió también tan desaforadamen- 
te disoluto, que don Luis curaca de Macliigasta, de- 
claró conjuramento, se avergonzaba de mirar á la 
cara aun cristiano que obraba tales maldades que los 
mismos indios bárbaros no las sabían bacer contra 
Diosy contra su Ley. Aquí pues los atrajo y convo- 
có de nuevo á su pérfido designio, y como le llegase 
noticia de que el Gobernador le buscaba con sagaci- 
dad para prenderle, lo manifestó luego á los indios, 
añadiendo para irritarlos más, que el Gobernador 
trataba de matarle porque volvia por ellos como 
Inga suyo; que mirasen cuantos malos tratamientos 
les bácia el español y sacudiesen de si, yugo tan 
pesado y le defendiepeu á él, como á su defensor y 
amparo; que sabia muy bien le habia de llamar otra 
Tcz el Gobernador para cortarle la cabeza, mas que 
él se negaria á ir, protestando hallarse enfermo y 
desde aquel punto habia de menester su favor. To- 
dos se le ofrecieron gustosos y que pondrian su vida 
por él. 

Concluida esa diligencia, bajó al Valle Vicioso 
jnrisdicion de la ciudad de Londres, y en el sitio de 
los Sauces se detuvo mas de diez dias, aprontando 
varias cosas con el mencionado mestizo Luis Hen« 
riquez, á quien dio el mismo bastón que á él le habia 
dado el Gobernador en Londres ; y le nombró por 
general de su ejército; y públicamente se casó á su 
modo con una hija suya. En estas conferencias, tramó 
una traición horrenda, que á no descubrirse mucho 



94 CONQXnSTÁ DEL RIO DE LA PLATA 

antes destruyera en un dia, las ciudades circunveci- 
nas 'al Valle de Calchaquí y después le fuera fácil 
asolar la provincia de Tucuman; porque consertó 
con su suegro Luis Henriquez, que dentro de tres 6 
cuatro meses con la gente que él le enviarla y la 
demás que él pudiese agregar y persuadir á su devo- 
ción, acometiese por Fama^tína á la Rioja, y que al 
mismo tiempo él haria invasión á Tucuman y Salta 
con lo cual asolarían las fronteras, y después no 
costaría mucho destruir el resto de la Provincia, 
cuyos naturales se unirian, sin duda, con ellos con* 
tra el español; y advirtiéndoles que á los varones 
que liicieseí) prisioneros en Londres y la Rioja, los 
asegurasen y llevasen á Cuclimo; pero que á las es- 
pañolas cautivas se las remitiesen á Calckaquí y que 
en todo caso, no usasen el menor rigor, ni diesen 
muerte á indio, negro, mulato 6 mestizo, dándoles 
á entender esa orden espresa suya, para que de esa 
manera se le aficionasen y agregasen á su partido; y 
se les impresionó tanto este dictamen^ que en todo 
el discurso de la guerra, lo observaron puntualísi- 
mos en cuantas batallas ó reencuentros tuvieron; 
por douíle los españoles, vivieron en todo aquel 
tiempo con grandes sobresaltos y recelos de sus mas 
familiares y domésticos. 

Y por que don Luis curaca de Machigasta, con- 
cuñado suyo, por estar casado con otra bija de Luis 
Henriquez, le contradecía en algunas cosas, y le 
representaba juicioso varías dificultades, que ocur- 
rían para la mejor consecución de sus designios, 



005:2UISTA DBL BIO BE LA PLATA 95 

le hizo sospechoso, como que fuese secretamente, 
amigo del español^ según que en la realidad lo 6ra 
y muy fiel y dejó orden á Henriquez, suegro de en- 
treambos, que luego que él se partiese á Calchaquí 
le matase y llevase consigo á su hija. Intentólo el 
pérfido suegro, celebró una pérfida borrachera á que 
convidó al yerno que distaba de allí diez leguas en 
pueblo Machigasta; pero trasluciéndosele á D. Luis, 
acudió á los Saaces bien armado, y escoltado de ocho 
indios valerosos, sus mas confidentes. A esta vista 
disimuló el suegro su intención, y recibiólo con 
mucho agasajo y demostraciones de benevolencia, y 
simulando que sentia mucho la falta de su liija, para 
que se holgase con ellos en aquel festin le rogó que 
la trajese para que gozase de aquel regocijo. Con- 
firmóse D. Luis en sus sospechas; vuelto á su pueblo 
cogió á la mujer y familia y se retiró á Londres, 
donde descubrió fielmente toda la máquina de eata 
conjuración, que por este camino se desvaneció, y 
puso el reparo conveniente para frustrarla. Viendo 
Luis Henriquez que su yerno no volvia temió lo que 
era y que se descubriese, por lo cual apresuró y an- 
ticipó su fuga á Calchaquí en seguimiento de Bohor • 
quez, acompañado de veinte indios de Acagasta Pac- 
cipac y Amangasta, pueblos encomendados al alfé- 
rez Alonso de O r duna y llevó también su familia 
con la majer del Inga que ya tenia quince mujeres. 
Esta gente que ahora entró con Bohorquez fué una 
maldita levadura que acabó de avinagrar la masa de 
los Galchaqufes, por que todo su conato, era inducir- 



96 OOKQUISTA DEL BIO DE LA PLATA 

los á declarar la rebelión y estar constantes en el 
partido contra los españoles, de guienes ponderaban 
con exageraciones, el rigor con que los trataban, 
los agravios que les bacian, la opresión en que los 
tenian, la fuerza con que á las mujeres las apre- 
miaban á los bilados, y otras tareas, todo lo cual 
les habia obligado á salirse fugitivos de sus patrias 
y desterrarse por el amor de la libertad á aquel 
Valle, para poder tomar las armas y ayudar á su 
Inga, que amante de toda su nación, se quería espo- 
ner á los peligros y contingencias de la guerra por 
libertarlos de tamaños males y de tan injustas ve- 
jaciones. Esto decian sin recelo públicamente; esto 
repetían en todas ocasiones; de esto eran sus pláti- 
cas y aunque hubo algunos calchaquíes, menos arro- 
jados que se atrevieron á decirles, que ellos podrian 
emprender la guerra^ pues se sentían agraviados 
y oprimidos; mas que en Calcbaquí, no habia oca- 
sión de quebrantar la paz, cuyos dulces frutos al- 
zaban sin zozobra. Sin embargo, informado Bohor- 
quez, les reprendió ásperamente, y llegándose la 
superior fuerza con que se hallaba, pues todos los 
pulares y los mas calchaquíes y los de fuera hacia 
Londres y Famatina, estaban coligados y declara- 
dos por su partido, le hubieron también de abrasar 
y entrar en el empeño común. Reconocióse en esa 
ocasión cuanto arredraba Bohorquez los ánimos de 
BUS secuaces del trato y comunicación de los misio- 
neros jesuítas, porque siendo así, que antes amaba 
mucho Luis Henriquez al padre Hernando de Tor- 



COQQTJISTA DEL RIO DE LA PLATA 97 

reblanca, quien el año de 1639 le había casado, y 
por respeto del padre, había querido se llamase 
Hernando su primer hijo á quien bautizó en el fuer- 
te del Pantano; sin embargo ahora, así este hijo 
como su padre, se esquivaron totalmente con dicho 
misionero, porque Bohorquez les tenia prohibida la 
comunicación con los nuestros. 

Por mas que el traidor, hubiese procurado el se- 
creto de sus sediciosas persuaciones, como oportu- 
namente descubrió en Londres toda la trama el fiel 
curaca de Machigasta, inquirió luego sobre el caso, 
el teniente de gobernador Francisco de Nieva y 
Castilla, tomó su declaración jurídica á dicho don' 
Luis y á otros curacas por cuya deposición, constó 
la convocación referida, y que fuera de los dichos 
había también huídose á Calchaquí, don Bartolo- 
mé curaca de Ambargasta, y que todos los fugiti- 
vos, fuera de haberse llevado sus mujeres y fami- 
lias, habían intentado dar muerte á Francisco de 
Alvarado, castellano del fuerte del Pantano, sin 
duda para que lograsen la sublevación de los indios 
reducidos en dicho fuerte, á quienes Luis Henrique, 
tenia también convocados; mas que dicho Alvarado 
se libró de sus acechanzas, por aviso que tuvo an- 
ticipado, y aunque los agresores, le robaron las 
cabalgaduras para imposibilitarle venir á su fuerte 
tuvo la dicha, de llegar á tiempo que los indios re- 
ducidos maquinaban su fuga^ y pudo contenerlos 
por medio de algunos caciques mas dóciles, de 
cuyas voluntades ganó y recogió todo el pueblo 



98 COir QUISTA DBI» BIO DE LA PULTA 

dentro del fuerte, temiendo algnn trato doble; y por 
fin, que don Juan, cacique de Machigasta^ trataba 
actualmente de abandonar su pueblo y retirarse 
á Cítlchaquí, por caminos estraviados. 

Hecha pues información, se le despacho al Gober- 
nador, con la prisa que el caso requería, y en el 
Ínterin, envió pronto socorro al fuerte del Pantano 
que corría peligro, en la inquietud mal disimulada 
de aquellos indios. 

El Gobernador á esta sason, se hallaba ya con la 
apretadas órdenes del Virey, sobre la prisión de 
Bohorquez, y discurría el modo de ejecutarlas sin 
que se rompiese la guerra, y quiso por este motivo 
disimular que no creía en la conmoción^ causada en 
los pueblos y partidos de Londres y la Rioja, ó en la 
realidad no la creyó; pero no dejaron de darle cui- 
dado aquellas informaciones jurídicas, y otras cir- 
cunstancias que se divulgaron; y para que en ningún 
tiempo se le pudiese hacer cargo de omisión, que no 
seria mucho, cuando ya tenia contrario á sus ideas 
al Virey, y en gran sobresalto la gente principal, 
respondió al teniente Neiva que levantase luego un 
fuerte en Andalgala, frontera de Calchaquí, que por 
aquella parte distaba veinte leguas ala parte del 
Norte de la ciudad de Londres, é hiciese las pre- 
venciones necesarias para oponerse á cualquier no- 
vedad, y se valiese también de la gente del Valle de 
Catamarca, en cualquier contingencia, pues para 
todo daba la píovidencia necesaria. 

Nieva que aprendía el peligro con mas vivesa 



COKQÜISTA DEL RIO DK LA PLATA 99 

que el Gobernador, pidió laego socorro á Catamarca, 
de donde se le despacharon veinte hombres mal ar- 
mados, porque también temian su propio riesgo, y 
noerabien quedarse indefensos por defender á otros. 
y como los principales encomenderos de Londres 
vivian en la Rioja, despachó una requisitoria muy 
apretada al Justicia mayor de dicha Ciudad, para 
que cuantos en ella se hallasen, saliesen armados y 
acudiesen al socorro del peligro inminente ;xoncur- 
rieudo al fuerte del Pantano, so pena del perdimien- 
to de los feudos, pues con ese cargo, los dá S. M. 
obligándose debajo de juramento, á acudir armados 
al real servicio, en semejantes ocasiones. Despachó 
con esta requisitoria á José Mayo, y llegando á la 
Rioja tres dias después, halló ausente al teniente, y 
Justicia mayor don Diego de Herrera y Guzman, pe- 
ro no hizo falta su persona, porque supliendo en su 
empleo el maestre de campo Juan Gregorio Bazan 
de Pedrasa, alcalde ordinario de primer voto, intimó 
al punto un auto muy apretado con las dichas penas 
a los vecinos de Londres para que saliesen dentro 
de un dia natural á emplearse armados en el servi- 
cio de S. M. y defensa de la tierra, como salieron 
puntuales ; y el teniente Neiva, emprendió la cons- 
trucción del fuerte de Andalgala, donde lo deja- 
remos por ahora, por ir á ver lo que obraba el 
Gobernador en la prisión de Bohorquez. 



CAPITULO V. 



Frastradas inrias trozas de qne se valió el Gobernador de Tnenraaii, 
para prender d matar á Don Pedro fiohorqoez, dispone este. 
Jos ánimos de los Calehaqnies con varios razonamientos, i la 
revelion contra los Españoles, y rompe la guerra, espnisaado 
del Valle A los Misioneros Jesuítas, y destruyendo las Hisíonei 
de San Carlos y de Santa María de Yocavll. 




N estraño cuidado, pusieron á don Alonso 
Mercado las repetidas órdenes del Virey que reci- 
bió por Marzo de 1658, para prender ¿Bohorquez, 
y deshacer el que fie le condenaba por enorme 
yerro, cuando él lo reputó por uno de sus mayores 
aciertos, y principio de una gran fortuna, que miraba 
por este camino frustrada y desvanecida. Y no sen- 
tiría poco, ver apoyado por el Tribunal Supremo del 
Reino, el dictamen de los que desde el principio re- 
probaron la acción, y de quienes pensaba triunfar 
con la aprobación que esperó, y ahora los consíde- 
raria victoriosos y llenos de regocijo de verle humi- 
llado; que para sujeto de su presunción y engreimien- 
to, seria espina que le punzarla muy agudamente en 
lo mas vivo del ánimo. Pero en fin, era necesaria 



GOlfrQUlSTA DEL RIO DE LA PLATA 101 

obedecer al Virey, sopeña de dar al través con au 
crédito, smo salia bien del empeño, caso, en que se 
doblaría su congoja, reflexionando que siendo forzoso 
informarse el Virey á S. M. de lo acaecido^ pintan- 
do la acción con los malos visos con que se había 
mirado en Lima^ harian mayor impresión en el 
ánimo del príncipe, si también se le avSiase del mal 
éxito de sus diligencias, en cuya ocasión se le im- 
pedir ian los ascensos, que tenia puestos en planta y 
á su parecer bien merecidos. 

Fluctuando pues, entre estos cuidados, miraba 
:por todas parles grandes dificultades para salir 
airoso; porque si intentaba fuerza, no se hallaba con 
tanta en la Provincia que bastase á asegurarle un 
buen spceso y eso era romper la guerra, que se le 
encargaba evitase en todo lo posible. 

Usar de blandura y reducir ádon Pedro por bien, 
aunque le parecía el mejor medio, lo veia espuo 
to á mil contingencias, si acaso se le traslucía con.o 
era muy factible que se le (q[ueria prender, porque 
conocía habia de lidiar con un sujeto muy sagaz, 
que no dejarla piedra por mover, para evadir su 
riesgo; y aquí se le representaban y hacían ahora 
grande bultos los artificios en que era tan diestro, y 
de que tanto le habian procurado hacer recelar, los 
mas cuerdos. Eu esta confusión de pensamientos^ 
le pareció lo mas acertado seguir este segundo 
rumbo y probar de ganar con un engaño al que 
tantos y tan artificiales sabia urdir. 

Escribióle pues una carta, dándole muy en gene- 

lOM. T 8 



102 C05QÜISTA DSL BIO DB LA PLATA 

ral algnnas noticias de los rumores que corrían con* 
tra su fidelidad á que él no asentía, como qaien tan 
bien conocido tenia sn ánimo sincero, y deseos de 
servir al Rey; pero para ocurrir á las presunciones 
contra su honor, seria bien se viesen en Choromoros 
donde le oiría á boca sus satisfacciones, que no du- 
daba serian muy suficientes, porque andar con car- 
tas era cosa larga, y espuesta á los insultos de la 
curiosidad en que podría peligrar el crédito de am- 
bos. Era el ánimo del Gobernador, echar mano de él 
en la ocasión, con la buena escolta que pensaba sa- 
car á aquel paraje, como si Bohorquez, fuera tan fal- 
to de consejo, que se atreviera á avistarse, sino con 
fuerzan muy superiores, como quien tenia á su dispo- 
sición á todo Calchaquí y sus confines; pero ni aun 
en esto quiso venir, que los traidores son muy co- 
bardes y temen el mas leve^riesgo. A la sazón, es^ 
taba Bohorquez en la jornada de Famatina, sin sa- 
berse de su derrota por el gran secreto con que la 
hizo, y cuando ya estuvo de vuelta, despachó con 
la carta al capitán Juan Jordán Trejo de Leguiza- 
mon, saliéndose el Gobernador, á esperarle en Cho- 
romoros con treinta hombres de los mas valerosos 
y bien armados, aunque con el recato posible. Pe- 
netró Bohorquez el fin de aquel llamamiento porque 
ya tenia barruntos del orden del Virey, y aun qui- 
zá, noticia cierta, comunicada por los indios domés- 
ticos, que lo pudieron fácilmente saber, por la poca 
cautela que huvo en comunicarla por las correspon- 
dencias del PeriS, como ya insinuamos ; que como el 



C05QUI8TJL DSL RIO DB LX PLATA 1 03 

secreto es el todo para el bnen éxito de acciones 
arriesgadas^ su falta las malogra. 

Ni quiso pues aventurarse Bohorquez á ningún 
peligro, y cautelando el que ppdia correr su perso- 
na y aun su vida (en aquella conferencia se escusó 
de acudir, con su falta de salud, mas pretestada que 
verdadera, disponiendo secretamente con los indios 
que le detuviesen por no esponerle á empeorar con 
la fatiga del viaje; por lo cual significando quedaba 
con pena, por no poder ir á verse con su señoría, 
por lo que él mismo interesaba en afianzar su cré- 
dito, le rogaba que si fuesen muy necesarias para 
el crédito de ambos aquellas vistas podria subir Su 
Señoría al Valle, pues estaba en paz, y se dispon- 
dría lo que fuese conveniente, y que si eso le fuese 
incomodidad, fiase la materia de cartas, que él le 
enviarla conductores de su satisfacción, cuya fiel 
diligencia asegurase los negocios contra la mas 
lince curiosidad. 

Esta respuesta y repugnancia, certificó el Go- 
bernador, de que el caso requería mas eficaz remedio 
principalmente habiendo recibido por entonces no- 
ticia de la conmoción de los indios de bácia Lon- 
dres, y se resolvió á quitar la vida á Bohorquez, si 
se resistía á salir de Calchaquí, para lo cual se va- 
lió de dos sugetos, que sobre ser animosos, serian 
menos sospechosos en el Valle. Estos fueron el 
capitán Antonio de Aragón que tenia gran cabida 
entre los pacciocas, por ser estrecho amigo de su 
encomendero Juan de Tobar, y el mismo Juan Jor- 



104 C0NQUI8TÁ DEL RIO DB Ll PLATA 

dan Trejo de Legaizamon^ dneuo de la voluntad 
de los tafies y yocaviles, quienes pudiendo entrar 
al Valle sin peligro de las propias vidas, fingirían ir 
á visitar á los deudos de Bohorquez, al cual tam- 
bién procurarían ver á solas ; ponderarían la im- 
portancia de salir á tratar con el Gobernador, y si 
se resistiese le darian muerte, que seria premiada 
con las dos mas pingües encomiendas de la provin- 
cia, ejecutándola ó con violencia 6 con veneno, que 
para todo iban prevenidos. 

Supo el designio Bohorquez, y por no parecerle 
Kun sazón de declararse no ejecutó con ellos, lo que 
iban á ejecutar con él; pero previno tal resguardo 
que estuviese seguro de sus acechanzas, porque 
aunque se detuvieron doce dias, nunca los recibió 
sin que entrasen á su presencia por medio de dos 
filas de indios armados y puestos á punto de pelea, 
y el tratamiento fué con la sequedad que se deja 
entender con los que contra él, llevaban aquel áni- 
mo. A sus persuaciones se negó obstinado, y pro- 
cedió á su vista tan descarado, que en su presencia 
se hizo llevar á la iglesia con el aparato de Inga 
como dejo dicho en el cap. IV; con que los men- 
sajeros se hubieron de volver desairados, sin nin- 
gún otro efecto, que el de certificar habia cada vez 
mayores inconvenientes en reparar tan argente 
riesgo. 

Perdida esta ocasión, se le ofreció presto otra 
en que poder quitarle la vida, porque salió á Cho- 
romoros donde el Gobernador todavía se hallaba 



COir QUISTA DEL RIO DE LA PLATA 105 

Gonzalo de Barrionuevo vecino de la Rioja, gran 
confidente de Bohorquez que le vivía agradecido 
desde que viniendo fugitivo de Chile y pasando por 
el pueblo de Pituil, fué de él may agazajado, y por 
esto le habia hecho grandes promesas, y hacia de 
él la confianza de haberle entregado su casa de que 
habia un año estaba cuidando Barrionuevo. Vivien- 
do pues de puertas adentro, le pareció al Gober- 
nador que ninguno mejor podría ser instrumento 
de su muerte, dándole veneno; procuró ganarle 
la voluntad y le descubrió su designio, á cuya eje- 
cución se ofreció esperanzado de una grande recom- 
pensa; pero anduvo tan inadvertido que nada efec- 
tuó, y aun hubo de poner al traidor en sospechas de 
la sinceridad de los jesuítas, porque enviándosele 
todos los días de nuestra Casa agua de zarza por 
cierto achaque» salió Barrionuevo al camino y le 
hecho en ella solimán, pero en tan pequeña cantidad 
que no obró mas, que causarle alguna aspereza, la 
que estrafiando, se abstuvo en adelante de enviar 
por dicha agua. Descubrióse después, con dos fugi- 
tivos de Londres, persuadiéndoles que le matasen» 
por que si efectuaba el alzamiento, pararía en consu- 
mirlos á ellos, como habían esperimentado en la re- 
belión precedente, y le hizo tanta fuerza esta razón 
al uno que era el cacique Bartolomé Calsapf, que 
se resolvió á cooperar á aquella muerte, y puso 
aquella noche á Bohorquez en sus manos lleván- 
dole á su cama, cuando estaba sepultado en el mas 
profundo susño, y dándole una seguz con que le 



106 OOITQUISTÁ DEL RIO DE LA. PLATA 

cortase la cabeza; pero Barrionuevo se cortó tanto 
y le faltó de tal manera el ánimo qne no se atrevió 
á descargar el golpe/siendo así, qne el traidor no 
los sintió, ni snpo sn peligro, hasta que el otro que 
era Luis Henríquez, se lo descubrió á pocos dias^ y 
ejecutó lo que diremos. 

No volviendo Barrionuevo, discurrió el Goberna- 
dor que no hubiese podido lograr el lance, y trató 
de probar otra vez sacarle del Valle por engaño, en- 
viándole un mensajero, para qne saliese á verse con 
él á Cachipampa, páramo hacia donde caía el in- 
genio de Acay, y á donde podria concurrir el padre 
Torreblanca para tomar algunas resoluciones, por- 
que proponiéndole la asistencia del misionero, le 
pareció quitarla cualquier sombra de sospecha. 
Para hallarse cercano, si viniese Bohorquez en este 
sentido trató el Gobernador de irse por Salta á di- 

• 

cho ingenio de Acay, dejando orden á todas las 
fronteras para la guerra que amenazaba, y disposi- 
ción que al primer aviso marchase gente al Tucu- 
man y Estoco á incorporarse con la de Salta y Ju- 
juy, para entrar por fuerza al Valle, si Bohorquez no 
salia. Este en nada menos pensaba, pero sin em- 
bargo se mostró delante del mensajero, pronto á 
obedecer si viniesen en ello los indios, porque á lo 
contrario, decia podría seguírsele de parte de ellos 
algún peligro; y llamándolos á consejo, y propuesto 
el caso les rogó que lo pensasen bien, y al dia si- 
guiente le respondiesen, si era conveniente, ó no 
su salida. 



COlTQyiSTA DEL BIO DE LA PLATA 107 

No se dormía Bohorquez en inclinar los votos de 
los consultores á su dictamen ; y lo mas probable es, 
que seria autor de la maraña que se inventó para 
que la resolución fuese negativa; porque junta á la 
manáiía, la discreta asamblea, habló en primer lugar 
el cacique de Ampacgasta, y resueltamente afirmó 
BO era conveniente la salida, porque él tenia presa- 
gio muy seguro de que el suceso seria infeliz para 
BU Inga, que sin duda seria preso del Gobernador. 
Dejó á todos suspensos su respuesta, y haciánsele 
eon estudio instancias, sobre que declarase el moti- 
vo en que se fundaba para tanta aseveración, y el 
cacique ai'tificiosamente lo rehusaba hasta que bien 
instado, fingió no poderse ya negar á franquearles 
la noticia que motivaba su resistencia, diciendo ha* 
bia entre sueños visto aquella noche, que á un des- 
poblado campo muy anchuroso, sallan á combatir 
^ dos águilas, una menor que otra, siendo el motivo 
de la lid, sobre cual de ellas se había de llevar no 
fié que presa. Combatieron largo rato, y aunque la 
menor se defendía bastante, mas con mana que con 
fuerza, pero al fin hubo de perder la presa, y quedó 
vencida por la mayor, que llena de saña por la pa- 
sada resistencia, la acosó hasta dejarla sin vida. 
Declarado así el sueño añadió: la interpretación es 
bien clara, porque el águila mayor es el Goberna- 
dor y los españoles, tü y nosotros la menor; con 
que si sales al despoblado de Cachipampa, será cier- 
to quedaremos vencidos,, y tú preso y perseguido 
hasta perder la vida á manos del Gobernador^ que 



108 COüTUQlSTÁ DEL BIO DE LA PLATA 

se vengará con tu muerte causándonos la mas sen- 
sible pérdida. De este peligro te aseguras quedándo- 
te en el Valle, por lo cual, no podemos permitir tu 
salida^ sin queja de la fidelidad que te profesamos, 
ni aventurar esa tu vida de que depende la nuestra, 
sin quedar notados de imprudentes y crueles con 
nosotros mismos. Aplaudió este dictamen toda la 
junta y resolviendo que no saliese su Inga, despa- 
chó este al mensajero con esta razón, escusándose 
con lo que él mismo habia visto. 

Halló este mensaje al Gobernador en Salta don- 
de habia llegado á 22 de Julio y apenas se habia 
retirado de Choromoros, cuando el capitán Antonio 
de Aragón, mudó de allí su familia á la misma ciu- 
dad de Tucuman, y cuantos ganado pudo recoger, 
porque no dudaba, seria aquel paraje como mas 
cercano, el que primero invadiesen los calchaquíes 
como en efecto sucedió, pues le quemaron su casa 
y otra estancia cercana y á un indio que la guar- 
daba, y tanta mas diligencias puso en estas preven, 
cione^ el capitán Aragón, cuanto desde que fué á 
ver á Bohorquez, quedó muy certificado estaba 
muy próximo á declararse rebelde, porque después 
de dar grandes quejas contra el Gobernador, fun- 
dado en el aviso que decia ó fingia habérsele dado, 
en una carta sin firma^ escrita en la ciudad de Tu- 
cuman, de que su senoria trataba de cortarle la ca- 
beza, habló mil libertades y descomposturas,^ ame- 
nazó con su venganza, y que mirase lo que hacia, 
en querer sacarlo, porque él estaba en sus tierras^ y 



CONQUISTA DEL RIO DE LA PLATA 109 

las había de defender como patrimonio de sus ma- 
yores, y le ayudarían sus deudos y su sangre que 
eran aquellos indios. Tardó poco en conocerse, 
bien fundada esta sospecha, porque después que des- 
pachó el mensajero referido, se quitó de una vez la 
mascara, y brotó todo el veneno que abrigaba en 
8U pecho, haciendo un largo razonamiento á los in- 
dios, en lugar donde le pudiesen oir bienios misio- 
neros. 

** Quierenme, hijos míos ( dijo) quitar la vida los 
españoles, pero yo les quitaré las suyas. Ahora 
hemos de ver, con que derecho el rey de España 
me tiene á mi usurpada la corona de esta monar- 
quía indiana, que es legítimamente mia, por heren- 
cia de los Ingas, mis antepasados, á quienes despo- 
jó de ella tiránicamente) por sola su ambición. Ya 
veo, que me costara el mover las armas y dar ejer- 
cicio á vuestro e&clarecido valor; pero en el mismo 
me fundo para confiar que lo ejecutareis de nuevo y 
lo desempeñareis con el crédito que siempre, en 
causa tan justa. Fuera de que siempre fuera necesa- 
rio traer en ejercicio las armas para nuestra natural 
defensa, porque os puedo certificar, por los avisos 
secretos con que me hallo, que los españoles estaa 
determinados á invadirnos; y pues ellos quieren la 
guerra, yo les hartaré de ella con vuestro valor y 
ansilios. Me tengo de defender y defenderos aun- 
qae sea demoliendo iglesias, conventos y ciudades. 
Tengo de consumir toda esta provincia y no ha de 
quedar ciudad que no asolé ni aniquile sin dejarles 



lio COKQUISTA DBL BIO DS LÁ PLATA 

en ella, ni un palmo de tierra^ hasta conquistarla 
y libertar á los indios, que padecen ea su servicio 
lastimosa opresión, y miserable esclavitud. 

^^ Y pueS) no solo esta provincia, sino también to- 
dos los reinos del Perú son mios, yo los pondré en 
pocos días, que no los conoscan; dejen, que para em- 
pesar yo la conquista por Potosí, una noche se sol- 
tará todo el agua de las lagunas y lo anegará todo. 
No me ha de quedar español en todas estas Indias 
pues es mío todo este reino, y tengo en todas par- 
tes quien favorezca mi justicia con empeño. ¿Por-, 
qué, pensáis hijos, que el Gobernador y españoles 
me persiguen? No por otra causa, sino porque no 
acabo de entregarles las huacas y riquezas que di- 
cen tenéis en vuestro país, y habéis con justa causa 
recatado de su insaciable codicia. ¿Para que, eréis 
que me enviaba á llamar ? Para quitarme la vida 
y juntamente á los curacas y otros que me acom- 
pañasen, y luego entrar á este Valle, degollar vie- 
jos y viejas, y herrar á los demás y repartirlos por 
esclavos. No lo tengo de consentir, mientras alen- 
tare sangre en mis venas; la vida perderé mil veces 
antes que permitirlo, porque vosotros, sois mis pa- 
rientes, sois mi sangre, os miro como hijos muy que- 
ridos según que me lo tiene bien merecido vuestra 
fineza y lealtad, y os tengo de defender hasta ren- 
dir el último aliento en la demanda. La vida me 
podrá faltar, pero no el deseo de favoreceros y am- 
pararos, porque i^oy vuestro Inga verdadero que 
compadecido y estimulado de amor vuestro y de mi 



CeHQITISTA I>£L RIO Dfi Li PLiTA 111 

M 

propia obligackm, he venido á libraros de la escla- 
vitud de los españoles, que os hacen reventar con 
tan desmedidos trabajos ; ellos han de reventar 
los traidores^ y nos han de volver por fuerza ó de 
grado lo que es mió y vuestro, que ellos y el Rey, 
como tiranos, nos lo tienen usurpado. 

'^ £1 amor de vosotros únicamente me ha movido 
á sacrificarme á los trabajos y peligros de esta em- 
presa^ que yo reino tengo, y conveniencias que lo- 
grar mi berederO; quien queda gozándolas pacífi- 
camente en el gran Paitití, y emprendí el prolijo 
viaje desde aquel á estos paises^ con iucreibles 
incomodidades por venir mas disimulado sin causar 
celos á los españoles, que pérfidos me hubieran 
despojado de la vida á penetrar mis designios. Esta 
fineza, bien digna es, de que me la correspondáis 
con la mas fina voluntad y que os espongais á los 
mayores peligros con intrepidez, pues mas que yo, 
sois vosotros los interesados, porque en la victoria 
afianzáis vuestra libertad y la de toda la nación 
indiana, oprimida de la tiranía y la posesión délas 
riquezas y conveniencias que os usurparían los ti- 
ranos, y el interés mayor que yo lograré será el 
gusto de veros felices, y la gloria de tener hijos tan 
heroicos. Y abrazándose aqui oon los indios les re- 
petía. Sois mis hijos, sois mi sangre, y os tengo de 
defender á despecho de nuestros enemigos que que* 
darán aniquilados. -Ea! buen ánimo hijos mios, que 
hemos de recobrar lo que es nuestro, y lo hemos de 
poseer y gozar pacíficamente. En esta sustancia pe- 



112 OOirQüISTÁ DEL BIO DE LA PLATA 

roró con grande enerjia, por espacio de dos horas, 
y quien haya formado cabal concepto de rudeza 
bárbara del auditorio, y de su odio innato al nom- 
bre español, fácilmente concebirá cuanto conmove- 
rían sus ánimos semejantes sofisterías. 

Y para que se entienda el fundamento conque 
hablaba acerca de los estragos, que pronosticaba en 
Potosí, es bien se advierta^ que ademas de haber 
desde los principios solicitado, se empeñasen en la 
conspiración contra los españoles, los principales 
caciques de la provincia del Tucuman, hasta los de 
los ríos Salado y Dulce de Santiago, y los de Ca- 
savindo y Cochinoca en las fronteras del Perú, 
ahora habia adelantado su partido, teniendo secre- 
tas inteligencias i:^on los de la provincia de los 
Chichas, y con muchos de Potosí, á quienes habia 
reconvenido por medio del curaca de los pacciocas, 
que despachó sobre que le reconociesen por su In- 
ga, y de hecho, para leer sus cartas y tomar su re- 
solución, se celebró una gran fiesta en casa de un 
curaca principal de aquella imperial villa; y despa- 
charon con el mismo mensajero la respuesta, que 
aunque no se supo puntualmente, se coligió por los 
efectos no fué buena; pues algunos indios con sus 
familias se vinieron á Calchaquí, en busca de su 
rey fingido, y amanecieron en Potosí carteles que 
decian Viva el Inga y mueran las mitas y ser- 
vicio. Cotejado esto con la amenaza de Bohorquez 
de soltarse algún dia las lagunas, creyeron los Rea- 
les Ministros, tenia por allá secretas inteligencias 



cokqxjistíl del bio de la fIíAtíl lis 

para practicar esta perniciosa idea, y entrando en 
el debido cuidado de tamaño peligro, dieron la 
providencia de poner segurísima y numerosa guar- 
nición de soldados á dichas lagunas para cautelar 
todo insulto. 

Pero volviendo á Calchaquí, apenas concluyó 
Bohorquez rsu razonamiento, cuando publicó un 
bando general, que pena de la vida ningún indio 
entrase en casa de los padres, ni les hablara, y lue- 
go les cercó la casa y puso guardas de su satis- 
facción para asegurarse mas de que los padres ha- 
blando á los indios no les desengañasen. Viendo 
los misioneros declarada la rebelión se atrevieron 
á hablar al tirano y procurar ponerle en razón, y 
con diligencia, pudieron conseguir que permitiese 
saliese á Salta, el padre Pedro Patricio que ya era 
superior de la Misión, y tratase con el Gobernador 
de algún ajuste, ofreciendo salirse del valle y dejar- 
le en paz, con tanque se les asegurase la vida. No 
parece que era del todo irracional este partido pues 
se evitaban los peligros y gastos de una sangrien- 
ta guerra, y se podria asegurar la persona de Bo- 
horquez, en parte donde no pudiese ser nocivo su 
bullicioso genio ya en las Indias, ya en España; pe- 
ro se debió de tener sospecha de que procediese con 
poca sinceridad, á que no dejaria de ayudar la li- 
bertad, con que se la esplicab^i en una carta que 
en la misma ocasión, escribió al Gobernador, ame- 
nazándole con los daños futuros^ si no venia en 
este ajuste. Llegó á Salta el padre Pedro Patricio 



114 C0irQül9TA DEL RIO DK LA PLATA 

el día 29 de Jalio; dio parte al Gobernador de todo lo 
referido, y no se le pudo reducir á otra cosa, sino 
que Bohorquez, había de salir y ponerse en sus ma- 
nos, y que con escolta, lo despacharía á la Real 
Audiencia de Chuquísaca donde diese razón de sus 
operaciones, porque decia el Gobernador, que estan- 
do él dentro de Calchaquí, le tenia encerrado co- 
mo en jaula, donde, en cualquier tiempo, le podría 
(loger; y cierto, que no sé en que fundaba esta con- 
fianza, pues las fuerzas de la provincia se hallaban 
muy debilitadas, y el poder de Bohorquez no era 
despreciable, y presto parece conoció su error, por 
lo que á pocos días, le envió á proponer con el mismo 
padre, como diremos. 

Conociendo pues el Gobernador que Bohorquez 
no había de aceptar el partido, se previno con otra 
traza, para hacerle perder el séquito de los indios 
porque sabiendo se hallaban á la sazón en Salta 
unos indios del pueblo de Bombol^n, encomienda de 
don Juan de Abren, le pareció bien, enviar con 
ellos un mensaje á los demás calchaquíes, dicién- 
doles en su nombre, no se engañasen en tener por 
Inga á Bohorquez porque no era sino español, y que 
no siguiesen sus dictámenes porque tiraba á despe- 
ñarlos, y hacerles perder la paz que gozaban. Pu- 
diéndose valer para hacer este encargo de alguno 
de los españoles que sabían el idioma calchaquí, 
no quizo fuese otro el intérprete sino el padre Pa- 
tricio, desacierto grande con qué le espuso á gran 
peligro en manos del tirano, porque los indios le 



00VQU18TÁ DSL RIO DE LA PLATA 115 

descabrieron, había sido el faraute del Gobernador 
7 se llenó de ponzoña su ánimo contra él, y fué ma- 
ravilla no le quitase la vida á la vuelta, y quizá se 
hubiera ensangrentado su venganza, si una dili- 
gencia que hizo con su persona, le hubiera certifi- 
cado tener algún influjo y colusión con el Go- 
bernador por que al llegar el padre al pueblo de San 
Garlos le salió al encuentro Bohorquez, enristrada 
la lanza, y con grandes fueros y palabras muy de- 
satentas, le hizo ir á su propia casa, donde muy á 
su sati&faccion le registró todas sus cosas, para ver 
si hallaba algún papel ó carta sospechosa j tolerando 
el padre esta injuria con religiosísima moderación 
como si en él no se ejecutara. Satisfecho con no 
hallar indicio sospechoso, le trajo él mismo á nues- 
tra casa bien de noche. 

Parece que esta diligencia se motivaba también 
de sospechar fuese el padre Patricio parte en es- 
parcir entre los indios ciertos papeles firmados del 
Gobernador, con empeño de la Beal palabra, indul- 
tando á Luis Henriquez, y á las demás familias fu- 
gitivas de hacia Londres, si se volviesen á sus pue- 
blos, y se mantuviesen pacíficos. En la realidad de 
dicho misionero, se habia valido el Gobernador 
para aquella trasa, pero él mas cauto adelantó los 
papeles, de modo que sin saberse era el portador, 
llegase á manos de Luis Henriquez, á quien, empe- 
zando con ellos, á amane.cer alguna luz de su ce* 
güera, no dejaron de parecer buenas estas bulas, 
para alcanzar indulgencia y librarse de las penali- 



1 

116 CONQUISTA DEL KIO DE LA PLATA 

dades que padecía en tierra estraua sin las conve- 
niencias prometidas, y aun los indios sabidores de 
ellas, trataron entre si de esta materia, no faltando 
quien se inclinase á admitir ^1 indulto ; pero todo lo 
desvaneció Bohorquez con otra traza, porqué per- 
piejo Luis Henriquez, le consultó sobre la resolu- 
ción que tomarían, y él le arrebató el indulto^ sin 
haber forma de devolvérsele, diciendo, que seria 
bien, se solicitase otro mas amplio, en que fueseu 
comprendidos no solos íos insinuados, sino tambiea 
los calchaquíes, y en que se espresase todo género 
de delitos. Esto era lo que decia en público, para de 
descartarse las instancias de Luis Henriquez, y de- 
jarle sin aquel instrumento de su remedio, en cuya 
falta se viese -forzado á no abandonar su partido; 
pero otra cosa maquinaba en lo oculto, y era espul- 
sar del Valle á los misioneros jesuítas, ya que no se 
pudo acabar con los calchaquíes que les diesen 
muerte ; porque en cuanto ellos allí perseverasen, 
temió no poder efectuar seguramente su íebelion, 6 
á lo menos que no subsistiría mucho tiempo, porque 
podrían desengañar á los calchaquíes, como lo ha- 
bían procurado, bien que con tanta cordura y cir- 
cunspección, que no le dieron lugar á que les per- 
diese el respeto, hasta los últimos lances referidos. 
Fiando, pues, la noticia de su oculto designio,' que 
fué el que referiré, de sus mas confidentes, fingió 
queria efectuar el negocio de solicitar del Goberna- 
dor el indulto para todos, y con este protesto junt6 
en casa de nuestros misioneros de San Carlos á los 



COITQUISTA DEL BIO DE LA PLATA 117 

indios principales de aquel pueblo, y queriendo 
fuese intérprete el padre Torreblanca, representó 
era muy conveniente, que todos diesen su poder á 
los dos misioneros por escrito para que saliendo 
á Salta, y empeñando en el asunto al rector y demás 
padres de aquel colegio, negociasen del Goberna- 
dor un indulto general, así de todas las personas, 
como de todos los delitos precedentes. Asintieron 
todos los vocales ala propuesta y se formó por es- 
crito el poder, espresando una total sumisión, y 
vivos deseos del perdón; pero se encuadernaban 
mal con lo que al mismo tiempo hizo Bohorquez, y 
fué mandar prender á Gonzalo de Barrionuevo y 
á Don Bartolomé Calsapi, cacique de Amoyamba, 
y sentenciarlos á muerte, por haber intentado la 
Buya de orden del Gobernador, á guien no procurara 
irritar Bohorquez con aquel castigo si de ver as soli- 
citase el perdón, antes hiciera mérito del olvido de 
aquella acción. 

Replicaron los padres, seria bastante uno para 
aqael negociado, porque pudiese quedar el otro 
cuidando de su casa; pero Bohorquez, insistió en 
que fuesen ambos, y al reparo satisfizo, ofreciendo 
vendría á tener aquel cuidado el padre Eugenio de 
Sancho desde la misión de Santa Maria; que todo 
era artificio para espulsarlos de una vez, y vién- 
dose libre obrar á su placer. Hubieron de condes* 
cender, y disponerse con aceleración al viaje, porque 
asi lo quería el hombre malvado, iiendoleí ímposi^ 
ble resistir, aunque ya el padre Torreblanca tenia 

TOM. T 9 






118 CONQUISTA DEL RIO Dfi LA PLATA 

barruntos de sa designio. Mandó Inego maniatar 
á Barrionuevo para ejecutar la sentencia, y encargó 
al mismo padre le confesase, que no fué poco en su 
notoria impiedad; alentóse el misionero á interce- 
der por él, le perdonase la vida, y al cabo de ins- 
tantes súplicas, le otorgó la gracia juntamente con 
la de permitirle se saliese del Valle á Salta en su 
compañía. Recelando semejante empeño por el ca« 
cique Calsapí, ocultó que le tenia preso, y apenas 
salieron los padres del pueblo, cuando le mandó 
ahorcar de un algarrobo. 

Al salir los padres de su casa era espectáculo 
dolorosísimo ver la ternura y sentimiento que mos- 
traron los niños que habian criado é instruido en 
nuestra Casa, y eran hijos de los caciques principa- 
les; seguíanlos sin haber modo de detenerlos, y col- 
gándose de los cuellos de las muías den amaban 
copiosas lágrimas y daban lastimosos alaridos di- 
ciendo : Como qué, ¿así padres nos dejais? ¿en qué 
08 hemos ofendido? ¿Porqué os ^ais y nos abando- 
náis, siendo nuestros maestros y padres espirituales? 
Procuraban loS misioneros acallarlos dándoles ra- 
zón que iban á la diligencia referida por orden de 
8U Inga de quien se fueron á despedir, y á ui iiidío 
de confianza entregaron las llaves, para que así los 
niños se aquietasen, creyendo habian de volver; pero 
antes de eso mismo otros indios mayojes, que es* 
taban ignorantes de la maldad próxima de Bohor-^ 
quez, inferían lo contrario, pues decían ¿Qué es esto? 
Parece, que los padres se van para no volver. ^^Con 



COlfQÜÍSTA DEL BIO DE LA PLATA 119 

grande tropelía pues, los hizo salir de San Carlos pa- 
ra Salta el dia 3 de Agosto llevando en su compañía 
á Barrionuevo, y acompañándolos el mismo Bolior- 
qnez como dos tiros de arcabuz, desde donde se ' 
volvió, y con su presencia parece se desataron las 
furias infernales para estrago y ruina de las cosa» 
sagradas^ y de cuanto tocaba á los ministros de Je- 
sucristo. 

Quitó Bohorquez las llaves al indio sobre dicho, 
y publicó el saqueo de nuestra casa é Iglesia, á 
donde se encaminó seguido de los conjurados, que 
arrastraban tras si á otros, y á todos los procuraba 
infundir ánimos, y llenar de brios la mestiza chi- 
lena, manceba de Bohorquez, que con rabia femenil 
y boca pérfida y blasfema, clamaba muy orgullosa: 
" Vengan ahora Los padres^ y vean como los ayv^ 
da su Dios ó su fíey^ por quien tanto volvían 
¡ viva el Ingay y muera el licy de EspañaP* Eje- 
cutóse, pues, el saco sin perdonar á cosa sagrada ó 
profana, bien que con la advertencia de reservarse 
para si Bohorquez, lo que podia ser de algún precio, 
6 estimación, que ánimo tan vil no podia menos de 
ser codicioso. Lo demás qlie allí pasó con otras cir- 
cunstancias concernientes á nuestro asunto, mejor 
se conocerán oyéndolas de boca del padre superior 
Pedro Patricio, que las refiere en carta de 27 de 
Agoato escrita al padre Simón de Ojeda, provincial 
entonces de nuestra provincia^ en que después de 
otras cesas, prosigue a;ií. 

^^ Llegamos á Salta á 5 de Agosto, y habiendo ha- 



120 COKQXnSTÁ DEL BIO DB LÁ PLATA 

'* liado al señor Gobernador algo blando (sobre el in« 
^' dulto) á seis con un propio, dimos aviso ¿ dicho 
^^ don Pedro de las esperanzas que habia de laa 
^^ paces deseadas. Y después de varias consultas, 
^^ en que se halló el general Alonso de Paez cor- 
" regidor del Cuzco, y después de algunas inva- 
" siones hechas por orden de dicho don Pedro, j 
^^ después de aun sabida en confuso la espulsion 
^* de los padres de Santa María, con todo eso el señor 
'^ 6( bernador deseoso de la paz me habló á mí, 
" para que con el perdón general volviese al dicho 
" don Pedro é indios, todos delincuentes, y les ha- 
" blase en orden á esto. Yo compadecido en gran 
^^ manera de los innumerables males, que amena- 
*' zaban á toda la provincia, y aun quizás al reino, 
** sise rompia guerra, por la rabia y furor, que co- 
•^ menzaba á manifestar dicho don Pedro y por sus 
*^ raros ardides y astucias, me alentó á ir al Valle 
^^ solo acompañado de dos muchachos, llevando los 
^^ recaudos de paz. Habiendo salido de la boca de la 
^ quebrada dó estaba el señor Gobernador con el 
" campo á 17 de Agosto, al ponerse el sol^ y no ha- 
^^ hiendo encontrado en todo el camino de mas de 
*^ treinta y nueve leguas mas q ue tres indios es • 
^' pías enviados de don Pedro á esplorar la tierra 
^^ que, mintiéndome, dijeron estaba don Pedro en 
^* 6an Carlos, que nuestra casa estaba intacta, 
'^ llegué á 19 á un puesto media legua derSan Carlos 
^^ con una hora de noche, y no habiendo encontrado 
. á persona alguna, al alba, escribí á dicho don 
Pedro pidiéndole licencia para ir á verle/^ 



COKQtnStA DEL BIO DE LA PLATA 121 

" Al cabo de una hora volvió el muchacho cou el 
'^ billete diciendo no habla encontrado á persona 
" alguna ni á don Pcdro^ y que había visto toda 
*^ nuestra casa é Iglesia saqueadas y quemadas, j 
" anegadas en un mar de agua. Yo para poder ser 
•* testigo ocular de lo referido, á muía, pasado el 
" rio, fui al lugar de San Carlos, en donde por mii 
" ojos vi esta ruina. La iglesia sin campanas, r^- 
** tablos, láminas, imájenes, cristos de bronce, cror 
" ees, cajas, que habia dejado llenas de ornamentos, 
" cálices, aderesos de seda y plata muy buenos, y 
'^ finalmente toda quemada hasta las vigas, dof 
** puertas, umbrales, y aun parte de las tapias cai- 
" das, y no pudiendo yo entrar por las puertas y 
^* oficinas, que estaban anegadas con el agua de um 
** grande arroyo, que hablan metido por la huerta, 
" y salla por la porteria, puéstome yo sobre unn 
^* tapia de la iglesia, hice que el muchacho entrau 
^^ de aposento en aposento, y de oficina en oficina, 
^^ y no habiendo hallado cosa alguna, sino toda 
'^ quemado hasta las puertas y ventanas, un»^ 
'^ brales y vigat, y todo cuanto habia de madera, 
'• nos volvimos al toldo. Con que visto que el en©- 
*^ migo no trataba de paz^ ni habia encontrado alma 
*' nacida, determiné volverme, y ^habiendo el dia 
^* 20 desandado ocho leguas, el 21 á las diez del 
^* dia encontré á quince indios mancebos que lle- 
" vahan una tropa de burras del capitán Francisco 
*^ Arias hurtadas por orden de don Pedro, á loa 
'^ cuales, como yo los habia criado, y sé no me 



122 COIIQÜISTA DEL lilO DE LA FLATÁ 

" tenían mala voluntad, les hice las preguntas ai- 
'< guientes: 

'^ ¿Quién habla saqueado y quemado nuestra i gle- 
'^ sia y casa? Respondieron que elloi no lo liabian 
^^ visto, porque estaban ocupados en la siembra de 
^^ sus trigos, pero que hablan oido que lo habla 
^^ hecho don Pedro con los indios retirados de 
^^ Londres, capitaneándolos su manceba la chilena, 
*' que con algazara decia, vengan ahora los par 
" dresy y vea7i si Dios' los ayuda ó el Rey y por 
^^ quien tatito vuelven ¿ Cuando se hizo? Respon- 
^^ dieron, que habianoido que luego que don Pedro 
^ nos despachó, que fué á 3 de Agosto. ¿£n dónde 
^^ estaba don. Pedro? Respondieron, que en un 
^^ fuerte que estaba haciendo en Chucchagasta, en 
^^ donde estaba retirado con todo los indios fugi- 
^* tivos de Londres, y con todos los pulares. Que 
^^ de cuando en cuando visitaba los pueblos, y los 
•* enviaba á varias partes. Y no habiendo podido 
^^ sacar mas, me volví á dar aviso al señor Goberna- 
^* dor á 22 de este. Dícense varias cosas, que don 
^* Pedroe^í totusspirans coedü^, et minar onetr ai- 
^' narum^ in universa provinciam et regnum. 
«^' Que espera alzamientos de otras partes, para co- 
" roñarse. Dios por su infinita misericordia se 
*^ apiade de nosotros." Hasta aquí el capítulo de 
aquella carta. 

Y no fué mejor, sino aun peor la suerte de los 
otros dos jesuítas de la misión de Santa Maria, los 
padres Eugenio de Sancho y Juan de León, á quie- 



y 



CONQUISTA DEL RIO OB LA PLATA 123 

nes al salir de San Carlos avisó el padre Torre- 
blanca para que procurasen salirse al fuerte de 
Andalgala ; pero los indios de Londres, que tenían 
tomados los caminos por orden de Bohorquez, apre* 
saron el muchacho^ que llegó sin instrumento de la 
noticia, y como la dio solo de palabra, dejó á los 
padres confusos y perplejos sin atreverse á hacer 
movimiento; con que hubieron de sentir el golpe mas 
pesado, y sin piedad^ del modo que espresa el padre 
F. Eugenio de Sancho en una carta para el padre 
Vicente Alsina, rector á la sazón del colegio de 
Tucuman, que copiada fielmente, dice así. 

** Mi padre Rector'de Tucuman. P. C. etc. Miér- 
" coles octava de nuestro Santo Padre, llegamos 
** á este fuerte el padre Juan de León y yo solos, 
^^ y sin guias, mas muertos que vivos, que movimos 
^^ á lágrimas á todos losSres. que aquíhabia, vién- 
" donos desterrados, y despojados de todo cuanto 
" teníamos, hasta de nuestros Breviarios y Diurnos. 
" Lunes, día de Nuestra Señora, de repente iuva- 
^^ dieron nuestra casa los indios de diversas nació- 
" nes, y al mismo tiempo unos dieron tras las va- 
*^ cas, ovejas y ínulas, y otros sobre nuestro hato, 
" que.hastalas camisas que traíamos puesta quisíe- 
^^ ron quitarnos: otros se apoderaron de los orna- 
** meiitos, libros, papeles, que á mi vista hicieron 
** pedazos: otros á desnudar y despojar de sus ves- 
^* tidos, que tenían puestos, á nuestros muchachos 
*^ que nos servían. Acabado el saco, quisieron dar, 
^^ tras nuestras vídas^ que pudimos librar con el 



124 COVQVISTl BKL RtO DS Ll PLATA 

^í amparo de solos dos indios que nos prestaron 
^^ dos caballos. En ellos huimos hasta el pneblo 
^^ de las Encamanas, y poco antes de llegar á él, 
^^ nos salieron á flechar, y denn flechazo, quedó 
^^ algo herido mi companero , á mi no me alcanzó 
" ninguno; valiónos el correr y de noche. Después 
*^ de este peligro llegamos al pueblo, donde su 
^ curaca nos recibió con lágrimas, y nos dio aviso 
*^ como nos tenían atajado los caminos, y le hablan 
*^ mandado nos quitasen la vida. Pidiónos, nos fué- 
'^ senos luego, dio nos un guia, que temeroso nos 
*^ dejó á las dos le¿;uas. 

^^ Con una confusa noticia que el padre Juan te- 
f nia del camino para este fuerte de solo una vez 
'^ que lo anduvo, caminamos toda aquella noche es* 

* traviados, en derechura á una sierra, donde Uega- 

* mos al amanecer del dia Martes, y nos vimos per- 
' didos^ por no atinar con senda alguna. Trepamos 
' á pié á Dios y á ventura por una serranía, y al 

* pié de ella reconocimos unas huellas de caballos, 
' que seguimos no sin gran temor, no fuesen de los 
*^ que veniaii á atajarnos los caminos. Con este 
^^ proseguimos el Martes de noche y de dia, y el 
'^ Miércoles entramos en este valle de Andalgala 
** donde el hambre, sed y lo peor, la falta de noticia 
*^ del paraje donde estábamos, nos redujo á lo lil- 
** timo. En este aprieto no faltó la Divina Providen- 
^' cia,que nos deparó un indio que nos trajo agua, 
*^ y nos guió^ y dio aviso á estos caballeros que 
^^ todos nos recibieron llorando y nos bajaron de 



CONQUISTA DEL RIO DE LA PLATA 125 

'^ los mancarrones en que veníamos, que aun para 
** bajar de ellos nos faltaban las fuerzas, y es de 
'* maravillar tuviésemos vida, porque desde el Sá- 
^* bado al anochecer hasta el Miércoles puesto el 
'' sol, no entró en nuestra boca sino el agua de los 
" arroyos, habiendo caminado noche y dia por cues- 
" tas y despeñaderos, y lo mas á pié, porque núes- 
^^ tras bestias, que fueron unos caballos de indios, 
** se nos cansaron luego, y asi hubimos de suplir 
^' su falta con trabajo sumo. El curaca de Enea- 
*^ mana, nos ofreció enviar al camino cocaví (bas* 
^^ timento) de algún maiz tostado; este no lo vimos 
*^ nunca. 

^^ Aquí estamos curándonos de llagas, y en otra« 
^' diligencias, faltos de todo, sino es de comida, que 
" el señor capitán Francisco de Nieva cuida de 
^^ nuestro regalo ; el padre Juan, sin sotana, zapa- 
^^ tos, borceguíes, ambos con sola la camisa, que 
^' tenemos puesta, sin una sola frazada, con que cu- 
•* brirnos ... No escribo al padre Provincial por 
•* estar sin fuerzas : V. R. le avise, y si acaso tiene 
" algún Breviario viejo, me lo envié para cumplir 
^^ con el reso, que los de ambos nos quitaron aque 
*' líos enemigos. • . El Señor me dé su espíritu, y 
'^ me guarde á V. R., en cuyos santos sacrificios 
** me encomiendo. De este fuerte de San Pedro de 
" Mercado y Agosto 9 de 1658 años. De V. R. sier- 
** vo, Eugenio de Sancho." 

Su compañero anadia de propio puño por apén* 
dice estas breves clausulas. ^^ Mi padre Rector. Yo 



126 COKQCnSTÁ DEL RIO DE LA PLATA 

" quedo muy malo de mi herida, y con otroa gran- 
" des dolores ; encomiéndeme á Dios, amm e Dei, 
'* que ya no puedo mas. Todo es milagro nuestra 
" vida y á Dios, Juan de León." — 

Con esta inhumanidad espulsaron á los padrea 
del pueblo de Santa Maria, y con estos peligros se 
libraron, recreciéndoles de noche el trabajo y sobre- 
salto, porque siendo el padre Juan de León de genio 
medroso, y por otra parte corto de vista, á cada pa- 
so se tragaba la muerte, porque es de saber que hay 
por aquel pais unos árboles muy derechos llamados 
cardones^ esparcidos y divididos á trechos, los 
cuales le parecían indios que venian siguiéndoles^ 
y avisaba al compañero, que ya llegaban á matar- 
les. Con que el padre Eugenio, sobre la fatiga del 
camino y congoja de la fuga, se le añadía el trabajo 
de haber de desengañarla con la verdad y alentar- 
le. El verse sin guía era lo que mas los desconso- 
laba, y trataron de entregarse en manos ¿e la Divi- 
na Providencia, dejándose llevar, donde los brutos 
en que cabalgaban les guiasen ; después advir- 
tieron que un perrillo blanco iba siempre por de- 
lante de ellos, y fiados de Nuestro Señor determi- 
naron seguirle, y fué el que los sacó al fuerte de 
Andalgala, 6 San Pedro Mercado, del modo ya refe- 
rido, y de allí, el capitán Pedro de Soria Medrano, 
al cabo de algunos dias, los condujo á su estancia 
de San Pedro, de donde pasaron al colegio de la 
Rioja, que era el mas cercano. 



CAPITULO VI. 



Por instisflcionei do don Pedro Bohorqaei, oomelen mochas hostili- 
dadeslos ealehaqníes rebeldes, y el Obispo de Tncuman escribo 
al tirano para qoe se reduzca, pero lin fruto. £1 Cabildo b'cle- 
siástieo informa y pide socorro al Presidente de la Keal Audien- 
cia de la Plata, y por ti putrocinlo de Haría Santísima con- 
ftigneei Gobernador y pocos españoles una insigne Yictoria de 
los bárbaros, con que se libra la eindad del Salta del peligro de 
ao rnina. 




KSTRUiDA en la forma dicha la misión de Cal- 
cjiaquí y desterrados los misioneros, se declaró el 
alzamiento general délos calchaquíes y sus coligados» 
así por la frontera de Londres, como por la de Tu- 
cnman y Salta, donde principalmente se señalaron 
todos los pueblos de los pulares, que al primer paso 
abrasaron todas sus iglesias, por que igualmente 
eran traidores á Dios, que al rey* Hizo Bohorquez 
varios parlamentos á los indios, poniendo todo su 
conato, con su diabólica loquacidad en persuadirles 
y fijar en sus corazones, que el Gobernador en 
los aparatos que hacia para entrar á sus tierras, 
por las referidas fronteras, aunque publicaba era 
para sacarle á él del Valle, no llevaba puesta la 



128 CQ5QÜIBT1 DEL BIO DX lÁ PLATA 

mira en ese solo designio, sino que intentaba aho- 
rcar á todos los curacas ó caciques^ y á los in- 
dios principales, y después á los indios de menos 
valía, á sus hijos y mujeres, arrancarlos de raiz de 
todo el Valle, darlos por esclavos y herrarlos en 
los rostros ; que por tanto no se dejasen engañar de 
BUS paliadas razones, ni diesen crédito á sus indul- 
tos, que solo eran pretestos, para cojerlos despre- 
venidos, y lograr mas á su salvo el intento, con esta 
cautela; y pues aquellas tierras eran suyas y de 
sus antepasados, y ellos, sus vasallos, peleasen va- 
lerosamente, no solo ya; para defender á su luga y 
señor natural, sino para conservar los fueros de su 
propia libertad y en defensa de sus hijos y muje- 
res, y que para de una vez librase de miedos de 
caer en tan horrible esclavitud, acometiesen ¿ los 
españoles en sus ciudades^ y los destruyesen sin 
dejar alguno con vida, asunto en la ocasión mas 
fácil que nunca. 

"Por que ahora (les dijo) me consta, que la pro- 
vincia de Tucuman, se halla muy despoblada, y la 
poca gente desarmada, y de esta es forzoso divi- 
dirla, parat socorrer el puerto de Buenos Aires, 
donde amenaza una invasión de franceses, nación 
muy poderosa en Europa, de quien tendrán bien 
que hacer enlibrarse. Demos pues, contra los qua 
quedaren, que acabados estos, fácil nos será consu- 
mir á los otros, si volviesen. Al mismo tiempo yo 
inquietaré al Perú con rebeliones de indios, para 
qtiM no pueda venir socorro al Tucuman, y podréis 



C05QÜISTA D£L RIO DE hk PLATA 129 

hacer vuestro negocio con mayor seguridad de la 
victoria, de que será fruto la posesión de cuanto 
nos tienen usurpados los españoles, y podréis 
8in sobresalto entablar la vida á la usanza de núes- 
tros mayores, por donde vendréis á aumentaros, 
y á llenar la tierra, como estaba en el f elisísimo rei- 
nado de los Ingas^ mis antepasados. Ni temáis os 
sean contrarios los indios cristianos, sujetos al es- 
pañol, antes tened por cierto, que luego seguirán 
nuestro partido, y se pasaran ámí, como á su lejíti- 
mo dueño y soberano, imitándoles los mestizos á 
quienes por fin la sangre arrastrará á miobedieuT 
cia. AnimO) pues, carísimos calcbaquíes, vengadme 
á mí, que soy vuestro monarca, y véngaos á voso- 
tros, á quienes con tanta sin razón pretenden opri- 
mir y acabar esos tiranos." Con estas y semejantes 
patrañas, que fingió, les animó sobre manera y con- 
firmó en su séquito y devoción, dando ciego crédito 
BU corto discurso á las fabulosas razones del astuto 
embaydor. 

Envió varios destacamentos á diversas partes. 
En una angostura estrechísima hacia la parte de 
Londres, apostó quinientos indios, que le parecieron 
suficientes para hacer frente al fuerte de Andalgala, 
de donde entrarla contra él, el capitán Francisco de 
J^ieva y Castilla; pero solo podria con setenta ú 
ochenta hombres, por serle forzoso dejar guarneci- 
da la ciudad de Londres. A la f];ontera de Tucuman, 
destinó mayor poder para defenderse del capitán 
Juan de Geballoa Morales, á quien tenia nombrado 



130 CONQUISTA DEL KIO DE LA I LATA 

por gefe superior el Gobernador, y le hubiera va- 
lido mucho para no tener el nial suceso, que ve- 
remos, el haberle llegado á tiempo el b.vUo del padre 
Eugenio de Sancho, quien le previno por carta no 
entrabe á Calchaquí por el paraje que tenia deter- 
minado, por que le seria forzoso pasar una estre- 
chura doude.correria manifiesto riesgo, y que seria 
mejor ir á incorporarse con los de Andalgala. O no 
le llegó á tiempo este aviso, 6 no le creyó parecién- 
dole podria entrar seguro, y llevarse solo la glo- 
ria de la victoria, que esperaba alcanzar por aquel 
paraje, fundado en la falsa persuacíon de que por 
allí muchos pueblos estaban en desgracia de don 
Pedro BohorqueZ; y que viendo al Gobernador con 
gente en el Valle, se declararian por el español ; 
pero se engañó, y tuvo ruin suceso, ademas de ha- 
ber logrado el enemigo asolar las estancias de Cho- 
romoros. 

Aun mayor empeño puso Bohorquez en el ata- 
que de Salta, como que por allí habia de hacer la 
guerra en persona el Gobernador, á quien conside- 
raba mas poderoso; pero no pudo juntar prontamen- 
te, sino pocos mas de ochenta hombres, y es: os mal 
armados, y sin embargo con ellos se atrevió á ir 4 
defender la quebrada de Escoype, donde se man- 
tuvo muchos dias, sinllegarle nuevo socorro, por lo 
cual resolvió suspender la entrada al Valle, reser- 
vándola para principios de Diciembre, tienipo mas 
apropósito y en que le tendría para convocar ma« 
yor fuerza de gente, y podria talarles las comidas, 



CONQUISTA DEL KIO DE LA PLATA 131 

é impedirles leí cosecha de algarrobo, de que depen 
dia gran parte de su raauteucioii. Lo que animó al 
Gobernador á salir con tan poca gente á defender 
la quebrada, por donde habia de venir la fuerza del 
enemigo , fué la persuacion de que los pueblos pu- 
lares, que caían por aquella parte, no se habrian con- 
federado con el tirano, fundando esta confianza 
en que habian procedido fídelí:simos en el alzamiento 
precedente; pero entonces no hubo un Bohorquez, 
que los conmoviese, y ahora este los tenia ganados 
con sus astucias, y empeñados en su partido con 
el incendio de sus iglesias, de que aun no se tenia 
noticias. 

Para certificarse, pues, el Gobernador, del estado 
de dichos pueblos pulares destacó con doce hom- 
bres al capitán Francisco Arias Velazquez fiando 
en el temor y respeto que ellos le profesaban que si 
hubiese saltado alguna chispa del incendio de Cal- 
chaqui, la apagaría con maña, y si no^ los confir- 
marla en su antiguo afecto y lealtad al español. 
Llegados al primer pueblo les asaltaron de impro- 
viso quinientos indios, de quienes se fueron defen- 
diendo valerosamente hasta ganar la iglesia, donde 
recogidos pelearon algún rato por varias troneras 
que prestamente formaron, hasta que acercándose 
la noche los indios que los cercaron se fueron reti- 
rando. Entre aquella multitud, se mantuvo fiel á los 
españoles, don Bartolomé, curaca del pueblo de 
Ghicoana, que acercándose ocultamente á la igle- 
sia, dio aviso á los españoles como aquella noche 



132 OOVQUiaTA PBL BIO DB hk PLjLTÁ 

intentaban los indios asaltearlos y matarlos, y por 
que ninguno escapase tenían cogida la angostura 
de la quebrada y otros caminos, que les nombró^ 
señalando aquel, por donde podrian hacer fuga, se- 
guros. Creyeron al cacique, y saliéndose con el 
mayor silencio, se encaminaron al ingenio de Acay, 
sin ser seguidos hasta por la mañana, que la escasa 
luz de la aurora les descubrió por la huella^ el rum- 
bo que llevaban. 

Llegados á Acay dieron las funef^tas noticias 
á Gonzalo Sedaño, dueño del ingenio, que -así él, 
como los demás moradores abandonaron luego, y 
marchando con la mayor aceleración^ que permitía 
la fragosidad grande del camino que emprendieron 
por sendas desconocidas, se libraron de la muerte 
que hubieran padecido á haberse demorado, porque 
p:'esto dieron los enemigos allí, y robaron cuanto ha- 
bía y cautivaron un herrero, que con mas de treinta 
quintales de la presa les pudiese hacer armas. Es* 
te fué el primer encuentro de los rebeldes con los 
españoles, de cuyo buen suceso quedó Bohorquez 
muy ufano y orgulloso, no advirtiendo, que las tra- 
jedias empiezan por lances alegres, para fenecer en 
lástimas ; pero su ceguedad iio tenia entonces ojos 
para esas reflexiones, y solo reparaba en lo que po- 
día alentar á sus secuaces, pronosticándoles de aquí 
un curso continuado de victorias, como si tuviera 
clavada la rueda de la fortuna, para que constante 
los favoreciese sin temor, ó recelo de su volubilidad. 

£1 segundo encuentro se ocasionó en una estancia 



CONQUISTA DSL RÍO DB LA PLATA 133 

de ganados, que tenia el niísmo capitán Francidco 
Arias, quien deseoso de ponerlos en cobro, antes de 
qiie fuesen presa délos rebeldes, ó pararecoger alo 
menos lo que no hubiesen robado, se arrojó con cin- 
cuenta hombres á penetrar por aquellos ^rros. Tuvo 
la suerte de apresar en la marcha cuatro espías 
que le descubrieron el sitio de una emboscada, que á 
poca distancia tenian dispuesta los enemigos, y era 
una junta de indios de los pueblos de Tucumana- 
hao, Abimanaho, Ampacache, Bambolan, Aquin- 
gasta -y Abimana, que hacían el numero de qui- 
nientos, quienes les envistieron con tal corage^ que 
sin hacer caso de las balas, se llegaron á estrechar 
con los nuestros. Inútiles por esto los arcabuces, se 
defendieron los españoles con las espadas y lanzas, 
hasta retirarse á un corral, á donde pudieron jugar 
los arcabuces. Estos sin embargo no le;s empezian, 
por que peleaban con singular osadía, para hacer 
demostración al Inga de su valor y poner terror á 
los españoles, que era lo que mas les encargaba Bo- 
horquez en sus exhortaciones; pero no prevaleció 
entonces el bárbaro, aunque tan superior en número, 
por que peleando los españoles muy sobre sí, y á 
pié quedaron todo aquel dia, derribaron muertos mas 
de ochenta calchaquíes,los mas osados y principa- 
les, que son siempre los que mas se es ponen á los 
peligros, y aquí se adelantaban á los demás, por el 
motivo insinuado. De los nuestros, diez y seis que- 
daron levemente heridos, y solos tuvimos dos muer- 
tos, un indio amigo y un español, que con ir armado 

TOM* T 10 



134 CONQUISTA DEL RIO DE Ll PLATA 

¿e dos coletos y nn saco^ le atravezó una flecha con 
tal violencia por las espaldas, que salió la punta 
por la boca del estómago; pero no es mucho, pues 
se creyó llevaba la flecha impulso soberano^ para 
castigar la rebeldía de aquel hombre, que sordo á 
las divinas inspiraciones y exhortaciones de per- 
sonas celosas, vivia escandalosamente amanceba- 
do, sin querer apartarse de la ocasión de su ruina, 
por cuya obstinación, se acarrió este castigo de la 
divina justicia. 

Desistieron los calchaquíes de la refriega al en- 
trar la noche, en la cual temiendo los españoles, so- 
breviniese mayor número, que habian. convocado 
todo aquel dia con ahumados y les quitasen todas 
las cabalgaduras, imposibitándoles la retirada, pro- 
curaron ponerse en salvo con la fuga, encaminán- 
dose hacia Salta, donde llegaron, cuando ya em- 
pezaba á marchar el socorro que se les enviaba. 
Ko pudieron recoger nada de aquella hacienda 
porque toda la había apresado el enemigo y muerto 
á los que la guardaban, sin reservar mas que á Si- 
món de los Santos, mayordomo de aquella hacienda 
con la providencia anticipada de tener algún es- 
pañol de quien valerse, para enviar á solicitar in- 
dulto á la Real Audiencia, ó del Virey, en caso que 
le saliesen mal sus ideas, y también escapó Ber- 
nardo Arias, hijo del mencionado Francisco^ por 
que al dar el asalto los bárbaros en la estancia de 
su padre, acertó hallarse en un buen caballo, en que 
se pudo salvar del peligro, y corrió catorce leguas 



COHQUISTA D£L KIO DE LA PLATA 135 

de tierra áspera y doblada, hasta encontrar al 
Gobernador, y darle noticia dé haberse ya roto la \ 

guerra; pero no le daba crédito, viendo que no pa- ; 

recia padre alguno misionero, como si no pudieran 
haberlos muertos los bárbaros, ó retenídolos pri- 
sioneros, 6 serles forzoso seguir camino mas largo, 
para evitar peligros, que corrían en el encuentro 
de los que venian á invadir la estancia de Arias, 
quienes orgullosos con la presa, pudieran como en 
guerra declarada perderle el respeto, y atendiendo 
á esto, los padres Patricio y Torreblanca, se es- 
traviaron de hecho por mayor seguridad, hasta que 
por fin se encontraron en la quebrada con el Go- . 
bernador, que se certificó del alzamiento con su lle- 
gada, y con las noticias que fueron viniendo de la 
frontera de Londres, y del ingenio de Acay. 

Entonces determinó guardar con mayor cuidado 
aquel sitio peligroso, en que quiso acompañasen á 
nuestra gente para su consuelo espiritual, los dos 
dichos misioneros, desterrados de Calchaqúí, y ha- 
biendo por Acay llegado Arias, dio la noticia que 
tuvieron por las espías apresadas, de que Bohor- 
quez anda va convocando todos los pueblos de la 
frontera de Salta para invadir y asolar dicha ciu- 
dad, aunque le costó esta diligencia grande traba- 
jo, por que no hallaba los pueblos tan prontos como 
imaginaba, y como ellos al principio hablan ofre- 
cido, por que con el mal suceso de los que la -se- 
gunda vez acometieron á Arias Velazques en los 
pulareS; se hablan algo intimidado, que los bárbaros 



136 CONQUISTA BEL KIO DE LA PLATA 

gon fáciles ele mudarse, por su corto discurso y na- 
tural inconstancia, y genio supersticioso, que de 
cualquier mal suceso, forman estraña aprensión, 
como al contrario de los buenos y prósperos, se en- 
sorbecen y engrien sobre manera, juzgando de lo 
futuro por los sucesos presentes. Sin embargo, la 
cavilación de Bohorquez los redujo á seguirle, aun- 
que en adelante por lo común con poca fortuna, no 
queriendo el Señor favorecer á un hombre escan- 
daloso y descomulgado, así por las violencias osa- 
das con los ministros del Evangelio, como por vio- 
lador y profanador de las cosas sagradas é incen- 
diario de las iglesias. 

El gobernador, que tenia bien conocidas las po- 
cas fuerzas de la provincia, viendo ya la guerra de- 
clarada, quisiera todavia atajarla y estinguirla en 
sus principios, y sobre ello nombró consejo en el 
cual haciendo pié en que Bohorquez habla dado su 
poder firmado de su nombre al padre Torreblanca, 
para un razonable ajuste, se determinó, que dicho 
padre volviese á Calchaquí á desengañar los in- 
dios, y proponer á Bohorquez con empeño de la 
real palabra, que como dejase sosegado y pacífico el 
Valle se le daria salvo-conducto para embarcarse á 
España por el puerto de Buenos Aires, con buena 
ayuda de costa y remuneración competente, ó que 
gratificado en igual forma, se podría ir á la parte 
del Perú, donde decia tener su habitación, y conve- 
niencias. Menos que le hubiera ofrecido, cuando sa- 
lió la primera vez el padre Piitrício, hubiera bastado 



005QÜ1STA DEL RIO DB LA PLATA 137 

para que no se despenase, ó para que no tuviese 
pretesto de conmover los ánimos por su malevolen- 
cia, y ahora de nada sirvió esta magnífica promesa, 
que bastara para remunerar á quien hubiese servi- 
do con fidelidad al rey, cuanto mas á un pérfido y 
enorme traidor, Propusosele al padre Torreblanca la 
vuelta con esta embajada, pero en ella halló graves 
inconvenientes, como que era notorio haber sido 
aquel poder un mero cumplimiento, ideado para 
deslumhrar á los indios, pues luego que perdió de 
vista á los misioneros, ejecutó las maldades referi- 
das ; pero el padre superior Pedro Patricio se ofre- 
ció intrépido á volver, para probar aquel último 
medio de reducir al tirano, bien que ni le pudo en- 
contrar, ni fué para mas que padecer el dolor y pe- 
na crecida, de ver por sus ojos el estrago y ruina d« 
San Carlos. 

Sin embargo no se pudo contener el celo del se- 
ñor Maldonado, sin procurar por su parte la reduo- 
cion de esta descarriada oveja, escribiéndole una 
carta, en que condescendiendo con su flaqueza, 1% 
tiraba á captar la benevolencia, y le ofrecía loa 
partidos (que se verán) para salir bien, y no prose- 
guir en su precipicio, haciéndose Su lima, su me- 
dianero, si queria no perderser. Decia así. 

** Esta carta, señor don Pedro de Bohorquez Gi- 
" ron, escribe Dios á Vmd. por medio de Melchor 
í *' hermitaño de San Agustín nuestro padre, y su 
'' nmediato ministro en Tucuman. Óigala Vmd, 
^' con amor, por que se la escribe su padre, su maes- 



138 COIffQUISTA ÜSL RIO DX LA PLÁTÁ 

" tro, deseando su bien, y que á Dios que la manda 
^' escribir se ha de dar estrecha cuenta de su ánima 
" de Vmd., y tanto como de la propia. Léala con 
" respeto, por que es de Dios ; con temor, por que 
" por ella le hade juzgar; con gusto, por que le 
" escribe el principio de todas las conveniencias de 
" su vida, honra y alma. 

^^ Yo salgo de Córdoba, antes de seis dias, y 
" antes de ayer fueron por mi caruage una legua 
" de esta ciudad. Voy á mi catedral, y adelanto 
" esta carta á don Tomas de Figueroa, que busque 
" medio secreto, para remitírsela á Vmd.: es vicario 
" en aquella ciudad, él ni otro en la provincia sabe 
" lo que contiene esta carta, holgarame hallar res- 
" puesta en Santiago, puede Vmd. por vía secreta, 
" y UPa noche, enviarle la respuesta al dicho vica- 
" rio, que tiene orden mia de despachármela, luego 
" con chasque, y por aquella mano puede entablar 
" comunicación secreta conmigo. 

^^ Dios me manda, que busque á Vmd. solo con 
" dos sacerdotes de mi casa y dos negros, que nos 
'^ den el ayuda de la naturaleza: Vmd. vea, en que 
" parte quiere que nos veamos. Si quiere en Tafí, 
" iré á los lules, como que voy á confirmar solo con 
^^ dos capellanes sin (;iarruage, y de allí á la parte 
** de Tafí, que Vmd. me señalare, á muía y solo, 
*• como he dicho, y donde Vmd. señalare, salga con 
^^ toda la fuerza, que quisiere de gente, por que si 
^^ la naturaleza de Vmd. le avisare peligro, tenga 
^^ su seguridad. 



COIfQüIBTA DEL BIO D£ LA PLATA 139 

*' Yo, señor don Pedro Jas fuerzas que tengo, son 
" incontrastables, son de Dios, caperusa, callado de 
" pastor, verdad, razón y justicia : no me hallo, ni 
" sé reñir con las armas de Saúl, no las uso, con 
** las de David sí, pobre pastorcillo, que á las ma- 
** nos de la verdad, y en el nombre de Jesús quitó el 
" oprobio á Israel, y entró en el peligro del ejér- 
*' cito de los filisteos. No rehuse Vmd., que no no» 
*' veamos, por que la honda y piedra que llevo en 
*' la mano, es la palabra de Dios, y esa, aunque 
" Vmd. no salga, donde quiera que esté le ha de 
*' dar en los oidos, y su susto y natural temor en 
" el corazón. 

" Juntos, dígame' todo lo que quisiere, y óigame lo 
" que le respondiere. Contra la verdad y la justicia 
" nada le diré, ni le responderé, y la suya oiré con 
" muchísimo amor y mansedumbre. Bien he juzgado, 
" que Vmd. en el valle tiene motivos de queja del 
** Gobernador de la provincia, y que habrá hecho de 
*' su parte todo lo posible, huyendo los peligros de 
" su vida y de su honra, y la inquietud pública, y 
" por conservar con enteresa, como caballero cris- 
** tiano las leyes, que debe á Dios, al Rey nuestro 
'^ se&or natural, y á nuestra patria. Esto, yo ni lo 
" grande de la provincia lo ha dudado, por que por 
" lo menos los prudentes hallan que Vmd. ni se 
" nombró, ni se intituló Inga, ni dijo, que lo era, y 
*' que el Gobernador se lo mandó llamar en Lón* 
^^ dres, y á los indios, que lo hiciesen así. Esto 
'^ condené yo siempre, y la prudencia, por que 



140 COXQVISTA BBXi RIO DB Lk PLATA 

'* aprendido de los indios ese título con su nataral 
" bárbaro, era dificultosísimo el desempeño con la 
" reconvención, de que nosotros se lo mandamos* 
" Siempre juzgué, que su juicio de Vmd. condenó lo 
" propio, no por que abrazase su afecto eso, ni ad- 
" mitiese la menor raiz, sino por que don Pedro 
** de Bohorquez español; y de los nobles de España, 
** (conozcolos señor don Pedro, y que la casa, no 
•* el nacimiento, está en Utrera, cinco leguas de mi 
" patria, que es Sevilla), esa nobleza de caballera 
** cristiano, y de la capacidad que Dios le dio, bien 
*' sé, que es tierra estéril para admitir raiz de nom- 
*^ bredelnga. Los que conocen á Vmd. del Perú 
" son muchos, dicen, que le trataron muy de cerca, y 
" que nunca tal cosa le oyeron tomar en la boca, 
" que solo le oyeron hablar de lo que vio y tocó 
" con las manos en el Paitítí, y que esa relación le 
'* causó émulos. Lo que escribo es verdad, y nunca 
*^ debe mentir varón apostólico ; condené 1* acción 
" del gobernador en Londres, en darle ese nombre 
'* y mandarlo á los indios; no he asentido á los me- 
•• dios últimos de ir solo á Tafí, y con treinta hom- 
'* bres á Choromoros; pero nunca he condenado su 
** voluntad, por que el hombre que mejor la tiene, 
" la suele desempeñar con un juicio que produce el 
" discurso humano. 

" Lo que Vmd. me dijere, que quiere que se quede 
" en mi pecho, no saldrá de él; lo que me dijere, ó 
" papel que me diere para el señor Virey conde de 
* Alba, le traeré la respuesta, y pondré en su mano, 



CONQUISTA DEL ttlO DE LA PLATA 141 

" Otro medio, no ha de hallar su deseo, de que los 
". superiores del Reino, y el Rey nuestro Señor se- 
" pau su lealtad, su verdad, y su justicia, y yo no 
*• solo le seré internuncio, sino solicitaflor, procura- 
" dor, abogado, testigo y escribano. Dé Dios á 
" Vmd. su luz, su dirección, su fortaleza para la 
** ejecución de lo que le tiene dado en las obligacio- 
" nes de nacimiento y religión cristiana, y le guar- 
** de, y llene de bendiciones. Córdoba á 8 de Se- 
** tiembre de 1658— El Obispo de Tucuman." 

No paró aquí el celo de este gran prelado, por- 
que habiendo ejecutado hacia Bohorquez esta di- 
ligencia, que no tuvo buen logro, volvió los ojos de 
su atención hacia la provincia, y reconociendo su 
miserable estado y gran peligro por la eminente 
6 ya empezada guerra, de que se temía no menos, que 
su total destrucción, pues faltaban las municiones, 
las armas, el dinero y la gente, por que la rebelión 
precedente de los calchaquíes destruyó las enco- 
miendas mas pingües de los vecinos, sin haberse 
hasta entonces podido reparar. En tamaño aprieto, 
juzgando el religioso y prudente prelado, que el 
principal socorro se debia solicitar del Cielo, apla- 
cando primero la ira divina, irritada por los pe- 
cados de los cristianos, para impetrar la Divina 
Misericordia, ordenó y mandó al venerable Dean y 
Cabildo, á los curas y vicarios de las ciudades, pi- 
dió y suplicó á las religiones de su diócesis, se 
hiciesen fervorosas rogativas, devotas procesiones, 
novenarios repetidos y continuos sacrificios, asi en 



142 COIfQÜISTA DEL RIO DS LA PLATA 

la catedral como en laa demás iglesias, como se eje- 
cutaron sin intermisión, según requería la urgentí- 
sima necesidad, y á estas bien dispuestas y oportu- 
nas diligencias se atribuyó principalmente la par* 
ticular providencia, que se esperimentó en el ampa- 
ro de los comunes peligros, llegando los socorros 
con el divino favor, en los mayores aprietos, y des- 
cubriéndose á tiempo los designios mas perniciosos 
del enemigo, que si es vano el trabajo de guardar 
una sola ciudad si Dios no la guarda, ¿ cuanto me- 
nos se \iubiera podido defender provincia al paso 
que dilatada, destruida de defensas, si el cielo no la 
hubiese socorrido para su conservación? 

Pero como Dios no quiere que nos atengamos á 
medios milagrosos, cuando podemos ayudarnos, que 
eso fuera tentar á su maj.estad no se descuidó tam- 
poco el gremio de los eclesiásticos, en solicitar por 
su parte los socorros humanos de que parece des- 
cuidaban los que mas inmediatamente tenían á su 
cargo ese cuidado, dando cuenta con claridad del 
común peligro al presidente de la Real Audiencia de 
la Plata, por la siguiente carta. 

" Señor Presidente. Ha entendido el Dean y Ca- 
^^ bildo de esta santa iglesia catedral del Tucuman, 
" que ni el servicio de S. M. ni el amor de la pá- 
*^ tria, ni el peligro propio, han ayudado á loa 
^' ayuntamientos de las ciudades para dar con cía- 
'' ridad cuenta á V, S. del miserable estado de la 

provincia por lo mal, que su Gobernador trata á 

los que sintieron mal ó no aplaudieron el título 






CONQUISTA DEL BIO DE LA PLATA 143 



i4 



de Inga, que se dio á un sugeto tan inquieto é in- 
vencionero como don Pedro Bohorquez, siendo á 
" su entender acción de grande acierto, y tan ajus- 
*• tado á su juicio, que aun hoy, por abonarla, en- 
" tre abismos de trabajos han querido con per- 
** tinacia^ que entiendan todos, que ó no hay peligro, 
^' 6 es de poca consideración, paliando los malos 
^^ sucesos con que ha ido á tan grande crecimiento 
*^ la guerra, que ha de costar el pacificarla mucha 
" sangre y tiempo^ por que el tirano está muy bien 
'• prevenido ; tiene ademas de la gente de Calcha- 
" quí la de la ciudad de Salta, y la mayor parte de 
" la Rioja y Londres, y les ha empeñado en varios 
" acometimientos, que lesha hecho hacer contra no- 
*^ sotros, con tanta resolución, que los bárbaros que 
*• jamas supieron esperar á los españoles, hoy nos 
^^ buscan, y acometen en nuestras casas, y en los 
'* domésticos, sin dejar piedra, que no mueva; tiene 
^' hecha tantas diligencias que todos le tienen en 
" el alma ( según lo brotan en sus borracheras ) y 
** esperan á que ge empeoren contra nosotros los 
^' sucesos, para declararse también. 

*^ Y es de suerte su altivez, que serví dominati 
" siuit nosíri^ y son muy raros los que pueden 
*' hacer oficios de amigos, tan necesarios en aques- 
" tas guerras. Por el contrario señor, es nuestro 
desaliño tan grande, que apenas hay arcabuces, 
ni municiones para la precisa defensa, por no 
haber querido el Gobernador que se dijese con 
^^ tiempo que Bohorquez estaba alzado^ ni abrir las 



a 



144 COKQtnSTA DEL RIO DE LA PLATA 

^' Cajas Reales (por que no falte dinero para sus sa- 
'• larios) por cuya causa no se han comprado arca- 
** buces, municiones ni vivires. A los que convocó 
•' de lias ciudades, escribió, que era para dar favor 
" á Bohorquez contra unos indios del Valle, que no 
" le obedecían; y todos sabian, que estaba alzado, 
" y al que lo decia, él y sus tenientes querían sa- 
*' car los ojos, y de los eclesiásticos, que por ser- 
•' vicio de Dios y del Rey nuestro Señor lo gri- 
^' taban, daba muchas quejas, y los tiene por ca- 
" pítales enemigos. 

" Señor, la provincia clama, homiiiem non ha- 
" beo^ y se pierde sin remedio, pues de ciento vein- 
'' te hombres, que sacó de las ciudades de arriba el 
" Gobernador, le han quedado solo sesenta, y los 
^' demás se han ausentado, por hallarse desarmados, 
^' hambrientos y mal gobernados, temiendo que ha- 
^' bian de perecer sin duda. Eu las demás ciudades 
" pasa lo mismo, según se verá por las que van con 
" esta, que son de personas de toda verdad. V. S. 
'* pues es tan gran ministro del Rey nuestro Señor, 
" socorra por las entrañas de Nuestro Señor á tan- 
• tos pobres, como están en peligro próximo de pe- 
" recer por falta de gente, armas y hombres de es- 
^^ periencia, y no atienda á las relaciones del dicho 
** gobernador, por que son todas paliaciones y cau- 
^ telas, por salvar el motivo que dio para la guerra. 
'* Guarde Dios á V. S. muchos años como desea- 
" mos. Santiago del Estero y Octubre 10 de 1658." 

Esta carta, y el reconocimiento de ¡a verdad, que 



C05QUISTA DKL BIO DE LA PLATA 145 

representaba sobre el inminente peligro lograron 
el efecto pretendido de los socorros deseados, como 
diremos después, por referir antes el feliz suceso, 
que hablan tenido nuestras armas contra los rebel- 
des por el favor de María Santísima según persua- 
dieron las circunstancias. Por que el dia 17 de Se- 
tiembre en que se celebraba entonces en todos los 
dominios de la monarquía española el dulcísimo 
nombre de la Emperatriz de los Cielos, el venerable 
deán y cabildo eclesiástico , y todo el clero hicieron 
juramento de celebrar todos los años esta fiesta con 
la solemnidad posible, en orden á alcanzar la sobe- 
rana protección de Maria Santísima en estas guer- 
ras, y dio aviso al cabildo secular de esta resolu- 
ción, exhortándole á imitarla como lo hizo, ce- 
lebrando en reverencia de tan santo nombre, el 
Domingo 22 de Setiembre, con música, sermón y 
procesión, y cantando á la tarde los cinco Salmos, 
cuyas letras iniciales forman los cinco elementos 
del Nombre de Maria, cuyo patrocinio, se sintió 
propicio con tanta presteza, que al dia siguiente, 
esperimentó el Gobernador su celestial influjo en 
el suceso, que insinuaba. 

H^cia frente al enemigo el dicho gobernador, en 
la boca de la quebrada de Escoype, con 120 hom- 
bres que pudo sacar de las ciudades de Esteco^ Sal- 
ta y Jujuy, pero ni tenian fuerte, reparo 6 trin- 
chera para defenderse, si fuesen envestidos, y quiso 
Dios cegar á don Pedro Bohorquez, para que no 
advirtiese esta ventaja snya y la lograse , despa- 



146 CO]fQUI:iTÁ DEL filo DB I. A PLATA 

■ 

chando; como hubiera podido sin mucha dificultad 
algún buen destacamento, cuya gente, hallándose á 
los principios muy orguUosa con sus razonamien- 
tos, hubiera causado gravísimo daño al Gobernador, 
si no es que también hubiese perecido, pues la des- 
prevención era tamaña, y las armas muy pocas. 
Habiéndose detenido muchos días en aquel incó- 
modo sitio, y escaseando los bastimentos, se vieron 
casi forzados de la necesidad á desamparar al Go- 
bernador, á quien tuvieron atención de pedirle li- 
cencia, y como no se la podia negar, la hubo de 
conceder, y tuvieron entonces ocasión los mas de 
los vecinos de Salta, y algunos de Jujuy de ostentar 
su fineza en el real servicio, como también algunos 
negociantes de otras ciudades ó forasteros bien ar- 
mados, pues siendo iguales en las necesidades^ no 
quisieron apartarse del lado del Gobernador, y se- 
rian por todos como sesenta hombres, fuera de un 
corto número de indios ocloyas, encomienda de Ju- 
juy, que procedieron como finísimos amigos del 
español. 

No siempre el mayor número afianza la victoria^ 
y en los lances apretados de la guerra mas suelen 
obrar pocos hombres de obligaciones, y volunta- 
rios, que muchos cobardes y forzados, como se vio 
en esta ocasión, que los pocos constantes en acom- 
pañar al Gobernador se desempeñaron como pudie- 
ran, incorporados con los que se retiraron, y aun 
mucho mas. Tuvieron,'pues, aviso por las espías, que 
había en Calchaquí de la convocatoria del Inga, 



001IQÜI8TA DKL RIO DE LA PLATA 147 

pero con la indecisión de ignorar, donde descarga- 
ría el primer golpe, bien que siempre se discurría 
que ni acometería en Andalgala al capitán Nieva, ni 
en la ciudad del Tucuman al capitán Ceballos, si 
no que acostarían el tiro á la cabeza^ que era el Go- 
bernador, por que vencido y muerto este, solía re- 
petir á los indios, toda la provincia sería suya. 

Advirtiendo, pues, este designio, abriéronlos ojos 
para conocer el riesgo, que corrian en la boca de la 
quebrada, y entrando en consejo resolvieron re- 
tirarse hacia Salta, escogiendo el sitio del fuerte de 
San Bernardo, á tre« leguas de distancia de la ciu- 
dad. Era este el fuerte que en la rebelión precedente 
se construyó para defensa de los pueblos pulares, 
que por allí se retiraron en una punta que forman 
los dos brazos de un rio, que viene de hacia los 
Lipes^ y tendrá dos cuadras en su mayor anchura, 
dominando á unas altísimas barrancas, inaccesibles 
así á pié, como á caballo, sino por unos pasos muy 
estrechos. A dos tiros de escopeta se vuelven á in 
coiporar en uno los dos brazos, con que á la parte 
superior, edificado el fuerte, le defendian por la in- 
ferior las barrancai, y un parapeto de vara y media 
de alto de piedra sueltai como fábrica del tiempo 
de los indios en su gentilidad ; donde Á haberse 
sitiado el Gobernador, hubiera dañado mas al ene- 
migo cuando invistió , por estar dominante á todas las 
avenidas; pero no lo hizo así, sino que se puso entre 
el faerte, de que solo hablan quedado las paredes de 
dos frentes y el parapeto, armando allí sus tiendas, 



148 OOKQUISTA DEL filO DE LÁ PLATA 

sin otra resistencia ni defensa. Hallábase este pe- 
queño campo muy falto de municiones ^ pero quiso 
Dios, que cuatro dias antes de la invasión llegasen 
á Salta cantidad de botijas de pólvora, mucha cuer- 
da y plomo, que don Francisco Nestares Marin 
presidente de la Real Audiencia de la Plata, re- 
mitió á la provincia, por sola la noticia, que de falta 
de estos géneros le participó el maestre de campo 
don Pablo Bernárdez de Ovando, y el dia 22, en- 
traron en el Real, dichas municiones, socorro opor- 
tunísimo, medido ajustadamente á la necesidad, y á 
lo que con razón, discurrió la devoción, guiado por 
Maria Santísima, á quien en aquel dia se juraba pa- 
trona de nuestras armas en la capital de la provin- 
cia, para que conozcamos los mortales, es tan agrá- ' 
decida esta señora á los obsequios que le tributamos, 
que de antemano, previene la recompensa, siendo 
lo mismo servirla, que favorecernos. 

Tres horas después de haber llegado este socor- 
ro, se supo con certidumbre haberse acercado el 
enemigo, y acampádose en los pueblos de los pu- 
lares, bien que se ignoraba aun, si íos capitaneaba 
Bohorquez. Al momento hizo montar el Gobernador, 
diez hombres con su cabo, y que saliesen á espiar 
los designios del enemigo, y aunque hicieron harta 
falta, por que no pudieron tomar á incorporarse con 
los nuestros, no dejaron de servir, como diremos. 
Por su tardanza, se receló en el real, hubiesen 
sido derrotados, y persuadidos todos, serian acome- 
tidos ó aquella noche que ya era bien entrada, ó á la 



COHQüIBIJk DIL BIO DE JA PX.ATJk 149 

Sana se dispasieron como cristianos, confesándose 
con el padre Torreblanca, dando ejemplo á todos 
el Gobernador. En estas diligencias, estaban á la 
nna de la noche, cnando oyendo á corta distancia el 
ayudante Juan de Tobar, quebrar las ramas de 
unos árboles, tocó prontamente alarma, y disparó 
un aicabusaz^/aque correspondieron sin dilación 
los enemigos con tres tiros de arcabuces, que mane- 
jaban, el mestizo Luis Henriquez y algunos indios 
de Londres, é inmediatamente empezó, á temblar la 
tierra con el tropel de la marcha de los rebeldes, 
que sitiaron por todas partes á los españoles, pero 
evitó, vilmente este peligro el que servia de centine- 
la, é hizo fuga, abandonando su puesto antes de ser 

* sitiado. 

El Gobernador que reconoció desamparado el 
cuerpo de guardia^ puso cobro en las armas y cu el 
real estandarte, y dispuso con bella orden la poca 
gente, mandando á unos montar y á otros á pié, 
todos bien repartidos y municionados, para que 
hubo tiempo, por que el enemigo, como era no- 
che, no se atrevia á hacer operación. Procedió en 
l^ode esto el Gobernador con ánimo de muy valerp- 
so soldado y esperto capitán, antes con una serení- 
dad que quitaba á los demás toda sombra de tur- 
bación, no por que no aprendiese con viveza el pe- 
ligro (pues tuvo tragado que moriría ó quedaría 
prisionero, y por esto entregó al padre Torreblanca 
las llaves de sus escritorios de papeles, 'cédulas 
reales y negocios de iniportancia^ con prevension 

TOM V ü 



150 COKQuiSTÁ DEL BIO D8 LA PULTA 

de que si fuese nuestra gente de vencida, procnraae 
hacer fuga en un buen caballo, A la ciudad) sino 
por no dejar quejosa su obligación, y animar á los 
demás con su valor. 

Eutre las demás prevenciones, puso á competen- 
te distancia del enemigo algunos arcabuceros que, 
guarnecidos de susa dargas, disparasen de mampues- 
to desde el sitio que mas dominaba á los bárbaros 
7 fueron de grande efecto , para embarazar que no 
lograsen el asalto; otros de quienes menos confia- 
ba, puso en los parages menos peligrosos, por que 
no faltaban algunos inespertos aun en el manejo 
de los arcabuces, pero aun sus yerros sirvieron des- 
pués para el acierto, por que como poco prácticos 
echaban mas carga de la necesaria, y sufriéndola 
los cañones por ser muy reforzados, daban alcance 
mas allá de los indios, y llegaban las balas á don- 
de estaba oculto y distribuyendo las órdenes Bo- 
horquez, quien se vio precisado por esta causa á 
retirarse mucho para asegurar su persona. Pasa- 
das tres horas, en que se pudieron armar bien los 
nuestros, embrazando nuestro Gobernador su adar- 
ga y espada, y puesta una montera de escarlata pa 
ra ser conocido de los propios^ al romper el alba se 
empezó la refriega, que durarla mas de otras tres 
horas, remudándose sin cesar los indios, que entra- 
ban á pelear, por mangas, por que les daba esta con 
veniencia, su escesiva superioridad á los españoles. 

En el discurso del combate acaecieron dos cosas, 
la una que alentó á los bárbaros, y la otra que les 



COKQvISTA DEL RIO DB LA PLATA 151 

hizo caer de ánimo. La primera fué que repartien- 
do la pólvora á sus tiempo j, cayó en ella una chish 
pa^ que la voló^ pegando faego á la capilla pajina, 
que habian levantado con ramas, para celebrar el 
Santo Sacrificio, con peligro del padre Torreblan- 
ca, que encomendaba en ella á Dios el buen suceso. 
El enemigo, que reparó en el incendio, cerró con 
mayor furia, creyendo volada toda la pólvora, pero 
se engañó, por que fué sola la de la botija, que ac- 
tualmente se repartía; y el Gobernador, que á todo 
estaba muy advertido, hizo con presteza sacar otra 
á la mitad del real^ y reconocieron los bárbaros nos 
sobraba munición. La segunda cosa favorable á 
nuestras armas, fué, que habiendo caido muerto 
cerca del Gobernador un calchaquí, cierto mestizo, 
que habia militado en Chile, le cortó luego la ca- 
beza, y la levantó en una pica, y otro con su ejem- 
plo hizo lo mismo con otra cabeza, cantando victo- 
ria, á cuya vista cayó grande desaliento en los re- 
beldes, de quienes muchos estaban mal heridos, y 
otros muertoS; y les iban faltando las armas, por 
que habian disparado tantas flechas, que con ellas se 
cebaba el fuego, para caletar el mate, ó bebida de la 
yerba del Paraguay, con que aliviaban los nuestros 
la sed; que con el afán de la pelea les afligía esce- 
sivamente. 

Tocaron, pues, á recoger los bárbaros á las tres 
horas de batalla^ por que viendo á los diez hombres, 
que la noche antes habian salido á esplorar, cre- 
yeron ser socorro que venia de Salta, y no se ha- 



152 OOKQumA DJSL SIO DE Ll VLé.Tk 

liaban con armas, para esperarles, y asi recogiendo 
los muertos, según su costumbre, se fueron retiran- 
do con buen orden la vuelta de Calchaquí, sin po- 
dérseles seguir el alcance, por que no era prudencia 
desamparar el fuerte en tan corto numero, cuando 
los enemigos pasaban de mil y doscientos de dife- 
rentes pueblos, que cada uno llevaba bien que con- 
tar, unos muertos y otros heridos, no habiendo ha- 
bido de nuestra parte sino solos des heridos, Ma- 
teo de Frias soldado de á caballo, que después llegó 
á ser capitán, y Juan de Ibarra Velazco, secretario 
de la gobernación, bien que ambos sanaroif. Consi- 
Ifoiose esta victoria el dia 23 de Setiembre, y fué 
tanto mas celebrada, cuanto menos esperada, pues 
todas las circunstancias, parece se la aseguraban al 
enemigo: lo primero la superioridad excesiva de, su 
número, cuanto vá de sesenta á mas de mil y dos- 
cientos. Lo segundo el estraño valor, que el tirano 
les habia procurado infundir, refrescándoles la me- 
moria de los decantados agravios recibidos del es- 
pañol, la cortedad de su número^ las conveniencias 
de'dejar muerto al Gobernador, la venganza, que 
tomaría, sino le venciesen, así por los danos hechos \ 

m\ las haciendas, como por el atrevimiento de aco- 
-«eterle, y al fin su antiguo valor, y la fama, que 
adquirirían por esta victoria, motivos todos que 
siendo naturalmente los calchaquíes de gran valor 
j; muy belicosos, ahora se reconoció en ellos nuevo 
orgullo, viéndose acaudillados de un capitán á su 
parecer muy experto, diestio y valeroso, que era 



COKQTJISTA DEL BIO DB LA PLATA 153 

lo que decían les habla faltado en las guerras pre- 
cedentes. 

Lo tercero, la ventaja de hallarse con entera no- 
ticia de nuestro campo, por que habiendo llegado 
Bohorquez con su gente el Sábado 21 por la noche 
al pueblo de Escoypé, despachó espías á reconocer 
el sitio, donde creyó estaba todavía alojado el Go- 
bernador, y aunque se había mudado ya al fuerte 
de San Bernardo, tuvo la' suerte de apresar dos 
indios nuestros, que de nosotros se habían apartado, 
quienes sin tormento declararon la disposición del 
real español, su corto numero, la mala calidad déla 
gente, pues la mas era bisona y sin municiones, y 
todo ciíanto deseó saber: con que de nuevo alentó ¿ 
los rebeldes, y les prometió por muy cierta la vic- 
toria: y deteniéndose allí aquel día con el recato po- 
sible para no ser sentido del españoL como en efec- 
to no lo fué, marchó al anochecer en demanda del 
campo español, por caminos desusados, y tuvo la 
comodidad de coger los mejores puestos, disponien- 
do su gente por las cuatro partes, y tomando las 
salidas de las barrancas, para que ninguno esca* 
pase con vida, y pudiesen, vencidos estos, echarse 
de improviso sobre la ciudad de Salta y asolarla, 
pero nada les aprovechó todo, por que peleaba 
contra él la mano poderosa de Dios, que favorecía 
la justicia del español, infundiendo estraños bríos 
en aquel corto número, para no descaecer en tamaño 
conflicto, y lo que muí^ho les ayudó después del 
fovor Divino, fué la gente de á caballo, que con ser 



154 COKQUiaTÁ DEL BIO DE LA PLATA 

solos catorce, eran los mas temidos del bárbaro, y 
el Gobernador, que también montó, acndia prontí- 
simo á cualquiera parte, que requería la necesidad , 
dando las órdenes convenientes con gran despejo, 
y cumpliendo todos los oficios de un esclarecido 
capitán. 

Por fin quedaron los españoles dueños del cam- 
po, en que dejaron ocho muertos los enemigos, sin 
poderlos retirar, como estilaban, porqué asomán- 
dose el Gobernador y los suyos á lo alto de las 
barrancas con ostentación de mayor número, se lo 
impidieron, y los rebeldes con los muchos muer- 
tos, que ya habían recojido, se retiraron confusos y 
avergonzados, y tan coléricos contra Bohorquez, 
por ver fallidas sus promesas, y haber reconocido 
su poco valor, que se determinaron los calchaquíes 
á matarle, y lo hubieran ejecutado, sin duda, á no 
haberlo estorbado Luis Henriquez, y los indios re- 
veldes de Londres. 

Los españoles celebraron la victoria con rendidas 
acciones de gracias á Dios nuestro Señor, de cuya 
poderosa mano la reconocían, y el Gobernador 
agradecido al valor y fineza de los que tan cons- 
tantes le habían hecho compañía en el mayor peli- 
gro, dijo, que en nombre de S. M., á quien infor- 
maría, concedía á todos los encomenderos presentes 
tercera vida en sus feudos por el gran servicio, que 
habían hecho para la conservación de la Provincia. 
Babiendo dado cuenta á S. M. de esta resolución, se 
consultó en el Real Consejo de Indias, que repre- 



COKQÜISTA. D£L RIO DE LA PLATA 155 

sentó áS. M., no había podido el Gobernador hacer 
esta merced, por ser esa regalía muy propia de la 
persona real; pero el señor Felipe IV dispensando 
benignamente esta gracia, dijo, que aunque era así, 
como representaba el Consejo, quería sin embargo 
confirmar Ib que hizo su Gobernado^, por que obró 
en el caso lo que S. M: hubiera obrado, si se halla- 
se presente, y concedió la tercera vida á los dichos 
encomenderos. 

Acabada la batalla, y retirado el enemigo, acon- 
sejaban algunos al Gobernador, que alsaze el cam- 
po, y se fuesen á Salta; pero el Gobernador valero- 
so y prudente, no asiutió á este dictamen diciendo: no 
parece bien, que después de la victoria mostremos 
flaqueza con la retirada, por que será dar motivo al 
enemigo, para pensar que nos faltan medios de 
ofenderle y defendernos. No se ha de desarmar 
tienda alguna, sino que dejándolas en sus sitios, 
mejoraremos de terreno, siuiéndonos á esta puuta 
de diamante del fuerte, para pasar la noche con la 
vigilancia, que requiero el peligro. Aplaudieron los 
demás el parecer, y lo merecía, y el paraje escogido 
era muy apropósito, porque sepodia mas fácilmente 
defender, y tenia dentro un manantial de agua, para 
si fuesen sitiados, y dominaba mucho á la campana 
vecina: conque allí, se acomodaron como pudieron, 
y pasaron la noche, descansando por sus turnos loa 
unos en la vigilancia de los otros^ hasta que por la 
mañana llegó un indio cristiano que habiendo sido 
cautivo de los enemigos, tuvo fortuna de escaparse 



156 COITQTTISTÁ DEL RIO DE IJL TZkrk 

y refirió, como cada parcialidad llevaba muerto nno 
de los principales de ella á quien llorar á su usanza: 
que llevaban muchos mal heridos, que iban muñen- 
do en el camino, que estaban muy mal contentos de 
Bohorquez, porque habiéndoles asegurado la victo- 
ria, quedaron vencidos, heridos y muertos sus pa- 
rientes, sin haber él querido pelear: y que juntándo- 
les en la quebrada, para hacerles un razonamientO| 
diciendo, quería segunda vez venir á los manos 
con el español, se murieron cuatro de los mal he- 
ridos, por lo cual los calchaquíes sin dar oidos á 
8US razones prosiguieron el caminó hacia su Valle, 
sin querer parar por mas, que les amenazaba, y se 
hubo de quedar triste y pensativo, acompañado de so- 
los trescientos pulares. Pero que sin embargo de ha- 
berse retirado los que pelearon á sus casas, habia 
dentro del Valle una junta de mas de mil indios por 
orden del mismo, los cuales habian tardado en venir 
para la batalla, y por no malograr la ocasión, la ha- 
bia presentado con los que digimos. 

Con esta última noticia propuesta en consejo de 
guerra resolvieron unifoiimes esperar algunos dias, 
y si no pareciese el enemigo, volverse á Salta, no 
fiíese que con esa jauta, desmintiendo caminos, se 
fuese por algún estravio, á dar sobre aquella ciudad, " 
por que aunque los unos habian salido descontentos, 
eran tales los ardides y embustes del Inga, que no se- 
ria mucho, les persuadiese de nuevo, se empeñasen 
esos, y los demás en otra invadon. No pare- 
cieron en algunos dias, y se volvieron los españo* 



COHQÜIBTA DEL RIO BE LA PLATA 



157 



les á Salta, que con su llegada respiró del sobre- 
salto y susto con que se hallaba oprimida, temiendo 
BU ruina á manos del tirano, de quien el capítulo si- 
guiente informará lo que obró en la ocasión. 



CAPITULO vn. 



Hace don Pedro Bohorqoez con los españoles trégnas, qne nn obserra, 
7 eoHsegaido del Tirey indulto de sos delitos, sale del Talle di 
CalchaqDÍ, y se entrega en manos de nn Oidor de la Real 
Andiencia de la Plata, por enya orden es lleíado á Lima, des- 
de coya cárcel de corte intentíinnevo levantamiento de loseal- 
chaqníes para alcanzar libertad, y descubierto el designio di 
nn hijo suyo, qne despacliaba á esa diligencia, es este justicia- 
do en Salta, y don Pedro, so padre, paga por fin en lima, sns 
enormes y repetidos delitos, con muerte infame. 




STB A ÑA impresión, y mudanza hizo en el áni- 
mo de Bohorquezel mal suceso referido, porque casi 
del todo abatió su orgullo, y cuando antes aspiraba 
á la conquista de toda la provincia y aun del Perú, 
ya apenas se atrevía á esperar salir con vida, y lo 
que sobre todo le desconfió, fué ver el poco caso 
que empezaban á hacer de él los calchaquíes. ha- 
biéndose atrevido-tanto número de ellos, á no obede- 
cer sud órdenes, y aun queriéndole matar. Recono- 
ció entonces su peligro, que la vejación suele prin- 
cipalmente á los necios, abrirles el entendimiento, 
que les oscurecia su soberbia en la prosperidad, j 



CONQUISTA DEL BlO DE LA PLATA 159 

trató de mirar por suponiendo en práctica elardid que 
tenia premeditado para este aprieto. No quiso, pues, 
entrar en el Valle de Calchaquí,donde estaba la fuer- 
za de los indloS; sino que con no se que pretesto se 
retiró á los confines de él, al pueblo áeAcapsi, que 
estaba en la misma raya, á donde hizo llamar á Si- 
món délos Santos, aquel español, que con su mujer, 
hizo resevar en la invasión de la estancia del capitán 
Francisco Arias Velazqiies, á quien determinó des- 
pachar por el despoblado de Acay, Tambo del Toro 
y Casaviudo, á la Real Audiencia de los Charcas, 
con carta para su presidente don Francisco Nesta- 
res Marin, solicitando el indulto de sus delitos. 

En dicha carta cargaba bien la mano sobre el Go- 
bernador, notándole de apasionado contra su perso- 
na, y que para librarse de su sangrienta venganza, 
con que tiraba á quitarle la vida, se había yisto for- 
zado á ponerse en defensa, conmoviendo los in- 
dios contra la injusta violencia: que él era vasallo 
fiel de S. M., y suplicaba á su Sria. le concediese el 
indulto de la solevación, que habia tenido el motivo 
de su defensa, y no el de traidor á su Rey y Señor; 
que él dejaría en paz y quietud á los indios, y se 
saldría del Valle, para ponerse en manos de un mi- 
nistro real, como no fuese en las de don Alonzo 
' Mercado, y se le asegurase la vida. En esta sustan- 
cia estaba concebida la carta, que despachó con Si- 
món de los Santos, quedándose con su mujer en 
rehenes para obligarle á hacer con fidelidad y acti- 
vidad el negocio; pero aun en esta ocasión no dejó 



160 CONQUIfLTA DEL XtlO DB Ll PULTi. 

de usaf de su poca sinceridad, que qaieu está acos- 
tumbrado á mara£bi3 y falencias, no es muy fácil, 
qae olvide luego sus mañas antiguas, porque para 
asegurar su manceba la mestiza chilena^ la dei^pa- 
clió también por el despoblado con las alhajas de 
plata ó de algún precia, robadas en las dos iglesias 
de Calchaquí^ y no sé si también en la de lospulares. 
Súpolo el padre superior Pedro Patricio, y acudieo:^ 
do con presteza á Yavi, acertó ¿ alcanzar allí á la 
mestiza y se recobró el robo sacrflego. 

En cuanto Santos negociaba en Ghuquizaca el 
indulto le pareció á Bohorquez asegurarse de caer 
en manos del Gobernador^ á quien para este fin 
escribió alabando el valor de sus soldados, que le 
pareció serian trescientos, y la fineza de la pólvora^ 
porque las balas pasaban á mayor distancia de la 
ordinaria. Con este desenfado escribía el kombre 
sin vergtlenza, y luego le rogaba hubiese treguas^ 
por haber recurrido á la Real Audiencia por el 
indulto para sf,y para los indios, quienes en el Ínte- 
rin se abstendrían de toda hostilidad^ como tam- 
bién los españoles cesasen por su parte, porque él 
tendría enfrenados á los calchaquíes y á los demás 
de su séquito. Ofreció el Gobernador^ que guardarla 
inviolablemente las treguas, aunque no^ con la mis- 
ma puntualidad Bohorquez, pues vuelto de Acapsi 
al pueblo de Tafí, infestó la frontera de Tucuman, 
bajando con noventa y tres indios á invadir el fuer- 
te del capitán Juan de Zeballos^ quien se vio en ma- 
nifiesto riesgo de morir y le libró José del Sueldo, 



I 



CONQUISTA DEL RIO DB LA PLATA 161 

el cual peleando con Bohorqnez como un león, tuvo á 
este ya sacado de la silla con un bote de lanza, mas 
al fin cayendo, fué muerto de Bohorquez, que se ha- 
bía yareparado de una estocada, y un indio le segó 
la cabeza. Otros dieron por la parte de Andalgala, 
y mataronen las Campanas á.dos hijos de Barrionue- 
vo, el que se ofreció á matar con veneno á Bohor- 
quez, y le quitaron las vituallas, que conducian á 
dicho fuerte. 

Hízole cargo de estas cosas el Gobernador, y 
respondió escusándose de este último caso, que lo 
hablan ejecutado los andalgalas y abaucanes, sin 
orden suya^, y al primero, que habian sido provoca- 
dos de los españoles, ahorcando estos á tres indios 
prisioneros, y que no habia podido contener á los 
demás, y prosigue la carta con la desvergüenza pro- 
pia de su genio, amenazando con la guerra, sino se 
le traia el indulto, cuya detención imputaba al mis- 
mo Gobernador y después desahoga su pasión en 
horrendas calumnias contra el señor obispo Maldo- 
nado, contra el padre Provincial de la Compañia, y 
contra todoslos jesuítas, con palabras tan feas, que 
solo pudieran caber en su pluma. Conocíase bien, 
por sus espresiones, cuan poco se podía fiar del hom- 
bre doblado y siempre pérfido, y el Gobernador, que 
no tenia el menor influjo en la detención del in- 
dulto, sino que era forzosa, por haberse de acudir 
al Tribunal Superior de Lima, distante seiscientas 
leguas, no se descuidaba en los aprestos para la 
guerra, que esperaba con mas certidumbre, que con- 



162 CONQUISTA DEL BlO DE LA PLATA 

tingencia, porque aanque Bohorquez prometía dejar 
el Valle, había poco que fiar en sus promesas de 
cuya falacia, ya desengañado bien á su costa, soli- 
citaba del Virey con empeño municiones, armas y 
dinero para las pagas de la gente, y compra de bas- 
timentos, y mandaba hacer levas de soldados en las 
ciudades, en que nombró poroficiales los sujetos de 
mejores esperiencias y mas acreditados en la guer- 
ra contra indios. 

En cuanto se hacen estas prevenciones por toda 
la provincia del Tucuman, proseguiremos por ma- 
yor claridad la causa de Bohorquez hasta su con- 
clusión. Llegado, pues, Simón de los Santos á Chu- 
quizaca, hizo con empeño, y legalidad la causa de 
Bohorquez, como que le tiraba la prenda de su que- 
rida mujer, que dejaba en poder del tirano; pero no 
pudiendo la Real Audiencia tomar por sí, determi- 
nación en causa tan grave, se remitió al Virey 
conde de Alba de Aliste, quien consultado el Real 
Acuerdo de Lima, vino por fin en conceder el indul- 
to, por provisión real, cuya ejecución corriese por 
cuenta del presidente y oidores de Chuquizaca, con 
inhibición del Gobernador del Tucuman, en esta 
causa, para quitar toda sombra de sospecha á Bo- 
horquez y arrancarle de una vez de Galchaquf. En 
Chuquizaca pues, se determinó que viniese á traer 
dicho indulto, y sacar á Bohorquez, uno de los mi- 
nistros de aquella Real Audiencia, y fué señalado 
el oidor don Juan de Retuerta, y que para las diligen- 
cias que en el negocio podian ocurrir, acompañase 



COUQülSTA DEL BIO DB LÁ PLATA 163 

al Oidor el maestre don Diego Sotelo, criollo de Po- 
tosí, espulso de la Compania y perito en el idio- 
ma; y un soldado de mucho brio y fidelidad notoria, 
llamado N« Barboza, que tenia gran conocimiento 
en esta provincia de Tucuman, ofreciendo á ambos 
competente remuneración por este trabajo, en que 
se miraba interesado el real servicio. 

Pasaron en estas cosas como cinco meses, que en 
tamañas distancias es forzoso caminen los nego- 
cios á pasos lentos, y llegado por Marzo el Oidor á 
Yavi, que es término de la provincia de Tucuman 
h&cia la de los Chichas^ adelantó desde allí al maes- 
tro Sotelo y á Barbosa, mandándoles, entrasen á 
Calchaquí con carta suya para Bohorquez, á quien 
aseguraba le traia el indulto, y que saliendo del 
Valle se le entregarla, donde gustase y señalase. 
Mal partido, para quien tenia tantos motivos por 
que desconfiar, y que apenas se fiarla con el in- 
dulto autorizado en forma : por tanto respondió á 
los mensajeros, que aunque daba entero crédito 
á las palabras de su SS., no estaba su causa en es- 
tado, que debiese esponer su vida sin tener el indul- 
to original, por que con él podria satisfacer á los 
indios, de cuya violencia se pudiera temer, si saliese 
de otra forma, creyendo que solo trataba, de asegu- 
rarse á si, y dejarlos á ellos en peligro. Con 
este mensaje salió Barboza, quedándose al lado de 
Bohorquez el maestro Sotelo. Viose perplejo no sé 
porque el Oidor, que ya habiallegado á Salta, y no 
atreviéndose á determinar por si solo, consultó al 



164 OOITQUISTA DSL BIO DE LA PLATA 

Gobernador, quien tampoco quiso resolver, remitién- 
dole al padre Torreblanca, porque tenia mejor co- 
nocido á Boliorquez. El Padre le certificó que sin el 
indulto original en ninguna manera saldría; lo pri- 
mero por la suma desconfianza, en que vivia el hom- 
bre, y lo segundo porque habiendo entre los indios 
muchos que hablan visto provisiones de la Audien- 
cia con el sello real, mostrándoles el original con 
esas señales satisfaría, de que venían indultados : 
que por tanto fiase el original, pues no se hallaba 
otro medio, por que para precaver la contingencia, 
de que se perdiese, se podría qaedar con una copia 
autorizada. 

Así se ejecutó, y luego que recibió Bohorquez el 
original, le leyó á los indios, é hizo sus demostra- 
ciones, de que los exhortaba á la paz, y obedecía ¿ 
S. M. y acompañado de algunos caciques principa- 
les se puso en camino para Salta, pero siempre tan 
desconfiado del perdón por la conciencia de sos 
enormes delitos, que varias veces estuvo á pique de 
retroceder, aunque otros discurrieren que esos ama- 
gos eran ficciones suyas. Avisado el Oidor de sn 
venida, salió cuatro leguas de la ciudad, escoltado 
de des compañías desoldados, á recibirle; y el Go- 
bernador, no quiso asistir á esta acción por dejarla 
toda al Oidor, sin intervenir en cosa tocante áBo* 
horquez. Al encontrarse, querían disparar los ar- 
cabuces, pero se receló tanto por que algilno no 
ejecutase lo que él tenia merecido que hubo de 
mandar el Oidor no hiciesen salva. A la verdad^ no 






COlfQXnSTA DEL BIO DE LÁ PLATA 165 

faltaron alanos de los mas sentidos por los daños 
recibidos en sns haciendas, que quisiese usar esta 
villanía, dándole un balazo á título de hacerle sal-. 
va, y de hecho lo consultaron con el Gobernador^ 
que, como cristiano y como caballero, los disuadió. 
Dio al Oidor las escusas, que le dictó su sagacidad 
y entró en Salta al lado del Oidor; se encaminaron 
á la iglesia Matriz á dar gracias á Nuestro Señor, 
y á hacer oración; pero el maestro don Juan Iba- 
ñez de Avila, cura rector y vicario eclesiástico, le 
cerró las puertas, dicieu.do, no las habria á un pú- 
blico descomulgado por Incendiario, que había que- 
mado las iglesias, y cometido tamaños sacrilegios 
en la profanación, y robos de las cosas sagradas. 
Conocida la razón del vicario, llevó el Oidor á 
Bohorquez á su casa, donde le tuvo con guardias 
todo el tiempo que allí se detuvo. 

Kecelábanse los que conocían á Bohorquez y & 
los cálchaquíes del modo con que estos quedarían, 
y de las amonestaciones secretas, que les habria 
hecho; y con efecto el maestro Sotelo volvía con 
poca satisfacción así déla sinceridad de Bohorquez^ 
como de Ta disposición de los cálchaquíes, y para 
precayer los daños inminentes, á ruego de personas 
celosas, dio aviso con claridad al Gobernador, quien 
requirió al Oidor se detuviese en la Provincia, hasta 
dar asiento á las cosas del Valle, por ^ue habia 
fundamento para creer querían tomar las armas, y 
que no les habia hablado Bohorquez como convenia¿ 
f : lo cual seria bien, antas de alejar á este, redu» 

TOK. T 18 



169 COUQUISTA DEL RIO DK Ll PLITÁ 

cirios á la debida obediencia, entendiendo en ello 
sa señor ia, qne teniendo al preso en su poder, lo con- 
seguiria mas fácilmente; pero no se le podia hablar 
sobre este punto al Oidor, de quien todo el anhelo 
era salir con Bohorquez del Tucuman, por llevarse 
esta gloria, según decian unos, y se quejó siempre 
de su acelerada partida el Gobernador, y otros ana* 
dian, era, por ir cuanto antes 4 tomar posesión de 
la plaza de oidor de Lima, en que estaba provisto^ 
y si este era el motivo de su aceleración, se le 
fustró del todo, por que al llegar al Cuzco le der- 
ribó una muía, de cuya caida se le originó la muer- 
te, antes de entrar en posesión del empleo. Tampo- 
co el maestro S ótelo gozó el premio de sus fati- 
gas, que fué un pingüe beneficio de Potosí con tres 
mil ducados de renta, porque luego murió. Kí fué 
mejor librado Barbosa, por que dándole por remu- 
neración una cédula de treinta indios para la labor 
de una mina de Potosí, se la pusieron á pleito, 
y no los pudo lograr. Si por anticiparse el goce 
de estos premios concurrieron ambos en la acele- 
rada partida del Oidor, que se discurría perjudicial 
al bien público, poco les valió su industria, no pu- 
dieodo disfrutar las conveniencias por que anhe- 
laban, como sucede muchas veces para desengaño 
de las esperanzas humanas, cuyo logro ae desvane- 
ce cuando mas segura parece su posesión. 

Pero volviendo á Bohorquez, este alcanzó del Oi- 
dor le permitiese despedirse en público de los ca- 
ciques, para cuya función se levantó en la plaza 



COlfQüíaTA DEL KIO DE LA PLATA 167 

de Salta an tablado en frente de las casas del 
Ayuntamiento, donde los exhortó con su ordinaria 
energia, á mantener la paz con los españoles, añus- 
que no faltó quien le entendió, como se debia, todo 
al revés , según comprobaron los efectos. Con esta 
aparente ceremonia se fueron los caciques de la ciu« 
dad, j Bohorquez se retiró á su clausura, la casa 
del Oidor, quien partiéndose para Potosí el dia 5 
de Abril de 1659, á los veinte dias de su entrada en 
Salta, entregó su persona á un oficial de la primera 
confianza, 6ual era el maestre de campo don Pablo 
Bernárdez de Ovando, bien contra la voluntad de 
Boborquez, quien no quisiera por guarda suya, per- 
sona tan autorizada. Diósele orden, que no entrase 
en Potosí; ni pasase á su vista, sino que llegase con 
¿1 mas alia de aquella Imperial Villa, y recibiendo la' 
nueva guardia^ que se le daria, le condujese basta 
Lima, donde según el indulto, y condiciones que se 
le prescribian, podria andar libre ; pero recayó por 
el camino en un nuevo crimen de traición, y el hos* 
pedaje fué, por orden del Virey, en la cárcel de Cor- 
te, donde no cabiendo su genio bullicioso intento 
dos veces bacer fuga, y la una lo consiguió, aunque 
presto fué descubierto por indicios, y se le estrechó' 
la prisión, encerrándole en un calabozo. 

Aun allí, cargado de cadenas, tuvo libertad para 
maquinar novedades perniciosas. Parece increíble 
y fué realidad, pues halló modo y traza, para hacer 
conspiración con unos calchaquíes, quienes descu- 
biertos pagaron su delito con la vida, siendo ahor- 



168 CQVQUIBTA DEL RIO DB LA PLATA 

cadoft, y sus cabezas colgadas en la pnente de Lima, 
para escarmiento. Impaciente de sa larga prisión, y 
ansioso por la libertad^ de qne tantos anos habia 
abasado^ la intentó conseguir por raro modo, y faé 
disponer, que los calchaquíes se empeñasen en hor- 
rorosas hostilidades contra los españoles, y qne 
ofreciesen alzar de ellas la mano, pactando, qne se 
le diese libertad i su Inga preso ; y no le pareció 
difícil persuadirles esto, por qne tenia noticias cier- 
tas, de que siempre suspiraban por él, y deseaban 
tenerle á su lado, para nueva rebelión. Raro atrac- 
tivo de hombre con unos bárbaros tan nraflos^ y no 
sabiendo su idioma de ellos, ni aun el general del 
Perú, sirviéndose para todo de intérpretes, y con 
todo eso les h&bia penetrado tanto el génio^ y les 
hablaba tan á su placer, que los habia cautivado en 
•u afición, y no. dudarían obrar la cosa mas ardua, 
por servirle y libertarle. 

Para efectuar, pues, su designio, hizo llamar á 
dos hijos, que tenia, uno lejítimo y otro bastardo^ y 
i cada uno le rogó se lastimase de la miseria de 
su suerte, y compadecidos de un padre tan afligido, 
le procurasen aliviar, que seria yendo disimulados 
por el derrotero que él les daria, y entrándose en 
Calchaquí, ejecutasen la sublevación de aquellos 
indios, quienes en sabiendo, eran hijos suyos, luego 
•ín la menor duda les sequirian, j se empefiarian 
f or su libertad. El hijo lejftimo, se escusó de con- 
•urrir á esta maldad, y para estar mas seguro de 
no ser complicado en aquella maraña, se retiró á U 



CONQUISTA DEL BIO DE LA FLITA 



169 



ciadad de Guamanga. £1 bastardo, llamado Fran- 
cisco de Medina Bohorqnez se ofreció á la jornada^ 
dándole su padre una instrucción de propio puño, 
de cnanto debia ejecutar, de quienes se debia valer, 
y del modo de conseguir su designio, y armado con 
ella llegó por estravios á Salta, de donde se enca- 
minó al pueblo de Cachi, que estaba situado á la en- 
trada de Calchaquíy y habló á don Bartolomé, su 
curaca, que habia sido el instrumento principal de 
quien su padre se valía para la sublevación de los 
pulares : manifestóle el ánimo que traia, y la ins- 
tracción del falso Inga, pidiéndole cooperase con 
la fineza^ que antes, á una cosa que tanto miraba á 
su servicio ; mas el curaca tan fiel vasallo ahora 
como primero habia sido traidor^ le entretuvo con 
buenas palabras, hasta dar aviso secreto de todo al 
maestre de campo Juan Martínez de Iriarte go- 
bernador de las armas de aquellas frontera, y te - 
niente general de la ciudad de Salta, quien le hizo 
prender el dia antes, que se hubiese de poner en 
camino, y entrar á Calcbaquí. 

Llevado á Salta confesó de plano la traición, y 
entregó la instrucción original de letra de su padre: 
con que el teniente Iriarte tuvo poco que hacer en 
sustanciar la causa, condenándole á muerte de horca, 
yá ser hecho cuartos, que se pusieran enloscaminot 
de Calchaquf, como se ejecutó puntualmente el aSo 
de 1664. Sabida esta noticia por don José Martines 
de Salazar, presidente de la Real Audiencia de Bne* 
nos Airei y por loa oidores, parece qaisieron col- 



170 CONQUISTA DEL BIO DE LA PLATA 

par al Teniente, diciendo^ debia haberlo remitido á 
Aquel Tribunal; pero don Alonso Mercado que aca- 
baba de gobernar la provincia del Rio de la Plata, 
y se Ifóllaba todavía en Buenos Aires, volvió por 
Iriarte, representando el acierto de haberle luego 
ajusticiado, por el riesgo de que en tanta distancia 
hiciese fuga, y que en ninguna parte se podia haber 
ejecutado mejor aquel castigo, que á vista de los in- 
dios á quienes pretendía sublevar, para que fuese 
mas eficaz el escarmiento, siendo cierto que obra 
con mayor actividad en los ánimos lo que entra por 
los ojos, que la noticia recibida por los oidos. Del 
mismo sentir fué el Virey, que ya era el conde de 
Santistevan, y aprobó lo hecho por el Teniente, 
mandando al mismo tiempo prender en Guamanga, 
al hijo lejítimo de Bohorquez, y llevarlo preso á la 
cárcel de la ciudad de Lima, para que no pudiese 
tener inteligencia con su padre^ ni servirle de ins- 
Irumeuto, si por ventura le faltase la constancia. 

No parece podia llegar á mas el cúmulo de las 
maldades de este hombre, digno no de una, sino de 
mochas muertes, por tan repetidos delitos y de tai 
jbamaño ; por lo cual causa justa admiración ver^ 
qae un ministro tan sabio y justo, cual fué sin con- 
troversia el conde de Santiatevan, reparase ó pu- 
liese duda en darle la pena merecida, porque vo- 
ceaba el común escarmiento, pues es cierto que el 
üidnlto concedido por su antecesor, nada le apro*- 
▼echaba, y mas admira que propusiese rseria oon- 
Toniente desterrar á este hombre fuera de este rei- 



C05QUISTA DEL RIO DE LÁ PIíATA 



171 



no, para que las Indias quedasen sin el recelo que 
debian causar siempre sus cavilaciones, como si no 
se viniera á los ojos que para eso el medio mas 
seguro era quitarlo de en medio, imponiéndole la 
pena de muerte, de que era digno. Algo también 
acerca de esta poca seguridad de guardar acá su 
persona insinuó á S. M. el mencionado virey en la 
carta que escribió consultando lo que hacia con 
Boliorquez, y se le estrañó este recelo con otras 
cosas que se verán en la copia de la real cédula, que 
en respuesta de la carta despachó á S. E., la Reina 
Madre doña Mariana de Austria, que gobernaba ya 
estos reinos, en la menor edad del señor Carlos IL 
y decia así. 

■ La Keina Gobernadora, Conde de Santistevan, 
pariente, del Consejo de Guerra, Virey, Goberna- 
dor y Capitán General de la provincia del Perú. 
Hase recibido vuestra carta de 16 de Noviembre 
del año pasado de 1664, en que me dais cuenta que 
don Pedro Bohorquez, preso en la cárcel de Corte 
de esa ciudad, habia enviado á un hijo suyo mes- 
tizo, con instrucciones á la provincia de Tucuman 
á solevar de nuevo á los indios calchaquíes, y de 
haberle preso el teniente general de la ciudad de 
Salta, convencido y ajusticiado, con cuya noti- 
cia os pareció preciso mandar prender á otro hijo 
que tenia en Guamanga, y llevarlo preso á la car* 
cel de esa ciadad, donde quedaba por evitar se 
comunicase con su padre^ que hizo fuga de la cár- 
cel de corte, con aviso de lo «ucedido, y que 



u 



172 OOVQUISTÁ D£L BIO DB hk FLÁTA 

quedaba redacido á ella, por haberse hallado en la 
parte donde se ocultó. Y referís, qae por el Fiscal 
de la Andieneia de esa ciudad, fué nuevamente 
acusado don Pedro Bohorquez de estos delitos y 
acumulada á la causa antigua, citados para su 
defensa el abogado y procurador, que pidiá, hasta 
ponerla en estado de sentencia, si bien todavía 
pareció sobreser en ella hasta que yo mandase 
lo que fuese de mi mayor servicio. Y referís la 
orden y forma en que lo teníais preso para la ma* 
yor seguridad que tenia la cárcel de corte, y que 
aunque estando don Pedro Bohorquez en la pri- 
sión, sacándolo de ese reino se impedia el que 
no volviese á incorporarse con los indios cal- 
chaquíes, que os aseguraban, le deseaban tener 
otra vez para amparo de su inobediencia, os habla 
parecido informarme de todas estas circunstan- 
cías, para que con conocimiento de ellas, man- 
dase resolver lo que tuviese por mas conveniente. 
Y habiéndose visto en el Consejo de las Indias, 
ha parecido deciros, que habiendo cometido este 
hombre nuevo delito y tan grave como se rece* 
noce, para hacer justicia de él, según se hizo de 
su hijo, no se sabe porque no se haya ejecutado; 
y si tuvisteis motivos para suspenderlos hasta 
dai* cuenta de ello en el dicho Consejo, debisteis 
hacerlo remitiendo los autos, pues, sin ellos, solo 
por una carta bien se vé que no se puede proveer 
de remedio, ni tomar ninguna resolución. Por lo 
cual se ha estrafiado la supension y esta forma 



COITQÜIBTÁ DEL BlO DB LÁ PLATA 



173 



de participarlo cuando allá teniais Acaerdo, y 
Audiencia^ con quien lo podías determinar. Y así, 
08 mando obréis conforme á justicia y gobierno, 
lo que fuere de mi mayor servicio. Y también ha 
hecho mucha novedad lo que decis de la poca 
seguridad de la cárcel^ y que la habia quebran- 
tado por esta razón, pues en una ciudad como esa, 
en donde asiste la principal Audiencia áe ese rei- 
no, no parece podrá haber semejante falta, pues 
es cosa que toca en la buena administración de 
justicia. De Madrid á 3 de Diciembre de 1665 
anos. Yo la Reina. Por mandado de S. M., don 
Juan del Solar. 
Cuando esta cédula llegó á Lima habia ya pasa- 
do esta vida el conde Santistevan, y gobernaba 
estos reinos del Perú, aquella Real Audiencia y su 
presidente como oidor mas antiguo, el licenciado 
don Bernardo de Iturrizarra, quien dispuso, se con- 
cluyese de una vez causa tan prolija, que vista con 
la conveniente madurez se fulminó contra el reo 
sentencia de muerte, cuya copia quero poner por- 
que es un breve compendio de la vida de este tirano, 
por el cual se comprueba lo que queda referido* 
Decía, pues, así: 
^^ En la causa criminal, que de oficio de la Real 
Justicia, y por parte del señor Fiscal se ha se- 
guido en este Reino, contra don Pedro Bohor* 
quez preso en la cárcel Real de Corte, sobre los 
delitos que cometió en las conquistas de indios 
infieles, que están en la otra parte del rio Mará* 



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li 



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174 CONQUISTA DKL RIO DK Ll FLÁTJL 

^^ fiou, robando á los indios, que estaban de paz^ 

^^ sus sementeras y ganados, estrupando á sus hijas 

^^ y quitando las mujeres á sus maridos, y hecho 

" dar garrote á un cacique, y á otro tormento, y por 

" haber quebrantado el destierro, que se le impuso 

" en el presidio de Valdivia, y salido de él á alte- 

" rar los indios calchaquíes de la provin»:ia de Tu- 

" cuman, confederándose con ellos, intitulándose 

" Inga, diciéndoles que era su Rey y Señor natural, 

'* á quien pertenecían estos reinos, y que había ido 

" á libertarlos de la opresión de los españoles, vis- 

'' tiéndose de las vestiduras de indio, y hecho, que 

" los indios peleasen entres batallas de que resultó 

" haber muerto algunos españoles, y demás delitos 

" que cometiój y cartas indecentes^ que escribió 

^' contra personas eclesiásticas, y después de haber 

** salido del Valle de Calchaqu/, haber pretendido 

" hacer fuga, y dicho habia dejado dos corolas, y 

" que todos los indios de Potosí estaban á su obe- 

'^ dieucia, y haber enviado desde la cárcel Real de 

'' esta Corte al dicho Valle de los Calchaquíes á 

" Francisco deMedina Bohorquez, su hijo, y dádole 

^' una instrucción para que sublevase los ánimos 

^^ de aquellos indios^ de que resultó haberse hecho 

^^ justicia de él en la dicha provincia de Tucuman^ 

'' habiendo confesado su delito; y haber así mismo 

'^ dado otra instrucción á otro hijo para el mismo 

'* efecto, de que no quiso usar, y después de lo re- 

^' ferido^ hecho fuga de esta cárcel Real de Corte 

*^ el dicho don Pedro Bohorquez, valiéndose para 



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4i 
41 



CONQUISTA DEL RIO DE LA PLATA 175 

*' ello de diferentes personas, y quemado el calabozo 
** y lo demás dedacido. Fallamos atentos á los méri- 
" tos del proceso, y á la culpa, que de ellos resulta 
** contra el dicho don Pedro Bohorquez, que le debe- 
*' mos condenar y condenamos, á que en la cárcel 
de Corte y prisión donde está, se le dé garrote 
basta que muera naturalmente, y de allí sea sa- 
" cado el cuerpo y puesto en la plaza pública de 
" esta ciudad, donde estará puesta una orea, y en 
ella estará colgado en el tiempo de veinte y cua- 
tro horas, y pasado se le corte la cabeza y se 
" ponga en el arco del puente que mira al barrio 
" de San Lázaro, y en perdimiento de todos sus 
" bienes aplicados á la cámara de S. M., lo cual se 
" ejecute siaembargo de suplicación, ni otro re- 
" curso alguno, y de la calidad del sinembargo. Y 
" por esta, nuestra sentencia definitiva así lo pro- 
** nunciaraos y mandamos con costas. El licenciado 
" don Bernardo de Iturrizarra, doctor don Barto- 
" lomé de Salazar, don Pedro Gonzales de Gue- 
^ mes, don Bernardo de Velazco, don Diego Cristó- 
" bal Messia, pronunciada en los Reyes á 3 de Di- 
" ciembre de 1666." 

Tardóse todavía un mes en darse ejecución á 
esta sentencia, quizá porque siempre se recelarla 
algún tumulto de parte de los indios, lo que debió 
también de mover á que la sentencia se ejecutase 
en secreto, disponiendo, para no dejar quejosa á la 
justicia; que ra hiciese después manifiesta eu el 
cadalso, y que para terror de los indios se fijase «n 



I 



176 COITQÜISTA BEL RIO DB LÁ PLATA 

cabeza, donde pudiese ser vista desde el barrio de 
San Lázaro^ que es donde viven dichos indios, d 
quienes muerta, hablase una verdad que nunca supo 
decir en vida, y es que semejante paradero tienen 
los traidores á su rey y señor natural, £1 dia 3 
de Enero de 1667, entre diez y once de la noche, 
fueron á la cárcel un oidor y escribano, un sacer- 
dote y el verdugo^ é intimada la sentencia se le dijo, 
que solo una hora se le daba de término, medida 
por ampolleta que para el efecto llevaban ; que la 
aprovechase bien, disponiendo su conciencia, que 
pasada la hora, infaliblemente se le quitaria la vida. 
Alteróse no poco, pero desengañado de que sin re- 
medio se cumplirla la sentencia en aquel breve tér- 
mino, trató de confesarse y resignarse en la divina 
voluntad, recibiendo la muerte, después de la cual 
se ejecutó con su cadáver lo que estaba decretado, 
poniendo la cabeza en el arco del puente entre las 
de los otros caciques justiciados poco antes. Asi 
acabó la pertinacia de este hombre, que aspiró am- 
bicioso á no menor empresa que la de coronarse rey 
de las Indias. Este paradero, tuvieron sus raras 
astucias y marañas, dirigidas todas á valer lúaa, y 
ser mas, pero erró el medio que fué fingirse indio^ 
cuando los indios son en Indias los que menos va- 
len. ¡Raro capricho de hombre! Indios que quieraa 
pasar y venderse por españoles, se ven mas de una 
vez en América; pero español que se haya querido 
como degradar de su nación y venderse indio, no 
8é| haya habido otro que Bohorquez, y como fué 



CONQUISTA DBL RIO 0E LA PLATA 177 

estra vagante y descabellado en esta idea, as{ lo fué 
en sus operaciones infames. ¡Dichoso él, si en el 
breve tiempo que se le dio para disponerse, lloró de 
\50razon el cúmulo de sus maldades! 

Aquí es bien, antes de concluir la relación de 
de sus cosas, dejar advertido el engaño que pade- 
ció el padre Manuel Rodríguez en su Historia del 
ifarañon y Amazonas, libro seis, capítulo cuatro, 
porque otros no se engañen con su autoridad, y 
esta no perjudique á lo que dejamos escrito, porque 
escribe que don Pedro Bohorquez, dio en introducir- 
se por Inga en Galchaqui desde el año de 1659 en 
adelante, y consiguiente á este yerro, cómele otro 
en su índice cronofógico Peruano que trafe al fin 
de dicha historia, diciendo, fué preso y remitido á 
Lima el año de 1667, y en esto le siguió el licencia- 
do Vicente José Miguel, en las adicciones á las Ta- 
blas cronológicas del padre Claudio Clemente, pá- 
gina 195^ añadiendo la circunstancia de que fué re- 
tnitido al conde de LemuSj virey^ la cual es igual- 
mente falsa ; porque este esclarecidísimo virey, se 
hallaba todavía en Portobelo, viniendo de España á 
su vireynato el dia 19 de Junio de 1667 como consta 
de la carta S. E. que registra el padre Buendia en 
la vida del apostólico padre Francisco del Castillo, 
libro 5, capítulo 20, ni aun entró á la posesión de su 
gobierno en Lima hasta 21 de Noviembre de este 
ano, como escribe con puntuales noticias el erudi- 
tísimo y sapientísimo doctor don Pedro Peralta de 
Barrioanevo, en la segunda parte de su Lima Fun« 



178 COKQUIBTÁ DBL RIO DE Li. PLATA 

dada. Bohorquez estaba ya sentenciado á muerte 
en 3 de Diciembre de 1666, como consta del tenor 
de su sentencia, y preso ya en la cárcel de corte, y 
sustanciada su prolija y enmarañada causa en 16 
de Koviembre de 1664, como escribió en carta de 
esa fecha el £xmo. señor virey conde de Santiste- 
van, según se anuncia en el real rescripto de la 
señora reina madrC; arriba copiado; luego, mal 
pudo ser preso en Calehaquí, ni remitido á Lima el 
año de 1667, ni menos al señor conde de Lemus. 

Que no empezase su alzamiento y usurpación ddl 
título de Inga desde el año de 1659, sino desde el de 
1657 como dejo dicho, es también claro, con lo que 
se demuestra por las cartas del padre Eugenio 
SanchO; superior de los misioneros jusuitas de Cal- 
chaqui, del gobernador don Alonso Mercado, del 
padre provincial Francisco Vasquez de la Mota^ 
y del ilustrísimo señor don fray Melchor Maído- 
nado, cuyas copias exhibí en los capítulos segundo 
y tercero de este libro y son sus fechas de 19 de 
Abril, 21 de Agosto, 10 y 20 de Setiembre de 1657. 
Asi que ese año, fué el principio de sus enredos en 
Calchaquí, y su salida de este Valle y remisión á 
Lima al virey conde de Aiva, el año de 1659, ha- 
biendo vivido en Calchaquí solos dos años, y gozado 
aun menos de su fantástica soberanía, á que dando 
ciego créditülos bárbaros calchaquíes, le tomó Dios 
por instrumento para castigar la protervia obsti- 
nada de aquella barbarísima é indómita nación en 
abrazar la fe, que tantos años]se les predicó, porque 



OOirQUlSTA DBL BIO DK Ll PLATA 179 

por SUS inducioQ63 se portaron tan insolentes, que 
fué preciso manejar las armas para su redacción, y 
no se llegaron á embainar hasta dejarla desnaturali- 
zada de su patria, y muy consumida, como empeza- 
remos á ver desde el capítulo que se sigue. 



CxVPiTULO vm. 



CoBftifuen los yeeinosde la Sioja con su prontitod, qne nmehoi pnt- 
bloft de so jariidiceion no se declaren por loi rebeldes; entras 
lai armas eiponolag por dos partes del Talle de Calehaqnf, j 
rendidos los naturales en sangrientas batallas traen á nneitra 
amistad las pareialidades poderosas de Tolombones y Paceioeni^ 
con enya ayuda conquistan hasta la;raya de ios (luilmes,y r do> 
termina la salida del Talle, sacando las parcialidades rendidu 
i poblarse en la comarca de las ciudades de la proTineia pan. 
tenerlu mu sujetas. 




udiérílSb juzgar con razón, que sacado el in- 
trüso^Inga del valle de Calchaquí cesarían las in- 
quietudes de aquellos bárbaros, y los cuidados del 
gobernador don Alonso Mercado, y asi se lo pu- 
diera prometer la confianza de quién no tuviese co- 
nocido el genio de aquel hombre doblado y traidor; 
pero no fué así, porque procedió con poca sinceri- 
dad, y aunque en lo público les exhortó á la paz y 
obediencia por cumplir con los españoles, pero ea 
secreto trató con prefieses que hicieron entrar en 
sospechas, y mostró tan mal ¿niíño, que conocién* 
dolo bien el maestro don Diego Sotelo, que estuvo 
4 tu lado hasta la última despedida del Valle, fué 



COKQÜÍSTA DEL BIO DE Ll FLITÁ 181 

sejado de persona celosa^diese parte al Gobernador 
para la prevención, y cautela. 

No &c descuidaba este, porque las propias espe- 
riencias le habían hecho cauto y avisado en esta 
materia, y aun habiendo regado Bohorquezpor las 
treguas y consedídoselas, habia atendido solícito 
á los aprestos militares convenientes, negociando 
con el Virey le despachase los socorros necesarios 
para la guerra inminente, y S. E., que estaba bien 
enterado de la necesidad por los informes del Obis- 
po, Cabildo Eclesiástico y otras personas de auto- 
ridad, acudió con prontitud al reparo, despachando 
libranza á las cajas reales de Potosí, para que los 
oficiales reales remitiesen luego arnKis, municiones 
y dinero, asi para las pagas, como para la compra 
de bastimentos, y aun para efectuar mejor la capi- 
tulación de los indios, antes que saliese Bohorquez, 
habia sido prudente disposición del señor Virey, 
que seles ostentase fuerza de nrhias, para quemas 
fácilmente abrazasen la paz; que si en todas nacio- 
nes facilita mucho los ajustes ver armado y pode- 
roso al enemigo, á los indios los acobarda el recono- 
cer semejante fuerza, y obliga á desistir de los mas 
perjudiciales designios, por mas empeñados que se 
hallen, como se habia echado bien de ver en este 
mismo alzamiento, por la frontera de la Rioja, donde 
se supo estar animados los indios mas belicosos, y 
aun los mas domésticos, y haber pactado con el 
tirano, que matarían á todos los españoles del valle 
de Famatina, y se declararían á favor del Inga^ 

TOM. V 13 



182 GOKQÜISTA DEL BIO DB LA PLáTÁ 

quien para mantener su rebelión les enviaría so- 
corro do indios del valle de CalcLaquí, como de los 
de la ciudad de Londres, á todos los cuales acaudi- 
llarla el mestizo Luis Henriquez, y liarian invasión 
en la ciudad de la Rioja, la cual asolada por la poca 
prevención en lo impensado del caso, se dejarían 
caer sobre la ciudad de Londres, que conu> menos 
fuerte, resistiría menos, y quedarían dueños de todo. 
Supo toda la conjuración una tarde á las Ave- 
Marías, don Diego de Herrera y Guzman, teniente 
de gobernador en la Rioja, y convocó al punto á 
todos los oficiales militares, con quienes consultó 
que arbitrio seria mejor para impedir el alzamiento 
de dicho valle de Famatina, y todos resolvieron ser 
el mas eficaz medio salir prontamente con la mayor 
fuerza posible, antes que se acabasen de declarar, 
porque, si reconocían prevenidos á los españoles, 
no tendrían ánimo, para hacer la menor demostra- 
ción á favor del rebelde, cuando una vez declarados 
seria muy costosa su reducción. Siguióse este pa- 
recer: dejóse la gente suficiente para defensa de la 
ciudad, y la demás se aprestó á la marcha^ que se 
efectuó á la media noche, después de pertrecharla 
bien de armas y municiones, de que receloso del 
peligro dicho teniente, había con tiempo hecho opor- 
tuna prevención. Determinaron ir derechos al pue- 
blo de Anguínan, y así lo ejecutaron, encaminándose 
por la Cuesta y Cordillera, donde se puso la dili- 
gencia conveniente para la seguridad de la marcha, 
y que les cogiesen de improviso. Así lo consiguió 



CONQUISTA DBL RIO DE LA PLATA 183 

con buen logro de su idea, porque llegando al pue- 
blo dos horas y inedia después de amanecer, causa-^ 
ron tal temor á los indios, que no osaron hacer el 
menor movimiento, ni oponerse á que don Diego de 
Herrera hiciese retirar á todos los indios délos pue- 
blos que estaban adelante de el de Anguinan, como 
se trajeron á todos los caciques ó indios, con sus 
mujeres é hijos, y los sitió en contorno en los para- 
jes que les asignó, donde mandó formar un fuerte, 
de que señoreados los españoles pudiesen amparar 
aquella gente contra los enemigos que trajese Luis 
Henriquez. 

Y para mayor seguridad labró un cubo, que sa- 
liendo buena distancia fuera del fuerte, barriese con 
la mosquetería de sesenta hombres, que en él puso, 
la avenida principal. Ejecutóse esto con grandísima 
brevedad, y bastó para contener á los indios, que 
ninguno por allí se atreviese en la ocasión á decla- 
rarse en favor del tirano, como lo hubieran hecho 
indefectiblemente, á no sentir tamaña actividad. Y 
siéndole forzoso al teniente volverse á la Rioja, á 
cosas del servicio de S. M., para la guerra pre- 
sente, dejó por castellano de aquel presidio al ge- 
neral don Gregorio de Luna y Cárdenas, que se 
mantuvo en él mas de un año, hasta que el goberna- 
dor Mercado hizo su entrada al Valle, como diré, y 
con su valor y vigilancia prosiguió en tener enfre- 
nados á los indios de los pueblos, sin intentar nove- 
dad, por la parte de la Rioja, aunque estaban conju- 
rados: y acudiendo al mismo tiempo al reparo de al 



184 OOKQUISTl. DEL RIO DI tk PLATA 

ciudad de Londres desde la mismaRioja , el maestre 
de campo Gabriel Sarmieuto de Vega, con socorro 
suficiente, se determinó á guarnecer mejor el fuerte 
de Andalgala, que desde ahora llamaron de San 
Pedro de Mercado, con que también á los indios^ 
domésticos de Londres^ se le frustraron totalmente 
las ideas de su alzamiento. Tanto como eso, importa 
en los 8Ucesos.de la guerra la prontitud en prevenir 
'los males y en las de los indios es del todo porque 
caen de ánimo en viendo descubierta su traición. 

Y aunque la alabanza principal se atribuye á 
don Diego de Herrera y á los mencionados oficiales, 
no se puede negar que se le debe también grande á 
los encomenderos, y otras personas principales de 
la Rioja, que con singular prontitud, acudieron ar- 
mados y bien pertrechados, á esta repentina fac- 
ción, en que se estrenó en la milicia un hijo de 
dicho teniente, á quien con ser bien joven, no quiso 
su padre reservar del peligro y él se desempeñó tan 
bien en ella, que al entrar después al Valle, fué- 
nombrado teniente de la misma compañia del Go- 
bernador, y obró con el valor que diremos. 

Siendo, pues, tan necesaria la actividad en los 
aprestos para lograr buen suceso, obró con cuanto 
pudo el Gober.nador en prevenir las milicias de to- 
da la provincia del Tucuman, y pudo juntar mayor 
niimero de gente que en otras ocasiones, por loa 
socorros del Virey, los cuales distribuyó con gran- 
de cuenta y razón, por mano de personas celosas y 
desinteresadas, ofreciendo á cuantos se alistasen la 



COlf QUISTA BEL BIO DE LA. PLA.TA 185 

paga de dos meses adelantada, y que en cada ciu- 
dad quedaría providencia para el sustento de las 
familias de cuantos en esta ocasión militasen, para 
que libres de cuidados se emprendiese la guerra con 
el mayor empeño. Por este medio se consiguió fue-^ 
sen todos gustosos á la campana, y se formaron en 
todas las ciudades muy lucidas compañías, á cargo 
de los mejores y mas prácticos capitanes. Con es- 
tas disposiciones, esperó el Gobernador saliese del 
Valle Bohorquez, y en Salta los caciques principa- 
les ofrecieron, como dijimos,la paz, y para asentarla 
le parecia á don Alonso Mercado, dando crédito á 
esas ofertas, que hallarla poca dificultad, como si 
fuesen aquellos bárbaros tan puntuales en cumplir 
como fáciles en prometer; pero los que penetraban 
mejor el fondo de las materias, y tenian bien conoci- 
do el genio y disposición de ánimo de los calcha- 
quíes, no discurrían tan fácil la empresa, y creían 
seria bien necesaria cualquiera fuerza, una vez que 
en el Valle babia llegado á haber tanta conmoción 
contra los españoles, y que estos hablan de entrar 
armados por el pais, pues seria eso lo mismo que 
tocar alarma á sus recelos, como gente muy uraña, 
suspicaz y desconfiada. 

Solo dudaba el Gobernador, cual tiempo seria 
mas oportuno para entrar al Valle, porque ni conoeia 
el terreno ni sabia la situación de sus pueblos, ni 
las propiedades de la gente,y cuando podria hallarla 
junta, y de todo se informaba de los que le pareció^ 
ron mas prácticos, quienes le persuadían hiciese la 



186 CONQUISTA DEL RIO DE LA. PLATA 

entrada en verano, y no faltaba quien (sin duda por 
lisonjearle) facilitaba la empresa. Pero preguntan- 
do, cometan esperto délas cosas del Valle,al padre 
Hernando Torreblanca, en primer lugar le desenga- 
ñó de la imaginada facilidad, diciéndole fuese per- 
suadido, á que entraba á romper la guerra porque 
según las noticias, coa que se hallaba, dudaba mucho 
que Bohorquez les hubiese en lo secreto dejado otra 
orden sino la de pelear, por mas demostraciones 
de paz que hubiese hecho en lo público; además que 
sin tener tal orden, debia de parte de los calcha- 
quíes recelarse la guerra, porque hallándose com- 
prendidos en el alzamiento, sin haber dado hasta 
ahora satisfacción, estarían muy desconfiados del 
español, y viéndole hollar armado su pais, seria di- 
ficultoso creyesen se entraba solo á entablar la paz, 
persuacion que les movería á resistirse desde el 
principio, y le pondrían ciertamente en presicion de 
usar de la fuerza para sujetarlos á la debida obe- 
diencia; por lo cual debia llevar la prevención nece- 
saria, como si entrase á una conquista en forma. 

El segundo lugar, por lo que mira al tiempo, le 
dijo, que si quería dejar las cosas en el estado que 
se estaban, entrase en verano, como le aconsejaban 
esos prácticos, (ó como acá llaman baqueanos) que 
había consultado, porque entrando en ese tiempo los 
indios con sus hijos y mujeres, se suben á la emi- 
nencia de sus cerros, ínacesíbles á los caballos, allí 
tienen casa, y en sitios prevenidos siembran, aun- 
que poco, fuera de que retiran todavía sus bastimen- 



COIÍQUIS TA DEL RIO DE LA PLATA 187 

tos; conque los españoles se habían de estar en el 
Valle, consumiendo los víveres, sin hallar gente á 
quien reducir, y espuestos á recibir mucho daño, 
porque los indios bajando de noche, les hurtarían 
las muías y caballos, y harian cuanto mal pudiesen, 
y se retirarían de dia á sus asperezas, sin poder ser 
ofendidos. Por tanto, que si se deseaba obrar lo que 
intentaba, el mejor tiempo para la entrada era el 
corazón del invierno, porque aunque los varones 
pudiesen tolerar los rígidos frios de las eminencias 
de sus altísimos cerros, era eso imposible á las mu- 
jeres y niños, por la falta total de leña en aquellos 
páramos, y precisamente hablan de estar en los 
pueblos sino querían perecer, fuera de que por ese 
tiempo, se ocupaban en las cosechas de maiz, y no 
podían retirar los bastimentos. 

Acomodóse á este dictamen el Gobernador, que 
ya por este tiempo miraba con menos ceño á los 
jesnitas, y con el mayor trato que habia tenido con 
los misioneros se habia podido enterar mejor de 
nuestras cosas, y conociendo cuan útiles les serian 
en aquella jornada, hizo grandes instancias al padre 
provincial Simón de Ojeda, para que le concediese 
que los padres Patricio y Torreblanca, le acompa- 
sasen sirviendo de capellanes en el ejército, ale- 
gando en primer lugar el servicio del rey, y en se- 
gundo los buenos sucesos y aciertos que esperaba, 
en la esperiencia de los padres, en la pericia de la 
lengua Calchaquí, y en la benevolencia que les 
profesaban los bárbaros, fuera del gran servicio 



188 C0KQUI8TÁ DEL BIO DS LA FLATA 

que harían á Dios en la aynda espiritual de la mi- 
licia. Siéndola petición tan jnsta, fué forzoso con* 
descender con ella, y asi se señalaron los dichos 
misioneros, para entrar por capellanes al tercio del 
Gobernador, y el padre Eugenio de Sancho faé 
destinado por capellán del tercio de Londres. 

Porque es desaber, que se dispusoentrar al Valle 
por dos partes: por la frontera de Salta y por la de 
Londres, dejando bien guarnecida la frontera deTu- 
cuman á cargo de don Felipe de Arganaraz y Mur- 
guia, á quien, después de haber llenado su obliga- 
ción en la ciudad deSantiago, donde era vecino enco- 
mendero, en el apresto de su milicia á satisfacción 
del Gobernador le encomendó, que cubriese con la 
gente de aquella jurisdicción^ la campaña contra lo 
que pudiesen intentar los tafies y amaychas, pue- 
blos fronterizos de Galchaquí. Para gefe superior 
del tercio de Londres señaló al maestre de campo 
Francisco de Nieva y Castilla, llevando debajo de 
Au comando la gente de la Rioja, y cuatro compa- 
ñías del valle de Catamarca,de que eran capitanes^ 
Estovan de Contreras, Andrés de Ahumada, Fran- 
cisco de Agüero y Alonso Doncel, y este tercio 
debia de entrar al valle de Yocavil, que era el moa 
inmediato á su frontera. El Gobernador dispuso su 
entrada por la quebrada de Escoype, con ánimo de 
unirse con la gente de Londres, y se componia 
BU tercio de las milicias de Santiago, Salta, Esteco 
y Jujuy,y algunos voluntarios de su posición que se 
hallaron enlaprovincia á la sazón, comoun nobiUsi* 



Á 



i 



CONQUISTA DEL RIO DE LA PLATA 189 

mo caballero llamado ¿on Martin de Borja, y don 
Tomás de Acosta y Padilla, hijo del gobernador 
don Gutierre, 

A pocos días de la marcha se alojó el tercio del 
Gobernador en el pueblo de Chicoana, que pertene- 
ce á los pulares^ donde por modo no imaginado, se 
tuvo puntual noticia de los maliciosos designios de 
los calchaquíes, por que de repente llegó á pedir 
audiencia del Gobernador, una esclava del capitán 
Melchor Diaz Zambrano, diciéndole tenia que comu- 
nicarle un negocio importante. Admiró la relación 
en persona de tan vil condición; pero sabiéndose, 
que habia estado cautiva entre los calchaquíes, y 
recobrado ahora su libertad, no se le quiso negarla 
audiencia, por si supiese algo que pudiera dar luz, 
como la dio, y grande; porque examinada del padre 
Torreblanca á quien se lo rogó el Gobernador por 
no ser ladina en lengua castellana, mnuifestó el 
intento de los bárbaros, en que Bohorquezlos dejaba 
bien instruidos, y era que diesen paso franco á los 
españoles hasta la mitad del Valle, donde estaba 
entonces situado el pueblo de Tolombon, y en él los 
sitiasen, y quitasen el agua, como era fácil, y con esta 
trasa los harian perecer; y que los calchaquíes de 
Yocavil, Anguinahao, y todos los quilmes, diesen 
batalla en un puesto ventajoso, á los que entraban 
con Nieva por la frontera de Londres, á quienes 
podrían derrotar, ó al menos matar muchos y que* 
darían dueños de sus despojos. 

Entró en cuidado el Gobernador, con esta noticift, 



190 CONQUISTA DSL RIO DE LA PLATA 

que hizo yerosimil la que hasta entóucea no se Labia 
reparado, y era la salida desde Calchaqní á Salta de 
un cacique llamado don Pablo, quien se habia estado 
en aquella ciudad, y hospedado en casa del propio 
Gobernador, donde se criaba un hijo suyo, y fuese 
por recobrar el hijo, 6 por adquirir por este medio 
las noticias de nuestras disposiciones, se habia 
venido disimulado en compañía del Gobernador, y 
acabó de confirmar la sospecha ver que una jorna- 
da antes de su pueblo de Tolombon, se apartó,y des- 
pidió de los españoles, con pretesto de ir á disponer 
el recibimiento. Admiráronse todos justamente de 
que en la bárbara incapacidad de los indios, cupiese 
el haber sabido entenderse tan bien con la disimu- 
lación de la mayor alevosía, encubriendo con este- 
rioridades de buena fé y correspondencia, el dañado 
ánimo con que estaban, y la convocación general 
que tenían dispuesta, y en que los dejó instruidos 
Bohorquez, acaudillados del mestizo LuisHenri- 
quez, y ausiliados de los pulares sus confinantes; y 
en virtud del aviso de todo, se previno el ejército, 
con la cautela conveniente. 

Quisiera el Gobernador juntarse con el tercio de 
Londres, para estorbar, que solo, tuvieseel encuen- 
tro con los bárbaros; pero no pudo, y hubo de 
entrar á Tolombon, aunque con la cautela, que es 
fácil discurrir; cuando ya llevaba noticia anticipada 
de su riesgo. Al verlos entrar, daba ya el cacique 
don Pablo por conseguido el premio, que se le pro- 
metió, por haber á su parecer penetrado nuestros 



CONQUISTA DEL RIO 0£ LA PLATA 191 

designioB con su traza, y era, que se le había de dar 
por mujer una hija del mestizo Luis Henriquez, 
caudillo entonces de los calcliaquíes, por sustitu- 
ción de Bohorquez. En Tolombon, se acuarteló 
nuestra gente, cubierta con el reparo de ciertos pa- 
rapetos de cuero de toro, que llevaban prevenidos, y 
se plantaban en forma de cubos, desde donde se dis- 
paraba la mosquetería, sin recelo de las flechas, que 
se quedaban clavadas en los cueros. Poco esperaban 
los calchaquíes, que estos reparos les servirían' á los 
españoles, porque neciamente confiados, daban por 
conseguido su designio, y los de Tolombon andaban 
entre los nuestros con especial alegría, porque 
sabiendo hablan peleado esforzadamente los suyos 
con la gente de Nieva, discurrian habrían quedado 
victoriosos, y esperaban el dia siguiente á certi- 
ficarse de que hablan tenido mejor fortuna de la 
que tuvieron, para ejecutar el sitio de los españoles 
en Tolombon, recatando, que no tuviesen la menor 
noticia, del suceso del otro tercio. 

Por esto se logró, que entonces no sitiasen álos 
nuestros, reservándolo para la vuelta, y asi dispu- 
so el Gobernador la marcha á la mañana siguiente, 
muy temprano, con ánimo de alcanzar al pueblo de 
Quilmes, llevando él mismo la vanguardia; pero en 
breve tiempo, la inconstancia de los bárbaros, habla 
mudado resolución; por que no debieron de querer per- 
der la ocasión, y en viendo apartados del rio á los 
españoles, el dia siguiente, que se contabaii 15 de Ju- 
mo, y marchaban para el pueblo de Casalao, dond^ 



192 CO^QUItfTA DEL RIO DE LA TLATA 

gnerian hacer noche, los acometieron de todas par- 
tes, y los cercaron, antes que se pudiese unir la reta- 
guardia, que no llegó á incorporarse hasta la noche: 
pelearon los nuestros con gran valor, y no menos 
los calchaquíes, que pasaban de mil, y se* habian 
aprovechado de un pantano intermedio, para impe- 
dir no les envistiese y desvaratase la caballeria es- 
pañola, y no fué pequeña suerte en aquel repentino 
accidente y rompimiento de la guerra, resistir sin 
pérdida considerable al primer furor de sus armas. 
Procuraron mejorar de sitio los españoles, para que 
la caballeria pudiese obrar, y rompiendo al fin, fue- 
ron seguidos de los bárbaros hasta las cuatro de la 
tarde, que tocaron á recojer, y dieron lugar á que 
llegase á unirse la retaguardia. Hfzose consejo de 
guerra, en que se resolvió dar la vuelta al pueblo de 
Tolombon, porque aunque era el sitio destinado 
por los bárbaros para encerrar á los nuestros, sin 
embargo, después que lo reconocieron, les pareció 
no les seria tan fácil conseguirlo, y en él, hallaban 
las conveniencias de tener forraje abundante, y el 
agua muy á mano, para poderse detener á esperar 
noticias del tercio de Londres, y obrar lo que se 
pudiese, centrales enemigos ya declarados. 

Al volver á Tolombon habian los calchaquíes ar- 
mado una emboscada en la barranca del rio, y sin- 
tiéndola el Gobernador, se adelantó por un estra- 
vio á cojer con la compañía de su guardia, el llano 
de un arenal, con cuya diligencia, logró tomarlos en 
medio, y embistiéndolos por ambas partes, fueron 



CONQUISTA DEL RIO DE LA PLATA 193 

muertos los mas, y entre ellos el cacique don Pablo, 
habiendo sido tal la matanza, que tiñó la sángrelas 
aguas del rio. Algunos sobrevivieron al combate, 
pero tan mal heridos, que presto murieron, y llegán- 
dose el padre Torreblanca á un cacique conocido 
suyo del pueblo de San Carlos, á exhortarle, se dis- 
pusiese á morir como cristiano, no le quiso dar 
oidos, y murió obstinado en su idolatría. Quedó la 
campana poblada de cadáveres troncos, porque se 
les mandó cortar las cabezas, para dejarlas col- 
gadas en el mismo sitio, por escarmiento de los 
demás. 

Este suceso favorable, por lo bien que se dispuso, 
tuvo á los españoles muy poca costa, y habiéndose 
pasado lo mas del dia en esta función, fué forzoso 
alojarse allí cerca, con el regocijo, que se deja con- 
siderar por la feliz victoria; pero la aguaba en par- 
te, la suspensión de noticias del tercio de Londres, 
recelando no le hubiese acontecido alguna desgracia, 
principalmente que se había despachado un indio 
muy práctico con carta para el maestre de campo 
Nieva, el cual tampoco volvia, porque cayendo en 
manos del enemigo, lo mataron como después se 
supo. Al amanecer del dia siguiente, aumentó el 
cuidadO; la sospechosa quietud, que por"todas partes 
se advertía, sin sentirse el menor movimiento, y 
esta suspensión duró muchos días, no pareciendo 
indio alguno, porque se hablan retirado á paraje 
muy oculto, sin que por diferentes diligencias; que 
hicieron algunos destacamentos, lograsen la suerte 



194 COKQXriSTA DEL BIO BB VA TLXTk 

de apresar algnna persona de quien tomar lengaa; 
por lo cual, no siendo conveniente empeñarse en las 
operaciones de la campaña, sin tener noticia del 
tercio de Londres, porque se esponian á no eucon- 
trarse, y malograr lo que juntos podrian obrar, se 
iban con tan larga detención consumiendo los for- 
rajes, que ya no bastaban para cuatro mil cabalga- 
duras, que llevaba este tercio, y propusieron al 
Gobernador los principales capitanes, seria bien 
mudar el Real á la boca de la Quebrada, y aunque 
con sentimiento lo hubo de ejecutar, dejando dos 
emboscadas en aquel paraje, á cargo de Pedro Oli- 
ver, capitán de la compañía de su guardia, porque, 
viendo retirado el ejército, seria muy factible, se 
dejasen ver algunos indios, que poder apresar, para 
informarse de ellos, ó de los designios del enemigo^ 
ó del suceeo del tercio de Londres. 

Ambas cosas se consiguieron por este camino, 
como se deseaba, porque bien presto columbraron á 
lo lejos un ginete, y dejándole acercar, conocieron 
era un cacique del pueblo de Colpes, llamado don 
Lorenzo, que se habia criado con nuestros misione- 
ros en el pueblo de Santa María, y portádose siem- 
pre muy fiel y fino con los españoles, y militando 
ahora con ellos en el tercio de Londres^ se ofreció 
con riesgo de la vida, fiado en un escelente caball0| 
á venir con carta del maestre de campo Nieva, al 
Gobernador, atravesando por sendas incógnitas, el 
pais enemigo. Traido al Real ya entrada la noche, se 
supo como dicho tercio habia tardado en llegar por 



COHQUISTA DEL BIO DE LA PLATA 195 

las repetidas veces que había peleado con los ene- 
migos, á quienes en la primera batalla habla costado 
mucho vencer, porque hablan animosamente enves- 
tido á nuestra caballería é infantería, á cuerpo 
descubierto, y combatido despechados en número 
de mas de mil y quiAieivtoa, el dia 18 de Junio, dos 
después de la victoria del Gobernador^ hasta que 
por fin, fueron derrotados^ y puestos en desecha 
fuga, no habiendo pueblo que no llevase difuntos 
que llorar; aunque se habla visto en manifiesto ries«- 
go de perecer el maestre de campo Nieva, pues ya 
le tenian los bárbaros cercado, y ganado el caballo, 
sin descubrirse resquicio por donde entrar á socor- 
rerle ; pero atrepellando los peligros, el joven don 
Ignacio de Herrera, con valor heroico, envistió á 
lanzadas con el escuadrón enemigo, abrió paso por 
donde penetrando los demás soldados, libraron al ge- 
fe superior; y disputando siempre porfiadamente la 
victoria, por fin se declaró por nuestra parte, con 
muerte de ciento y cuarenta enemigos. Refirió tam- 
bién don Lorenzo, que en los demás pueblos, que 
encontraron en su marcha, hablan esperlmentado 
siempre resistencia, aunque se habla vencido con 
igual felicidad de nuestras armas, y que por fin al 
dia siguiente, llegarían á incorporarse con el [ter- 
cio de su Senoria. 

No cabe en las espresiones de la pluma el rego- 
cij0| que á todos causaron nuevas tan felices, y los 
agradecimientos que se dieron al cacique, aplau- 
diendo su valor y fidelidad, y aquella misma hora 






196 CONQUISTA DEL RIO DE LA VhkIX 

mandó el Gobernador al capitán Oliver, volviese á 
procurar cojer algnnosde loa enemigos, y lo logró, 
haciendo prisionero á Ignacio Esmi, joven calcha- 
quí qae se habiacriado en nuestra Casa en el pueblo 
de San Carlos, y queriendo uno de nuestros solda- 
dos descargarle una cuchillada, se libró gritando, 
era paje, (como acá llaman Qomuninjente á to'dos los 
criados) de los padres misioneros. Traido al real, 
dio noticia del lugar donde se habiati> retirado los 
de Tolombon, y se ofreció á guiar á nuestra gente, 
como lo ejecutó con fidelidad, la que observó des- 
pués inviolablemente con los españoles, desterrán- 
dose de los suyos, y saliendo á vivir en nuestro 
colegio de Salta, donde murió. Llegó puntualmente 
al dia siguiente el tercio de Londres, que fué reci- 
bido con festivas salvas y aplausos de sus victorias, 
y determinó el Gobernador salir luego á la con- 
quista, del pueblo grande de Tolombon, y de el de 
Paccioca que, como tenia guia y gente bastante, lo 
consiguió fácilmente en el primer asalto, haciéndo- 
los á muchos prisioneros, después de porfiada resis- 
tencia, y trayendo á guardar con especial cuidado á 
los mas principales, que eran parientes del cacique 
don Pablo, el que habia sido ya muerto en la em- 
boscada, y la madre y cuñados del cacique Pi- 
vantí. 

Como las mujeres estaban ya en poder del espa- 
ñol, trataron de rendirse los que se habían escapa- 
do del asalto, y al dia siguiente vinieron á nuestro 
real, á entregarse de paz. Al ver estos á sus mujeres 



CONQUISTA DEL KIO DE LA TLATA 197 

presas, se les cubrierou los rostros do vergüenza, 
que aumentó con sus razones la anciana madre 
del cacique Pivánti, tratándoles de cobardes y pre- 
guntándolos con indignación, si en aquello liabian 
parado lao arrojjantes bravatas de caiiüvar y matar 
álos espinales. ^'' EstOj(decia) os afeamos siempre 
lasmujíu-cs,coino'que preveiamos este .-suceso afren- 
toso para nuestra nación; pero vosotros obstinados, 
por dar crcdito neciamente á promcsa:i fantiisticas, 
despreciasteis- nuestros consejos, y os empeñasteis 
en seguir vuestro errado dictamen. Auu:.d, cobardes 
que ju,i¿í amonte pagáis aliora vuestra l.ca presun- 
cioíi, y os halláis corridos, y avcr¿'onzados, por 
haber querido trocar la paa y sociego que gozabais, 
por las contiujencias y peligros de la guerra, que 
os ha salulo tan costosa y afrentosa á vuestra re- 
putación, viéndoos en el abatimicuto T.e rendidos. 
Indignos sois del nombre de calcbaquxOo, acreditn- 
dos siempre en todas edades de valer v^sos, has. a 
•que viles habéis hecho que pierden esa opinión glo- 
riosa, portándoos tan afeminados, que hemos llegado 
nosotras, á ser escarnio de los españoles. Si así ha- 
bia de ser: ¿Porqué no nos entregasteis las armas 
y cojisteis las ruecas, que nosotras os hubiésemos 
defendido de este ultraje, que padecemos ? Habéis 
dejenerado vilmente del valor de vuestros mayores, 
y en adelante sabremos cuan poco debemos fiar de 
vuestra alrrogancia, si recobrgjBOS la libertad per- 
dida." 
Con estas y otras sentidas razones, los llenó 

TOH, T 14 



198 CONQUISTA DEL RIO DE LA PLATA 

aquella india de mayor confusión^ j ellos sintiendo 
yivísimamente la prisión de los suyos, rogaban ins- 
tantemente, aunque con grande sumisión, al Gober- 
nador, los pusiese en libertad, que seríalo mismo 
que dejarlos cautivos voluntarios del español, segua 
la finesa con que ofrecían servirle en adelante, sia 
abandonar jamás su amistad, y seguir constantes 
su partido contra cualquier enemigo. Respondióle 
sagaz que les daría gusto, como ejecutoriasen antea 
con las obras la verdad de sus ofertas, pues era 
fácil en la ocasión en que estaba declarada la 
guerra contra toda la nación: que de los demás 
ueblos enemigos, cautivasen otras tantas personas 
cuantas eran las suyas prisioneras cojidas en el 
asalto, y las trajesen al real, y entonces certificado 
con esa demostración, de que eran de veras enemi- 
gos de los enemigos nuestros, podría darles crédito 
sin recelo, y les entregaría á los suyos que teníamos 
en nuestro poder. ¡Bella traza sin duda, para desha- 
cer y romper la alianza que tolombones y paccio- 
cas tenían con el resto de la nación! Hubieron de 
aceptar el partido, y lo cumplieron puntuales como 
también el Gobernador por su parte, la entrega de 
los prisioneros, con la condición que les previno, 
que para los mas principales, no se había de hacer 
el canje, pieza por pieza, sino mayor número^ según 
la calidad del prisionero. Declaráronse paes, desde 
entonces tolombones y pacciocas por amigos del 
español, viéndose ya forzados á serlo por su propia 
conveniencia, pues ofendidos los demás pueblos 



COKQÜlSTA DEL RIO DB LA PLATA 199 

de sus presas, se hallaban en necesidad de buscar 
amparo en nuestras armas. 

Teniendo ya el Gobernador indios amigos, y re- 
ducido el pueblo mayor deCalcbaquí,á quienseguia 
en las armas lo restante del Valle, perteneciente á 
la jurisdicción de Salta y los pulares, se siguieron 
dos efectos de grande consecuencia para nuestras 
armas, y bien público de la provincia. El primero, 
que pueblos enteros se venian á dar la paz, rendi- 
dos á la voluntad del Gobernador, quien los admi- 
tía cariñoso, con la condición de que habian de 
abandonar el Valle, y reducirse á pueblos en el 
de Salta, y en esto llevaba la mira, á que mas suje- 
tos allí al español, se facilitaria su conversión á 
nuestra santa Fé, por medio délos curas, que á cada 
pueblo se babian de señalar, y estarían mas lejos 
de intentar nuevo alzamiento, pues tendrian sobre 
SÍ las armas españolas, al menor rumor, y se les 
amenazaba, que de proceder menos leales, serian 
repartidos por piezas á particulares, como también 
en caso, que no queriendo aceptar esta condición, 
diesen lugar á que se les conquistasen á fuerza de 
armas. Aceptáronla los mas de los pueblos, sino 
es el de Hualfin que se resistió obstinado, y fué 
forzoso sitiarle, y rendirle por asalto. Y en esto» 
tratados es imponderable el trabajo que pasaban 
los tres misioneros jesuítas, porque eran los únicos 
intérpretes, para proponerles y hacerles capaces de 
las conveniencias, que interesaban en nuestra amis- 
tad y protección, como de los inconvenientes de di- 



\ 200 CONQUISTA DEL RIO DE LA TLXTA 

siparsí^ sus pueblos sino se allanaban á salir. Y á 
los indios, les sirvieron lo^ miomos padres de sin- 
gular alivio, intcrprni.'ud. .se con el Gobernador 
para que otorgase la gracia, de que á ningnn indio, 
aun de los rne se hicicocn prisioneros, se le die^e 
el caí^'igo de cortarlo > el cal)dlo,nzotarlos>^ de^gar- , 
roñarles, como se observó pun^uahrente. Bastába- 
les illos mi icrablcs el sen.:ibi'ísimo trabajo de abaii- 
drnar el nativo suelo, á qr.e los indios sobre todas 
las naciones del orbe, tienen particular, y aun incrci- 
ble amor y añcion, de ^'leite que, aunque sea la 
breña ñas inculta, no la'tro^ara por la ciudad ma? 
popul')^:a.y opulenta: ¿Pues que seria ahora, haber 
de desterrarse por fuerza? El ^^.^gnndo efecto, que se 
siguió á la pacificación de Tolombon,fué la comodi- 
dad de poder hacer crrrerias r.l enemigo, empeñando 
á nuestros am^'gos nuevo >. á qne peleasen con Irs 
quilmes, yocaviles y ang:ii:r.liao3, queeran los mas 
rebeldes, y por este medio scafi:nizaba mejoría paz, 
y se aseguraban mejor los conquistados. 

F'ado jnies, en la aivistívl de los nuevos aliadcs, 
movió el Gobernador .sus rc:^Ie^^, y pasó á la raya de 
lüsquilmesenCulalahao, de donde salianlcs tolom- 
bonesy pacciocas, con la comodidad de bastimentos, 
y hacían mucho daño alenemigo, cubiertos del espa- 
ñol, que gozaba aquí de abundante forraje, y otras 
conveniencias. Pero nó por los trabajos que pade- 
cían los rebeldes, se rindieron^ ni quisieron venir á 
partido alguno, y determinando el Gobernador salir 
de una vez de la molesta pesadumbre que padecía 



CONQUISTA DEL RIO DE LA PLATA 201 

la provincia, desde sa primera conquista, con aquel 
gentío, inclinó los pareceres de sus capitanes á la 
resolución de buscarle en lo fragoso de su serranía, 
asaltando sus angosturas y quebradas, y adelan- 
tando el valor y operaciones de los españoles, á lo 
que en las guerras pasada?j pareció siempre impo- 
sible. Este empeño ayudado por accidente, dv3 la 
conveniencia grande de hallarse con las nieves, cerra- 
do el paso de las curabres,é imposibilitada por esta 
causa la fuga de la chusma de mujeres y niSos, tuvo 
éxito favorable, y mas viendo rendidos y aun ami- 
gos nuestros á los tolombones, que eran los mas ani- 
mosos del Valle y sus fronteras^. porque seguido?, 
donde no pensaban ser buscados, y hecha de parte 
del español costumbre la temeridad de subir las 
armas á los mas altos precipicios de las montañas, 
se fueron muchos entregando, y se llegó á avanzar la 
conquista, hasta donde no quedaban ya por sujetar 
sino ocho leguas, de las treinta y cinco que tiene 
todo el Valle, y el designio del Gobernador, era de- 
jarlo todo allanado, sin sacar ó retirar las armas, 
hasta que todos quedasen obedientes á nuestro do- 
minio; pero un accidente bien tenue, bastó á desba- 
ratar sus bien meditadas ideas. 
. Porque empeñándose los quilmes mas que los de- 
más en la resistencia, se arrojaron á disputar el 
paso á los vencedores, y atajar el curso de sus vic- 
torias, arrestándose con obstinado ardor á esta, que 
en las circunstancias parecía temeridad ¡peroles sa- 
lió felizmente,por los accidentes que se fueroneslabo- 



202 C05QÜISTA DEL BIO DE LA PLATA 

uando^ unos con otros, á su favor. Fué el caso que 
hecho consejo de guerra se resolvió dar asalto á su 
pueblo, y repartidas las órdenes, se reconoció en la 
ejecución notable resistencia de parte de los defen- 
sores, por haber sido acometidos contra el dictamen 
del Gobernador, por parte muy peligrosa y defensi- 
ble. Mandóse retirar nuestra gente para disponer 
en mejor forma el asalto, pero trece españoles se 
hablan empeñado tanto, que no oyeron la señal, y 
peleando sin el ausilio de los demás, perecieron las- 
timosamente á manos de los quilmes, sin poder ya 
ser socorridos. Este caso, entibió notablemente los 
ánimos de nuestro ejército, que ya había persevera- 
do cuatro meses en campaña, y se empezó á reco- 
nocer un gran deseo de retirarse del Valle; repugná- 
balo el Gobernador, alentándolos á proseguir la 
empresa hasta el fin, sin mostrar cobardía, pero en 
nada aprovechaba su diligencia, antes la repugnan- 
cia llegaba ya á tener visos de motin^ sin haber 
modo de persuadh'les intentasen segunda vez el 
asalto, y por ver si podia obligarles hizo la demos- 
tración de apartarse del cuerpo de la gente y gri- 
tando en voz alta dijo: ^^ Los fieles servidores de S. 
M. pónganse d vii Lado^ para proseguir la guer- 
ra ". Todos los oficiales y hombres de obligaciones, 
le siguieron prontos, pero la gente común no hizo 
caso, y viéndose desairado hubo de disimular, y 
venir en la retirada^ principalmenjie que algunos 
empezaban ya á desertar, aunque para pretestar el 
Gobernador la mjidanza de resolución, y mostrar 



COKQUISTA DEL BIO DE LA PLATA 203 

que la fuerza no le obligaba á condescender con 
las violentas importanaciones del yulgo militar, le 
vino bien la orden del Virey, que le llegó, y era ya 
la segunda, para que se partiese luego á su gobierno 
de Buenos Aires, que de nuevo le habia conferido 
S. Mm entregando el de esta provincia á su sucesor 
en Ínterin. 

Publicando la precisión de obedecer, dispuso la 
retirada retrocediendo por el país conquistado; 
pero se ofrecía uua gravísima dificultad, que eran 
las justas quejas de los tolombonea y paeciocas, 
que decian les dejaban los españoles espuestos á la 
venganza sangrienta, que tomarian en ellos los re- 
beldes, por haberse declarado aliados nuestros, y 
siendo ellos menos, que nuestros enemigos, ni)taban 
nuestra buena fé, quejándose en nombre de todos el 
cacique mas principal, con vivísimo sentimiento de 
que los desamparásemos,' casi en manos de los 
quilmes y demás parcialidades enemigas, que sin 
duda les oprimirían en castigo del que reputaban 
delito: por lo cual protestaban que si obligados de 
la fuerza se confederasen con ellos, no se les impu- 
tase á culpa de traición, que seria solo redimir su 
vejación, en el amparo de su vida y propio pais, 
cuando el español se desentendía de la defensa 
debida de los que finísimos le hablan seguido y ayu- 
dado, retirando intempestivamente las armas antes 
de finalizar la conquista, y dejarlos sin recelo de 
enemigos. 

£1 Gobernador conocía su razón ; pero constituí- 



204 CONQUISTA DEL BIO DB hk PLATA 

do en sn dura necesidad de abandonar la empresa 
de que contra su voluntad sobreseía, no halló mejor 
modo de consolarlos, que ofrecerles un partido, y era, 
que pues por la transmigración de once parcialida- 
des, conquistadas á fuerza de armas, en veinte y 
siete leguas de terreno, quedaban despoblarlas mu- 
chas tierras con grandes conveniencias, hiciesen 
asiento en la que mejor les pareciese, mas cercanas 
al español, donde si esperimcutasen hostilidades de 
los rebeldes, serian prontamente ausiliados de nues- 
tras armas, acudiendo á su defensa,cuando la recono- 
ciesen ellos necesaria, y la pidiesen. En esta preci- 
sión se hubieron de acomodar á este dictamen, sa- 
crificando á su propia seguridad, el entrañable afecto 
que los^bárbaros tienen al suelo en que nacieron, y 
mudándose á sitio mas seguro y cercano á los espa- 
ñoles, donde tampoco se pudieron mantener por lo 
que diremos en el capítulo siguiente. 



CAPITULO IX. 



Veneidos los hualfines al retirarse el (jcrrito del ralle de Cnl- 
cbaqní, salen desnaturalizados mnelios de sus naturales, y dadas 
algunas providencias para defensa de las fronteras, parte don 
Alonso Mcrcn'fo á su gobierno del Rio de In Plata, y le sucede 
en f] de Tucuman don Jerónimo luis de Cabrera de quien se 
dice lo que obró, como también otros dos sucesores suyos, basta 
qne el mismo Hercado, toIyíó segunda T(z á gobernar esta 
proTincia. 




lEif DO forzosa la retirada del ejército, por las 
razones insinuadas en el capítulo pasado, fué uno 
de los mayores cuidados que ocuparon al Goberna- 
dor, el asegurar alas naciones conquistadas, por que 
dejarlas en el Valle era quedar espuestas á nueva 
rebelión, y á que se coligasen con los rebeldes, pe- 
ligro que solo cesaba en los tolomboncs y paccio- 
cas, por las hostilidades cometidas contra los de- 
mas, y fineza con que hablan ausiliado al español: 
por lo cual se les dio opción de quedar en el sitio 
que escogiesen. A las otras parcialidades se les 
obligó á que precisamente saliesen del valle de 
Galchaquí á los llanos de Salta, 6 á otras partes, 
donde dándoseles ministros idóneos, que atendiesen 



206 CONQUISTA DEL RIO DE LA PLATA 

á SU enseñauza política y cristiana^ se empleasen 
en el servicio de sus encomenderos y de las ciuda- 
des, debajo de las condiciones de su conservación y 
buen tratamiento que previenen á los demás natu- 
rales las reales ordenanzas de la Provincia. Acabó 
de vencer cualquiera repugnancia que pudieran te- 
ner á aceptar este partido, la insigne victoria que 
consiguiei*on nuestras armas de los hualfines. 

Su pueblo, que era muy grande, era el único, que 
en las veinte y siete leguas conquistadas del Valle^ 
no se liabia rendido al yugo de la sujeción; y por 
no volver con las armas oeiosaS; quiso el Goberna- 
dor allanarle en la retirada, y que sirviesen tam- 
bién en la facción los tolombones y pacciocas, 
dando una buena escolta, para pasar cierta estre- 
chura muy peligrosa. Ko dejaron de sentir dificul- 
tad ea obedecer, porque quedaban arriesgadas sus 
familias, si las invadieran los quilmes y otros rebel- 
des,~'y siguieron nuestra marcha con alguna tar- 
danza, que les hubo de salir muy costosa; porque 
habiéndose alojado nuestro real sobre las már- 
genes del rio de Hualfin, ellos, que llegaron tarde, 
se quedaron en un estrecho, distante un cuarto de 
legua, sin incorporarse con los españoles. La cen- 
tinela avanzada que los sintió de noche, creyéndolos 
enemigos, dio aviso, y se dispuso darles al alba un 
asalto, en que hubieran corrido mucho peligro, á no 
avisar prontamente que eran pacciocas amigos. 

Apenas se hablan incorporado, cuando se tocó al 
arma, para recibir á los hualñnes, y otros sus alia- 



con QUISTA DEL RIO DE LA PLATA 207 

dos que venían sobre los españoles. Era la tierra , 
muy doblada y poco apropósito para que sirviese 
nuestra caballería; pero no obstante aunque con 
manifiesto riesgo se les rebatió valerosamente, y 
después de un largo combate, se retiraron los bár- 
baros, llevando bien que llorar. Metiéronse en su 
pueblo á sacar sus familias, y asegurarlas en i^n 
sitio fragosísimo. Siguiéronle los nuestros de allí 
á poco rato, con el mejor orden que se pudo, porque 
la entrada de su Valle era muy estrecha y cercada 
por todas partes de altísimas montanas. No se 
descubría indio alguno, de que admirado el Goberna- 
dor, preguntaba á su capellán el padre Torreblanca, 
donde estaba aquella gente. El padre como tan prác- 
tico le respondió, que en anocheciendo se dejarían 
ver. Así fué, que cuanto mas se estendian las tinie- 
blas, se iban divisando por aquellas eminencias las 
hogueras, que encendían sin recelo, á su parecer, de 
poder ser ofendidos del español. Porque el sitio 
donde se habían guarecido era por estremo fuerte, y 
parecía inespugnable por naturaleza, pues era una 
eminencia altísima, rodeada por todas partes de 
penas tajadas, con bastante capacidad para mante- 
nerse en ella mucha gente, llena de bastimentos de 
que con tiempo habían hecho provisión, sin dar 
otra entrada que por una senda muy estrecha, por 
donde cabia sola una persona, y á trechos hablan 
montones de piedras de buen tamaño, que rodando 
llevaban tras sí, cuanto se les ponia delante, y las 
podían derribar fácilmente los defensores, y al pié 



208 COyQnSTA DEL RIO DE LA TLATA 

una pared de piedra impedia el paso de los ca- 
ballos para no acercarse á la senda ; y teniendo la 
entrada por la parte del rio, su estrechura era tal, 
que muy pocos flecheros la defendían de los in- 
fantes. 

Confiados en esta fortaleza, no tcmian el poder 
español; pero como al llegarse cerca al Gobernador, 
fuese en su compañía el padre Torreblanca, se aso- 
maron sobre la pared como para hablarle cierto 
indio anciano, el alcalde y el cacique, que todos 
tres le conocían. El padre deseaba también ha- 
blarles para persuadirles la paz, y con beneplácito 
del Gobernador y sin ninguna escolta, se acercó á 
ellos, y les persuadió con la energía, que supo, se 
rindiesen, é hiciesen amigos del español, quien ge- 
neroso les perdonarla y echarla en olvido los de- 
litos pasados, y gozarían de los bienes de la paz; ^ 
porque si se resistían no se les daría cuartel si 
fuesen vencidos como lo serian sin duda, por mas 
que fiasen en la natural fortaleza de aquel sitio, ó á 
lo menos se les rendiría por hambre sino quisiesen 
perecer á los rigores de ella con bárbara obstina- 
ción. El indio anciano, respondió muy orgulloso 
por todos, que era imposible penetrase el español 
su fortaleza, y que por ningún modo querían nues- 
tra amistad, y menos sujetársenos. Sin . embargo, 
por influjo del Gobernador, volvió el padre á pro- 
ponerles un arbitrio, y fué, que cesaría toda hostili- 
dad, con tal que el cacique quedara en rehenes, y 
que el alcalde con el indio anciano, fuesen á propo- 
ner á los suyos las condiciones de la paz. 



j 



COlfQtriSTA DEL KIO DE LA PLATA 209 

! Yíi se había retirado el anciano, que nunca Imbie- 

ra venido en este partido,, y los otros dos mas dó- 
ciles le abrazaron, partiendo el alcalde á rogar á 
los suyos bajasen, y serian tratados con piedad. 
Nunca volvió el alcalde por mas que se le esperó, 
y el cacique creyendo que sus vasallos hacían poco 
caso de él, se despeñó por un precipicio. ¡Tiara 
barbaridad é increíble aprecio de su propia honra 
en un bárbaro!, querer antes perder la vida, que vi- 
vir poco estimado. 
Desengañados los españoles de que por bien, no 
- se habían de rendir los hualfines, discurrían como 
envestirian,cuando cierto soldado, que en ruin cuer- 
po alentaba unos bríos muy generosos, y una singu- 
lar osadía, se atrevió á entrar por la senda, y como 
iba solo y eramuypequeno,no hizo caso de el, el cen- 
tinela enemigo, y él yaempenado,noparó en la subi- 
da, hasta ganar buena altura, desde donde amenazan- 
do al que guardaba la senda, dio comodidad para que 
otros españoles entrasen, y se incorporasen con el 
primero, en paraje mas abierto, donde llevando los 
parapetos de cuero, se cubrieron contra las flechas, 
y pedradas de los hualfines, sino es uno, quémenos 
diestro en cubrirse, le acertaron con una piedra, la 
cual iba con tan violento impulso, que le derribó sin 
sentidos. Los demás por fin á viva fuerza, ganaron 
la eminencia, y puestos á tiro de canon, obligaron á 
los bárbaros á rendir las^ armas, no queriendo en 
tan corta distancia ser blanco certero de las balas; 
anduvieron los nuestros tan advertidos, que luego 



210 GOKQüISTA DEL RIO DS LA PLATA 

qne se entregaron, les cortaron á todos las cuerdas 
de los arcos, para dejarlos totalmente desarmados, 
y los obligaron á bajar al Valle, siendo por todos 
setecientos. 

Apenas cabia en la esfera de la esperanza esta 
victoria, que se consiguió el dia 14 de Octubre, y 
que atribuyeron agradecidos los españoles á espe- 
cial providencia del Cielo, y después al valor de 
aquel soldado, digno de inmortal memoria, aunque 
fué tan poi'O dichoso, que ni su nombre dejaron los 
monumentos de aquel tiempo para el merecido 
aplauso de la posteridad. Un descuido fué, el que 
nos franqueó este feliz suceso, porque en la guerra 
suele pender el todo de una menudencia, y el ene- 
migo, cualquiera que sea, no se ha de despreciar, 
pues el menor suele despreciado, ser causa de una 
insigue victoria, como aquí sucedió. El dia fué de 
singular regocijo para la milicia, aunque de gran 
pena para el celo compasivo de nuestros misioneros, 
porque no pudieron estorbarla crueldad de nuestros 
ausiliares los pacciocas, que haciendo presa de los 
bienes de los hualfínes, no perdonaban aun á las 
mantas, con que las mujeres se cubrian. Habian 
estas de pasar forzosamente por el estrecho del rio 
donde estaba el Gobernador, y los padres á quienes 
las indias les arrojaban sus hijos para que los 
defendiesen ; pero como no podian, solo les respon- 
dían buenas razones, pasando adelante ellas aver- 
gonzadas, y venerando los nuestros los juicios de 
Dios que les castigaba, haciéndoles entregar aque* 



COIÍQUISTA DEL RIO DB LA PLATA 211 

líos mismos hijos, que tan obstinadas rehusaban 
dar, para que fuesen instruidos en los sagrados 
misterios: y veian ahora cumplido lo que muchas 
veces los mismos misioneros les habian pronostica- 
do, al esperimentar su dureza. 

Sirviéronles sin embargo en esta ocasión, de mu- 
cho alivio para hacer menor su pena, porque de- 
terminando el Gobernador remunerar á los solda- 
dos repartiéndoles estas setecientas piezas (así 
llaman alas personas apresadas en la guerra) para 
que en sus casas les serviesen, rogaron á su se- 
ñoría, y con su autoridad recabaron, procediese 
con su piedad cristiana en la repartición, no divi- 
diéndolos de suerte que separase á los hijos de los 
padres, principalmente los pequeños, y que las mu- 
jeres acompañasen á sus maridos. Así lo practicó 
puntualmente el Gobernador, distribuyendo las pie- 
zas á proporción de los méritos, y advirtíendo á 
todos, no las daba, ni podia dar por esclavos, ni 
con facultad de enajenarlos,' sino solo para que se 
pudiesen servir de ellos por tiempo competente, en 
castigo de sus delitos; pero con la pensión de cuidar 
de su conservación é instrucción cristiana, confor- 
me á las ordenanzas reales de la Provincia. Y del 
mismo modo aplicó varias familias para servicio de 
las chacras de la Rioja, procediendo en este negocio 
con tal circunspección, que todo mereció la aproba- 
ción del Real Consejo de Indias, en la misma con- 
formidad. De este suceso resultó como insinué, la 
facilidad mayor de reducir los demás conquistados 



212 COlfQUIáTA DEL RIO DE I.A PLATA 

á salir del Valle, trasladándose sus pueblos á los 
llanos de Salta, ó á las cercanías de otras ciudades. 

Dispuesta, pues, la salida de estas parcialidades 
del Valle, proói^-uió el Gobernador su retirada des- 
de IluiílfiU, donde causaba lástima las demostra 
cionc3, en que al abandonar aquella su patria pro- 
runipian los iudios viejos, llenando de tristísimos 
suspiro.scl aire, y abrazándose con la tierra, san po- 
dérácles reducir á caminar. Eran ya tan avanzados 
cu ciad, que paranada^podian ser de provecho, éin- 
tercedlciiílo los padres miáíoueros concedió el Go - 
bernadorqucno seles forzase á salir, nidios quisie- 
ron desús errores,por mas que los predicaron hacién- 
dooc ;bOr<"!o.iá las vo.es deDio3, y perseverando obsti- 
nados en su ciega Hlolatria. Ilubiéranlos muerto los 
soldador á no íutercedcr los padres, y ni este presente 
y estilla able beneficio, [es ganó la afición para que 
oyesen sus palabraí^: que es difícil en la vejez detes- 
tar el vicio, que casi se hizo naturaleza. Llegando al 
pueblo de Chichagastn, prendió en nueátra gente 
el fuego de una peste que corria llamada {jarapíTka 
y de ella saltó á los indios, que tuvieron buen ejer- 
cicio de paciencia, aunque no hizo risa, como suele 
entre estas pobres gentes, otras epidemias. Esta era 
de unas fiebres ardientes que postraban les fuertes 
al primer asalto, dando grande molestia, y aunque 
su duración no era muy prolija, causaban notable 
embarazo. 

Pasó el ejército á alojarse al pueblo de Pompoma, 
desde donde se hizo citación álos indios de Taqui- 



COKQIJISTA DEL RIO DE LA TLATA 213 

gastas 7 á los de Ambo,paraque saliesen también á 
reducirse á Salta, y no queriendo esperimentar la 
triste suerte de los hualfines, trataron de obedecer, 
y siguieron su ejemplo el pueblo de Luracathao y 
lodos los pulares, que se hicieron marchar por de- 
lante, y el Gobernador los siguió en la retaguardia 
hasta la boca de la quebrada, desde donde despachó 
'á sus casas la gente de Londres, Córdoba, Cata- 
marca y Rioja, muy contentos con los despojos, que 
fueron principalmente indios para su servicio, pre- 
mio el mas apetecido en estas provincias, pues de 
él dependen las demás conveniencias temporales,, 
que sin indios es imj)0sible gozar. 

JjOS tolombones y pacciocas temerosos de la 
fuerza de los enemigos, se mudaron del centro del 
Valle, sú patrio suelo, al abrigo de. los españoles^ 
aunque no tanto, que se les pudiese socorrer con la 
prontitud conveniente, por que por no desamparar 
de una vez el Valle, se aficionaroYi de los paraje :( 
de la c(i marca del pueblo de San Carlos, donde les 
pareció tendrian suficiente seguridad en la fortaleza 
que fabricaron, y en la larga retirada que les que- 
daba á los enemigos, en que podrian ser ofendidos. 
Engañóles su pensamiento, por que lo mismo fué 
salir del Valle las armas españolas, que coligados 
los rebeldes, venir á buscarles para destruirles, 
defendiéronse con valor y constancia, pero costóles 
perder alguna gente, y otra les hicieron prisionera 
en buen número, de la cual se volvió fugitiva la 
mayor parte, con ser niños los mas, que fácilmente 

TOM T 15 



214 OOKQTjiSTA DBL BIO I>1 LÁ PLATA 

pudieran haber sido detenidos, escepto algunos qne 
solo pudieron ser rescatados en el segundo go- 
bierno de don Alonso Mercado. 

Ko dilataron mucho los pacciocas la venganza, 
aunque con alevosía, por que presto se les siguió á 
los rebeldes una cruelísima hambre de que perecie- 
ron muchos, y el remedio único que discurrieron, 
fué hacer paces con tolombones y pacciocas, que 
en su naevo territorio de San Carlos gozaban abun- 
dancia de algarroba, y de }oñ demás frutos hablan 
tenido suficiente cosecha. Celebróse la paz, con 
demostraciones al parecer de ánimo sincero, que 
hicieron confiados á los rebeldes para venir en 
tropas á San Carlos, con sus carneros de la tierra, 
á recoger algarroba^ sin el menor recela de ace« 
chanzas. Vieron la suya los tolombones y pácelo* 
cas: previénense de bastimentos y embóscanse en 
una estrechura del rio, donde asaltando improvisa- 
mente una gran tropa de quilmes, que nada menos 
imaginaban, dieron á muchos la muerte, y despena- 
ron á muchas mujeres en un remolino del rio; quitá- 
ronles cuanto llevaban, y con la prevención que ya 
teman, se pusieron en marcha y se retiraron á Salta^ 
al sagrado de los españoles, donde perseveraron 
hasta el tiempo del segundo gobierno de don Alon- 
so, que incorporados en nuestro ejército, volvieron á 
la guerra, y les hicieron á los rebeldes cuantos da- 
nos pudieron. 

A los fines de Octubre, cuando se cumplían cinco 
meses de la campaña, llegó tercera y mas apretada 



cojrQxriSTA del bio de la flatí. ' 215 

orden del Virey para que sin embargo del estado 
de la guerra que había informado á S. E., pues, se 
hallaban bastantemente castigados los bárbaros, no 
dilatase su viaje del Puerto, retirando las armas 
del Valle, y previniéndose á entregar la provincia, 
luego que llegase la persona que tenia nombrada, 
para que sostituyese su ausencia ; con que no que« 
dando que disponer por parte de la frontera de 
Salta con los indios, se efectuó la retirada del tercio 
de Salta, Estoco y Jujuy, dividiendo la marcha en 
tres tropas, que la última entró con el Gobernador 
en Salta á 17 de Noviembre, después de haber con- 
seguido con glorioso crédito de las armas [espa- 
ñolas, con cinco meses, que duró el rompimiento de 
la guerra, y en diez y seis ocasiones sangrientas de 
asaltos y batallas, en que se llegó á las manos con 
aquel bárbaro gentío, lo que nunca cupo aun en la 
esperanza de la Provincia, ni en el ánimo de los mis- 
mos ejecutores de tan favorables sucesos, hablen* 
do sido degollados mas de quinientos calchaquíes, 
fuera de cuatrocientas mujeres y niños, á quienes 
no perdonó en los asaltos la impiedad vengativa de 
los indios amigos, y que murieron despenados en el 
ansioso afán de la fuga; mil piezas apresadas, que 
se repartieron por justa remuneración á la milicia, 
y mas de tres mil personas que se desnaturalizaron, 
comprado todo solo con la sangre de quince espa- 
fioles qne''perdieron la vida, y de ochenta que salie- 
ron heridos á la violencia de las flechas, pero que 
sanaron en breve con felicidad, dejando despobladas 



216 COHQDISTÁ DEL HIO DE LÁ PLATA 

veinte y siete leguas de indios idólatras obstinados, 
de suerte que solo quedaban por conquistar en él 
Valle ocho leguas, desde los Quilmes hasta Encarna-» 
na donde se poblaban los dichos quilmes, yocaviles 
y anguinahaos,* que se mantenian rebeldes, y se 
reservaba su conqui^ita, para el sucesor en el go- 
bierno, con sentimiento de don Alonso Mercado, que 
deseaba con ardor finalizarla. 

En Salta rendidas al Señor las gracias por tan 
felices sucesos, se detuvo el Gobernador solo lo 
preciso para dar espediente en este negocio, y 
agradecido á lo mucho que los jesuítas le habían 
servido en esta jornada, confesaba que lo principal 
era fruto del celo é industria de los tres misioneros, 
y no contento con decirlo de palabra, lo afirmó 
también por escrito, prometiendo hacer informe ho- 
norífico á S. M. de la fidelidad y finesa con que 
fué servido de la Compañía, como se reconoce por 
un capítulo de carta que concluida la guerra es- 
cribió el padre provincial Simón de Ojeda, y dán- 
dole relación de ella, entre otras cosas le dice: 

^^ La asistencia délos padres de la misión (de Cal 
^^ chaqui) en el ejército ha sido de tanta conve- 
^' niencia al servicio de S, M., como representé á 
" vuestra reverendísima cuando se la propuse; por 
^' haberse conseguido con ella la salida de nove- 
^' cientas familias de infieles bárbaros, que pobladas 
^^ en lo llano de las ciudades, están hoy sujetas á 
*"' la obediencia cristiana y política, que no habían 
^^ reconocido en tantos años, que ha que se pobló 



CONQUISTA DEL RIO DB LÁ PLiTA 217 

" esta provincia y se disputa con ellos el caso. Y 
" annqne es verdad que el rigor de las armas, dis- 
" puso el estado favorable de estos indios al ín- 
^' tentó de dejar la fiera naturaleza de sus montanas, 
" como se ajustó por capitulación, con cada parcia- 
" lidad de por sí la materia, se debiü la mayor parte 
'^ á la autoridad, persuacion y medio de los Padres, 
" que como tan dueños del natural de los indios, 
" guiaron con el acierto y felicidad que se ha espe- 
" rimentado, este caso, como informaré á S, M, 
" en la primera ocasión, y se lo confieso en tanto 
" á vuestra reverendísima dándole las gracias, 
^' como lo hago, de la fineza con que ha asistido 
" la religión á la conveniencia del real servi- 
cio." Este testimonio se hace tanto mas apreciable 
cuanto habia sido mas notorio el desafecto de este 
caballero á la Compañía, y solo le pudo obligar ¿ 
dar las gracias la fuerza de la verdad^ que es in« 
contrastable, y obraba ya en su ánimo desj)ejado 
de algunas nubes, que le ofuscaron al principio de 
8U gobierno, por no se que malignos influjos. 

A U verdad, los tres misioneros trabajaron glo- 
riosamente, no solo en lo ya referido^ sino en ar- 
rojarse con intrepidez á los mayores peligros, dis- 
curriendo confiados por todas partes del Valle en 
cualquiera ocasión, sin el menor recelo; en que co* 
nocieron los españoles que la pa^z de que habia 
gozado la provincia los catorce años antecedentes, 
se debia á la asistencia en Calchaquí de los jesuítas, 
cuyo respeto, celo é industria, habia contenido la 



218 C0KQTJI8TA DEL RIO DE LA. PLA.TA 

barbaridad de aquella nación belicosa é indómita, 
que ahora examinada de la curiosidad de algunos 
poco afectos á nuestras cosas, no respondía sino 
elogios y alabanzas de los que con incansable 
tezon perseveraron entre ellos tantos años, hacién- 
doles continuos beneficios, que referían los bárbaros 
con agradecimiento* 

Pero volviendo al Gobernador, este dada en Sal- 
ta alguna forma á los pueblos recien sacados de 
las asperezas fragosas de Calchaquí á aquellos 
amenos llanos, se fué á la ciudad de San Miguel de 
Tucumau, frontera de los quilmes y demás rebel- 
deS; donde en poeo mas de dos meses, que le dló 
de tiempo la venida de su sucesor, puso en buen 
estado con alguna prevención de la gente circunve- 
cina, la estraccion de sus pueblos de los indios do- 
mésticos tafies y anfamas, trasladándolos de la fra- 
gosísima serranía, en que estaban situados, con 
peligro de coligarse, ó tenet secretas inteligencias 
perjudiciales á la pública quietud, con los rebeldes 
del Valle, y traerlos donde la cercanía al español 
los tuviese seguros y sujetos con el temor de nues- 
tras armas; pero se embarazó este importante desig- 
nio con cierto ardid, que no pudo prevenir su vigi- 
lancia, ni su autoridad, que ya se miraba algo desa- 
tendida de algunos particulares, que se interesaban 
en el caso. Dio providencia, que se logró, para se- 
guridad de la frontera de Londres, haciendo dar 
asalto á la belicosa parcialidad de los maitines, y 
siendo vencidos y aprisionados^ nos libramos del 



COKQÜISTÁ DIL BIO DE LA. PLATA 219 

cuidado de estar en continua vigilancia á sus movi- 
mientos. Y creció^ la seguridad por aquella parte, 
con la fortuna que se tuvo en conseguir la salida 
del mestizo Luis Henriquez, y de las familias de 
indios retiradas de Londres. Estas no hablan que- 
rido ó atrevídose á pelear con el Gobernador, sino 
que se hablan retirado á un cerro del Valle apar- 
tado de los quilmes, y ofreciéndoles indulto de sus 
delitos, le aceptaron, y se dio orden que fuesen 
recibidos en sus antiguos pueblos, como se efectuó. 

A fines de Febrero de 1660, le llegó noticia á don 
Alonso como su sucesor se habia recibido en la 
ciudad de Jujuy;con que alzando mano del gobierno, 
le remitió con persona de confianza algunas cédu- 
las reales y papeles de importancia, y enuninforme 
por escrito, bien discurrido, la noticia del estado 
presente de la provincia; y poniéndose luego en ca- 
mino para evitar alguna sinsabor en avistarse con 
su sucesor, que no venia bien afecto á sus cosas, 
no trató de otro negocio que de la remuneración de 
lod beneméritos en la parte que les encomendó de 
los indios desnaturalizados, y lo acabó de disponer 
antes de salir de la raya de la provincia, que fué á 
los 3 de Mayo, término de su gobierno. 

Habíasele encargado el de Buenos Aires, por 
cédula fecha en Madrid á 13 de Abril de 1658, 
mandando S. M., por otra del 28 del mismo mes á 
la Real Audiencia de los Charcas, que no le envia- 
se juez de residencia sobre su gobierno del Tucu- 
man, confianza que mostraba la satisfacción que 



220 CONQUISTA DEL KlO DE LA PLATA 

S. M, tenia de su persona, y que se cree no hubiera 
hecho, ¿ no haber recibido los informes que dijimos 
en el capítulo 17, libro cuarto, pues entonces mandó 
S. M. ai que venia por Gobernador, hiciese averi- 
^acion de lo que por ellos se le habia avisado, como 
consta de la Cédula Real allí citada de 26 de Mayo 
de 1660, ni le hubieran ayudado mucho los sucesos 
de Calchaquí, cuya noticia no pedia haber llegado 
al Consejo, cuando se le confirió el gobierno de 
Buenos Aires, y fué parte de su fortuna para lo 
futuro que las primeras noticias se recibiesen por 
carta suya; porque luego que se declaró la rebelión 
de Bohorquez se adelantó á sindicarse á sí mismo 
de lo que habia ejecutado, ante S. M., confesando su 
yerro, aunque ocasionado del deseo de su real 
servicio y de acrecentar sus reales haberes . Valió- 
le la dilijencia, el merecer la piedad del señor Fe- 
lipe IV, quien cometiendo la residencia de don 
Alonso á don Jerónimo Luis de Cabrera (á quien 
ya también la tenia encargada el Virey) le preve- 
nía, que en este punto, atendiese á la sana intención 
que habia tenido su Gobernador, y al mismo don 
Alonso, se dignó de advertirle con real benignidad 
en cédula particular: y por lo que á vos tocay mi- 
reis por vuestra reputación. Aludia S. M. en 
dicha cláusula, al encargo que se le hacili de pacifi- 
car la nación Calchaquí, como lo ejecutó en su se- 
gundo gobierno, y diremos presto. 

El sucesor en el primero, nombrado como se dijo 
por el Virey, fué don Jerónimo Luis de Cabrera, 



CONQUISTA DEL RIO DE LA PLA.TA 221 

de quien tan larga mención ^hicimos en el gobierno 
de don Felipe de Albornoz, y entre los gobernado- 
res de Buenos Aires. Concluido aquel gobierno, 
habia servido con gran satisfacción el gobierno de 
Chucuito en el Perú, en que se portó muy celoso 
en el real servicio, siendo juntamente alcalde ma- 
yor de minas; procedió muy solícito en el buen co- 
bro de los quintos reales, y juzgando era menos 
cómodo el paraje donde estaba la Callana, fundi- 
ción y Casa Real del Asiento de minas de San An- 
tonio de Esquilache^ los trasladó, con consulta de 
los azogtteros, á temple mas benigno, en el sitio de 
mayor concurso, porque así tuviese mas aumento, 
lográndose la conveniencia de estar mas cerca de 
las labores y socavones, que se iban siguiendo, de 
donde se esperaba mayor provecho, y con dicha 
Casa se aseguraba mas el real tesoro, y los azogues 
que son el todo de los minerales. Puso también 
particular cuidado en el desagravio de los indios, 
ejecutando exactamente el encargo, que sobre esto 
le hizo el virey conde de Salvatierra, según lo 
que á S. E. habia recomendado el señor Felipe IV, 
con espresiones grandes, y este fué el motivo prin- 
cipal de conferirle dicho virey aquel gobierno, 
como quien tenia bien reconocido se hermanaban 
mucho sus procederes con sus grandes obligaciones^ 
y por esta confianza le dio S. E. una muy amplia 
comisión para ejecutar lo que juzgase mas conve- 
niente, y en virtud de ello, obró con mucho celo á 
beneficio de los pobres indios, dando cabal satisfac- 
ción á aquella gran confianza. 



222 CONQUISTA DEL BIO DI LJL PULTl 

En premio de sus grandes aervicioa, le confirió el 
Virey conde de Alba de Aliste el gobierno de Tuca- 
manen Ínterin^ y la residencia de don Alonso Merca- 
do, que aunque á la Real Audiencia le habia venido 
inhibición de S. M., pero á S. E. nada se le habia limi- 
tado^ y juzgó era necesario enterarse de todo loacae* 
^cido, especialmente en el caso ruidoso de Bohorquez. 
Hubiéralo todo ejecutado con satisfacción el nuevo 
Gobernador, que era muy entero; pero lo impidió la 
brevedad de su gobierno. Los rebeldes de Calcha- 
quí al oir su nombre se llenaron de asombro, por- 
que desde que gobernó las armas españolas en 
tiempo de don Felipe de Albornoz, quedaron horro- 
rizados de los terribles castigos, que en ellos ejecu- 
tó severísimo, y aun (á dicho de algunos) cruel, de 
manera que su memoria los hacía temblar, y vién- 
dole ahora mas poderoso no quisieron esperimentar 
semejantes iras. Despacháronle mensajeros ofre* 
ciendo la paz ; pero no les quiso dar oídos, sino se 
rendían á salir del Valle, y desamparar sus breñas, 
donde quedando estaban siempre espuestos á nue- 
vas sediciones y alzamientos, y los despachó, di- 
ciendo que si no abrazaban ese partido, fuesen ade- 
resando sus flechas y previniéndose para la guerra, 
porque él les iría á buscar á su casa. Kunca mas 
les vio, porque ni ellos volvieron, ni pudo hacer 
entrada al Valle, porque al principio le embarazó 
la espedicion de los negocios precisos del gobierno, 
especialmente la prevención de las armas de esta 
provincia paria ir á resistir á los designios del 



COKQUISTA DEL RIO DE LA PLATA 223 

enemigo holandés^ que le dio mucho cuidado al 
puerto de Buenos Aires, por haber aparecido con 
siete naos de guerra, y puéstose á la mira en Mon- 
tevideo, sin saberse sus intentos, por lo cual fué 
necesario aprontar las milicias de Tucuman, por 
Octubre de 1661, encargando la leva al maestre de 
campo don Pedro Félix de Sotomayor, soldado es- 
perto, y viviendo con mucho cuidado hasta que 
desapareció el enemigo, por reconocer nuesti-a vi- 
gilancia. Y después que se desembarazó nuestro 
gobernador Cabrera, le dio un cáncer en la boca, 
que ejercitó su tolerancia hasta quitarle la vida, 
antes de los dos años de su entrada al gobierno. 

Sucedióle por nombramiento del conde de Santis- 
tevan, virey del Perú, el maestre de campo don Lú- 
eas de Figueroa y Mendoza, vecino de la ciudad de 
Santiago del Estero, sugeto de la primera nobleza 
de estas provincias, que habia sido teniente de go- 
bernador en la ciudad de la Rioja. Gobernó la pro- 
vincia otro tanto tiempo que su antecesor, é ignoro 
las acciones particulares dé su gobierno; solo sé 
que al principio de él ejecutaron los mocovies, bár- 
baros ferosísimos del Chaco, la primera invasión en 
la ciudad de Talavera, que como fué impensada, 
pues nunca hablan hostilizado esta frontera, causó 
mucha turbación, y se creyó cerraría el comercio de 
estas provincias con el Perú, de que teniendo noti- 
cia en Buenos Aires don Alonso Mercado y Villa- 
corta, informó á S. M. de este peligro, que se hacia 
mayor estando también de guerra los calchaquíes 



224 OOKQtJlSTA DEL KIO DE LK PL^TA 

rebeldes, pudiendo estrechar la provincia por las 
partes del Norte y Sud. 

En tiempo del mismo Figueroa desde 19 de Mar- 
zo de 1663, se empezó á entrar por la ciudad de 
Santiago su Rio Dulce, aunque muy amargo enton- 
ces para sus moradores, por los estragos que causó, 
y no se pudieron evitar con diferentes reparos. Hi- 
ciérouse fervorosas plegarias á nuestro Señor desde 
que empezó á robar las primeras casas. Celebróse 
novenario de mieas en la Catedral y convento de 
religiones á varias imágenes de Nuestra Señora y 
de otros santos, con quienes se tenia particular de- 
voción; hiciéronse procesiones públicas, pero ningún 
remedio bastó, y á 3 de Abril, iba ya el rio ganan- 
do mucha tierra hacia la ciudad, y sobre ella misma 
habia hecho madre, acercándose tanto k la Catedral, 
que sin milagro, no esperaba la dejase en pié, prin- 
cipalmente que con venir aquel dia muy bajo y 
sin avenida, lluvia con furia hacía la jurisdicción de 
la ciudad de Tucuman, de donde aquel rio recibe sn 
caudal, y de donde se formaria tal creciente, que 
sin duda se llevarla dicha iglesia; por lo cual, con 
increíble dolor de los piadosos vecinos, cuyas in- 
dustrias habia ya vencido el rio, por mas que todos 
hablan sin escepcion concurrido al reparo^ traba- 
jando aun en los dias feriados de la Semana Santa, 
se determinaron á desamparar la Catedral, trasla- 
dando sus altares, alhajas y ornamentos, y deposi- 
tándolos en casa del tesorero de la Santa Iglesia, 
don Miguel de Gaona, que estaba mas distante del 



CONQUISTA DEL BIO DE Ll PLITÁ 225 

peligro; también se despoblaron y destejaron las 
casas episcopales, 7 las del semanario y otras en 
que la Catedral tenia censos, porque no les acaeciese 
lo que á otras, donde los tenían los conventos de 
Santo Domingo y la Merced, que se hablan perdido 
hasta los materiales reservables. 

Entonces parece se cumplió la profecía del glo- 
rioso san Francisco Solano, porque según es tra- 
dición de la ciudad de Santiago, al labrarse la igle- 
sia del convento de su órden^ puso la puerta princi- 
pal mirando hacia el campo, y no á la ciudad, como 
es ordinario, y estrañaudo esta novedad los vecinos 
le preguntaron la causa, á que satisfizo, diciendo 
estaba en lugar conveniente la puerta, pues vendría 
tiempo en que mirase á lo principal de la ciudad, 
que se poblarla por aquella parte. Conocióse aho- 
ra, cuan anticipadamente penetró con luz celestial, 
los tiempos futuros, pues con esta desgracia del rio, 
se pobló la ciudad, por donde el santo setenta años 
antes predijo, y sirvió este prodigio para aumentar 
la devoción con aquel protentoso apóstol del Perú, 
á quien siempre se la han profesado grande sus veci- 
nos, conservando en el convento de su orden, por 
preciosa reliquia, la casulla pobrísima con que ce- 
lebraba el incruento sacrificio del altar, y tratando 
con singular veneración la eelda en que vivió, y fué 
testigo de sus heroicas virtudes. 

Por Octubre ó Noviembre de 1663; entró á gober- 
nar¡esta provincia don Pedro Montoya, caballero 
del orden de Santiago, que habiendo militado en 



226 COÍCQUISTA DEL RIO DE LÁ PLATA 

España, en las guerras de Portugal, llegó ¿ obtener 
el grado de teniente de maestre de campo gene- 
ral, y en premio de sus servicios le confirió S. M. por 
Mayo de 1660, este empleo, y por cédula de 26 del 
mismo meS; le encargó las residencias de don Roque 
de Nestares Aguado y de don Alonso Mercado, sus 
antecesores ; pero por falta de navio en que embar- 
carse, no pudo venir hasta dicho tiempo, ni tampo- 
co obrar cosa memorable en este gobierno, pues 
apenas le duró un año, porque juzgando el señor 
Felipe IV, que las esperiencias que don Alonso 
Mercado tenia ya adquiridas de la provincia de Tu- 
cuman le servirían mucho para finalizar la pacifica- 
ción de los calchaquíes, y contener ¿ los nuevos 
enemigos de la provincia del Chaco, se dignó de 
fiarle segunda vez el gobierno del Tucuman, y hacer 
merced después á don Pedro de Montoya, de el de 
Valdivia en el reino de Chile, donde pasó, y se vio 
en ocasión de obstentar su gran valor en la inva- 
sión de doce navios franceses, que el año 1670 vi- 
nieron sobre aquel puerto, y batieron con gran 
fuerza sus castillos, pero fueron rebatidos con igual 
ardor, sin lograr el desembarco ni poder ganar un 
palmo de tierra, por la buena disposición de don 
Pedro. Logró también prender á Carlos Henriquez 
Clerck, famoso espia de los ingleses, que saltando 
derrotado en Valdivia, pretendió con varios artifi- 
cios engañar la sinceridad española; pero se penetra- 
ron sus designios sediciosos, por mas que los palió 
con bien discurridos protestos, y echando mano de 



OOHQUISTl DSL BIO DB LA PLATA 227 

él, don Pedro Montoya, le remitió preso á Lima, 
donde al cabo de diez años, en que por varios ca- 
minos se ingenió á erítar muerte merecida, fué por 
fin ajusticiado el afio 1680. 



CAPITULO X. 



Hallándose don Alonso Merendó nny apretado en la residencia de m 
gobierno de Bnenos Aires, reeibe 5rden de S. H. para Tolyer á 
gobernar la proTíneia de Tacomsn, y finalizar la conquista de 
la narion Calehaqoí, qne consigne felizmente, desnatnralixando 
once inil almas de sn Talle, las cuales reparte en Tarits ciuda- 
des, en enyos distritos se pueblan, y las parcialidades de (^uil- 
mes y Aealianes se llevan á formar naa reducción en el puerto 
de Bnenos Aires, Empiezan los mocoiies á infestar las fronteras 
de la ciudad de Esteco, y sin obrar en sn castigo cosa memo- 
rable, concluye don Alonso sn gobierno. 




^.^^ allíbasb don Alonao Mercado r Villacorta 
el año de 1664 en Buenos Aires, bien abochornado 
el ánimo, con la reciente pesadumbre de haberle S. 
M. revocado la gracia que le tenia conferida de 
presidente de la^Beal Audiencia, que se fundó en 
aquel puerto, y muy apretado en la residencia de 
su antecedente gobierno, que le tomaba su sucesor 
el nuevo presidente don José Martínez de Salasar, 
espuesto su crédito álos embates de la emulación, 
que en semejantes lances, suele lograr mej(fr sus 
tiros, y en su ánimo hacian mayor impresión, por- 
que viviendo muy pagado de si, y de sus aciertos, 






COITQUISTI DEL BIO DE LA PLITA 229 

sentía vivísimarneute verlos poner en dada, y aun 
mas, el que algunos fuesen condenados por yerros, 
padeciendo naufragio, su crédito y reputación. Cor- 
riendo deshecha borrasca su fortuna, le amaneció 
súbitamente la serenidad en una real cédula del 
señor Felipe IV que le Uelió de alborozo, y desva- 
neció los nublados que ofuscaban su ánimo, confi- 
riéndole segunda vez el gobierno de Tucuman por 
los motivos ya espresados. Mudóse de repente el 
teatro, convirtiéndose lo» desaire» en parabienes, y 
libróse su cuidado ^de los pensamientos triste» que 
le aflijian, reconociendo risueña su fortuna, que por 
algún tiempo, pareció mirarle con ceño. 

Veíase empeñado déla real confianza á proseguir 
en Tucuman la empresa de reducción de los calcha- 
quíes, y acordándose de las utilidades que disfrutó 
en la compañia de los misiotieros jesuítas para la 
primera campana, quiso asegurarla la segunda con 
autoridad superior, valiéndose de la de la nueva 
Real Audiencia, y por obrar mas activo en presen- 
cia de lo que negociarla por cartas, no le pareció 
salir deBuenos Airessin alcanzar del Real Acuerdo 
una provisión para que el padre visitador de esta 
provincia Andrés de Rada, le concediese dos misio- 
neros, que le acompañasen en la campaña, y que el 
uno precisamente fuese el padre Hernando de Tor- 
reblanca, que acababa de ser rector del colegio dé la 
Bioja, á cuyas largas esperiencias, conocimiento y 
aceptación de aquel gentíOi y pericia de su idioma, 
vinculaba el buen éxito de la jornada. Mandólo el 

TOIL Y .16 



230 OOlTQUISri. DBL RIO DE LA FLlTl 

Beal Acuerdo, y se ejecntó puntualmente, seiialanclo 
con dicho padre. Torreblanca, al padre León de 
Vergara, para que asistiesen en la campaña contra 
Calcliaquí al Gobernador, quien venido á su go- 
bierno por Noviembre de 1664, despachó orden á 
todas las ciudades de la provincia para que se 
aprontasen las milicias, é hiciesen los necesarios 
aprestos, porque sin falta se habia de entrar el año 
siguiente, á concluir la conquista total de los cal- 
chaquíes. 

Fué en esta ocasión muy loable el celo que mos- 
tró el estado eclesiástico, porque conociendo por 
una parte la importancia de la facción, y por otra, 
lo alcanzado de los caudales, resolvió el Cabildo 
Sede-vacante, que todos los eclesiásticos de la pro- 
vincia dando ejemplo en primer lugar los pre venda- 
dos, ofreciesen un donativo gracioso, para subsidio 
bien necesario á los gastos de la guerra, concur- 
riendo de esamanera como podian, así á ella, como 
al alivio del Real Erario. No tenia merecida esta 
fineza, el poco respeto y mucha soberanía con que 
en su primer gobierno habia tratado, y dejado de- 
sazonados el Gobernador á los eclesiásticos; pero 
desentendida su fidelidad de. esos particulares de- 
saires del ministro, solo atendieron á servir al prín- 
cipe y al bien público, que no es justo defraudarle 
déla beneficencia necesaria, por lo que peca el que 
gobierna, ni al rey de un oportuno obsequio, por lo 
que yerra su ministro contra la voluntad real, que 
iiempre es la de nuestros piadosísimos monarcas 



COWQUISTÁ DEL JtlO DK LA PLATA 231 

«ea respetado y reverenciado el estado eclesiástico 
en común, y en particular por los que nombran go- 
bernadores^ de las provincias, quienes si faltan á 
esa obligación, es culpa suya, que no debe impedir 
cuanto puede conducir al servicio de S. M., y utilidad 
común. Fuera de que venia ahora el Gobernador 
bien trocado en sus dictámenes, que los trabajos, en 
que se vio, le hicieron abrir los ojos, para no gran- 
jearse la malevolencia de la provincia, en que pro- 
cedía moderado y afable, y le ganó no pequeña es» 
timacionen el juicio délos cuerdos la demostración, 
que hizo antes de salir á campaña, que fué celebrar 
exequias con grande pompa al ilustrísimo señor 
obispo don fray Melchor Maldonado, con quien 
tuvo en su vida varias diferencias^ y al goberna- 
dor don Gerónimo Luis de Cabrera^ á quien debió 
muy poco afecto, mostrando en eso su generosidad 
y no menos en el aprecio, con que hablaba de sus 
acciones, y en el favor que dio á sus deudos, pues 
á don Jacinto Maldonado, sobrino del obispo nom- 
bró, y tuvo todo el tiempo de su gobierno, por su 
teniente general en Santiago, y á los parientes 
del gobernador Cabrera honró y favoreció en sus 
despachos, cuanto pudo. Acción verdaderamente 
digna de caballero, que la venganza ha de estar muy 
lejos de un ánimo que se precie de noble, como que 
es vileza, que sobremanera le afea, por mas que se 
intente disfrazar con otros pretestos. 

Ejecutada en la catedral de Santiago esta loa- 
ble acción por principio de su jornada,¿pasó á la 



232 coirQüiSTA del bio db la plata 

ciudad de Talavera, que hizo plaza de armas, y la 
guarneció muy bien por ser frontera del bárbaro 
mocoví, y allí hizo todos los aprestos necesarios 
favorecido del virey del Perú, que dio providencia 
que se le enviase de las cajas reales de Potosí, los 
socorros, que faltaban por ucá, y en fuerza de la 
convocatoria, que habia hecho á todas las ciudades 
de la provincia, se previnieron con empeño las mi- 
licias, resueltos á quitar de en medio el embarazo de 
Gall'haquí, donde no se dudaba la rebeldía de que 
seria correspondiente el esfuerzo, como que defen- 
dían su libertad y su patria. Ni solo concurrieron las 
gentes de la provincia de Tucuman, sino que la Real 
Audiencia de Buenos Aires despachó dos numerosas 
compañías de la ciudad de Santa-Fé, correspon- 
diente al gobierno del Rio de la Plata, á cargo del 
sarjento mayor Alonso Fernandez Montiel. Pasó 
el Gobernador á dar algunas disposiciones á la 
frontera de Salla, y en el Ínterin, invadieron los 
mocovies en Esteco el paraje llamado la Almo7ia, 
y estimulado de este atrevimiento, y de su obliga- 
ción volvió allá volando en alas de su celo, y 
estrenó las armas, persiguiendo á dichos bárbaros, 
en que se portaron con fineza los calchaquíes ami- 
gos, que también se emplearon en esta facción. 

Pero como no era el blanco principal de esta em- 
presa, reservando su total castigo para sazón mas 
oportuna, se volvió á la ciudad de Esteco el Gober- 
nador, dando orden acudiesen de sus fronteras las 
milicias de la Rioja, Gatamarca, Córdoba y Tuca- 



COKQÜISTÁ DEL BIO DE LA PLATA 233 



/ 



man, y acercó gran cantidad de bastimentos á las 
faldas de la cuesta del valle de Cboromoros, dis- 
puso sitios acomodados, donde se mantariesen las 
bestias para el trajín y para el servicio de los solda- 
dos, y gran cantidad de vacas para el sustento, 
providencias muy propias para facilitar la facción, 
porque de su falta se suele originar el malogro de 
otras dilij encías, y con esta prevención estaban tan 
á mano que se tenían á tiempo, como se deseaban, 
corriendo todo por el cuidado del maestre de campo 
Miguel de Elisondo, que tenia á su cargo algunos 
soldados, é indios amigos paccíocas y tolombones, 
en un fortín construido para la defensa, y bien 
pertrechado, como también para la seguridad de 
Esteco y tener por allf resguardadas las espaldas 
contra los mocovies, se habia fabricado qI fuerte de 
Pongo, que después se conservó muchos años como 
útilísimo para la defensa de dicha frontera. 

Dadas estas providencias, emprendió el Goberna- 
dor con »u numeroso tercio, la entrada á Calchaquí, 
y reprechando la primera cumbre, desde donde se 
pone á la vista el Val le todo, y los sitios de sus 
pueblos, descubrieron los tolombones amigos, como 
actualmente estaban los quilmes ocupados en la 
rosa para sembrar los trigos, y el Gobernador al 
entrar la noche, destacó una partida de soldados 
guiados de persona práctica, que prendiesen algu- 
nos délos enemigos, para enterarse desús designios, 
y prevenciones. Consiguióse el intento sin peligro 
cogiendo á cierto indio llamado el Sargento^ por 



254 C09QXJIST1 DEL BXO DE LA PLATA 

haberle Bohorquez, conociendo sa valor, dado ese 
oficio en su ejército, y era entre los suyos de auto- 
ridad, y con él trajeron á otros indios. Fueron exa- 
minados separadamente sobre lo que se deaeaba, y 
contestes depusieron, que los quilraes se hallaban 
en un sumo descuido, sin la mas leve prevención 
para la guerra, y de esta.ig^norancia nacia que 
ninguno de ellos se habla retirado á las alturas de 
las montañas, y tenían juntos en sus casas las vi- 
tuallaS; recojidasenla cosecha precedente, quehabia 
sido muy abundante. 

Algunos, que se escaparon dé las manos del des- 
tacamento español, dieron aviso á los suyos de la 
cercanía de nuestro ejército, y como les cogió im- 
pensadamente esta noticia del todo desprevenidos; 
no es fácil de creer la estraordiuaria confusión, que 
hubo en todos pueblos, sin pens^^r mas que en tre- 
parse por las asperezas mas fragosas, para salvar 
las vidas; que las haciendas era imposible asegu- 
rarlas. Entraron en el pueblo de los quilmes, to- 
lombones y pacciocas causando gravísimos daños, 
y quemando todos sus víveres, para obligarles á 
rendirse, faltándoles este medio de subsistencia. Apo- 
derados de dicho pueblo, trataron los españoles de 
fortificarse, y. fabricar una capilla, para tener ^ el 
consuelo de asistir ¿ los divinos oficios, que cele- 
braban los dos misioneros, y el capellán mayor del 
ejército xiombrado por la Sede-vacante, y era el 
doctor don Juan Lasso dé Fuelles que después faé 
chantre de esta santa iglesia de Tucuman; y entón* 
ees habia ido con el tercio de Santiago. 



C05QUISTA DEL RIO DE LA PLATA 235 

Quisiera el Gobernador, entrar luego en opera- 
ción contra losrebeldes que se habían retirado á una 
aspereza de muy ardua subida, en que tuvieron 
tiempo para fortificarse, por la tardanza de los ter- 
cios de Tucuman, Londres, Rioja y Catamarca, que 
no salieron al tiempo señalado, y fueron causa, de 
que no pudiendo la gente del Gobernador esponer- 
ae á hacer correrías, se pudiesen prevenir los quil- 
mes. Acercóse el Oobernador á Tafí, á dar calor 
á la salida del tercio de Tucuman^ y á los otros 
tres les hizo apresurar la marcha desde Gualasto 
que era el término del Valle hacia el Sur. Juntos 
por fia, se determinó dar asalto á la fuerza de los 
quilmes; pefocon mal suceso, como en la campaña 
del ano de 1659, por que sin poderla tomar, nos ma- 
taron los indios diez hombres, que por una necia 
emulación se adelantaron sin orden, á cojer una 
eminencia de la montaña, y hallando fuertísima re- 
sistencia, pelearon hasta gastar la munición, y tar- 
dando los que les iban á socorrer, llegaron á las 
manos con los defensores^ quienes á unos despe- 
ñaron, y á otros mataron. Van los españoles menos 
cuerdos, á estas guerras en la persuacion de que 
solo han de morir los -indios en las batallas, como 
eilai flechas ó dardos no hicieran sangre como 
nuestras balas y espadas, y por eso semejantes 
desgracias les suelen amilanar, como aquí sucedió, 
que se reconoció mucho quebranto en los bizoños, y 
faé necesario les alentasen los veteranos espertos, 
para que se empeñasen con nuevos brios en abatir 



236 



CONQUISTA DSL BIO DB LA FUlTÁ 



el org^uUo de los qailmes que le ostentaban grande 
con este primer suceso, creyendo sucedería lo mis* 
mOy que en la campaña citada. Entre las rouerteS| 
la mas sensible fué la del capitán Mateo de Farias, 
sugeto de notorio, y acreditado valori pero notado 
de áspero, y poco piadoso en el tratamiento de sos 
indios, y se tuvo por cosa mas que ordinaria, que 
muriese á sus manos^ y no apareciese su cadáver 
para darle sepultura, por que se había metido por 
parte muy estraviada. 

Aunque no se les repitió el asalto á los rebeldes 
por lo inacesible de su fortaleza, se resolvió sitiar* 
los estrechamente, para que la hambre consiguiese 
lo que no podían las armas; labraba en ellos fuer- 
temente tan poderoso enemigo, principalmente «a 
la chusma de nifios y mujeres, que no pudiéndose 
atener á su rigor, Helaban el aire de lamentos pi* 
diendo comida : por fin enternecieron tanto á los 
quilmes estas lástimas, y su propia necesidad, qae 
ablandaron su empedernida dureza, y se rindieron 
al español, saliendo á tratar de ajustes en nombre 
de todos, el cacique principal don Martin Iquin. 

Capitulóse, que se les perdonarían las vidas y ha« 
ciendas, pero con condición que habían de desam- 
parar el Valle y ser encomendados á los vecinos ea 
el lugar, que les destinare el Gobernador. Abraza- 
ron por fuerza este sensible partido, y se les ase* 
guró desarmados, en parte donde no pudiesen hacer 
fuga, ni intentaran otra novedad, que no se puede 
fiar de la inconstancia de los bárbaros, sino se 



COVQÜISTA DIL RIO Plfi Ll PLATA 237 

quieren esperimentar desastres^ pnei logran muchad 
veces por una necia confianza y descuido, lo que no 
se atrevieran á esperar por la faerza : por lo cual 
nunca es sobrada con ellos cualquier cautela, espe- 
cialmente á los principios, hasta que el trato los vá 
domesticando y haciendo perder el horror concebi- 
do contra el español y les borra las falsas apren- 
siones que los hacia Uranos y aun enemigos. 

Rendido este pueblo el mas numeroso, y belicoso 
de los rebeldes, se pasó el campo español á la 
conquista del valle de Aguinahao distante tres le- 
guas de Quilme; pero se escusó con el Gobernador 
de acompañarle el padre Hernando de Torreblanca 
porque reconoció quejosos á algunos españoles de 
que fuese el único intérprete para cuanto se trataba 
y ajustaba con los indios, pareciéndoles perdían 
ellos la ocasión de lograr algunas piezas para su 
servicio, por que sirviendo de farautes podrían son- 
sacar á los indios, engañándolos con palabras 
dulces y caricias, que la codicia desenfrenada se 
vale de todas trazas para su provecho ; y como es 
tan buena hermana de la envidia, sentian que los 
indios hiciesen únicamente confianza de dicho mi- 
sionero, siendo para estos el motivo el mismo, que 
les retraía de valerse de intérpretes seglares, por 
que se les traslucía á los bárbaros la codicia mal 
disimulada, y reconocían que en la dulzura de sus 
razones iban encubiertos los designios de robarles 
la libertad; cuando por el contrario tenian esperi- 
mentado por tantos años, el desinterés del padre^ 7 



238 CONQUISTA DEL RIO DX Ll FLATA 

el entraSable amor, que lea profesaba. Para ponerse 
pues, en salvo contra los tiros de la calumnia, dijo 
al Gobernador que le era imposible proseguir en 
el oñcio de sn intérprete, para el cual podria ecbar 
mano de otros que lo deseaban y harían con mas 
acierto. El Gobernador reconocía, se atrazaba mu- 
cho el intento de la paz, faltando de su lado el pa- 
dre Torrcblanca, y le hizo apretadas instancias que 
no le pudieron rendir, y desabrido de la repulsa 
prosiguió solo la marcha. 

Al llegar á Anguinahao, no se atrevieron los 
bárbaros á hacer resistencia y se ofrecieron á dar 
la paz, viniendo á nuestro real á hacer la capitu- 
lación el cacique don Pablo Occhoca, quien repa- 
rando no asistía el padre Torreblanca, preguntó 
donde estaba^ por que sin ser él intérprete no quería 
conferir con el Gobernador, para darle razón de los 
motivos que había tenido para sustentar la guerra 
y ajustar ahora la paz. Por satisfacer al cacique 
despachó el Gobernador una compañía de soldados 
con su capitán, que sirviesen de escolta al padre, y 
este se rindió á ir, por no malograr la bella ocasión 
de reducir á aquellos indios^ que no fuera justo 
por temor de los maldicientes, aventurar el suceso, 
si se negaba á asistir por intérprete. Oyéronse al 
cacique las escusas que dio, y se le propusieron las 
condiciones que á los quilmes, escepto la de aban* 
donar la patria, por no haber hecho resistencia, bien 
que el mismo cacique fué después quien mas lo pro- 
curó por el motivo^ que diré. 



CONQUISTA DEL EIO BE LA PLATA 239 

En esta sazoQ dio el Gobernador una buena tra- 
za para acabar presta la conquista, y dejar conten- 
tos y remunerados á los conquistadores beneméri- 
tos, evitando sus quejas en la gratificación de sus 
servicios, que suele, ser la pensión mas molesta des- 
pués de la guerra, para los gobernadores, porque 
nadie presume menos de sí, que de los otros, y la 
desigualdad de los premios no tanto se atribuye á 
desigualdad de los méritos propios, cuanto á poca 
equidad de quien remunera. Para librarse con tiem- 
po de este cuidado, echó por raro camino; quedaban 
por conquistar muchas parcialidades en el valle 
de Yocavil, tierra de Siquinta, Tucumangasta, An- 
chacp y Encamana, y era forzoso gratificar la gen- 
te de la Rioja, Londres y Catamarca. ¿Qué hizo 
pues, el Gobernador? DÍA^ídeles á cadateroio, diver- 
so territorio para la conquista^ dándoles en enco- 
mienda lo que cada uno ganase, sin violentar las 
parcialidades, ni dividir los hjos de los padres, ó 
las familias de sus deudos. Con esta traza, cumplió 
por su parte, y efectuó brevemente la conquista por 
que aquellas gentes se rindieron con facilidad, co- 
nociendo inútil su resistencia contra el español 
esfuerzo, y mas estimulado de la codicia. Y en la 
misma conformidad que el Gobernador repartió es- 
tas encomiendas se dignó después confirmarlas el 
Beal Consejo de Indias. 

Reducida ya toda la nación Calchaquí, y deter- 
minada á salir de su Valle, aunque con suma re- 
pugnancia, ocurrió un medio para acabarse de cer- 



240 CQirQUIflTA DEL BIO DS LA PLATA 

tificar de la falencia ds las ofertas fantásticas de 
Bohorquez^ acerca de las minas, tesoros ó haacas y 
decantada Casa Blanca, qne fíngia era el depósito 
opulentísimo de las inmensas riquezas de los Ingas 
que en ella las habian mandado ocultar al tiempo de 
las primeras conquistas, para retirarlaB delrejistro 
de los ojos de los españoles y de los insultos de la 
codicia. El arbitrio^ fué ofrecer á los calchaqufes 
que si servian á S. M. en este útilísimo descubri- 
miento, manifestando aquella opulencia, se podrían 
quedar libremente en el Valle y se les cencederian 
otros grandes privilegios y escepciones. Envite, 
era este^ el mas eficaz para conseguir su intento, 
según era sumo el sentimiento de abandonar para 
siempre la amada patria; pero jamas se pudo adqui- 
rir, ni ellos dar la menor noticia, aunque fuera de 
eso, hizo el Gobernador á este fin, otras esquisitas 
diligencias. Y habiendo en el real, mineros muy 
inteligentes, fueron á calar los cerros, y no halla* 
roii señas de minerales: bien es verdad, que se dice, 
no hicieron en este punto las diligencias con exacti- 
tud, pues aunque en lo tocante á huacas, y á la fa- 
bulosa Casa Blanca no tuvieron los calchaqufes las 
noticias que divulgó Bohorquez, ni ellos hubiesen 
labrado jamas minas, pero sin embargo en tal cual 
parte, especialmente á los estremos del Valle, se 
hallaron algunos minerales^ de que se sacaron en 
esta campaña algunas piedras^ con evidentes seña- 
les de ser de plata. 

Una de estas, vid en manos de un español det 



C0irQX7l«TA DBL RIO DK hk PLATA 241 

ejército don Pedro Acchoca, el cacique de Anguina- 
hao, y no conociéndola, preguntó llevado de la 
cariosidad que piedra era aquella. Respondióle in- 
jennamente, que piedra de plata sacada de unos 
cerros, distantes de su país mas de doce leguas. ¿Y 
si los españoles hallan muchas deesas, preguntó 
el cacique, labraran esas minas? Factible es, le 
respondió el español, y que lo hagan con mucho 
empeño si diesen con buenas vetas. ¿Pues, con que 
gente sacarán y beneficiarán los metales? replicó el 
cacique, deseoso de enterarse de lo que ya le asus- 
taba, aun solo como contingente. A esta réplica le 
satisfizo el español diciendo, que lo natural era, si la 
mina era de importancia, que empleasen en su labor 
á los de su pueblo de Anguinahao, que seria el mas 
cercano. Concluyó entonces resuelto el cacique: pues 
si quedamos á esta continjencia, me parece que pe- 
diremos al señor Gobernador, nos saque de aquí, y 
nos señale tierras en la jurisdicción de San Miguel 
de Tucuman, donde las hay valdias; que mas vale 
abandonar la amada patria, aunque sea para nos- 
otros tan sensible, que condenarnos en algún tiem- 
po, al penosísimo afán de semejante trabajo; porque 
cuando hemos ido á Potosí «hemos observado con 
horror, que los indios ocupados en la labor de aquel 
cerro entran en sus socavones á sacar plata al Lu- 
nes y no salen hasta el Sábado, sin ver otra luz en 
toda la semana^ que la escasa de la artificial, que 
los alumbra para el intolerable trabajo, ni respirar 
otro aire, que el grueso y malsano de la mina. De 



242 CONQUISTA DEL RIO DE LA FLATÁ 

hecho íiprcnclió el cacique, la materia con tal vive- 
za^ que ce u energía persuadió á los suyos solici- 
tasen del Gobernador la saudade su Valle, con* 
cediéndoles tierras para poblarse fuera de él, y 
movidoi de sus razones, las pidieron á toda porfia 
paraaVjarse de aquel peligro. Tanto aborrecen loa 
bárbaros seniíjante trabajo, que suele ser la remora 
que mas los ditiene, para no sujetarse al español, 
ni dar entrada ala F¿. Valióse de la ocasión el Go- 
bernador, para dejar totalmente despoblado á Cal- 
chaqiií, y sin recelo la quietud pública que pudieran 
enalgun tiempo perturbar,siendo asilo de delincuen- 
tes ó fonieníaudo nuevos alborotos, y señalóles 
sitios á propósito en Choromoros, Estece y Salta, 
donde fundasen pueblos é iglesias. 

En e^ta, y aun en la primera campaña, habiasido 
el áiúmo del Gobcruador restablecer las dos misio- 
nes desíruidas de Santa María y San Carlos, y así, 
ofreció ahora á los misioneros jesuítas, que si que- 
rían mantener dichos pueblos, dejarla en los dos, 
los indi )s antiguos de ellos y los otros, y los pro- 
veería de ganados, y daria otras conveniencias para 
BU mnntencion. Eespondióle el padre Torreblanca, 
no tener para eso orden de sus. superiores, quie- 
nes, anadia, tenia por cierto, lo juzgarían impracti- 
cable y que por ningún modo vendrían en ello, por 
el gravísimo inconveniente que se venia á los ojos^ 
porque quedaban los"* indios repartidos en tantos 
encomenderos que era una confusión, ni serviriá 
para mas que para seminario de pleitos, y un tropel 



COUQUISTA BEL RIO BK LA PLATA 243 

de disgustos que causarían á los misioneros, y sus 
ministerios serian menos útiles. Hiciéronle fuerza 
estas razones, como ya tenia esperiencia de la pro- 
vincia, y desistiendo del empeño que de su parte era 
loable, trató de ordenar la salida de los indios. 

Al llegar á lo forzoso de este lance, no se puede 
hacer cabal concepto del sentimiento de estos bár- 
baros, ni de las dificultades que se hubieron de ven- 
cer en cuya allanamiento, fué la mayor parte, la au- 
toridad de los misioneros, trabajando su celo incan- 
sable con obras y palabras, para endulzarles este 
trago amargufsimo, especialmente á los indios an- 
cianos, á los hechiceros y á las viejas, que ya opri- 
midos de la edad, esperimentaban increible pena, 
y prorrumpían en lastimosas demostraciones, al 
verse precisados á la transmigración, siendo menes- 
ter batallar con cada uno de ellos en particular, 
para persuadirles la obediencia. En este aprieto 
congojosísimo^ consultaron los bárbaros sus ora- 
culos infernales, 6 fuese^ para ver si hallaban con- 
suelo en su pena, ó para darles el último vale por 
despedida, y la respuesta del demonio, supone la 
consulta que al principio de la guerra le hicieron, 
cuando los sublevó Bohorquez ; por que entonces, 
conjeturando su diabólica astucia, podria venir á 
parar esta conjuración en perder él la posesión an- 
tiquísima, que tuvo en muchos siglos anteriores de 
esta obstinada supersticiosísinia nación^ les dijo no 
se empeñasen contra los españoles ni tomasen las 
armaS) por que les iria mal. Ellos hacian mucho caso 



244 COKQTTISTA DBL BIO DE LA PLATA 

de estos oráculos^ pero pudieron mas las sugestio- 
nes de Bohorqaez, deslumhrándolos con tales sofis- 
terías, que les hizo negar crédito al demonio, á 
quien en lo demás, se lo daban ciegamente, y entrar 
en la conjuración, jactándose que su valor habla de 
aniquilar á lo^ españoles. 

Fueles entonces tan mal como vimos; aunque 
á estos quilmes y sus aliados, les pareció haber sa- 
lido con la suya, quedando por entonces libres del 
yugo de la sujeción, y en posecion de su país, á 
despeclio del esfuerzo español, pero, siendo ahpra 
vencidos y obligados á abandonar la patria, daban 
quejas al demonio, por que no los habla asistido con 
su poder, como acostumbraba en otras ocasiones. 
Injusta queja por cierto, pues les habla prevenido 
este suceso, y sin obrar contra sí mismo, no pudiera 
favorecerles, cooperando á quedar por mentiroso y 
falible en sus oráculos. Por tanto, sonriéndose con 
una aparente lisa, respondió á sus quejas dándoles 
en rostro con su primera arrogancia, y motejándo- 
los, que sí aquel paradero hablan tenido sus bra- 
vatas, conque á pesar de sus consejos, daban ya 
por conseguida la victoria y se gloriaban de quedar 
ricos con los despojos del español; que pues enton- 
ces; engreídos en las fantásticas promesas de un 
embaydor despreciaron sus oráculos, se quejasen de 
BÍ mismos y no de él, que ya no los podía favorecer; 
confesó á pesar suyo esta verdad el demonio, dejan- 
do á estos sns devotos, como suele, en manos de 
Stts enemigos. 



CONQUISTA DEL RIO DE LA PLATA 245 

♦ 

Pero todavía fué mas estraordinario lo que les 
sucedió, en caso semejante, á los acállanos, pues ei 
dia antes de la partida se retiraron los mas an- 
cianos de esta parcialidad con un hechicero minis- 
tro de Satanás á una quebrada, para ofrecerle sa- 
'crifieio con-sus gentílicas ceremonias, ala hora del 
medio dia. Los indios amigos, que pasaron por allí^ 
y acertaron á verlos, les preguntaron la causa de 
aquella junta en dicho paraje. Respondieron hacian 
el último sacrificio, despidiéndose de su Deidad, para 
no volverU á ver mas. ¡Gosa prodijiosa! que lo á me- 
jor de aquella función, estando el cielo muy sereno, 
ain descubrirse nube alguna por todo el horizonte, 
se oyó allí un espantoso trueno, que los dejó á todoa 
llenos de asombro, y se tomó por demostración de 
sentimiento que hacia el príncipe de las tinieblas, 
por dejar la asistencia de aquel lugar, y ver el fin 
de los cultos supersticiosos, que hasta alil le habian 
consagrado en él, aquellos obstinados idólatras. 

Al fin salieron de aquellas breñas los indios, para 
trasladarse á los llanos de todas las ciudades de la 
provincia, en donde se fueron repartiendo once mil 
almas, que se sacaron ; pero los quilmes particular- 
mente, no perdiéronlas esperanzas de volver algún 
dia á encastillarse en el Vallé, y esta mira, se in- 
terpretó que llevaban en la estraña diligencia que 
pusieron en hacer grandes sementeras, con ánimo, 
en recogiendo las cosechas, de retirarse otra vez á 
aquel abrigo. Si así fuese, no lograron su designio, 
por que el Gobernador, teniendo bien conocido su 

TOM* v 17 



« 



246 €OKQV10TA PBL RIO DI 14 I'IJITÁ 

genio ToltariOi y que eran mas atrevidos, procuró 
siempre apartar esta fuerza Ae las demás parcia- 
jidades, á cayo fia concertó con el presidente de la 
Beal Audiencia de Buenos Aires don José Martines; 
de Salnzar, que llevándose doscientas familias de 
quilmes á aquel puerto, se fundase con ellas, en su 
territorio una reducción, que se encomendase al celo 
de los jeauitaa périt^os eu su idioma^ por que así se 
conseguiría su enseñanza política y cristiana, y es- 
tarían lójos del peligro de volverse al Valle, con 
ejemplo pernicioso á las demás parcialidades, que 
pudieran intentar seguirles y causar nuevos allK)ro« 
tos. Coavenidos en esto, Presidente y Gobernador, 
•e fueron convoyando las dichas familias por mas 
de doscientas y ochenta leguas, á cargo del maestre 
de campo Jerónimo de Funes ; pero el señor obispo 
don fray Cristóbal Mancha, que no dejó de mirar 
eon ceño las cosas de la Compañía, hasta un año 
antes de morir, no quiso permitir que en la nueva 
reducción se pusiesen doctrineros jesuítas, sino clé- 
rigos, que no entendían su idioma^ con harto detri- 
mento do sus almas. Destináronse. para que sirviesea 
en las obras comunes de la ciudad^ y les tazó el 
Presidente el jornal en dos reales de plata, cada día. 
También. ala milicia de Santa-F¿ se le remuneró^ 
lo que sirvió en esta campana, con buen número de 
piejcaa, que se llevaron consigo. A la ciudad de Salta, 
ieie adjudiearou ciento y cincuenta familias; ciento, 
cuarenta á la de £steco; dpscientas á la de Toicuman;, 
eientó y oebent» á la Ricja; cieato y aeaepiita á la .49. 



OOICQUISTA DEIi RIO DB LA PLATA 24? 

Lióndres ; dos cientas y sesenta á la capital de San- 
tiago; buen número, ¿esta de Córdoba y á la de Ju- 
juy, faera de laa que se encomendaron á los capita- 
nea del ejército, y las que por piezas se dieron á par- 
ticularea. Fuera de eso, á los pacciocas, culalabos, 
y tolombones, por la fineza con que ausiliaron á laa 
armas españolas, se les» señaló por prebidios de la 
frontera de Tucuman, no contra el valle de Cal- 
chaqui que quedaba despoblado, sino contra los in- 
dios reducidos á los llanos de su jurisdicción, que 
fueron los tafíes, araaychas ó amhuaychas, anfamas, 
tucumangastas, amchacpas é illaucas, y el pueblo 
de Casminchango, para que impidiesen que ningu- 
no de dichos indios, se tornase fugitivo al Valle, y 
pudiesen también dar socorro á la ciudad de Estece 
contra los mocovies, en caso necesario; que con esta 
mira se les situó en el valle de Choromoros. Y para 
que de una vez se les cerrase la puerta á los bár- 
baros para la retirada, y perdiesen las esperanzas 
de. recobrar su paiS; en que habia grandes comodida- 
des para poblar estancias, hizo .merced á muchos 
beneméritos españoles de diferentes repartimientos 
de tierra en nombre de S. M., según laa fueron pi- 
diendo; con que se pobló de gente española el Valle, 
con buenas conveniencias, quedando así mas fácil y 
seguro el camino de Chile con el Perú, que entrando 
por el despoblado de Pismanta, atraviesa por el 
valle de Famatina^ y por Londres á salir á Cal- 
chaqui y Salta, por donde se conducen de aquel 
r^eino, tropas de mulaa ¿ vender eu I4. provincia de 
loa Chichas, y en Potoaí| Oruro etc. 



248 C09QUI3TA DEL IlIO DE LA PLATA 

Con estas disposiciones, se dio fin por el mes de 
Marzo á la campaña que iiabia durado nueve meses, 
cu la cual, fuera de los nombrados arriba, hallo por 
diferentes informaciones jurídicas, señalaron mucho 
&u valor y celo del real servicio de Jujuy, el capitán 
don Francisco Salcedo y don Jorge Salcedo: de 
Salta, el maestre de campo don Tomás Escobar Cas- 
tellanos; de la Rioja el maestre de campo Gabriel 
de Vega Sarmiento; el sargento mayor don Alonso 
de Avila y Zarate, los capitanes don Gregorio de 
Luna y Cárdenas, don Ignacio de Herrera y Guz- 
mau, don Juan Gregorio Bazan, padre del goberna- 
dor del Paraguay, Francisco Diaz de Al varado, y el 
teniente de caballos Juan de Soria Medrano, cuya 
compañía se halló en el asalto de los quilmes, en 
sumo peligro, de que la libró la industria de su ca- 
pitán Juan Gregorio Bazan, á quien premió el Go- 
bernador dándole el grado de sargento mayor de 
su tercio. De estos, he querido hacer memoria para 
crédito de sus descendientes, como lo hiciera gus- 
toso de otvoa, que no dudo les imitarían, si se me 
Iiubieran participado noticias por los interesados. 

Disuelto el ejército, y partidas á sus ciudades las 
milicias, incansable el Gobernador, se fué á guar- 
necer á Estece, hacnendo que sirviesen en fortificar 
contralos asaltos nocturnos de los mocovies á aquella 
plaza, los acalianes que le hablan aplicado, y para 
eso fundado su pueblo en Metan sobre el rio de la Al- 
mona. De aquí partió á Salta, á dar calor en el edi- 
ficio de las iglesias de los pueblos pulares, y de loa 



C0KQÜI8 TA DKL RIO DE LA PLATA 249 

Otros de Calchaquí que se habían quedado en su ju- 
risdicción. Sin parar, pasó á Jujuy, donde condujo 
el pueblo deLuracathao que hizo asentar en Perico, 
y que se señalasen tierras á los taquigastas, que dio 
en encomienda al capitán Alonso de Salcedo. Cor- 
rió bástalos Ocloyas, paraje fragosísimo, con desig- 
nio de adquirir las mejores noticias para la mas 
fácil entrada al Chaco ; empresa que meditaba ya 
en su ánimo, para castigo de los mocovies, por que 
el buen suceso de Calchaquí era sebo para em- 
prender nuevas conquistas, y por esto se adelantó 
hasta las fronteras de Nacas, fiando mas del re- 
gistro de sus ojos que de informes ajenos, que no 
siempre son verídicos!. Allí, delineó uu fuerte para 
defensa y freno de aquellos bárbaros, y para ne- 
gociar los medios para dicha empresa, despachó á 
Lima al capitán Diego de Matos y Encinas con tí- 
tulo de informar al Real Acuerdo que gobernaba el 
Reino, representase las conveniencias de sujetar las 
naciones • fronterizas del Chaco, y la necesidad de 
socorro para esa facción, y lo consiguió como desea- 
ba, aunque con la dilación inevitable en tan re- 
motos recursos. 

No bien habia vuelto á Salta el Gobernador, 
cuando le tocaron á rebato con la noticia^ que llegó 
de Estoco, de la fuga que los acalianes hablan he- 
cho á Calchaquí, marchando con tal sagacidad^ que 
se dividieron en tres tropas, por caminos muy di- 
versos, para que todos no pudiesen ser seguidos, 
y los mas lograsen penetrar á sus sierras. Al si- 



850 CONQUISTA DEL RIO DE t,k ] hATA 

guíente día partió el Gobernador casi solo; pero ea- 
tiniulados de su ejemplo los vecinos de Salta, par- 
tieron luego en su seguimiento, de suerte que eu la 
Pampa grande, se liall6 con suficiente número de 
gente para seguir el alcance de los fugitivos, y se 
reforzó con la que salió de Estece, de donde fué por 
capellán el maestro don Bartolomé d-e Avales, que 
después murió arcediano de la santa iglesia de Tu- 
cuman. Persiguió el Gobernador á los acalianes 
con igual valor que constancia, porque habienda 
desmentido caminos pura encumbrarse á las mas 
agrias asperezas, páramos, y puertos nevados, lo» 
siguió por ellos con la caballeria, trepando á tan 
altas eminencias, que por la delicadeza del aire fal- 
taba la respiración á los brutos y á los bombres. 
Halláronse los bárbaros tan acosados que algunos 
ajitados de la desesperación, estrellaban los hijos 
tiernos contra las peñas; pero los demás se rindie- 
ron y bajaron al llano, donde ya habia llegado pro- 
visión de bastimentos para despacharlos á acom- 
pañar á los quilmes en Buenos Aires, por la poca 
seguridad de mantenerse quietos de la jurisdicción 
de Estece: con que llegaron á mas de mil y seis 
cientos los indios que se llevaron á aquel puerto, y 
apenas habrán quedado hoy muy pocos, tan grande 
ha sido la disminución. 

Otros también, aquellos primeros años, hacían 
frecuentemente fuga desde Tucuman y Salta á su 
Valle ; pero con el tezon incesante de -entrarlos á 
sacar, trataron de irse sosegando, y cobrando afí- 



€OirQT7t8TA BEL RIO DE ÍK PLATA St51 

clon á los sitios, que se les seSalaron, floñcle asi 
mismo se han ido consümienclo, siendo ya muy po^ 
eos los indios de esta nación, que han quedado en 
toda la provincia de Tucuman. De esta manera el 
orgullo de la nación Ualehaquí, quedó totalmente 
abatido, y sus brios rendidos á la fuerza de las 
íirmHS españolas, habiendo Dios permitido su rebe- 
lión para castigar su dureza obstinada en arlmitir 
la fé católica, que tantos años le predicaron los mi- 
nistros evangélicos, siendo desnaturalizados de su 
patria, y esparcidos por tierras tan diversas, donde 
se han consumido, aunque sacados del Valle mos- 
traron mas docilidad, y se redujeron los mas á nues- 
tra religión, especialmente los de Salta, afortu- 
nados sin duda en quedar por mo^'ador de aquel 
colegio el apostólico-^yadre Pedro Patricio, que se 
dedicó á su enseñanza y espiritual cultivo, discur- 
riendo incansable por sus pueblos, para hacerlos 
capaces de los divinos misterios, y alentarlos á la 
observancia de la ley cristiana con grande fruto de 
sus almas. 

La despoblación de Calchaquí libró de sobresal- 
tos continuos á la provincia de Tucuman, é hizo 
famoso este segundo gobierno de don Alonso Mer- 
cado, aunque entonces dio nuevo cuidado 6l empeño 
de las naciones del Cliaco, donde por mas que lo 
solicitó el Gobernador, y se halló con bastantes 
medios, sin embargo no hizo cosa memorable, bien 
que no fué poco el tener enfrenados á aquellos bár- 
baros, en todo su tiempo con los presidios que puso. 



252 COJf QUISTA DEli BIO DB LA PLATA 

y mantuyo en sus fronteras. Por fin entrego la Pro- 
vincia á su sucesor el mismo dia del Corpus á 5 de 
Junio de 1670. T partiéndose á Buenos Aires, se 
embarcó el mismo ano para Espafia, y murió con el 
empleo que dije en lib. 3. ^ cap. 16, par. 30. 



CAPITULO XI. 



Saie floticia del Gobierno de don Angelo de Peredo, j de loi ineeioi 

mas principales de su rida. 




loifOLuiDA la paz de la provincia de Tucuman 
porTa guerra de Calchaquí, y freno que en los pre- 
sidios de la frontera puso á los infieles del Chaco 
don Alonso de Mercado y Villacorta, sucedió á este 
en el gobierno don Angelo de Peredo, caballero del 
¿rden de Santiago, natural de Quéveda, pueblo en 
la jurisdicción de Santillana^ donde es bien califica- 
da su nobleza. Habia militado en las campañas de 
Flandes y Portugal los años bastantes para adqui- 
rirse los primeros créditos por su valor entre los 
mayores soldados de la monarquía, hasta que para 
premiar sns méritos le sacó de entre el estrépido de 
las armas el señor don Felipe IV, fiándole el gobier- 
no de la provincia de Bracamoros en el Perú, para 



254 COKQÜISTA DEL RIO DE Ll PLáTA 

que la utilizase con los aciertos de su prudencia, que 
manifestó con lucido crédito todo el tiempo de su 
gobierno, á que pasó dejando su mujer y familia 
en España por tener ese embarazo menos, para 
obrar con acierto en la administración de la justicia, 
que muchas veces, empeño de hijos 6 mujer la ha- 
cen torcer y desacreditan los procederes de los go- 
bernadores no males.. • : . . ? • \ 

Granjeóse don Angelo tal opinión, que llegando 
á Lima noticia de la muerte de don Pedro Porter de 
Casanate, presidente go\)ernajilor y capitán general 
del reino de Chile, le pjireció al gran juicio del se- 
ñor virey conde de Snnt¡stevnn,'que ninguno llena- 
ría mejor aquel vacío que de n Angelo, de cuyas 
prendas, y acierto halló muy válida la fama al en- 
trar á su vireinato, y por otra pfirte con su oscTd- 
recido valof podria alentai; las armas españolas, 
para concluirla gner4'a*,que seis anos- habia, duuaba 
con bien infaustos- sucesos desde el alzaiaiento ge- 
neral, que sucedió el ano de 1G55. Eran ya los prin^.- 
Qipios del ítño 1662, y embarcó^ie luego para Chile^^ 
donde procedió de .manera que mostró con la^ obí-a» 
no se había. engañado el Virey en sujuicio, y dejó ár 
S» E. muy ^ satisfecho de su elección. Hallábase el 
reino de Chile muy afligido cou el trabajo y pensión; 
déla porfiáé(a guerra, y con los malos, sucesos^ ei^.. 

• ' ' ' # • ■ _ 

castigo de los muchos pecados que le acarearon, e^tp^ 
duro azQte, como j-éconoci,an .aun;lp^ mismQS ,l;iÍ,r7, 
baros, cuerdos solo en ads^ertir.ique ellos e.raja.lasi 
mas poderoiias arma» contra el valor e^j^aj^l^y^^ 



CONQUISTA DBL BIO DE LA PLATA 255 

cuya razón llenos de altivez decían, que aun siendo 
grandes sus pecados propios, eran mayores los de 
lod empanóles para cuyo ca'stigo, Dios los tomaba 
á ellos por instrumentos. Pero con la llegada de don 
Angelo, mudaron de semblante las cosas, y pareció 
haber alzado el cielo la mano del castigo de aquel 
reino, pues como por medio del Ángel, que apareció 
en Roma;, embainaudo lá. espada, se dio á eutendei' 
I^abersc aplacado !a ira'diyina contraía cabeza del 
iRUud.o^ así acá, por medio de o ro ájigel, tanto en el 
nombro Qomo en las obras, qui.so enviar Dios la pas 
á Chile, y darle á entender se Uabia mitigado «u 
justo enojo- : ' 

Dispuso los ánimo¿( de los bárbaro á irse riudien-* 
do, y desistiendo de su empeño eu la guerra, el su- 
ceso favorable que consiguieron nuéstfas armas. 
Porque despachando e\ Presidente á las'tierrasdel 
enemigo ochocientos hombres á' cargo del sargento 
mayor del reino don Martin de Herize, se alojó nues- 
tra gente dobve las márgenes del rio de la Laja. A 
ese. tiempo salia de áu pais un grueso trozo de eaemi* 
gosa infestar el nuestro, y se acampó ^n 1^ margen 
. orpOjesta del .mi^mo rio, totalmente; ignorantes de 1% 
cercanía de loa españoles, é igualmente ignoraban 
estps que teman tan cerca álos bárbaros, hallándose 
Itntbos campos sin la menor noiicia deque cada unq * 
do los partidos, intentase eYitrada á las tierras ene*» 
imgaík £n está ocasión un acaso venturoso puso eá 
patooA d€| los nttestxos la victoria^ que ioasi se lealm* 
bQ de ', ir. deloa :nM;uoé;.poi*i|ue Pai^amiUay qapitaii á% 



256 COUQUISTA DEL BIO DB Ll PLJLTA 

los indios amigos, muy famoso poco antes entre lo» 
bárbaros, por su valor y hostilidades ejecutadas 
contra el español; cuyo partido recientemente habia 
abrazado, venia á interponerse en nuestro campo, 
que no habia podido seguir desde el principio la 
marcha, porque no estaba aun sano del todo de las 
heridas que en Boroa recibió en una refrega, en que 
le metió un pedrero cinco piedras en el cuerpo, de 
que estuvo á la muerte ; pero apenas se halló con 
fuerzas, quiso hacer ostentación de la fineza con 
que habia mudado de partido, en marchar á nuestro 
ejército, y andando en su busca esa noche que decía- 
mos, en v^z de encontrarse con él, dio en el aloja- 
miento del enemigo, y como lo habia sido poco antes, 
cayó presto en la cuenta de su yerro, reconociendo 
por el modo de acamparse, era la gente que venia á 
asaltar la frontera española* 

Salióse de entre los suyos sin ser sentido, y re- 
trocedió en busca de los nuestros, á quienes con toda 
fidelidad y diligencia, avisó la cercanía de los bár- 
baros, y ponderó la coyuntura de lograr una buena 
suerte, por que estaban durmiendo tan descuidados 
y sepultados en profundo sueño^ que ni le hablan 
sentido á él, ni teuian puestas centinelas con la con- 
fianza de estar todavía en sus tierras y de traer gran 
poder ; pero este se vence fácilmente cuando faita 
la vigilancia, y por eso* aconsejaba aprovechar la 
buena ocasioni haciendo una encamisada y dando 
luego sobre el enemigo. La facilidad que prometía, 
y la enerjía con que aconsejaba la facción, hacian 



CONQUISTA DEL RIO DE Ll PLATA 257 

entrar en recelos, por que dicta la prudencia, no 
fiarse mucho del amigo reciente; mas aquí como el 
indio procedia fiel y sincero, la cautela de los núes- 
tros les sacaba de las manos la victoria, que casi 
tenían en ellas, temiendo no les quisiese meter en 
alguna peligrosa emboscada, donde pereciesen. Loa- 
ble era este reporte de los españoles, pues en la 
guerra solo una vez se yerra; pero como el indio 
insistiese siempre en su proposición, juntó consejo 
de guerra el Sargento Mayor, y de común acuerdo 
se resolvió fiarse de él, no malogrando esta grande 
ocasión de quebrantar el orgullo de los bárbaros, 
por cuya consecución era forzoso aventurar algo. 
Disponen, pues, que marche el campo español de 
noche, guiado de Panamilla, y den sobre el de los 
indios al amanecer, y puntualmente se ejecutó así, 
con tan buena fortuna, que teniendo el enemigo es- 
parcidos los caballos por la campaña, y la gente 
durmiendo á sueño suelto, fuera del orden militar que 
estilan guardar, les causó el improviso asalto in- 
creíble confusión y desorden, pues aunque despavo- 
ridos se levantaron á tomar las armas, era tal su 
turbación, y tan rápidos los nuestros, que sin de- 
jarles hacer cuerpo, llenaron de cadáveres la cam- 
paña^ les apresaron mil caballos, y armas de acero, 
ei^padas y lanzas les tomaron cuantas llevaban, con 
todo el bagajC; y pusieron en fuga á los que tuvie- 
ron suerte de escapar de nuestras manos. Ni paró 
aquí la victoria, porque de los prisioneros se supo 
que el capitán Misqui, yanacona de los españoles 



258 coüQtnsTJL del rio db la plíita 

antes, y ahora por haberse rebelado, caudillo famoso 
entre los arancanos, habiendo causado grayísimo» 
daños, como enemigo doméstico, se hallaba poco 
distnnte en cierto cerro con un destacamento de 
treinta hombres, y para cogerle se valieron los 
vencedores de la traza de disfrazarse un buen nú- 
mero de españoles, en traje de indios, y fingiendo 
con buen arte ser de los suyos, apresaron á los 
primeros que salieron á reconocerlos, y después ¿ 
los demás. 

Volvieron los españoles victoriosos y cargados, 
de despojos, dejando muertos trescientos y cincuenta 
araucanos, número que se hizo mas estimable por 
ser la flor de las tropas enemigas, que perseguian 
con mayor denuedo á Jos españoles é infestaban mas 
su pais, y los fronterizos yanaconas alzados, que 
nos hacian mas cruda guerra. El llanto que ocasio- 
nó esta pérdida en el pais de los rebeldes y el des- 
mayo que les causó fué tal, que no. hubo quien se 
atreviese á hacer junta ni á volver ál descubierto á 
hacer daño en nuestras fronteras, siendo así, que 
antes, orgullosos con los buenos sucesos que alcan- 
zaron, y con la altivez qiie cobraron del alzamiento 
general, continuamente hacian juntas numerosas, 
y no cesaban de entrar á nuestras tierras con gran* 
des estragos, pero esperimentando contraria suerte 
se vinieron á entregar de paz al español algunas tro- 
pas de yanaconas y entre ellos Guentecura capitán 
famoso y otro de igual opinión (aunque no le nóm^ 
bran las memorias de aquel tiempOi el cual se ofiret 



COKQülSTA DKI. RIO D¿ lÁ TLATA 25^ 

ció á hacer é hizo algunas efttraflas al territorio re- 
belde, con tan prósperos sucesos, que cobraron los 
bárbaros estraño temor y desaliento, perdiendo la 
esperanza de prevalecer contra nuestras armas, y 
ya desengañados decían, que la guerra era como el 
fuego, que si algún tiempo favorese á uno^ súbita- 
mente se muda la suerte, y vuelta en contraria, no 
le deja hasta destruirle. Así (anadian) nos ha pasa- 
do á nosotros^ que hasta ahora nos ba sido en la 
guerra propicia la fortuna ; pero como inconstante 
no es ya contraría, y nos La de consumir, si prose- 
guimos la rebelión, y no nos rendimos á abrazar el 
partido mas sano de la paz: pues si con buenos su- 
cesos, que tuvimos en el alzamiento, quiso castigar 
el cielo por nuestro medio los pecados de los españo- 
les; sin duda, deben ser mayores los nuestros, por- 
que vemos se vuelve ya el azote contra nosotros, y 
será mayor nuestro castigo. Esto decían los arau- 
canos, porque aunque bárbaros conocen que Dios 
envía los castigos por los pecados, y permite á ese 
fin las rebeliones y guerras, para que los suyos se 
corrijan, y aplaquen á Dios con la penitencia en el 
tiempo de la tribulación, enmendando lo que falta- 
ron ciegos, con la prosperidad. 

Movidos, pues, de esta persuacion, que fuertemente 
seles imprimid, se retiraron de nuestras fronteras, 
temerosos de que los nuestros en las campeadas los 
cautivasen, y con calor trataron de restablecer la 
paz que barbarísimamente habían violado, y lo que 
en i^s de lá Cordillera quedó solo en plática sobre 



260 COlirQümTl BEL RIO 1>E hk TLATA 

este asunto, en los de Aranco, y toda la costa ¿el 
mar hasta la boca de la Imperial pasó á ejecución. 
Para esto, sirvió mucho la población, quehizo el pre- 
sidente don Angelo, asentando el tercio de Araueo en 
el puesto de Lota,que^s el conmedio entre el casti- 
llo antiguo de Araueo, y la ciudad de la Concepción 
con setecientos soldados, porqae reconociendo los 
araucanos, que tenian muy ce^ca de ai á los españo- 
les, con fuerzas ventajosísimas, alentados con nume- 
rosos socorros que cada dia entraban del Perú, don- 
de se hacian por influjo de don Angelo continuas levas 
de gente, y que éramos ya señores de toda la tierra 
por donde podiamos entrar sin resistencia considera- 
ble ácastigar por entero sus traiciones, despacharon^ 
todos los caciques de la costa, mensajes de paz. Esti- 
mulóles mas á apresurar los tratados ver que don 
Angelo sin perder tiempo, rehizo con mucho empeño 
otras poblaciones y fuertes, que el enemigo habia des- 
truido en el alzamiento, poblando las estancias, y con- 
siguiendo felizmente, en breve tiempo, lo que reque- 
ría mucho, y no hablan podido ejecutar otros gober- 
nadores de aquel reino, pues fuera del nuevo fuerte 
de Araueo, reedificó á Coluera, donde puso el presi- 
dio que solia estar en el antiguo castillo de Araueo, 
y habia quedado en poder de los rebeldes; pobló el 
tercio de Yumbel con mil soldados paia su guarní- 
cíod; plantó un fuerte en el Salto, y otros con que 
quedó el pais español guarnecido, y temblando de 
sus disposiciones los enemigos, que por esta razon^ 
apretaban mas cada dia en las solicitudes de la pas, 
con nuevos mensajes. 



COSÍQinSTA DEL BlO DE LA PLATA 261 

Recibió don Angelo á los mensajeros muy beuig^ 
no, 7 Yolvieron.con las respuestas á sus tierras tan 
prendados de su afabilidad, que se rindieron con 
nuevo y mayor gustó, y salieron breyemente los 
caciques mas principales á liacer las capitulacio- 
nes, de que solo he podido adquirir noticia en co- 
mún por una carta, que el mismo don Angelo, que 
fué personalmente al ajuste, escribió á la Real au- 
diencia de aquel reino, ydecia así: ^^Keal Audien- 
^^ cia. Aunque mis ocupaciones son tantas, que no 
^^ dan lugar á nada, no he querido en esta ocasiou, 
** dejar de hacer partícipe á V. S. del buen suceso, 
^^ que ha sido Dios servido de darme en el asiento 
^^ de las paces con las provincias rebeldes de toda 
* la coBta desde la boca de la Imperial hasta Arauco, 
'^ entrando en ellas las de Tirua y Utanleubú. 
" Ajustáronse con todos los caciques de dichas pví - 
*^ vincias y otros muchos indios, que se hallaron 
^^ presentes en la nueva población de Santa Mai I;i 
** de Guadalupe, y vecindades á los cuatro del coi - 
^^ riente con honradas capitulaciones, y algo mas 
" ventajosas, que las que hicieron el señor mar- 
•* qués de Baydes y don Martin de Mujíca mis an- 
^^ tecesores, y cotejando aquellos tiempos con es- 
^^ tos, pudiera decir con verdad, son mucho mas 
^^ ventajosas^ que no aquellas. Dios por su miserl- 
^^ ^j^dia sea servido, de que duren conforme al 
^^ eelo, con que yo las he hecho* He diferido remi- 
^^ lirias & V. €. en «^a ocasión, porque espero eu 
^^ Dios de enviarlas & Y. S. juntas con laa^ de la 
tou T 18 



262 GOKQÜISTJL DEL BIO DB LA PLATl 

« 

^^ otra tierra de guerra hasta Valdivia, de qne se 
" qneda tratando yiyfsimamente, y pidiéndolas los 
^* mayores rebeldes, y corsarios de los enemigos, y 
" juntamente irá la nneva de haber acabado la po- 
^^ blacion de Yumbel, pues á la hora de esta^ está 
" cortada la madera, y empezada á tirar al puerto, 
^^ y yo salgo mañana, que se contaran doce de este, 
*' á incorporarme con el ejército. Dios nos dé buen 
" suceso, y el que mas convenga para su santo ser- 
•^ vicio, y bien de este reino. El guarde á V. S. 
" muchos anos. — Concepción y Diciembre 11 de 
41 1662.— Don Ángel de Peredo." 

Reducidos los araucanos, que han sido siempre 
los mas belicosos, y por eso los mas temidos, y res- 
petados de todo el reino, faltando á los demás este 
apoyo, y parcialidades poderosas, con quienes con- 
federarse, y temiendo ayudasen al español á con- 
quistarlos como al principio, fueron dando la paz, 
y abriendo puerta, para que entre ellos se pudiese 
volver á predicar el Evangelio, y el reino de Chile, 
que antes estaba como el otro enfermo de la piscina, 
quedó remediado, y sano por mano de este ángel, 
que movió las aguas, y le ayudó á recobrar su an- 
tigua salud. Hubiera sido mayor la dicha de todo 
él, si le hubiera durado mas el gobierno á don An- 
•^elo, y no hubiera aportado á él, su sucesor, que 
fué aquel desbaratado caballero don Francisco de 
'Menesés, que llegó deEíspanapor'-el'Estífechtíi ano 
^ 1664. Y M muy conocido f ' ■déliSbré éh^éíífert 
^or el mal nom}íreÁe'Éa:^ck^dSji^^^ ^aiÍjtíí¿oii 
sus tSioierarias opiniones. ^ *^^^ 



ó6sq¡bhri del rio-ds la plata 263 

* HáílIÓ sumamente acepto en todo el reino, amado 
y eathnado de todos á su antecesor don Angelo, y 
dedliimT)rado del esplendor de este lucimiento, se 
estíeHó cuanto pudo y supo, para apagarle, persi- 
guiéndole envidioso é injusto, hasta ocasionarle, 
qué se quebrase una pierna, y procediendo don An- 
gelo con suma reportación no solo entonces, sino en 
el i*eflto de su vida, en -que jamás se desmandó en la 
mas levé queja de sus arrebatadas sinrazones^ tan 
ajustado á las leyes de cristiano y caballero, como 
su émulo olvidada del temor de Dios y de sus obli- 
•gaoioneSr La mayor recomendación de don Angelo 
ftié á mi ver el haberle perseguido este sugeto^ que 
algunos son de tal calidad, que sus injurias honran 
y califican las prendas sobresalientes del injuriado, 
^y de esa calidad fué aquel malcaballero, cuya igno- 
miniosa deposición^ prisión, y entrada en Lima so- 
bre la albarda de un macho ejecutada por orden del 
stelantisimo vírey conde de Lemos ejecutorió la 
gravedad de sus delitos^ y manifiesta bien, cuan 
poco pudb dañarla , don Angelo su tema y persecu- 
ción. 

Estuvo tan lejos de padecer quiebra su crédito en 
esté contrasto, que antes adquirió nuevos quilates 
4e estimación en el gran juicio del prudentísimo 
•vfrey^ conde de Santistevq,n; como lo mostró en el 
íAiiod deltt ftiayor confianza, que se le ofreció en su 
^otfi6ffiíol"HlBibiíanBe empezado en el asiento de mi- 
Mtit^de^PniK) los gravísimos disturbios entre crio- 
Ifo^/éáMIiiicea y tftsc<mgadO£^i que j^usierau^ no* 



264 CONQUISTA DEL RIO DE LÁ FLATÁ 

table cuidado á todo el Perú, y reconociendo cuanto 
importaba á la causa pública aplicar pronto reme* 
dio á ejemplares de tan perniciosas consecuencias , 
puso su circunspecta atención en buscar sugeto de 
tal valor, prudencia, rectitud y esperiencia, para go- 
bernar la Ycacota, que amparando la inocencia, y re- 
primiendo la culpa, correspondiese en la ejecución 
á las instrucciones, que meditaba su prudencia para 
el reparo. Hallábase en esta sazón don Angelo de 
vuelta de su presidencia de Chile en Lima, y juzgó 
8. E., que ninguno era mas apropósito para aquella 
empresa. Escusóse don Angelo reconocieiído la di- 
ficultad del asunto, por no aventurarse á la contin- 
gencia, de que no le respetasen los sediciosos, y 
hallándose la justicia sin autoridad, ni fuerzas^ pa- 
decer el desaire de no ser obedecido, ni poder cas- 
tigar los insultos; pero el Virey insistió en su nom- 
bramiento, mandándole aceptase el cargo sin ré- 
plica, porque asi convenia al servicio de ambas 
Majestades. 

El partido de los salcedos, que era el mas inso- 
lente, sintió vivamente esta elección, temiendo de 
la enteresa, y valor de don Angelo, que era aplau- 
dido en todo el Perú, pondria freno á su orgullo, y 
trató de prevenirse, convocando cuantos mestizos 
pudo de los que intervinieron en el alzamiento ddL 
año de 1661^ y que vivian en la Arícajar, y ofrecién- 
doles conveniencias, como se hiciesen en su bando, y 
le asistiesen . Aceptaron el partido, y concurrieron 
tantos, que andaba de continuo aeompafiado Qaspat 



CONQUISTA DEL RIO DE LA PLATA 265 

Salcedo de doscientos hombres con escándalo de 
toda la comarca. Púsose en camino desde Lima don 
Angelo, y encontrándose casualmente con* dos reli- 
giosos vizcaínos, fueron en sn compañía hasta are- 
quipa. Bastó esto, para conmoverse Gaspar Salcedo^ 
y sus secuaces, como si fuese contra ellos un gran 
poder^ se alteraron sobremanera, y publicando, 
que el nuevo Gobernador era parcial de sus contra- 
rios, se restaron contra él, hasta el estremo, que 
diremos. Con éste ánimo depravado le recibieron 
por Gobernador en Ycacota á 13 de Noviembre de 
1665, no atreviéndose á declararse rebeldes en la 
repulsa, hasta hallar alguna escusa para su arrojo, 
porque todo lo que huele á traición causa tal ver- 
güenza aun á los temerarios, que no q^uieren descu- 
brirse sin el reboso de algún otro pretesto. 

Don Angelo, que tenia sobrados barruntos de to- 
do, no se acobardó, como quien nunca conoció de 
rostro el miedo, no hallando lugar en la nobleza de 
su ánimo generoso ese vil afecto, y resuelto á eje- 
cutar los órdenes superiores, empezó á poner en 
práctica las instrucciones, que le dio el Virey, 
mandando publicar un bando, sobre que ninguno 
del asiento sacase espada : que no anduviesen en 
cuadrillas mas de tres juntos: que todos se recojie- 
sen á sus casad^en oyendo la Queda, y que cuantos 
allí entrasen, viniesen á registrarse. Hallábanse 
los sediciosos tan ajenos de contenerse, que jun- 
tándose en cuadrillas seguían á los ministros de 
justicia, diciendo con mofa : Allá vá el bando. Sin 



266 coifQmsT^ bel $10 dje la plata 

embargo el baudo se aoab6 de {Miblic^ar en los para- 
jes que debia, y de aquí le pareció á Salcedo^ que 
el Gobernador no se atrevería á publicar semejan- 
tes órdenes, sin el seguro de tener á punto buena 
fuerza para hacerse obedecer, y para certificarse 
tuvo osadía el dia 17 de Octubre, para entrar con 
un escuadrón de mas de doscientos hombres á casa 
del Gobernador;, que por indisposición estaba en la 
cama, y registrarla muy despacio, sin reservar los 
mas secretos retiros, por ver si tenia armas, ú ocul- 
ta alguna gente. Hubo de disimular el Gobernador 
este desacato por no hallarse con fuerzas para el 
castigo, y creció la insolencia de Salcedo, pues por 
que yendo don Angelo á Puno, su teniente general 
Pedro de Huerta hizo allí registrar según el bando 
* publicado á diez hombres, que llegaron de nuevo, 
se alteró tanto, que al volver don Angelo al asien- 
to, le hubieran muerto en la Plazuela de los Truc- 
eos, á no defenderle un buen sacerdote. 

No se acobardó don Angelo, antes sin desistir, 
mandó rondar aquella noche dicha plazuela; pero 
los amotinados acometieron al teniente; y se escapó 
con vida al amparo de otro sacerdote, que se ínter- 
puso. Publicó entonces don Angelo nuevo bando^ 
ordenando, que todos los leales vasallos de S. M., 
acudiesen á favorecer la Justicia Real, y recibieron 
también el bando á arcabuzasos, de que mataron al 
escribano Francisco Tricio, que le publicaba; pero 
sin embargo á la voz del Rey, concurrieron hasta 
ciento y veinte personas, con las cuales don Angelo 



005QÜISTA DEL BIO DB hk FLkTA 267 

se encaminó á dond^ estaban loa tumultuantes 
que llegaban á quinientos, y divididos en variot 
trozos acometieron álos leales obligándolos con 
muertes de unos^ y heridas de otros á retirarse á 
sus casas, donde se defendieron desde las seis de 
la tarde hasta las ocho de la mañana, en que los 
rebeldes les quisieron pegar fuego, gritando en to'do 
aquel tiempo varias Veces con voces desentonadas: 
¡Muera el mal gobierno y el Rey y el Papa! 
. Tuvo ánimo el gobernador don Angelo, para sa- 
lir á la mañana de su posada acompañado de al- 
gunos sacerdote», é ir á cierto paraje á conferir con 
el licenciado don Andrés Flores de la Parra, alcalde 
de corte entonces de la Real Chancillería de Lima, 
que después murió arcediano de su santa iglesia, y 
acababa de ser su antecesor en el gobierno de Puno. 
Acudieron también otros personages principales 
para tratar sobre el remedio de tamaños males, y 
quiso hallarse Gaspar de Salcedo, cabeza de los 
amotinados, para pactar con el Gobernador, propo- 
niendo por condición para la quietud, fuesen castiga- 
dos con pena de muerte los que mas finos se hablan 
portado en favorecer á la justicia y que fuese de- 
puesto el teniente general Pedro de Huerta. En esto 
vino el Gobernador; pero no en lo primero por que 
era lo mismo, que dejar desarmada para en adelante 
la justicia, aun que no pudo dejar de consentir en que 
saliesen desterrados los que mejor le habían asis- 
tido; que hallándose tan poderoso el partido de los 
rebeldes fué precisión inevitable, para establecer la 
quietud. 



268 COKQ-DIgTA DBL BIO DX LA PLATA 

Duró esta, solos quince dias, pnes por que á 4 
de NoTÍembre llegaron á la Tcacotaun estremefio, y 
dos vascongados, se conmovieron de nnevo los 
sediciosos, con ánimo de matarlos, como lo pusieron 
por obra, si don Angelo no se valiera de la traza 
de hacerlo volver á salir. Hallábase el Gobernador 
0Ín fuerzas, para resistir estas insolencias, y por mas 
que se desvelaba en atajar los desórdenes, no surtían^ 
efecto sus diligencias, y no era poco poder hacer 
informaciones de lo que pasaba, y de los delitos an- 
tecedentes para remitir al Real Acuerdo de Lima 
solicitando el remedio. 'Agravóse mas su cuidado con 
la noticia cierta, que se le dio, de estar señalada talla 
de seis mil pesos ya depositados, para quien quiera 
que á ¿1 mismo le quitase la vida. Consultó el oaso 
con su antecesor, y se resolvieron ambos convenia, 
desterrar de aquel asiento á siete de los mas per* 
niciosos tumultuantes; pero participada la noticia á 
Salcedo, respondió con la majestad de soberano 
no conviene. Replicóle el Gobernador, como debía, 
se adelantó el rebelde á amenazarle, y se salió ar- 
rebatadamente de la sala; pero asiéndole del brazo 
don Angelo, le mandó quedar allí preso. 

Apenas se supo entre los de su séquito, cuan^ 
convocándose acudieron mas de doscientos hombrea 
que le pusieron dos pistolas á los pechos; nnas quisa 
Dios no diesen fuego, y hubo tiempo para que al-* 
gunos se interpusiesen, y le salvasen la vida, retirán- 
dose Salcedo muy ufano, escoltado de todos loa 
sediciosos. Vienda don Angelo no aprovechaba la 



COltQülBTA DSL BIO DB LA PLATA 269 

cortesía y blandura, para recabar la debida obedien- 
cia de aqnella canalla, se salió del asiento con otro 
pretesto pero con ánimo de convocar la gente de 
las provincias según le ordenó el Virey: Alcanzaron 
el designio los sediciosos^ y yendo en su alcance, le 
obligaron con la superioridad de sus fuerzas á vol- 
verse, ofreciendo saldrian desterrados los que antes 
propuso, como se ejecutó, aunque solo en la aparien- 
cia, pues luego se volvieron al ingenio de Salcedo. 
Supo esta salida, y vuelta de don Angelo el alcalde 
provincial y capitán del asiento San Antonio de Es- 
quilache, Pedro de Garro, á quien de parte del Go- 
bernador se habia requerido aprontase la gente de 
su partido, para defender la justicia en cualquier 
accidente, y vino con doscientos hombres á dos 
leguas de la Ycacota ; pero como los sediciosos se 
allanaron al destierro de los siete, y parecía pro- 
cedianmas moderados, juzgó don Angelo bastaría el 
amago de la venida de aquel valeroso capitán, para 
contenerlos, y compadecido de la mucha sangre es- 
pañola, que se habia de verter, si entrase, le mandó 
que se retirase. 

Garro, que viendo á don Angelo en poder de los 
tumultuantes, creyó, que su mandato era forzado, 
rehusó obedecer, hasta que el Gobernador le repitió 
las instancias, y conoció, que era el orden por su 
propio dictamen, y retirándose con el sentimiento, 
de que un caballero de tantos méritos quedase vo- 
luntariamente espuesto á la temeridad de los sedicio- 
sos. Erró, sin duda don Angelo, pero se desengañó 



270 OOHQinSTA PEL BIO DE LA PLATA 

presto, por qae viéndose sin aquel freno los tamnl- 
tuantes, conTocaron á pocos dias mas gente, viuíea^ 
do machos mestizos^ y á cada uno de ellos daba 
Salcedo su escopeta^ municiones y trescientos pesos, 
intentando una general sublevación, para negar de 
todo punto la obediencia al Rey, de cuya poca salud 
tenían noticias, y miraban vecina la minoridad del 
señor Carlos II en que poder medrar, según el deli- 
rio de su loca fantasía les representaba. En lance 
tan crítico juzgó don Angelo estaba obligado á ar- 
restar la vida al desempeño de su fidelidad en el 
remedio de estos danos, antes que fuesen irrepara- 
bles, y burlando con arte la vigilancia de las guar- 
dias, que le tenían puestas, se retiró de la Ycacota 
al asiento de San Antonio, desde donde convocó á los 
gobernadores de las provincias, quienes obrando 
con fina lealtad ^icudieron prontos, y con consejo 
de ellos, envió á publicar un bando á la Ycacota, 
mandando á todos los fieles vasallos de S. M., salie- 
sen á incorporase con su Gobernador, y á ponerse 
debajo de sus reales banderas. Trescientos hombres 
obedecieron, y los demás siguieron á Salcedo, que 
resuelto á no obedecer, se retiró hacia la ciudad del 
Cuzco, dando orden se juntasen sus secuaces en 
Juliaca. 

Entró don Angelo armado en la Ycacota á 30 de 
Noviembre, y con la ausencia del caudillo de la 
sedición, parece estaba todo quieto, de manera que 
se pudieron beneficiar las minas, y reparar los danos 
causados, sin faltar minero alguno á las labores 



COKQtJlSTA DEL RIO DB LA PLATA 271 

solo Salcedo: y entonces despidiendo don Angelo 
al gobernador de Chucnito don Pedro Macedo de 
Leise, y al de Lampa, Juan de Salazar, empezó á 
entender en la averiguación de los tumultos pasados, 
y d¡6 de todo cuenta al Real Acuerdo. Este resolvió 
que el virey conde de Santistevan con provisión 
real despachada por don Felipe, llamase á Salcedo 
del Cuzco á Lima; pero recibióla con desprecio, y 
mandó S. E. á don Gabriel Guerrero, caballero del 
orden de Santiago, le prendiese. Pero se embarazó 
la prisión por consideraciones, que ocurrieron, ofre- 
ciéndose el corregidor del Cuzco don Luis Ibañez 
de Peralta y Cárdenas, á ir personalmente á Lima, á 
dar satisfacción al Virey, con los motivos, quedando 
Salcedo muy insolente. Fué tan desgraciada la cau- 
sa pública, que cuando el Corregidor llegó á Lima, 
acababa de mprir el virey conde de Santistevan, 
quien como tan justo y enterado de lo que con venia, 
hubiera sin duda prevenido todos los escándalos, que 
después de su muerte sucedieron. 

Entretanto, la junta de sediciosos, hecha enJu- 
liaca, se fué engrosando, y llegando un recaudo de 
Gaspar Salcedo se determinó entrar en la Ycacota 
en número de mas de seiscientos hombres, á quienes 
daba fomento el gobernador de Lampa, Juan de Sa- 
lazar, por mas que don Angelo le requirió, para que 
sobreseyese de aquel empeño infame. En la marcha, 
fueron dejando indicios de su intención, robando 
cuanto pudieron, y apoderándose de las cartas, y 
despachos del Gobierno Superior de estos reinos, y 



272 COITQTTISTA DEL BIO DB Ul PULTÁ 

acercándose, trataron de desarmar al g;obérnador 
don Angelo,' con la confianza dé que iban de paz, ^ 
recelando, de que sí se ponía resistencia^ era tan buen 
soldado, y le seguirian tantos vasallos de S. M., 
que podrían castigar su alevosía, 6 por lo menos les 
disputarían la victoria. Creyóles el Gobernador, y 
se permitió animoso á su insolencia, sin reparar, que 
es mas justo mueran mucbos culpados, que no pocos 
inocentes; pero cuando entrando los conspiírados á 
8 de Marzo de 1666 vio, que lo llevaban todo á san- 
gre y fuego, reconoció su engaño, y recogió de pres- 
to hasta doscientos hombres, con quienes se puso en 
defensa por algún tiempo. A lo mejor los mestizos 
gente vil, y de pocas obligaciones se declararon por 
los rebeldes, y pasaron de repente á su bando: con 
que le fué forzoso á don Angelo retirarse á su casa, 
donde se defendió hasta el día siguiente. 

Las insolencias, que cometieron los rebeldes no 
son para indívidaadas : basta decir, que montó el 
saco mas de millón y medio, y '«ique mataron á mu- 

N 

chos hombres pacíficos, y entre ellos al sargento 
mayor don Pedro Herquinígo Velarrínaga (gober- 
nador que había sido de Puno, y sosegado feliz- 
mente cinco años antes el alzamiento de los mesti- 
zos de Ghuquíabo)y al alguacil mayor Juan de Qué- 
vedo, y lo que causa mayor horror, dieron también 
muerte á sangre fría á quince vascongados en pre- 
sencia del SaütísimO Sacramento, qtiepara aplacar- 
los sacaron los sacerdotes, y en sus propios bracos 
los acabaron de ifiata]r. Salió don Angeló entre mir 



OOVQinSTA DEL BIO DE LA PLATA 273 

riesgos á verse con el gobernador de Chucuito, don 
Pedro Macedo de Leise ; pero este sabiendo que 
á ambos los querían matar, se retiró, y dejó á don 
Angelo en el peligro sin poderle socorrer, y por fin, 
fué preso de los conjurados. 

Propusiéronle reformase sus informes, y escrlbie-* 
se á su favor algunas falsedades á la Real Audien- 
cia de Lima, que por muerte del Virey corria con el 
gobierno de estos reinos, pero valeroso, y constante 
se negó á cometer aquella ruindad indigna de ca- 
ballero, y se ofendieron tanto, que entraron de tro- 
pel á darle muerte: dispararon todos sus arcabuces, 
y mataron á dos guardas en vez del Gobernador, 
que se salió con los agresores encubierto con el 
humo; pero conocido, le dieron cuatro balazos, y le 
derribaron por muerto en una zanja. Pareció poi; 
allí don Antonio de Andrade á quien rogó le llevase, 
donde recibiese los Sacramentos: respondióle ímpio 
y pérfido, esperase, á que cárgasela escopeta, para 
defenderle, por que sentia rumor de gente: cargóla 
y disparole á boca de canon, dejándole por muerto 
pasado de parte á parte. Vileza increíble en quien se 
preciaba de caballerp, y que le dio materia á don 
Angelo después, para mostrar, que lo era él, y muy 
generoso y cristiano, por que conociendo muy bien 
al agresor &leve, jamás se pudo sacar de su boca, 
quien fuese, ni aun quiso fiar esa noticia del ge- 
neral don {lubrique de ZeballoSi caballero del orden 
de Santiago su sobrinOi que le acompañó diez anos, 
j se lo preguntó varias veces: ni se supiera sino 



274 coxQuiaTA dbl bio db ul plata 

fuera por las relaciones, que se imprimieron de este 
suceso pocos anos después formadas por las depo- 
siciones de otros testigos. 

En esta ocasión, escribe el licenciado, Vicente 
José Miguel en la adición á las Tablas Cronológi- 
cas del padre Claudio Clemente, páj . 195, (1) que fué 
muerto don Angelo de Peredo, y le siguió en esta 
noticia novísimamente el reverendo padre fray José 
de la Fuente en su diario; (2) ambos padecieron enga- 
ño, y no se de donde pudo tomarla noticia el primero, 
pero mayor es el del reverendo padre Fuente, pues 
dice: lo cuenta así el padre Manuel Rodríguez d» la 
compañía de Jesús, en la cronología, que trae al fin 
de su historia del Marañon y Amazonas: mas este 
autor (3) nodice,quematasená don Angelo, sino solo 
que le dieron de balazos, y esto no es decir que le 
mataron, pues á muchos se los han dado^ y han so- 
brevivido, como sobrevivió don Angelo otros once 
afios: por que arrastrando entonces como pudo, aun- 
que traspasado de tantas heridas, llegó al Hospi- 
cio de los reverendos padres franciscanos que reco- 
gían la limosna para los Santos Lugares de Jerusa;- 
len, y recibido de los religiosos pudo curarse, cop 
esparcir la voz de que era muerto, y quizá eita es- 
tendida entonces por el reinO; ocasionarla el enga% 

del licenciado Vicente José Miguel, bifin qi^e éa 

• 

. ' ' I ' * • ' ' I 

(1) Lio. Miguel in addition. Tabal. C]ir«iÍóW¿J jfájhbSi'^^^ 

(2) Fuetita tomo 8.® dio. 15. Martí¿.péí^á.c;s^^^'^*-'^* *^ 

(3) Rodrig. iu Indioe Chronplcggft^^riftiitíig^tíJ X 



CONQUISTA DEXi BIO D£ LA PLATA 275 

Fano duró bien poco, por que I negó que el rastro 
de la sangre descubrió donde se había refugiado y 
yivia don Angelo, acudieron algunos á asistirle, en- 
tre ellos el desgraciado José de Salcedo que murió 
después ajusticiado en la Ycacota, por estos distur- 
bios; pero nunca corrió mas riesgo la vida de don 
Angelo, que en medio de la fingida piedad de estos 
asistentes, que le disponían una maliciosa cura. 

En cuanto sanaba, llegó á gobernar el asiento el 
ilustrísimo señor don fray Juan de Almoguera, 
obispo de Arequipa, que después murió ejemplarí- 
simo arzobispo de Lima, encargándole la Real Au- 
diencia este cuidado, por que no era sospechoso á 
los^ tumultuantes, y don Angelo dis^frazado de hábito 
de religioso mercedario, por no fiarse de la escolta; 
que le ofrecían, se salió de Puno, y retiró á la fa- 
mosa misión, que los jesuítas de la religiosísima 
provincia del Perú tenian en Juli, donde le curaron 
con toda aplicación y regalo, hasta que recobradas 
las fuerzas pudo caminar á Lima, á informar al Go- 
bierno Superior de los sucesos de la Ycacota. Ko so 
le acabaron los riesgos á este valeroso y constante 
caballero, por que en este viaje resolvieron quitarle 
la vida, por lo cual salido de Juli en compañía del 
padre Diego Molinar, jesuíta, les alcanzó junto á 
Arica una tropa de mestizos, ejecutores de este mal- 
vado designio. Burló con su industria el jesuíta sus 
acechanzas, y le ocultó con medios casi sobrenatu* 
X^l^s^como refiere en una carta el mismo don Ange- 
lo, y solo pudieron robarles las cargas, y dos mil y 



276 OOVQiritfTA DEL BIO DE I.A PLáTá 

doscientos pesos, que varios le habian prestado para 
su viage. Los disturbios de Fauo no tuvieron fin hasta 
que 'recibido por virey en Lima el señor conde de 
Lemos á 21 de Noviembre del ano siguiente de 1667, 
fué en persona prontamente á sosegarlos por Marzo 
de 1668, y lo allanó todo con su rectitud y justicia. 
Don Angelo libre de las manos de los asesinos 
mestizos, pudo llegar felizmente á Lima, donde 
quedando el Real Acuerdo muy satisfecho de su 
celo, se detuvo algún tiempo hasta que el dicho con- 
de de Lemos enterado de sus prendas le despachó 
por gobernador de Valdivia en el reino de Chile; 
pero se detuvo allí poco tiempo^ por que le llegó la 
merced, que 1& sefiora Reina Madre, le hizo del go- 
bierno de esta provincia de Tucuman, que empezó á 
servir desde Junio de 1670. Emprendió con grande 
empeño la conquista del Chaco, convocando para 
ella toda la provincia, y obrando con la felicidad, 
que se puede ver en lo que refiere el doctor don Fran- 
cisco Xarque en los Misioneros del Paraguay, lib. 
3. ® cap. 27, y yo digo en la Descripción del Chaco 
desde el par. 39 hasta el par. 47. En lo demás de su 
gobierno, procedió ajustadísimo á las obligaciones 
de su empleo, como lo declaró en la honorífica sen- 
tencia, que después de haberle tomado residencia 
el licenciado don Diego Ibanez de Faria, ministro 
rectísimo, que acababa de ser fiscal, de la Real Au- 
diencia que hubo en Buenos Aires^y estaba promo- 
vido á oíápx á» U de Guatemala, pronunció en esta 



CONQUISTA DEL UIO DE LA' PLATA 277 

Compadecido don Angelo de la opresión, que pa- 
decían los indios desnaturalizados de Calchaquí, 
informó á la señora Reina Madre gobernadora de 
estos reinos, que como por ser apresados en guerra, 
se les condenó á servidumbre, querían los que la 
gozaban, fuese perpetua, suplicándola les librase 
de ella á los diez años, que se cumplirían al tiempo, 
que pudiese llegar la resolución de S. M; pero aun 
esta fué mas favorable á los indios, pues declaran- 
do, no debían quedar esclavos, mandó por- su cédula 
de 20 de Diciembre de 1674 se encomendasen en 
la forma acostumbrada, sin obligarles al servicio 
personal, pues generalmeiite (dice) ea^tá prohibi- 
do enlodas l^s Indias por repetidas cédalas^. En- 
comendóles por otra cédula fecha en Madrid á 15 
de Marzo de 1673, castígase varios escesos de los 
encomenderos, que en ella refiere, y la ejecutó, y 
obedeció puntual, apretando á sus tenientes, para 
que pasando á los pueblos personalmente, desagi-a> 
TÍasen sumariamente á los indios. Solicitó tambicn 
movido del mismo celo que S, M. enviase un visi- 
tador general de los dichos pueblos, para que con 
mayor autoridad y poder entendiese en el dicho 
desagravio. En su tiempo se repitió la lastimosa 
inundación de esta ciudad de Córdoba el día 3 1 de 
Enero de 1671 ocasionada de la prócsima cañada, y 
desde entonces se juró por patrón al glorioso pa- 
triarca san Pedro Kolasco, y se puso el repaio de 
la muralla db cal y canto, contra semejantes peli- 
gros. 

TOM. T 19 



278 COITQÜISTA DEL RIO DE LA PLATA 

Concluido su gobierno el año de 1675, se retiró á 
Tivir en esta ciudad de Córdoba, dpnde acabó sus 
dias, resplandeciendo con grandes virtudes, de que 
dá una suscinta noticia el citado doctor Xarque (1). 
Murió á los 54 años de su edad, á 21 de Marzo de 
1677. Por el afecto cordial, que profesó siempre á 
la Compañía de Jesús, no quiso aun en muerte 
separarse delosjesuitas, pidiéndoles le enterrasen 
en este colegio de Córdoba en la misma bóveda, 
donde sé'entierran nuestros relijiosos. Concedióse, 
con intento de trasladarse á una capilla de Nuestra 
Señora, que se estaba fabricando, y efectuándose 
dicha traslación á los catorce meses de su muerte 
se halló el cadáver entero, sin haber la cal, en que 
filé enterrado, atrevídose á consumir ni aun la 
punta de la nariz, ojos ó entrañas, aunque comió los 
vestidos, y es mas admirable, pues no se le embal- 
samó, y era corpulento, y grueso con abundancia 
de humores. De donde viéndole así entero la multi- 
tud del pueblo, que acudió á su traslación, conoció, 
que aquella entereza era demostración, con que el 
cielo manifestaba la gloria, que gozaba su alma di- 
chosa. En dicha capilla, pues, yace sepultado, y en 
4SU sepulcro se puso una lápida^ en que están escul* 
pidas sus armas, y este breve epitafio : 

Hic iacet perillustris Domtnus D. A7i(/dus de 
Peredo Regni Chilensis Proeses huius Proi^incice 
Gvbernator. Ohiit in hac Civilatji Cordubensi 
auno MDCLXXVII. 

(1) Dr. Xarque Mission, Parág. liK 2. cap. 64^ 



CAPITULO XIL 



Bemoria de lo& demás gobernadores, qne ha tenido la provincia de 

Tnenman hasta el tiempo presente. 




üCEDió en el gobierno de Tucuman año de 
1675 don José del Garro, caballero del orden de 
Santiago, que sirviendo en la Corte el honorífico 
empleo de sargento mayor del tercio de la Cham- 
berga, tuvo no se que palabras con cierto grande 
de España, y para librarle de sus injustas iras pe- 
ligrosas de castigar en una minoridad del Monarca, 
tomó la Reina Madre el medio de despacharle á este 
gobierno que sirvió hasta fines de Junio de 1678, 
en que le llegó cédula del señor Carlos 11 para que 
se encargase de el de Buenos Aires, por las que- 
jas, que llegaron á sus reales oidos contra don 
Andrés de Robles, á quien mandó deponer sin dejar- 
le concluir el quinquenio. Entre los gobernadores 



280 CONQUISTA DEL RIO DE LÁ PLATA 

de aquel puerto se puede ver lo demaS) que obró 
don José de Garro en el libro 3. ^ , capítulo 18. 

Tuvo por sucesor á don Juan Diez de Andino, 
por nombramiento del conde de Castelar, vírey de 
estos reinos, y de él también hablo en el dicho libro 
3. ^ , cap. 15, entre los gobernadores del Paraguay, 
porque habia ya gobernado aquella provincia, y la 
volvió después á gobernar por merced de S. M. 

En el Ínterin nombró el virey del Perú, arzo- 
bispo de Lima don Melchor de Linan y Cisneros,. 
á don Antonio de Vera y Mújica en premio del 
servicio que acababa de hacer á S. M., siendo ge- 
neral de las armas españolas en el desalojamiento 
de los portugueses de la Colonia del Sacramento, 
pero duróle quince dias el gobierno, porque le llegó 
de España sucesor nombrado por S. M., y se hubo 
de retirar ala ciudad de Santa-Fé, su patria. 

Dicho sucesor fué don Fernando de Mendoza 
Mate de Luna, natural de Cádiz, caballero de muy 
notoria nobleza, que esmaltó con sus proezas en la 
guerra y ejemplos ilustres de virtud, y prudencia 
en el gobierno. Entró á gobernar por Marzo de 
1681, y hallando la provincia aflijida de los barba- 
ros, consultó cual medio seria mejor para pacifi- 
carla, ó moviendo las armas contra el Chaco, ó pe- 
netrando allá solo los misioneros^ que ablandasen 
la obstinada dureza de aquellas gentes á fuerza de la 
predicación Evangélica. Este último, como mas con- 
forme á la intención de nuestros piadosos monarcas, 
se prefirió entonces, conspirando en este dictamen 



CONQUISTA D£L BlO DE LA PLATA 281 

los dos brazos eclesiástico y secular, y se destina- 
ron á esta empresa dos jesuítas fervorosos, que en 
compañía del celosísimo don Pedro Ortiz de Zarate 
renovasen la misión del Chaco, entrando sin es- 
trépito de armas, con sola la escolta, que para su 
resguardo les dio el gobernador don Fernando, por 
orden de S. Mr Empezóse á lograr su celo en la 
reducción de las dos naciones de Ojotaesy Taños, y 
esperanzas bien fundadas de convertir presto otras ; 
pero muy en breve las desvaneció la perfidia alevo- 
sa de los tobas y mocovies« que /conspiraron en la 
muerte de los ministros evangélicos, y de hecho 
martirizaron el dia 27 de Octubre de 1683, al vene- 
rable don Pedro, y al padre Juan Antonio Sali- 
nas, uno de los misioneros jesuítas, perdiendo la 
corona con indecible sentimiento suyo el otro jesuí- 
ta, que volvia con la provisión, que la generosidad 
del Gobernador despachaba de limosna para la 
nueva misión, que se deshizo poresta desgracia, reti- 
rándose á sus tierras los catecúmenos, para asegu- 
rarse de los fieros enemigos. 

Contra estos determinó el Gobernador mover las 
armas, y aunque sintió como caballero, que el go- 
bierno superior de estos reinos encomendase la 
empresa á la dirección de don Antonio de Vera, 
sin embargo concurrió por su parte como fiel mi- 
nistro al fomento de ella dando las disposiciones, 
para que se lograse la entrada al Chaco por Julio 
del año de 1685 y aunque fueron castigados algo los 
bárbaros haciéndoles cien prisioneros, pero no fué 



282 C0lfQUí3TÁ DEL KIO DE LÁ FLÁTl 

fruto correspondiente á los grandes gastos, que se 
cansaron, y los bárbaros quedaron irritados, é inso- 
lentes, cometiendo después mayores hostilidades 
por el descuido de los que sucedieron en el gobierno. 

En el de don Fernando Mate de Luna, ya que se 
vio exhonerado del manejo de las armas, se aplicó á 
otros negocios importantes al bien pi^blico^ cual fué 
el dar asiento á la casi portátil ciudad de Londres, 
que no acababa de arraigarse en lugar alguno, y 
dispuso, qae juntos los vecinos de ella, y del valle 
de Catamarca en este mismo Valle diesen principio 
el año de 1683, á otra nueva ciudad, que de su nom- 
bre se llama San Fernando del valle de Cata- 
marca. 

Hallábase también la antigua ciudad de San Mi- 
guel de Tucuman, muy incomodada en el puesto pri- 
mitivo de su fundación, por que aunque se gozaban 
buenas conveniencias, pero eran con un contrapeso, 
que las hacia desestimar, pues las aguas eran poco 
sanas» y tenian la maligna calidad de criar en la 
gargantalos cotos, de que hablamos en el capítulo 9, 
libro 4 ® , y fuera de esto estaba sujeta á inundacio- 
nes del rio. Por estos motivos muchos délos vecinos 
habian hecho informe á S. M., pidiendo licencia para 
trasladar la ciudad á sitio mas sano. Oponíanse sin 
embargo otros, especialmente los mas ancianos, 
ciegos con el amor del nativo suelo ; pero llegada la 
licencia del Rey, que la despachó ano de 1680, atro- 
pello don Fernando por la irracional repugnancia 
de los viejos^ y la mandó mudar el ano de 1686 al 



C02ÍQUIBTA DEL RIO DB LA PLATA 283 

sitio, que hoy tieue, distante doce leguas del prime- 
ro, y cuarenta de la ciudad de Santiago, siendo su 
primer teniente y justicia mayor don Miguel de 
Valdes } Salas, alcaldes ordinarios don Francis- 
co de Olea, y Juan Pérez Moreno, alférez real don 
Felipe Garcia de Valdes, alcalde provincial Juan 
de Lastra, y rejidor línico en la ocasión Simen de 
Avellaneda, que son los que asistieron á levantar el 
árbol de justicia, y enarbolar el Real Estandarte, 
como se estila en las nuevas fundaciones. 
. A la ciudad de Santiago halló don Fernando, 
cuando hizo la visita de la provincia, muy arruina- 
da por causa del rio, que con sus grandes crecien- 
tes había robado mucha parte de sus habitaciones, 
sin que se volviesen á edificar por el desorden de 
vivir los principales en los pueblos de indios de sus 
encomiendas, donde siendo perjudicial su vivienda 
para la conservación de ellos, como claman varias 
cédulas reales, que lo prohiben, causan también 
daño á la ciudad, porque se descuidaban de labrar 
en ella sus casas, como tenían obligación los veci- 
nos encomenderos: ocurrió al reparo el celo del 
Gobernador, mandando, que dentro de seis meses 
tuviesen pobladas sus casas en la ciudad, y dejasen 
de vivir en los pueblos de sus encomiendas, porque 
de lo contrario las daría por vacas, y pondría en 
cabeza de S. M., y por esta via logró su designio, 
y para mayor comodidad dio forma, de que se re- 
parase la acequia para el regadío de las chacras, 
y «e asegurase, como por entonces se consiguió| 



284. CONe^ülSTÁ DEL RIO DB IiÁ PLATA 

con mncha conveniencia de los vecinos; de qne in- 
formndo S. M., lo aprobó todo por cédnla fecha en 
Madrid á 6 de Abril de 1687^ mandando sp conti- 
nuase, y se mirase así por el alivio de los dichos 
vecinos, como por el de los indios. 

El Sucesor de don Fernando, fné don Tomás Fé- 
lix de Argandoña, natural de la ciudad deCádiz^ que 
habiendo militado en Europa, y servido en el Perú el 
corregimiento de Guayaquil^ entró á gobernar esta 
provincia por Marzo de 1686. Era caballero muy pia- 
doso, y gobernó sin quejas. Halló en buen estado el 
edificio de la nueva catedral de Santiago y fomentó 
8U breve conclusión con liberal y magnífico celo, 
pues á espensas de su propio caudal, y con su perso* 
nal asistencia, puso la obra en estado de perfección^ 
de manera, que se pudo trasladar soleronisísimamente 
al nuevo templo, el Santísimo Sacramento y la 
imagen de Nuestra Señora titular de dicha iglesia 
el dia 27 de Octubre del mismo año, celebrándose 
un devotosísimo octavario, en cuyo costeo no tuvo 
la menor parte la piedad generosa de este caballero, 
como también se le debieron preciosas alhajas para 
el adorno del culto divino, y una rica lámpara de 
plata para la misma iglesia, y otra de mucho precio, 
que donó á la de este Colegio Máximo de Córdoba, 
donde hoy lucC; y campea en memoria perpetua de 
sn religión y beneficencia. 

Debióle la Compañía singular afecto y estimación, 
y un muy subido aprecio de sus ministerios, del cual 
movido escribió á S. M. carta en 5 de Diciembre 



COlí QUISTA DEL BlO DE LA PLATA 



285 



de 1687, representándole para descargo de su con- 
ciencia (como dice en ella) cuanto le sirve en esta 
provincia de Tucuman, y la necesidad que padecian 
sus colegios, para cuyo alivio le suplica se sirviese 
de consignar quinientos pesos de limosna cada ano 
para cada uno, ó que cuando la atención á la con- 
servación de la Real Hacienda fuese embarazo para 
no señalar esa limosna, debia á lo menos S. M. man- 
dar, que de la Real Caja de Córdoba, *se enterasen 
todos los anos seiscientos pesos á la Compañía de 
Jesús, para pagar otra tanta cantidad por la cuota, 
en que nuevamente se habían ajustado la veintena, 
que dá por los diezmos, " pues no podrá (dice) ser- 

• vir CBta demostración católica en V, M. de ejem- 

• piar para otras religiones, ni aun para esta mis- 

• ma en otras partes, en que no ejercitan lo que 

• están obrando en esta, pues á lo menos contínua- 

• mente están en la campaña en diversas partes 
^ diez religiosos de la Compañía, que obran en el 
** pasto espiritual mas que pudieran hacer veinte 

• curas, pues no paran en la casa, á donde llegan, 

• mas de las horas necesarias, en que logran las 

• almas el consuelo, de que necesitan. Y esto Señor, 

• es verdad tan notoria, que ninguno de esta pro- 

• vincia, ó que haya estado en ella podrá ignorar- 

• la, pues por cualquiera parte, que haya camina- 
' do, habrá encontrado religiosos misioneros de la 
*• Compañía. '^ Este era el dictamen de este Gober- 
nador, que concluido el quinquenio, pasó por gene- 
ral del Callao, y recibió sucesor el Tucuman^ el año 
de 1691. 



286 CONQUISTA DEL RIO DE UL PLITÁ 

Este fué don Martin de Jauregni, noble vascon^ 
gado, de quien no he adquirido noticia particular de 
su gobierno. £a su tiempo sucedió el terrible tem- 
blor que á 13 de Setiembre de 1692, puso en asom- 
bro á toda esta provincia, y azoló ó hundió la ciu- 
dad de Talayera de Madrid, ó Estoco, pero con tal 
fortuna, que no pereció persona, y nunca mas se ha 
vuelto á poblar, agregándose desde entonces sus 
vecinos alas -jurisdicciones de las ciudades de Tu- 
cuman'y Salta, aunque hubiera sido muy importan- 
te su reedificación para freno contra las invasiones 
de los mocovies y otros bárbaros del Chaco. Des- 
pues de acabar su gobierno vivió don Martin mu- 
chos años en esta provincia, llegando á tanta po- 
breza, que le sustentaba á su mesa el gobernador 
don Estovan de Urizar, y en la misma necesidad 
dejó á sus hijos después de su muerte, que fué pocos 
años há en Salta. 

Sudióle año de 1696 don Juan de Zamudio, ca- 
ballero del orden de Santiago, también vizcaíno, á 
quien debió la Compañía benévolo patrocinio, por- 
que fué el escudo para reparar los durísimos gol- 
pes, con que el señor Mercadillo labró la toleran- 
cia de los jesuítas, dándoles gravísimas molestias. 
Concluido su gobierno vivió en Buenos Aires, don 
de sirvió á S. M. en el desalojamiento de la Colo- 
nia de los portugueses, con mucho valor y cons- 
tancia, hasta* que los enemigos abandonaron la 
plaza, y tiempo después murió en dicho puerto, de- 
jando wcesion de su noble ponsorte doña Inés de 



COlfQUISTA DEL RIO DE LÍ PLITA 287 

Salazar, matrona honestísima, y muy afecta á nues- 
tra religión, que «agradecida, le concedió carta de 
participación' de^sufragios. 

Habia de suceder en el gobierno de Tucuman 
don José de la Torre Vela, á quien el señor Car- 
los n tenia concedida la futuraj pero cercano á la 
muerte nombró por su testamento, y sostituyó en 
su lugar á don Gasj)ar de Baraona, natural de Cas- 
tilla la Vieja, que vino del Perú á recibirse, y se 
recibió en la ciudad de.Jujuy, que por allí es la 
primera de la provincia, por lo que á su favor re- 
solvieron el virey del Perú conde de Monclova y 
las Reales Audiencias, de Lima y de la Plata , sin 
embargo de que en la nueva reforma establecida 
por nuestro católico monarca don Felipe V, se ha- 
llaban comprendidas las futuras de este gobierno 
antes concedidas. Al tiempo del recibimiento de 
don Gaspar llegó de España provisto gobernador 
de esta misma provincia en cédula de S. M. de 22 
de IHciembre de 1701 el insigne gobernador don 
Estevan de Urizar y Arespacochaga, caballero del 
orden de Santiago, y aportando á Buenos Aires en 
24 de Julio de 1702, supo se acababa de recibir el 
mencionado Baraona. 

Pudiera solicitar ser admitido luego al gobierno, 
por estar nuevamente revocadas las futuras por S. 
M.; pero anduvo tan cuerdo y reportado, que por no 
causar inquietudes en la provincia^ se abstuvo de 
esa pretensión, y se contentó con dar parte á S, M. 
por cartas de 25 de Setiembre de 1702 y 20 de Ene- 



288 cokquistá del bio de la plata 

ro de 1703, dejando en el ínterin, que venia resulta 
de la Corte, proseguir pacificamente en el gobierno 
á don Gaspar, aunque hubiera perdido poco el Tu- 
cuman, en que no le hubiese gobernado, porque 
aunque sin agravio de otros, toda su atención apli- 
có á las granjerias, para acrecentar el caudal con- 
tra lo que las leyes reales prohiben á los goberna- 
dores, siendo mas mercader, que gobernador: con 
que descuidó de la guerra, y cobrando los bárbaros 
grande osadia, hallándose los caminos muy infesta- 
dos de sus invasiones, y aun las ciudades nada se- 
guras, escandalizando juntamente á la provincia 
con su vida poco ajustada, pues mantuvo ruin trato 
con una persona de bajas obligaciones, sin recatar 
de la publicidad los frutos de su incontinencia, que 
en el color manifestaba la vil condición de la madre. 
Finalmente habiendo juntado gran caudal, pues 
se dice comunmente, sacó de esta provincia trecien- 
tos mil pesos, llegó resulta de S. M. mandan- 
do cesase luego en el gobierno; pero tardó tanto en 
llegar acá, que tuvo tiempo, para casi concluir el 
quinquenio, y pasó á servir el corregimiento de la 
provincia de Collaguas y asiento de Cailloma, de 
que, usando de su real benignidad, le hizo merced 
S. M., y pocos anos há murió en la ciudad del Cuz- 
co. Dejó la provincia tan acodada de los bárbaros^ 
que aun antes de salir de ella para irse al Perú, 
hallándose en Salta actualmente dos que hablan 
sido gobernadores el dicho don Gaspar de Barao- 
na, y don Martin de Jauregui, y el nuevo gobernador 



C05QUISTA DEL BIO DB LA PLATA. 289 

don Este van de Urizar, se atrevieron los enemigos 
infieles á invadir nna noche aquella ciudad con 
ánimo de asolarla, y hubieran causado lamentable 
estrago^ á no haber sido casualmente sentidos, y 
esta insolencia fué la que estimuló mucho al nuevo 
Gobernador á tratar muy de veras de reprimir su 
orgullo, y hacerles cruda guerra hasta, ó sujetarlos 
ó desvelarlos, en que logró los felices sucesos, que 
diremos. 

Era don Este van de Urizar y Arespacochaga, na- 
tural del la villa delHorrio en el senorio de Vizcaya, 
de donde pasan dp á Cádiz el ano de 1680. Sirvió dos 
anosen aquel presidio con plazaen la infantería espa- 
ñola. Partió de aquí á Italia, y se halló en la de- 
fensa de Genova, el ano de 1684 cuando la armada 
de Francia, comandada del marqués de Sénelay, 
bombardeó aquella bellísima ciudad, asistiendo en 
los sitios mas peligrosos á resistir el desembarco, 
que hicieron los franceses á la parte de San Pedro 
de Arenas y puerta de Bisaña, donde se portó con 
singular valor en dos puestos de igual considera- 
ción, que peligro. El año de 1689 se halló con plaza 
de alférez de maese dé campo en la entrada, que el 
ejército español, hizo en el Mantuano, y enla demo- 
lion de Guastala, cuya fortaleza hecha por los fran- 
ceses, se reputaba por una de las mejores de Europa* 

Siguió el año siguiente al ejército en Piamonte 
en todas las funciones, y en la batalla, que á 18 de 
Agosto se dio á los franceses junto á la abadía de 
Staffarda, quedó herido de nn balazo en el muslo 



290 OOVQUISTA DEL BIO DE Ll PLITA 

izquierdo; pero sin embargo se mantuvo en medio 
del escuadrón con su bandera enarbolada hasta la 
precisa orden de retirarse todo el tercio,en cuya oca- 
sión cargando los dragones franceses, intentaron 
quitarle la bandera; pero en vano, porque desarbo- 
lada se la ciñó al cuerpo y con el asta en la mano 
seguido de pocos soldados^ hizo valerosa resistencia, 
y se salvó con ella á esguaso por el Fó, habiendo si- 
do estos pocos veteranos españoles, y las guardias 
del duque de Savoya el único embarazo, para que el 
ejército de Francia no consiguiese una completa 
victoria, como confiesan admirados los mismos au- 
tores franceses (1). Acaeció poco después el fatal in- 
cendio de las municiones de todo el tercio del maes- 
tre de campo don Francisco Fernandez de Córdoba 
que corrió manifiesto peligro de volarse, y don 
Estevan de Urizar, sin reparar en sus propias he- 
ridas, acudió prontísimo con los oficiales, que pudo 
recoger á socorrerle, como lo consiguió, y en con- 
sideración á este particular servicio se le hizo luego 
la merced de capitán de infantería española, por el 
conde de Fuensalida, capitán general de nuestro 
ejército de Lombardia. Antes de cerrársele las heri- 
das partió con su compañía en elejército al socorro, 
que se intentó dar á la plaza de Susa, paso preciso 
de- Saboya para el Piamonte, mal guardado de la 
guarnición piamontesa, y después á la defensa de la 
del Final amenazada de franceses. 

(1) Supplement. ad Annal. Brietii, anno 1690| p¿g. 149. 



COlf QUISTA DEL RIO DE LA PLATA 291 

El año de 1691 en el sitio, y toma de Carbañolay 
plaza del Piamonte, asistió continuamente á los ata- 
ques, y al asalto, que el dia 9 de Octubre se dio, 
cuando se tomó el bonete, que cubría el baluarte, á 
que sé dirigia el ataque de las tropas españolas, 
consiguiéndose coger aquella importante plaza, que 
siendo el almacén de los víveres, se les tomaron en 
grandísima copia. Perseveró el año siguiente en 
Piamonte, y siguió con su compañía en la entrada 
del ejército de los aliados por el Delfinado, y en 
el sitio de Ambrun se señaló de manera que don 
Francisco Fernandez de Córdoba le nombró por su 
ayudante de ataques, siempre que á ellos entraba 
de guarda, por la satisfacción que tenia de su valor 
y ardimiento, y de él dio buena prueba la noche del 
dia 11 de Agosto, que hallándose de guardia hicie* 
ron los sitiados una vigorosa surtidaj pero la re- 
chazó con singular bizarría, quedando muertos los 
mas que salieron de la plaza, y siguiendo al resto 
con espada en mano, aun fuera de los ataques, 
hasta encerrarlos por la puerta del socorro; y suce- 
sivamente se halló enla espugnacion de la ciudad de 
Gap, y otras correrías, que por aquel país se hi- 
cieron. 

Volvió el año de 1693 á Lombardía, y asistió al 
sitio y toma del castillo de San Jorge y demás ope- 
raciones del Monferrato para el bloqueo de la for- 
tísima plaza del Casal, y después en el avance peli- 
groso, que se dio á los enemigos en el fuerte de la 
Porosa, y sus reductos para desalojarlos, como por 



292 COKQÜISTÁ DEL RIO DE LA FLATA 

fin lo consiguieron las tropas españolas: pasó luego 
al sitio del fuerte de Santa Brígida, en que con gran 
tezon asistió en los ataques, y al asalto, que se dió, 
para ganar la contra escarpa, con espada en mano, 
y por fin en el asalto, en que se tomó dicho fuente^ 
de donde marchó al bombardeo de Piñarol, y con- 
cluyó esta campaña, hallándose en la batalla, que se 
dio á 4 de Octubre en el campo de Orbazan. El año 
siguiente se portó con igual valor en todas las 
operaciones de nuestro ejército á los contornos de 
Piñarol, y en los destacamentos, que se espidieron 
para los valles de la Perosa y Luserna, granjeán- 
dose tal crédito y opinión, que S. M. le premió 
con el grado de teniente de maestre de campo ge- 
neral. 

£n esta graduación sirvió los años de 95 y 96 en 
todas las operaciones, que se ofrecieron en el Pia- 
monte, especialmente en la formación del largo cor- 
dón, que se hizo para la defensa de Turin, y en los 
destacamentos, que se despacharon, á reconocer los 
designios del enemigo, así en el Piamonte, como 
después de ajustada la paz por el duque de Saboya 
con Luis Xiy en el estado de Milán, donde se reti- 
raron nuestras tropas españolas desde los acampa- 
mentos de Candia y Sartirana, habiendo cumplido 
en todas estas ocasiones con entero crédito, valor 
y celo del real servicio: por cuyos motivos reco- 
mendaron con espresivos elogios su persona á la 
magestad del señor Carlos II en certificaciones ^ue 
le dieron de sus servicios el maestre de campo 



CONQUISTA DEL BIO DE UL PLATA 293 

general del ejércitos de Milán, conde de Loobig- 
uies, los generales de caballería don José de Daza, 
duque del Sesto, y don Francisco Fernandez de 
Córdoba, y el sargento mayor don Lucas Pinto de 
Valladares, que fueron losgefes superitares, debajo, 
de cuya conducta militó hasta que á 7 de Setiem- 
bre de 1699, le nombró S. M. maestre de campo de 
infantería española, y prosiguió sirviendo con este 
grado en el ejército de Milán hasta 20 de Noviembre 
de 1701 que salió de Lombardia, y S. M. en virtud 
de carta llena de honoríficas espresiones, con que 
el señor príncipe de Vaudemont, gobernador del 
estado de Milán y capitán general de su ejército, 
recomendó su persona y méritos, le hizo merced del 
cargo de gobernador de Tucuman, por su real pro- 
visión de 20 de Diciembre del mismo año. 

Embarcóse luego,y al querer partir de Buenos Ai- 
res á tomar posesión de su gobierno, le llegó la no- 
ticia de haberse anticipado á tomarla don Gaspar de 
Baraona como heredero de la futura concedida á don 
José de la Torrevela, y desistió del viaje, por no 
dar principio á su gobierno entre litigios y diferen- 
cias, quien venia destinado del Cielo para poner en 
paz la provincia tantos años infestada de la guerra. 
En cuanto informado S. M. tomaba resolución, se de- 
tuvo don Estevan en Buenos Aire», donde tuvo oca- 
sión de hacer alarde de sus esperiencias militares en 
las juntas de guerra que desde 7 de Julio de 1704 
en que llegó el orden de S. M., se tuvieron sobre el 
desalojamiento de los portugueses de la Colonia do 

TOK. T 20 



294 OOlfQUISTÁ DBIi RIO DI LA PLÁTi 

San Gabriel, y sobre las operaciones de la cam- 
paña, y hechos ya los aprestos necesarios como 
se discurriese sobre el sugeto, que habia de coman- 
dar las armas españolas en aquella facción, se 
ofreció, y laun pretendió ambicioso de gloria, y de- 
seoso de servir á su Rey, debia ser preferido, bien 
que como estaba provisto en el gobierno de Tucu 
man, y se esperaba en breve respuesta del Rey, 
nuestro señor, no se atrevió el Gobernador de Bue- 
nos Aires á admitir su oferta. 

Sin embargo llegando á fines del ano orden del 
Virey conde de la Monclova, para que el Goberna- 
dor de Buenos Aires pasase en persona á mandar 
el sitio, solicitó don Estevan con mucho empeño ir 
en su compañía, y consiguiéndolo llegó á nuestra 
campo á 9 de Enero de 1705, y desempeñó en 
todo sus obligaciones, hasta que puestos en grande 
aprieto los sitiados, y hecho ademan de quererles 
dar asalto para obligarles á capitular, se hizo lia* 
mada en la forma acostumbrada, y fué escogido don 
Estevan, para pasar á la Colonia, á espresar la ame- 
naza, si aguardaban asalto, y ofrecer honradas 
capitulaciones, si luego rendían la plaza: no se ad- 
mitieron por nuestra parte las condiciones propues- 
tas por los lusitanos, y prosiguióse el sitio en la 
forma regular, enfermando mucha de nuestra gente 
en tiempo, que empezaba* ya las lluvias, y cogia á 
las tropas fatigadas de una prolija campaña; pero 
don Estevan prosiguió constante, y valeroso hasta 
que los sitiados abandonaron la plaza^ y retirados 






CONQUISTA DEL BIO DE LA FLAUTA 295 

al Brasil, se les demolieron todas las fortificaciones 
y volvió nuestro ejército victorioso á Buenos Aires. 
Aquí hubo de esperar hasta el año de 1707 por- 
que por causa de las guerras sangrientas de Euro- 
pa estaba muy difícil el comercio con estas pro- 
vincias remotas, y no llegaron los informes á S, M. 
hasta Abril de 1704 hallándose la Corte en Placen- 
cia: tomó brevemente resolución, y despachó á 7 de 
dicho mes dos cédulas, una á don Estovan dándole 
las gracias por la prudencia con que se gobernó en 
el caso, aunque estaba revocada la merced, en cuya 
virtud tomó posesión Baraona, para quien le remite 
otra del corregimiento de Caylloma, con orden de 
que se la entregue al tiempo de dejar el gobierno, 
y la otra cédula para el cabildo, justicia y regi- 
miento de la ciudad de Córdoba del Tucuman, en 
que refiriendo, que el motivo de haber conferido este 
gobierno á don Eatevan fué porque convenia á su 
real servicio lo obtuviese soldado práctico de es- 
periencias militares, cuales concurrían en su per- 
sona, les dice: "he resuelto, que luego incontinenti 
^^ que recibáis este despacho, hagáis cese en el 
" referido gobierno de Tucuman don Gaspar de 
** Baraona, y deis posesión^ pronta y efectivamente 
" al maestre de campo don Estovan de Urizar por 
** los justos motivos que tengo para ello, sin que 
^^ por ningún accidente, causa, ó razón lo dilatéis ó 
^^ embaracéis, ni permitáis se embarase, enviando 
*' testimonio de haberlo ejecutado, con advertencia, 
^^ que de lo contrario me daré por nuy deservido, 



296 COKQVISTA DBL BIO DE LA PLATA 

" por lo que conviene á mi real servicio, y las razo- 
^^ nes que movieron mi real ánimo á esta elección^ 
^^ habiendo sido muy de mi desagrado lo que ea 
** contrario se ha ejecutado por mi Virey, y por las 
** audiencias de Lima y Charcas, de que he querido 
'* advertiros. . . Y á mi Virey, y Audiencia he man- 
^^ dado participar esta mi resolución, para que lo 
*^ tengan entendido, y no obren cosa en contrario, 
^* y vos lo observareis sin retardación alguna, que 
" así procede de mi voluntad/' 

Estas reales espresiones tan significativas, mués* 
tran bien claramente la estimación, que S. M. hacia 
de la persona de don Estevan, y el grande empeño, 
de que luego entrase á mandar este gobierno, sin 
duda le solicitaba el Ángel de Guarda de esta pro- 
vincia, previendo el gran bien, que de tan activo y 
celoso Gobernador, habia de resultar al bien públi 
co de ella. Sin embargo, por el insinuado embarazo 
de las guerras, tardó mas de tres años esta real cé- 
dula en llegar á esta provincia; pero apenas la re- 
cibió el Cabildo de Córdoba, cuando sin la menor 
tardanza puso en ejecución la real voluntad, reci- 
biendo por gobernador á 12 de Junio de 1707 ¿ 
dicho don Estevan de Urizar. 

Este dio principio á los aciertos de su gobierno 
con una disposición muy prudente, é importante,que 
le dictó la noticia que ya tenia adquirida, de lo que 
pasaba en la mudanza de gobierno, porque se esti* 
laba, que en recibiéndose nuevo gobernador, los 
tenientes del antecedente soltaban el bastón y se 



OOKQÜISTA DEL BIO DI LÁ PLATA 297 " 

descargaban de los negocios de aquel empleo, de 
que resultaban graves perjuicios á la cansa pública, 
quedando las ciudades y fronteras sin cabo supe- 
rior lejítimo espuestas á padecer irreparables da- 
Sos, por las controversias que podían originarse 
entre los ministros políticos, y militares en deser- 
vicio de S. M.; y siendo la primera obligación de un 
gobernador ocurrir al reparo de este inconveniente, 
con «aplicar los medios conducentes á ese fin, le pa- 
reció el mas apropósito, confirmar en sus oficios á 
los tenientes puestos por su antecesor, hasta que 
con plena noticia y esperiencia pudiese conocer, y 
enterarse, quienes eran en las ciudades los sugetos 
mas aptos, para fiarles este importante empleo: por 
lo cual en la noticia, que de su reidbimiento parti- 
cipó á cada uno de los Cabildos les hizo saber esta 
su resolución, previniendo con este prudente arbi- 
trio, los daños insinuados. Aplaudieron todos gene- 
ralmente esta determinación, y es digna de imitarse 
por sus sucesores, porque no consiste el acierto, co- 
mo algunos se figuran, en entrar deshaciendo todas 
las hechuras de sus antecesores, nombrando á veces 
mas por empeños particulares, ó por informes apar 
clonados á los que no merecen semejantes empleos, 
y se acierta mejor en la elección, cuando se rije el 
Gobernador por sus propias esperiencias, y conoci- 
miento de los sujetos, como le acaeció á don Este- 
van, que por este camino logró la fortuna de tener 
en sü dilatado gobierno tales tenientes, que por lo 
común satisfacieron cabalmente á las obligaciones. 



• 298 CONQUISTA DBL BIO DE LÁ PLATA 

en que los pone esta confíanza, y que cooperaron 
principalmente á la consecución de los felices suce- 
sos, que tuvieron las armas españolas en esta pro- 
vincia, é liicieron memorable y plausible su con- 
ducta. 

Al entrar á su gobierno halló la provincia en 
estado miserabilísimo, á que la habian reducido los 
feroces bárbaros del Chaco, cuya insolencia habia 
crecido sumamente con la omisión de los goberna - 
dores precedentes, y tenian los caminos sobrema- 
nera infestados, cometiendo en los viajantes atroces 
crueldades, especialmente en las fronteras de Salta, 
Tucuman y Jujuy, por donde no se podia traficar 
sin numerosas escoltas, y se atrevían ya á invadir 
á las mismas ciudades, dentro de cuyos recintos no 
habia seguridad de sus hostilidades, como lo espe- 
rimentó en Salta el mismo don Estevan, recien en- 
trado al gobierno, y todo esto le movió á aplicar su 
grande actividad al reparo de tamaños males, soli- 
citando las licencias necesarias de los tribunales 
superiores del Reino, para emprender la guerra, ha- 
ciendo los aprestos convenientes, dando órdenes 
muy prudentes para el mejor logro de sus designios, 
y convocando á la misma facción las provincias 
vecinas, para que cada una entrase al Chaco por sn 
frontera. Todo se efectuó con suceso muy feliz, 
como lo tengo largamente escrito en el libro de la 
Descripción del Chaco desde el folio 66. 

La resulta de esta general espedicion, fué la con- 
versión de varias naciones, que se agregaron en una 



OOHQUISTA DEL BIO PB LA PLATA 299 

reduccicn encargada á los jesuítas, y fomentada en 
todo del celo del Gobernador, por cuyo respeto, y 
por el sitio donde se fundó, se le dio el título de 
San Eslevan de Mira flores; y también la restau- 
ración, y seguridad de la provincia, de cuyas fronte- 
ras se retiraron las naciones, que la infestaban, go- 
zándose de tal paz, que se podía caminar por toda 
ella sin el menor recelo, cuando antes no se daba 
un paso sin susto: y ayudó mucho ácsto el pruden- 
te orden de que cada ano se hiciese una entrada al 
país enemigo, que aunque parecía pensión cargosa.^ 
se reconoció ser útilísima para conservar lo adqui- 
rido, y tener á raya los bárbaros, como también fué 
de gran provecho de los fuertes que se construyeron 
en las fronteras. Para que las diligencias, con que 
se desvelaba en la defensa de la provincia, surtiesen 
el efecto deseado, ayudó principalmente la atención 
y urbanidad, con que este insigne Gobernador tra- 
taba á las milicias, haciendo, que inviolablemente 
se le guardasen sus fueros y preminencias, dándoles 
las conveniencias, que dependían de su distribución, 
y portándose de manera con todos, que les tenia 
granjeadas las voluntades, y loa hallaba prontos 
para cuanto era del real servicio. 

Celaba también con igual vigilancia la asistencia 
de los presidios en todo lo necesario, proveyéndo- 
los abundantemente de víveres, y municiones^ y de 
estas tenia grande prevension en su poder, para acu- 
dir á cualquiera rebato del enemigo, de manera que 
lo mismo era sentirla por alguna parte loa bárbaros. 



300 C05QÜISTÁ DSL BIO DE LA PLATA 

qae hallarse armada, y municionada la gente, que 
había de salir á rebatirlos; y aunque para esto con- 
tribuyó con gruesas cantidades de su caudal, no 
perdió nada de él, porque S. M. se lo mandó ente- 
rar de sus reales cajas, y ganó inmortal crédito y 
fama. Sin embargo que generalmente fué aceptísi- 
mo como lo merecía, no faltó alguno degusto tan es- 
travagante, que se alegrase le viniese sucesor, como 
le venia al quinquenio, y la noche de la víspera, en 
que este se cumplia, desahogó su pasión en una de- 
mostración ridicula y pueril, haciendo doblar á 
muerto las campanas de la Matriz de Salta, donde 
se hallaba el Gobernador. Este, estranando el doble 
intempestivo, averiguó el motivo, é hizo tanto eco 
en su sentimiento, que solicitó proseguir en el em- 
pleo, no para vengarse del autor, que lo ignoraba, 
cuanto porque no tuviese ese gusto aquel malévolo; 
compúsose con el sucesor, y consiguió le cediese qq 
derecho y S. M. confirmó esta cesión de manera^ 
que concedió vitalicio el gobierno de esta provin- 
cia á don Estovan, agradecido á sus muchos servi- 
cios. 

Y cierto que fué esta gracia muy provechosa á 
toda esta gobernación, porque se mantuvo en ella 
la paz, quevhabia conseguido con su valeroso celo, 
y estuviéronlos bárbaros enfrenados, y el Gober- 
nador cobrando grande amor á los subditos miraba 
por sus utilidades comunes y particulares, desean- 
do saber sus necesidades para remediarlas en cuan- 
to estaba en su mano. Daba gratos oidos á todos, y 



COlf QUISTA DEL RIO DE LA. PL\Ta 301 

¿ todas horas, y si algunos por su cortedad, ú otro 
motivo no se atrevía á acudir á él en persona, no 
llevaba mal se valiese de algún medianero prudente, 
para representarle su aprieto, y á cierta persona de 
autoridad, que le dijo le servirla de molestia un su- 
geto de quien muchos de la provincia se vallan á 
ese fin, le respondió era muy al contrario, y que 
por eso mismo tenia dado orden á sus criados el 
franqueasen siempre la entrada, pues era justo tu- 
viesen los miserables y afligidos, de quien valerse y 
á quien interponer, si acaso no osaban parecer en 
su presencia. En la administración de justicia era 
muy recto y entero, deseando en esta paite no dejar 
á alguno agraviado. En su proceder muy recatado 
y circunspecto, y en su trato apacible, afable y dis- 
creto. 

El celo de la religión le impulsó á procurar cuan- 
to pudiese la conversión de los infieles, dando fo- 
mento á los ministros del evangelio, y su piedad 
religiosa manifestó bien en las fábricas, que hizo á 
su costa de los templos del convento de la Merced 
de Jujuy, y de nuestro colegio de Salta, gastando 
en este con tan larga mano, que ha salido uno de 
los mas lucidos de toda la provincia. Nunca fué ca- 
sado^ bien que militando en Milán tuvo un hijo 
natural, heredero de su valor, y de sus riquezas. 
Murió finalmente en Salta á 4 de Mayo de 1724, con 
universal sentimiento de toda la provincia, y se en- 
terró por disposición suya en la iglesia de nuestro 
colegio con la mayor pompa posible, esmerándose 



302 couquistá del bio db lá plata 

todos en hourar al que reconocían, y pregonaban 
por padre y libertador de la patria, y con él pare- 
ce se enterró la paz de la provincia, pues lo mismo 
fué cerrar los ojos, que abrirlos el enemigo infiel 
para nuestro daño, dando principio á sus antiguas 
hostilidades, que basta ahora con tezon incansable, 
y perpetua inquietud ha continuado. 

Por muerte de don Estevan nombró la Real Au- 
diencia de Chuquisaca en 19 de Mayo del mismo año 
por su sucesor en Ínterin á don Isidro Ortiz de Haro, 
alguacil mayor de aquella audiencia, y marqués 
de Haro quien viniendo en breve á la provincia» 
alzó mano totalmente de la guerra contra el ene- 
migo, que cobró grande osadía: descuidó de los fuer- 
tes de la frontera, aunque cuidó de despojarles 
de cuanto estaba destinado para su manutención 
convirtiéndolo en sustancia propia, y aun se atrevió 
á meter la mano en las cajas reales, sacando al- 
gunas cantidades, y obró en lo demás de manera, 
que el Cabildo de Salta se vio precisado á ocurrir 
por remedio al Tribunal Superior de estos reinos, 
donde oidas sus justificadas quejas, despachó orden 
el señor virey marqués de Castelfuerte en 6 de Fe- 
brero de 1725 al presidente de la Real Audiencia de 
la Plata don Gabriel Antonio Matienzo, para que 
luego al punto revocase el título de gobernador de 
Tucuman dado al dicho marqués de Haro, como lo 
cumplió puntual dicho presidente, por auto dado en 
Chuquisaca á 19 de Mayo del mismo año, cometien- 
do su ejecución á don Pedro Agustín de la Tijera, 



CO!T QUISTA DEL EIO DB LA PLATA 303 

vecino ñe Jujuy, mandándole depusiese á dicho 

marqués, y ordenase en toda la provincia le tuviese 

por gobernador. Así se ejecutó dándose obedeci- 

, miento debido á estos órdenes en Salta á 21 de Junio. 

El Marqués, que se bailaba en Jujuy á la sazón, 
rehusaba sujetarse á esta determinación con pre- 
testo de suplicación inter))uesta para ante el virey; 
pero informado el nuevo presidente de Charcas don 
Francisco Herboso, caballero del orden de Santiago, 
confirmó el auto de su antecesor por otro de 28 de 
Julio, mandando que sin embargo de la suplica 
dejase luego el bastón, pero que no pudiese salir de 
la provincia, hasta reponer en las reales cajas las 
cantidades que habia sacado, y satisfacer á los car- 
gos, que se le oponían. Por el celo, con que en este 
caso procedió el Cabildo de la ciudad de Salta, le 
dio el Virey las gracias por carta de 21 de Marzo 
de dicho año, participando juntamente la noticia de 
como arreglándose su escelencia á lo dispuesto por 
S. M. de que quien hubiere de obtener este gobierno 
del Tucumán, haya de ser sugeto de esperiencias 
militares, y de correspondiente calidad, tenia pro- 
visto por gobernador á don Baltazar de Abarca en 
quien concurrían ambas calidades, y que habia par- 
tido ya de Lima á 20 de Enero, encaminándose por 
la via de Chile. 

No pudo aquel ano este caballero pasar la Cor- 
dillera:"por lo cual la Real Audiencia de la Plata, 
nombró por gobernador én ínterin al maese de 
campo don Alonso de Alfaro. Era natural de la cíu- 



304 OONQÜISTA DEL RIO DE Lk PLATA 

dad de Cádiz, de donde con plaza de soldado pasó 
al presidio de Buenos Aires, y de allí al Tucnman, 
donde entrando con bastante pobreza adquirió con 
su industria mucho caudal en la ciudad de Santia- 
go, donde fué vecino encomendero, y conocido su 
gran talento, le ocupó el gobernador don Estevan 
de Urizar en el honorífico empleo de su teniente, y 
justicia mayor de aquella ciudad, todo el tiempo de 
su dilatado gobierno, y en el mismo le confirmó su 
sacesor, porque llegó á ser la persona mas auto- 
rizada, que allí habia^ y á granjearse la estimación 
de toda la provincia. Sin embargo su vida no era 
tan ajustada como requerían sus obligaciones, poí* 
que divorciado por su autoridad de su noble con- 
sorte, vivia enredado en una escandalosa amistad 
con sentimiento de los que reconocían las otras sus 
grandes prendas; pero tocado de Dios, á que hiciese 
los ejercicios espirituales de la Compañía, en que se 
venció con suma repugnancia, esperimentó el primer 
dia la fuerza prodigiosa de esta celestial industria, 
derretida la dureza de su corazón al calor de aquellas 
eficasísimas meditaciones, y resuelto en amargí- 
simas lágrimas, que continuó Jos ocho dias, salió 
trocado en otro hombre, procurando resarcir con el 
ejemplo de su vida, los escándalos pasados. Como 
fuese ya difunta su primera mujer, apartóse de la 
torpe envejecida amistad, y casó con una señora 
muy honesta, y ejemplar de esta ciudad, y prosiguió 
en su vida ajustada tres años, que le duró la vida. 
Para reparar el mal ejemplo, que dio, en labrar 



CONQUISTA DEL BIO DB LA PLATA 305 

casa á la ocasión de su ruiua, se determinó á levan- 
tar á su costa otra en la misma ciudad de Santiago, 
en la cual se recogiesen cuantas personas de ambos 
sexos quisiesen en diversos tiempos, hacer los ejer- 
cicios espirituales, que esperimentó en sí mismo 
tan útiles, y hacia las diligencias posibles para que 
entrase el mayor número, que fuese posible, prove- 
yéndolas abundantemente de todo lo necesario. Y no 
contento su fervor con este provecho, pretendió 
estenderle á toda la provincia jesuítica del Paraguay, 
que comprende estas tres gobernaciones, destinaudio 
seis mil pesos, para comprar una hacienda, de cuyo 
producto se costeasen en todos los colegios los gas- 
tos, que anteS; hacian en mantener los ejercitantes, 
y procuró persuadir á otro caballero piadoso su 
amigo, que hoy es religioso de nuestra Compafiía, 
dedicase á tan santa obra su hacienda, que pasaba de 
cincuenta mil pesos, como á su imitación lo hizo, y se 
fundó una buena finca de que resulta notoria uti- 
lidad á las almas. En otras obras de piedad empleó 
buenas cantidades, socorriendo á los pobres, á los 
templos, y á las religiones con mano liberal. Para 
facilitar las empresas de don Estevan de Urizar fué 
su industria mucha parte, acudiendo pronto con lo 
que se fiaba á su cuidado. Por fin, recibido al go- 
bierno por Agosto ó Setiembre de 1725, se esperaba 
repararía los daños causados por el marqués de 
Haro; pero le asaltó luego una horrible enfermedad, 
que se presumió causaron indios hechiceros, porque 
los habia siempre perseguido muy celoso, y hecho 



306 COVQtriBTÁ BEL RIO DS LA PLATA 

purgasen en las llamas de la hoguera su infame 
delito. Otros pues inficionados de la misma peste í 
temiendo sus rigores, viéndole mas autorizado, se 
discurrió le dieron hechizos, y causaron la dolencia, 
que toleró con ejemplar paciencia, sin poder aten- 
der á los negocios del gobierno, hasta que muy bien 
dispuesto rindió á la violencia del mal la vida, y 
su espíritu en manos de su Criador por Marzo de 
1726, habiendo sido gobernador ^olo seis meses. 

Casi al mismo tiempo pasó de Chile, y entró en 
esta provincia, el sobre dicho don Baltazar de 
Abarca, y se encargó luego del gobierno. Es caba- 
llero nobilísimo, natural de Barcelona, hijo de don 
Juan de Abarca, conde de la Rosa, comendador 
de Totana en el orden de Santiago, gobernador 
de la plaza de Barcelona, consejero de guerra, y 
teniente general de los reales ejércitos de S. M. 
Sirvió don Baltazar á S. M. en las guerras de este 
Biglo, hasta obtener el grado de coronel de drago- 
nes; pero acometido de un molesto achaque, y. con 
deseo de abrazar el estado religioso, alcanzó licen- 
cia de S. M. para dejar la milicia, y se consagró 
á Nuestro Señor en la religión de san Jerónimo. 
En el noviciado se le agravó el achaque, y no pu- 
diendo profesar volvió al siglo^ y pasó al Perú con 
el virey príncipe de Santo Bono. Casó en Trujillo 
con una señora de calidad, y muy rica, y el mar- 
qués de Castelfuerte virey de estos reinos, le nom- 
bró gobernador del Tucuman, creyendo desempeña- 
ría sus grandes obligaciones en la defensa de esta 



CONQUISTA DBL RIO DK LA PLATA 807 

Prorincia; pero salieudo fallidas estas esperanzas, 
porque no pudo atender á los negocios de la guer- 
ra, ieobraron mas osadía los infieles, ganando mucho 
terreno perdido, donde obligaron á abandonar la 
nueva reducción de San Es te van de Mir aflores, por 
que los indios viéndose sin defensa de los espa- 
ñoles, se retiraron los mas á sus antiguos bosques, 
abandonaron los españoles estancias muy pingües, 
y los abipones infieles empezaron á invadir esta 
ciudad de Córdoba^ cuyo territorio nunca habian 
infestado las naciones del Chaco, y causaron las- 
timosos' estragos. Por fin, viéndose el Gobernador 
imposibilitado á cuidar de la defensa, aunque ya 
S. M. le habia despachado en propiedad el gobierno, 
hizo cesión de él, en manos del Virey, para que 
nombrase S. E., quien le sirviese, y se retiró á Lima, 
donde parece se le ha conferido el empleo de ge- 
neral del Callao. 

Puso los ojos el Virey en don Manuel Félix de 
Arache, caballero napolitano, bien que originario de 
España, como hijo de padres estremeños. Hallábase 
actualmente sirviendo el corregimiento de Cinti en 
la provincia de Chichas, con grandes créditos de su 
desinterés, celo del real servicio, y valor en la guer- 
ra con los rebeldes chiriguanos, en que procedió muy 
activo y acertado. Estas prendas motivaron la elec- 
ción del Virey, que le mandó luego salir á re- 
cibirse al gobierno en Potosí, y entrando en la pro- 
vincia de Tucumanpor Octubre de 1730 correspon- 
dieron las obras á lo que concebían las esperanza», 



308 COKQUISTÁ DEL KIO DE LA PLATA 

por lo que publicaba anticipadamente la fama. Por 
que sn desinterés era raro, »u rectitud muy entera, 
el celo del real servicio singular, la aplicación y 
actividad en las cosas de la guerra increíble: era 
el primero en los trabajos de la milicia, sin hacer 
caso de lluvias, soles, pantanos, rios caudalosos, 
hambre ó sed, atropellando animoso, y alegre por 
todo para castigar al enemigo. El primero, que echa- 
ba mano á la pala y al azadón en el trabajo de la re- 
paracionde los fuertes era él, alentando á los demás 
con su ejemplo, y hermanándose con todoB aun con 
el mas triste soldado con grande afabilidad, por 
donde les robaba las voluntades, aunque si era ne- 
cesario para reprender al que descuidaba en su 
obligación, sabia uaar del rigor á su tiempo, y gran- 
jearse el respeto con los que no valia la ^blandura 
especialmente en las cosas de guerra, porque como 
e:a tan activo y puntual, sentia vivísimamente cual- 
quier descuido ú omisión. Aun de las centinelas y 
guardias en la campaña no se escusaba, haciéndolas 
como cualquier soldado, y velando sobre todos. En 
fin Dios parece le habia destinado para remedio de 
esta atribulada provincia, pues no pensaba de dia, 
ni de noche, sino en libertarla de la opresión que pa- 
dece, y de la bárbara tirana del enemigo: por lo cual 
luego que entró, trató de llevar la guerra al Chaco. 
Halló dificultades en el Cabildo, y vecinos de Sal- 
ta, porque aunque todos ofrecian prontos sus per- 
sonas, pero alegaban mucha pobreza para los gas- 
tos forzosos; mas todo lo allanó. Los vecinos de Ca- 



OOKQOTSTA DJÍL WO DB tA PLATA. 309 ' 

tamarca, mostraron algnna tardanza en acndir, y í 

vo ando allá como on rayo, hizo luego marchar ía. 
mihcias, y se efectnó por JuUo de 1731 la entrada 
con cerca de mil hombrea, que mantuvo en campana * 

mas de cuatro meses, corriendo todo el país ene- \ 

migo con ¡ncreible tezon, pues llegaron á padecer 
tal necesidad, que no tuvieron á veces mas aUmento 
que la fruta del chañar ; pero como el Gobema- 
«or padecía con todos, trataban de acomodarse al 
hempo, y seguir el ejemplo de su capitán general. 
Viéronse los bárbaros muy acosados, sin hallar se- 
gundad en lugar alguno, y reconocieron habia des- 
pertado el valor español, que imaginaban dormido: 
máteseles buen número, y otros se hicieron prisio- 
neros, los cuales todos repartió á los soldados sin 
reservar uno para sí : quitóles también ochocientos 
caballos, que es el nervio de sus fuerzas, y final- 
mente pensaba proseguir en las mismas facciones, 
y se esperaba ver reflorecer el gobierno, y pa? del 
tiempo de don Estevan de Urizar. 

Pero cortó estas esperanzas la intempestiva re- 
solución del CSabfldo de esta ciudad de Córdoba 
admitiendo nuevo gobernador contraía voluntad deí 
Virey, que tenia representado á S. M. la conve- 
niencia de que perseverase don Manuel Félix de 
Arache, y aunque por este motivo no áe hubiera 
abreviado el tiempo, le hubiera durado poco á la 
provincia tanto bien, porque pocos meses después, 
sobreviniéndole cierto achaque de poco cuidado, le 
recetó un médico inglés cierta bebida, cuyo efecto 

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312 0OHQÜI8TA J>EL BIO DE LA PLATA 



^ que deseó adelantarle contribnyendo al logro de- 

las prendas qne descabria en la flor de sus años. A 
este fin le despachó con persona de toda satisfaccioa 
* i la gran corte de París, encaminado al escelea* 

/ tísímo señor marqués de Gasteldosrios embajador 

actual de España, á quien hacia especial recomen- 
dación de su persona y nacimientO| y encargaba le 
admitiese en su protección y palacio para su mejor 
educación. De ella cuidó con esmero el escelenti- 
simo embajador señalándole ipaestros de aquellas 
cosas á que mas le inclinaba el genio, y se granjeó^ 
de tal manera el afecto de S. E., que elevado por 
B. M. á la grandeza de España de primera clase^ 
y nombrado virey del Perú, le quiso traer consigo 
i Lima, donde siempre hasta su fallecimiento con* 
tinnó las demostraciones de cariño, y estimación 
hacía su persona, con las singulares distinciones^ 
que son notorias en aquella Corte. Restituido ¿ 
España en los fines del año de 1719 á la sazón ^pie 
S. M. despachaba diez y ocho mil hombres á cargo 
del señor marqués de Lede á desalojar los maho*^ 
metanos del sitio y fortificaciones de Ceuta, fué ad- 
mitido del escelentísimo señor marqués de Aytona, 
coronel del regimiento de reales guardias españolas^ 
por cadete en la compañía del coronel don Benar* 
diño Taberner y Árdenos, caballero de la orden de 
San Juan, y sirvió en toda la espedicion y guerra 
de África, y desalojamiento del bárbaro enemigo 
con universal aprobación, y muy especial compla* 
ceucia del comandante de las compañías de reales 









OOHQÜISTÁ DBI. BIO BB LA PLATA 313 

^^ardiaa españolas el mariscal de campo y sar-^ 
^nto mayor del regimiento don Pedro de Castro. 
Prosiguió en el real servicio hasta el ano de 1728| 
^e habiéndole provisto S. M. en el corregimiento 
de Caratambo, se volvió á embarcar para el Perú, 
4onde el escelentísimo señor marqués de Castel- 
faerte dispuso que como persona práctica viniese á 
Mrvir el empleo de teniente general, jnsticia mayor 
y capitán de guerra de esta ciudad de Córdoba, en 
que se recibió por Febrero de 1726. Ofreciósele 
presto ocasión de manifestar su celo y actividad 
en la defensa de esta frontera, porque á princi- 
pios del año siguiente empezó el bárbaro abipon 
¿ hostilizarla, haciendo la primera invasión en el 
Tío, paraje de este districto. Cuanto ejecutó en la 
defensa, cuanto trabajó personalmente, cuantos gas* 
tos hizo para la conservación de esta ciudad es muy 
notorio á todos, y tienen muy frescas sus veci* 
IK)S la memoria para el agradecimiento. Después 
de la primera entrada, que con solo los cordobeses 
visónos hizo al pais de los bárbaros, aquel primer 
año, se hallaba disponiendo con gran fervor otra 
entrada con mayor fuerza, pues habian de concur- 
rir no solo los vecinos de Córdoba, sino las milicias 
de Santiago del Estero, de Santa-Fé y de las Cor- 
rientes, que todos habian de militar á su comando 
por la nominación que hicieron de su acreditada 
persona los gobernadores del Tucuman y Buenos 
Aires; pero le fué forzoso alzar mano de la empresa 
4Xm universal sentimiento, por haberle llegado á 



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314 G0HQUI8TA DKL RIO DB LA PLATA 

fines del año de 1727 despachos del escelentfsinu^ 
señor marqaés de Castelfuerte TÍrey del Perú, man- 
' • dándole, que sin escusa ni réplica pasase á la pro- 

.^ vincia del Paraguay á ejecutar la grave, arduas 

/ y difícil comisión para la pesquisa de la ruidosa y 

/ enmarañada causa de don José de Antequera y sn» 

secuaces, practicando las diligencias que se juzga^ 
ron convenientes, en fuerza de las nuevas órdenes 
que de S. M. acababa de recibir el Virey cuyo man* 
dato á nuestro don Martias, venia tan eficaz y apre-^ 
tado, que raras veces se habrá visto otro en su» 
circunstancias, como que vivía S. E. muy satisfecha 
de la singular actitud de su persona para el segura 
y total desempeño de esta muy particular confianza» 
Eecibido en la capital de la Asunción, se biza 
luego muy plausible su conducta en la ejecución de 
su encargo, porque con rara destreza allanó y ven- 
ció muy fuertes dificultades, ejecutó personalnieute 
con mucho valor algunas prisiones, entabló la esti* 
macion y respeto debido á los reales ministros en: 
aquel peligroso país, en tiempo que estaban muy 
encendidos los ánimos por los antecedentes aconte- 
cimientos, y de ambas parcialidades, se granje6 
tan singular afecto, que se hiciera increíble á no 
haberse visto la aclamación, que logró en los ca- 
torce meses que fueron necesarios para la total 
sustanciacion y conclusión de las causas que actuóf 
siendo en su despedida de aquella capital tales las^ 
estimaciones, aplausos^ y cortejos de todo genero de 
personas, que jamás hasta entonces se habían visto} 



OOKQÜISTA DEL BIO BE LA PfilTÁ 3tS / 






V 



ni practicado con alguno de los Tarios pesquisado- 
res, que en diferentes tiempos han pasado á aquella 
provincia. Finalmente, su conducta se hizo tan céle- 
bre en todos estos reinos, que enterado del pleno 
desempeño el escelentísimo señor marqués de Cas- \ 

te]fuerte,le confirió en premio el corregimiento de 
la imperial villa de Potosí, con especiales honrosísi- 
mas espresíones, que en diversas ocasiones le repi- 
tió el Real Acuerdo de Lima. Recibióse al ejercicio 
de aquel honorífico empleo en Potosí, y le sirvió con 
tan sobresaliente aclamación de aquella imperial 
Villa, que hasta ahora no dejan de repetirla todas 
sus moradores, que desean muchos corregidores 
semejan tes, aun que con la pensión, casi forzosa, de 
la emulación de algunos que se dieron por ofendidos 
de verle tan comunmente favorecido. Retirándose á 
Lima le alcanzó en Oruro un espreso con orden de la 
Real Audiencia de la Plata, mandándole no pasase 
adelante, porque para reparar la ruina que amenaza- 
ba del enemigo infiel á esta provincia de Tucuman, 
era el único que en las circunstancias, ocurriu á su 
alteza, por cuyo informe, no dudaba que el escelen* 
tísimo señor Virey, le mandarla retroceder á ser- 
vir este gobierno, como sucedió disponiendo S. K 
que luego volviese á Potosí á recibir las órdenes y 
despachos de la Real Audiencia de la Plata, con los 
cuales se encaminó á Tucuman y en Jujuy, su pri- 
mer ciudad, y se recibió del gobierno el dia 17 de No- 
viembre de 1735. Dadas algunas providencias para 
la defensa de aquella frontera, y compradas algu- 



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316 COVQUtSTA PIL BIO DB 11 PLATA 



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DES aimas 7 pertrechos 8e partió á Salta, donde ne- 
gando el día 25 entre las fanstas aclamaciones del 
nnírercíal regocijo, con que todos manifestaban el 
gasto de tenerle por sn gobernador, le llegó la fatal 
f noticia de haber sido derrotado de los bárbaros el 

^ tercio de Tncuman con muerte de muchos espano- 

r le», llevándose todas las bestias, y cargas de tí veres 

y pertrechos. Causó esta nueva raro asombro y pa- 
vor en todos, y en el nuevo gobernador una iuespli. 
cable desazón al ver la falta de providencias para la 
dbfensa de aquella frontera, y para poder perseguir 
al enemigo por el descuido del precedente gobierno. 
Alentó sin embargo los ánimos consternados para 
«alir al opósito á un grueso trozo de los enemigos 
que se acercaba á la ciudad coa apresuradas mar- 
chas. Convocó la gente que pudo de la vecindad, 
y salió á esperar en campaña, donde armó una em- 
boscada en paraje oportuno; pero con anticipada 
noticia retrocedió el bárbaro, y el gobernador des- 
pués de inmensa fatiga en el apresto salió á l2 de 
Diciembre con los tercios de San Miguel y de Salta 
á dar alcance á los fugitivos, siguiéndolos hasta las 
ccrcaiiias del rio Grande del Chaco, en que gastó 
mas de mes y medio, viéndose obligado de inun- 
dación de aguas á hacer retirada, sin atreverse 
los bárbaros á aparecer hasta el mes de Mayo, que 
invadieron el valle de Sumalao, donde muertos tres 
adultos arrojaron al fuego dos niños tiernos, espa- 
ñoles. Azoróle esta crueldad, y salió prontísimo al 
castigo con solos sesenta hombres, y continuó la 



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C0KQUI8TA DEL BIO DE hk FLITA 317 ^ 

marcha dia y noche por tierras fragosísimas, en que 
por las tinieblas se despeñó rodando mas de diez 
y seis estados, de suerte que para salir es imponde- 
rable cuanto afanó el Talero so Gobernador, que no 
por eso desistió de la marcha, sino que volviendo i 
montar á caballo, prosiguió hasta las dos de la tar- 
de del dia siguiente^ en que se avistó con el enemi- 
go« Trabóse un renido combate, que duró hasta 
ponerse el sol, haciendo los bárbaros terrible y 
obstinada resistencia, hasta que al fin fueron feliz- 
mente derrotados, quedando muertos en el campo^ 
diez y ocho de los mas valerosos, y otros muchos 
fueron heridos, quitándoseles las cautivas, y el resto 
de la presa cuantiosa, y todas las armas. Oonsegni- 
da esta victoria volvió á la ciudad donde, fué reci- 
bido el dia 10 de Mayo de 1736. 



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^ 320 CONQUISTA DEL BIO DE LA PLATA 

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X como suele por los demás varones insignes, qne 

florecieron en cada generalato, y lo hace en el mis- 
mo capítulo con todos los otros, de que allí habla^ 
y es cierto se equivocó. 

Fué el señor Albornoz el primer obispo de In- 
dias, á quien la Silla Apostólica concedió, que pu- 
diese consagrar el Crisma, en el licor, que en di« 
chas provincias llaman bálsamo, según consta del 
privilegio auténtico de san Pió V^ que se guarda 
en el archivo de la santa iglesia metropolitana de 
Lima, aunque según el padre Claudio Clemente 
esta gracia es mas antigua, pues dice se concedió 
por Pió IV en 12 de Agosto de 1562. 

El primer obispo, que vino á esta provincia, y 
que erigió su obispado fué el ilustrísimo señor don 
fray Francisco Victoria, de nación portugués, de la 
esclarecida orden de predicadores, hijo del con- 
vento del Rosario de Lima, y siendo ya presentado 
pasó á Roma por procurador de su privincia del 
Perü, y fué muy querido de san Pió V, y Felipe 11 
lo presentó para este obispado año de 1576, y entró 
en él ya consagrado el año de 1580. Tuvo pesados 
encuentros con el gobernador Hernando de Lerma, 
en qne padeció muchos trabajos y desaires, y una 
deshecha persecución. Asistió al tercero Concilio 
Limense, en que fué muy estimado su parecer. Soli- 
citó la venida de losjesuitasá esta provincia del 
Paraguay, trayendo unos de Lima, y otros del Bra» 
sil para bien de innumerables almas, y cuando har 
ble de dicha venida, daré mas estensa relación de 



CONQUISTA DEL RIO DE LA PLATA 32 1 

las cosas de este gran prelado, bastando ahora de- 
cir que á negocios de su iglesia pasó á España el 
ano de 1590^ y murió en Madrid á mediados del 
ano de 1592, y fué enterrado en el insignísimo can- 
vento de Nuestra Señora de Atocha. 

Por su muerte hizo merced de este obispado el se- 
ñor Felipe II al ilustrisimo señor don fray Fernan- 
do Trejo de Sanabriapor cédala fecha en Navarra 
á 9 de Noviembre de 1592, que recibió en Lima á 31 
de Enero de 1594, y luego envió sus poderes al te^ 
sorero don Francisco Salcedo, que murió obispo de 
Santiago de Chile^ para que gobernase esta iglesia 
y cesase la duda, que había habido acerca de la 
elección de provisor, y vicario general cede vacan- 
te. Orijinábase la duda, porque el Rey habia dado 
licencia al señor Victoria, para que nombrase, cua- 
tro beneficiados que podrían nombrar provisor, que 
sirviesen el altar y el coro, pero que en este no 
tuviesen silla, ni voz en el Cabildo, y como mu- 
riendo el señor Victoria, no habia aun nombrado S. 
M. prevendado alguno, hubo grande controversia, 
sobre si dichos beneficiados podrían nombrar pro- 
visor y vicario general, y no se terminó por haber 
entonces pocas personas en esta Diócesis, que pu- 
diesen resolver la materia, hasta que consultados 
teólogos y canonistas doctos del Peni, respondieron 
lo que es Uano en derecho, que podian proceder á 
di^ha elección, y llegando al mismo tiempo los po- 
deres del nuevo prelado, se le entregó el gobierno 
á su podatario. Consagróle en Quito su obispo don 



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322 CONQUISTA DEL RIO DE Lk PLATA 

fray Luis López de Solís y vínose luego á su igle- 
sia año de 1595. 

Era este prelado, hijo del capitán Hernando de 
Trejo, caballero noble de Trujillo, y de doña Ma- 
ría de Sanabria Calderón su lejítima mujer, hija 
de Juan de Sanabria, adelantado del Rio de la Pla- 
ta. Nació año de 1554, 6 en la nueva ciudad de San 
Francisco; que fundó su padre, como dá á entender 
Ruiz Diaz de Guzman en la Argentina manuscrita 
libro 2. ^ capítulo 15, ó á lo menos en la ciudad de 
la Asunción, capital del Paraguay, donde^ destruida 
la ciudad de San Francisco, se retiraron los veci« 
nos y esta patria le señala la Crónica Franciscana 
del Peni (1) y el doctísimo fray Francisco Harol- 
do (2), porque como duró poco la de San Francisco 
siempre fué tenido por natural del Paraguay. Por 
aquí se verá se engañó el maestro Gil González (3) 
en escribir, nació en Lima, y dio ocasión de errar 
al autor de la Estrella de Lima (4) que le sigue : y 
es cierto que su madre doña Maria nunca salió del 
Paraguay donde de segundo matrimonio tuvo por 
hijo al insigne gobernador Hernandarias de Saave-^ 
dra, bermano de nuestro Obispo. Este enviado de 
su madre á estudiar á Lima, se sintió llamado de 

(1) Córdoba, ubi fiupra, nám. VIII. 

(2) Harold. Lima Limata, pág. 199. 

(3) Gil Oonzal. Thetr« Ecles, de la S. Iglesia de Taca- 
man fol. 52, b. 

(4) Estrella de Lima, part» 2. § 9. 









OOKQÜISTA DXL BIO BX LA. PLATA 323 

nnestro Se&or á la religión seráfica, cuyo iastituto 

abrazó, y le observó muy puntual, y habiéndose 

ocupado en la predicación evangélica fué electo 

provincial de su provincia de los Doce Apóstoles 

del Perii^ por los años de 1588, siendo el primer . ^ 

criollo, que obtuvo en ella este empleo, y después 

fué guardián del convento grande de Lima, en cuyo 

ejercicio le llegó la merced del obispado el dicho \ 

año de 1594, por donde debe corregirse lo que Ha- ' 

roldo escribe, que fué electo obispo el año de 1589, 

ó á principios del siguiente, pues consta lo que digo 

de la cédula de Felipe II y poderes despachados 

por su Iltma.^ que tengo origínales en mi podei*. 

Fué muy celoso del bien espiritual de sus ovejas, 
visitando la diócesis á costa de grandes trabajos, y 
velando, para que todos cumpliesen sus obligacio- 
nes, y muy en especial sus eclesiásticos, pues su 
ejemplo bueno ó malo es mas litil; ó dañoso á la 
Bepública, y al paso que admitía benigno al qae 
reconocía su yerro^ no desistia de la corrección con 
el que se mostraba protervo, hasta llegar á los re- 
medios estremos, como lo ejecutó con uno obstinado, 
que relajó por sus delitos al brazo secular, en cuyo 
poder abrió los ojos, y habiendo estado hasta allí 
durísimo, quiso Dios, que antes de recibir la muerte, 
se reconociese, y llorase amargamente los estravíos, 
por donde llegó á aquel fatal estado. Ni se limitaba 
8U celo á solos los españoles, sino se estendia á la 
gente mas soeZ| como indios, negros, mulatos, etc., 
que cuanto mas necesitados eran mirados de su 



^ 324 C0VQUÍ3TA DEL KIO BE hk PLATA 



».» 



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1* 



pastoral vigilancia con particnlar esmero, celando 
macho su ínstrnccion cristiana, y aprovechamiento 
en la observancia de la ley evangélica. Para esta 
gente instituyó en todas las doctrinas, puebles, y 
ciudades de su obispado la cofradía del Santisino 
nombre de Jesús, dándoles unas constituciones muy 
útiles, para adelantar su aprovechamiento en la 
virtud, y decretando, que en donde hubiese casa 6 
colegio de la Compañía, no se instituyese sino en 
nuestras iglesias. Fundó en su catedral el colegio 
seminario, que manda el santo Concilio de Trento, y 
consiguió del señor Felipe III, que se encalcase al 
cuidado de los jesuítas, como consta por su real 
cédula despachada en Segovia á26de JuUo de 1609. 
Edificó de nuevo la catedral de Santiago del Este- 
ro. Defendió los límites de su dbtspado contra la 
pretensión del ilustrísimo señor doctor don Alonso 
Ramírez de Vergara^ obispo entonces de Chuquim- 
CS) que no contento con su ampUsima y opulenÉa 
Diócesis, que pocos aSos después se dividió en tres, 
quiso estenderse á los términos de la del Tueoman, 
enviando el año de 1598, á tomar de hecho posesión 
de los pueblos de Homaguaca^ Casavindo y otrtM; 
pero opúsose con valor el señor Trejo, enviando «1 
tesorero de su Iglesia ha hacerle contradieeiony pikr 
cuyo medio mantuvo sin desmembrar su obispado* 
La Compañía de Jesús le debió un cordialísimo 
afecto, y fomento de padre muy amoroso. Estimaba 
sobremanera á los jesuítas, y divulgándose quería 
sacarlos el padre visitador del Perú Estovan Paes 



OOVQÜXSTA DBL BIO DI LA PLITA S25 

de esta entonces solemne misión del Tncnman, se 
determinó si tal sucediese á hacer renuncia de la 
obispado, porque le parecía que sin tales operarios 
y coadjutores no podría asegurar su salvación so- 
bre queden otra ocasión afirmó públicamente con 
juramento por su consagración, hablando al pueblo 
en su catedral de Santiago, estaba persuadido á que 
sin el ausilío de la Compañía no podria satisfacer 
ni al oficio pastoral, ni á su conciencia. Según este 
entrañable amor, era el empeño con que volvía por 
nuestras causas, defendiendo nuestro buen nombre 
y opinión con mas celoso amor que si fuera jesuíta, 
y poniéndose con su autoridad por escudo fortísi- 
mo contra las persecuciones de nuestros émulos. 
Ofrecióse por escritura á que si alcanzaban las ren- 
tas, dándole Dios vida, nos fundaría los colegios de 
Santiago del Estero y de Córdoba, á los cuales desde 
luego les asignó, y dio dos mil pesos cada año para 
su mantención, haciéndose mas estimable esta libe- 
ralidad por la circunstancia de vivir aun su propia 
madre en el Paraguay no muy sobrada, bien que 
aquella señora como matrona piadosísima y amantí- 
sima también Je la Compañía, le escribió, loando su 
determinación, porque sin mirar ala carne y sangre 
quería hacer tan buen empleo {de las rentas de su 
obispado. Reducíase á vivir con mucha parsimonia, 
por tener mas que dar á los pobres, y á sus amados 
jesuítas, con quienes quería estar de continuo, como 
lo hacia siempre que^ salva su dignidad, podía, y 
viniendo á visitar la ciudad de Córdoba aunque su 

TOM. ▼ 32 



326 CONQUISTA DEL lUO DE Ll PLATA 

religión en sn convento, y otras personas en su» 
casas le quisieron hospedar, no quiso otra morada 
que nuestro colegio, estimando mas nuestro rincou 
y pobreza, llevado de su afecto, que la grandeza, y 
aparato de otros. 

Visitada la ciudad, determinó salir por su dilata- 
do distrito á dar el pasto espiritual á sus ovejas^ 
y conferirles el Sacramento de la Confirmación : di- 
suadíale la salida el venerable padre Diego de Tor- 
res, provincial de edta provincia, por ser á la sazón 
muy ardientes las calores, y padecer mucha falta de 
salud; pero respondió el celoso prelado, que aquella 
era su obligación, y cuando en su cumplimiento 
perdiese la vida, seria para él esa pérdida la mayor 
ganancia. Partióse, y luego le asaltó una terrible 
dolencia que obligó á traerle á la ciudad, donde en 
nuestro colegióle asistieron los jesuítas con el es- 
mero de que era dignísimamente acreedor; pero 
aconsejando los médicos mudase de temple, pues ea 
dos meses de enfermedad iba esta siempre adelante^ 
le condujeron á Santiago, sin atenderlas instancias 
que los jesuitaa hacian, persuadidos, que cualquier 
movimiento le seria nocivo, como sucedió porque ¿ 
los dos dias, asistiéndole el dicho padre provincial 
Torres, rindió su espíritu en manos de su Criador, 
con grandes prendas de su salvación, fundadas en 
BUS grandes virtudes, de que daré relación en otro 
lugar. Su muerte fué á 24 de Diciembre de 1614, y 
su venerable cadáver se trajo por su última volun- 
tad á sepultar en este Colegio Máximo de Córdoba y 



COlíQUiSTA DEL RÍO DE LA PLATA 327 

tiene su entierro en la capilla mayor de su suntuo- 
«a iglesia, cubierto de uua lápida coa sus armatj, y 
esta breve inscripción : Utuiu. ac Ih/io. D. D. f/'ay 
Ferdiiiaíido Trcjo^ Epíscopo Tucwnianeasi i/isig- 
ni sao De)iefactor¿ Collegiuin hoc Cordiíbeiui ¿n 
gralitiidinis inonumenínm. D. O. C. ObiiL atino 
MDCXIV. Por aquí, se verá erró el maestro Gil 
González (i) el año de su muerte, cscribieadu falle- 
ció el de 1613, pues fuera de la inscripción sepul- 
crar, tengo carta original de su Ilustrísima escrita 
en Córdoba á 22 de Diciembre de 1614. Y el padre 
Juan Pastor que estaba al mismo tiempo en Cór- 
doba señala con individuación el dia de su falleci- 
mientOjdiciendo, que sucedió *'la víspera déla Nati- 
" vídad del Señor del año de 1614, al segundo dia 
* que habia salido de esta ciudad para la de San- 
" tiago (2)''. 

Antes de tratar del sucesor, porque á ninguno 
airva de ocasión de errar el autor de la Estrella de 
Lima (3), debo advertir aquí el engaño' que padeció 
en hacer obispo de Tucuman al ilustrísimo señor 
don fray Salvador de Rivera del orden de predica- 
dores ; pero es cierto no lo fué, ni hay de tal obispo 
la menor memoria en el libro antiguo del Cabildo 
de esta santa Iglesia, donde se hace de todos los 
obispos de esta Diócesis desde el señor Victoria 

(1) Gil Gonxaleí, ubi sapra. 

(2) Pastor. Ilistor. M. S. ProT. Parag, Lb, 9, cap. 21, d. 4. 

(3) Echare, ubi «upra. 



328 00VQÜX8TA DIL BIO DS I^ PLJtfA 

hasta el señor Borja, y lo qne mas lo prueba es el 
compato de los tiempos, regla ciertísima, para ave* 
riguar estas materias, pues no hubo tiempo^ en que 
pudiese ser prelado de Tucuman ni aun electo, por 
que inmediatamente después de la muei'te del señor 
.Victoria lo fué el señor Trejo ; y el señor Rirera 
era aun prior de su convento del Rosario de Lima 
el año de 1599 como escribe el reverendísimo pa- 
dre maestro Juan Melendez (1), cronista de su pro- 
vincia de San Juan Bautista del Perú, y según el 
mismo, habia ya muerto su Uustrísima obispo de 
Quito el año de 1612, pues en las actas del capftulo 
provincial, celebrado en Lima aquel año, se deuun* 
ció su muerte : con que habiendo sobrevivido á lo 
menos dos años el señor Trejo, se concluye con 
certidumbre, no quedó tiempo en que el señor Rive- 
ra pudiese ser obispo, ni aun electo de Tucuman. 

Fué, pues, el sucesor de dicho señor Trejo en esta 
silla, el doctor don Julián de Cortázar, natural de 
la noble villa de Durango en el Señorío de Vizcaya, 
hijo de Juan Martinez de Cortázar, y de doña Ana 
de Idarigui, Fué colegial de Sancti Spiritus en la 
universidad de uñate, en la cual regenteó la cáte- 
dra de vísperas de teologia. De allí pasó á ser co- 
legial mayor de Santa Cruz de Valladolid, fué rec- 
tor de aquel célebre colegio, y en su universidad 
catedrático de artes* Obtuvo luego la canongía ma* 

(1) MeUndez Tesoros rerdaderoa de las Indias, tomo, 2, lib, 
1, cap. 8. ^ n. 12. ^ 



COITQXJISTA DIBL BIO DS LA PLATA 329 

gUtral de la santa iglesia de la Calzada, de don- 
de ascendió á obispo de Tncuman, presentado por 
el señor Felipe III, que le despachó cédula de esta 
merced en San Lorenzo del Escorial á 21 de Jallo 
de 1617, en cuya virtud tomó posesión de su iglesia 
en 30 de Abril de 1618 por poderes que dio al doctor 
don Fernando Francisco de Rivadeneira, chantre 
de esta catedral, en la cual entró por Setiembre de 
dicha ano, y llegándde las bulas de Paulo V fué 
consagrado en su iglesia por mano de don Lorenzo 
Grado, obispo del Cuzco; por donde consta el error 
de Gil González (1) que dice, hizo el juramento de 
la Fé á 24 de Diciembre de 1624, pero creo fué 
yerro de imprenta habiendo de decir de 1618, pues 
por ese tiempb^ pasaba el consagrante de su pri- 
mera iglesia del Paraguay 6 Rio de la Plata á la 
del Cuzco donde iba promovido. 

En lo que sí se engañó ciertamente dicho antor^ y 
dio ocasión de engañarse al maestro Zamora (2) 
que le sigue, fué en decir, que este prelado fundó el 
seminario de esta Catedral, y reedificó sn capilla 
mayor: ambas cosas son falsas, pues el seminario 
foé fundación del seffor Trejo como dejo dicho, y la 
capilla mayor de la Catedral, aunque es rerdad, 
que poco deiipaes de concluido su edificio por el 
mismo, se quemó por descuido de los sacristanes, 
que dejaron encendida de noche una Yein^ la cuid 

(1) Olí Ooniafei. Thealr. Eoles. del Nvevo Reino, fbl. 26. 
'^ Zamof», Hiii. de mite Doningo del N. B. iíb. é» oap. i9L 



330 COKQaSTA D£L RIO DE Ll TXITA 

pegó fuego al retablo por Julio de 1615, pero por el 
celo, actividad^ y limosnas del gobernador don Luis 
de Quiñones Osorio, y de otros vecinos de Santia- 
go, se reparó muy brevemente, el daño como dije 
arriba, lib. 4 cap. 15 y antes de ser electo el señor 
Gortázar, estaba ya reedificada la capilla mayor 
dicba, como consta por acuerdo capitular celebrado 
á 20 de Enero de 1617, que se contiene en el libro 
antiguo ya citado, y se celebró la dedicación á 30 
de dicbo mes. 

En lo que se esmeró su Ilustrí sima fué en el celo 
suave y amoroso, con que atendía vigilante al bien 
de sus ovejas, no dejando rincón de la provincia, á 
donde no llegase con sus visitas, aun á las partes 
mas peligrosas, como fueron las tierras de los infie- 
les calchaquíes, penetrando á aquellos incultos, y 
fragosos países, que nunca hablan gozado de la 
presencia de otro de sus pastores: alentó mucho con 
sus razones á loi misioneros jesuítas^ para que to- 
lerasen los trabajos de aquella espiritual conquista, 
y los defendió de las injustas quejas de los vecinos 
encomenderos. En su tiempo se fundó la Univer- 
sidad de Córdoba en nuestro Colegio, y la dio su 
ünstrisima todo el fomento, y como era persona de 
grandes letras, gustaba, cuando se lo permitían las 
ocupaciones, de asistir á las funciones literarias, 
para estimular ¿ los estudiantes con celo de que 
hubiese suficiente número de ministros aptos para 
servicio de las iglesias. Fué devotísimo de nnestrp 
patriarca san Ignacio^ cuya fiesta mandó por de- 



CONQUISTA DEL RIO 0B LA PLATA 381 

creto de 24 de Julio de 1624, fuese de precepto en 
todas las ciudades donde hubiese colegio de la Com- 
pañia* 

Habiendo gobernado siete años esta iglesia, le 
llegó á los fines del de 1625 promoción al arzobispa- 
do del Nuevo Reino, de que tomó posesión en San- 
ta-Fé de Bogotá su capital, á 4 de Julio de 1627, y 
pasó á la ciudad de Tamalameque á recibir el palio 
de manos del doctor don Lucas García, obispo de 
Santa Marta. Edificó en Santa-Fé las casas del Ca- 
bildo Eclesiástico, y en ellas los almacenes para las 
rentas decimales, y con su literatura, afabilidad y 
cortesanía, se granjeó el afecto, y estimación de sus 
subditos. En el tiempo de su gobierno logró Santa- 
Fé de Bogotá el gozo de ver en su ciudad. el ins- 
tituto seráfico de Santa Clara en un convento de su 
orden, que empezaron á poblar monjas carmelitais 
descalzas, que con facultad Pontificia mudaron su 
antiguo hábito, por el sayal franciscano, nombran- 
do nuestro arzobispo la abadesa, y admitiéndolas 
á su obediencia á 7 de Enero de 1629, y viven 
en él mas de cien religiosas, con grande observan* 
cia y ejemplo. El dia 2 de Julio del mismo ano, de- 
dicó también celebrando de pontifical en el con- 
vento de la recolección de San Diego, la suntuosa 
capilla de Nuestra Señora del Campo, que es uno 
de los devotos y frecuentados santuarios de la 
ciudad de Santa-Fé, donde á los tres años de su 
gobierno, (no á los dos, como escribe Gil González} 
le llegó la última hota, y con universal seutimieQto 



382 COKQUIflTA DXL RIO DI LA PLATA 

de todo su arzobispado, falleció á 25 de Octubre de 
1630, Y su cuerpo se enterró en su Catedral. De dos 
proyiüores que tuyo en esta iglesia, el uno, que fué 
el licenciado don Antonio Manrique de San Isidro, 
llegó ¿ ser oidor de la Real Audiencia de Quito, y 
visitador de la del Nuevo Reino; el otro, don Martin 
de Gortázar y Ascarate, hermano de su Ilustrisima 
fué nombrado por S. M. inquisidor de Cartagena de 

Indias. 

« 

Por la promoción del señor Cortázar se sirvió 
la magestad de Felipe IV hacer merced de este 
obispado á don fray Tomas de Torres, obispo antes 
del Paraguay, por cédula de 22 de Agosto de 1625, 
pero nunca le llegaron las bulas de su Santidad para 
esta traslación. Di ya larga noticia de este prelado, 
entre los de la santa iglesia del Paraguay, libro 
tercero, capítulo 18. La principal acción, que obró 
en este obispado fué dar calor á que se concluyese 
la fábrica del convento de Santa Teresa, instando á 
su fundador el piadosísimo capitán Juan de Tejeda 
Mirabal, para que la acabase y tuviese el gozo de 
asistir personalmente á la dedicación, porque siendo 
empeño suyo hacerla de su mano, y debiéndose 
partir al concilio de Chuquizaca, si en veinte dias, 
que le dio de término, para poner el convento en 
estado de que se poblase de religiosas, no le pejr* 
accionaba, se habría de diferir hasta sn rnelta dd 
Qoncilio. Era este plazo muy dudoso y en todo case 
^i% para las ansias fervorosas del fundador; pero 
el primero muy corto para perfeccionar lo 4p» fal- 



COltQüiBTl DBL BIO J>K L4 PLATA 333 

taba; y mas hallándofte actualmente postrado en la 
cama de una prolija enfermedad. Sin embargo en- 
comendándose ferroroso á su gran fautora santa 
Teresa, (que le había resucitado una hija, cuyo 
milagro dio ocasión á la fundación de este conven- 
to, en que ella se habia de consagrar á Dios) le pi- 
dió encarecidamente le alcanzase tres meses mas de 
vida, para acabar el conyento y gozar de él algunos 
dias. Todo se lo otorgó, como deseaba, pues murió 
cuatro meses después muy cristianamente, y al otro 
dia de haber hecho esta súplica se sintió de impro- 
viso con fuerzas milagrosas, para poder levantarse 
de la cama, y entender personalmente en la couclu- 
sion del convento, poniéndole en estado de poblarse 
antes del término señalado por el Obispo. 

Este, pues, el Domingo 7 de Mayo de 1628, con 
solemnísima procesión, á que asistieron el Ayunta- 
miento, clericia, religiones y nobleza, sacó del con* 
vento de Santa Catalina de Sena del orden de 
predicadores ¿ las madres sefiora Catalina de Sena 
hermana del fundador, señora Mariana de la Cruz, 
7 señora Catalina de Santo Domingo (que hablan 
de ser priora, maestra de novicias, y portera del 
nuevo convento, hasta que en monjas de su misma 
profesión se pudiesen olejir estos oficios) y á las 
primeras doncellas^ q!ie habían de recibir el hábito 
del Carmen, que eran todas de la principal nobleza 
dé esta ciudad, y conducidas á la iglesia del nuevo 
Qonvento, celebró su üastrísiiaa de pontificial y I09 
^tüL «ofnunion; lo»gp les de(^^ U petíTecoiQB d«l 



334 ^ OOKQinBTA DEL RIO DB LA PLÁTl 

Instituto qae abrazaban^ y les exhortó á la perseve- 
rancia, y por fin dado el hábito, las encerró en «a 
perpetua clausura con grande regocijo, así de las 
novicias, como del prelado y de toda la ciudad, por 
yer aquel nuevo relicario de las esposas de Jesu- 
cristo, que han florecido siempre en grande obser- 
vancia y virtudes, y recogídose en él, vírgenes no» 
bilíisimas de todas estas provincias, atraidas del 
buen olor de su santidad, á seguir el Cordero Ce- 
lestial. 

Perfeccionada esta escelente obra, se partió su 
nustrísima al Concilio, á que le habia convocado el 
Metropolitano ; pero se lo procuró disuadir el Ca- 
bildo Eclesiástico de su Catedral, alegando lo pri- 
mero, que desde que gobernaba su obispado, no ha- 
bia tenido tiempo, ni lugar, para visitarle: lo segun- 
do que por Marzo de dicho año habia envestido el 
río á aquella ciudad de Santiago, y con un arreba- 
tamiento, que fué imposible prevenir, llevándose la 
mayor parte de ella, el convento de la Merced, las 
Casas Reales y el Cabildo, y diez y nueve perso- 
nas de las mas principales, y llegado el agua hasta 
mitad de la plaza, temiéndose^ que arruinase la 
Catedral ; por lo cual el dia que esto se le represen- 
tó, que fué á 30 de Junio, trataba al gobernador don 
Felipe de Albornoz de trasladar la ciudad á parte 
segura, y no seria bien faltase el obispo en tan 
urgente necesidad, y aun á 9 de Setiembre se le 
propuso, que cumplirla enriando en su lugar un 
prevendado; ptro nada bastó á detenerle, y á fine* 



COKQUISTl DEL RIO DE Ll PLÁTÁ 335 

de Octubre se puso en camino para Chuquizaca, de 
donde no volvió á su obispado, porque, como ya 
dijimos en el lugar citado, falleció allí antes de los 
dos años, á principios de Agosto de 1630. 

En su lugar fué electo un sugeto insignísimo déla 
esclarecida familíaaugustiniana,elilustr{simo sefior 
don fray Melchor Maldonado de Saavedra, de quien 
Gil González (1) escribe que nació en Indias en la 
ciudad del Rio de la Hacha ; pero se engañó, por- 
que no nació sino en la gran ciudad de Sevilla, como 
su Ilustrísima mismo dice en la carta, que escribió á 
Bohorquez, y registramos arriba en este libro 5. ^ 
capítulo 6. ^ Era hijo de don Francisco Maldonado, 
y de doña Juana Ortiz, y nació año de 1579, y en su 
misma patria abrazó el instituto de San Agustin, año 
de 1604, é hizo la profesión el siguiente^-á 16 de 
Octubre, en manos del maestro fray Jerónimo de 
Añasco. Pasó á Salamanca á estudiar, y salió varón 
doctísimo y escelente predicador, sirviéndole mucho 
su natural facundia^ y rara elocuencia, y ser dueño 
de nuestro idioma, que le hablaba y escribía con 
singular propiedad, como se reconoce en todoi sus 
escritos y cartas, que se conservan muchísimas, y 
son dignas de la luz pública. Habiéndose empleado 
algunos años en la predicación, vivía en Sevilla 
muy ageno de ascender á obispado, y muy contento 
con la humildad del estado religioso/cnando im- 
pensadamente le llegó la merced^de el de Tucuman, 

(1) Gal QoQsales» in Thealr. XoqIo.» TvonmaB» fol. 68. 



836 COVQÜISTJL DUi BIO BB hk PLáTJL 

i que le nombró el señor Felipe IV, por su real 
cédala de 12 de Setiembre de 1631, y la santidad 
de Urbano VIII espidió las bulas para su consagra- 
cion á 8 de Marzo de 163¿, como consta por testirao* 
nio de ellas, que está en el citado libro antiguo del 
Cabildo de esta santa Iglesia, en que se dice fueron 
espedidas Octavo Idus Martiiy aunque el cronista 
Gil González, escribe se pasó la gracia en Roma á 
16 de Febrero. 

Tomó posesión de su iglesia á 24 de Junio de 1633^ 
por poderes, que dio al deán doctor don Fernando 
Franco de Rivadeneyra, en Qádiz á 18 de Julio del 
año antecedente, estando para embarcarse en los 
galeones del cargo del general don Antonio de 
Oquendo, en que pasó á tierra firme, y entró en Ja- 
juy, primera ciudad de su obispado, á 1. ^ de Agos* 
to de 1634. Pero no llegó á su catedral de Santiago 
hasta 28 de Junio de 1635, por venir visitando muy 
despacio por aquella parte, el resto de la Diócesis, 
que fué esmero, que le duró todo el tiempo, que se 
lo permitieron los achaques, haciendo indefectible- 
mente la visita todos los años, ó por mejor decir 
andando incansable toda la vida ocupado en aten- 
der al alivio de sus ovejas^ como solícito pastor, 
por toda la Diócesis, la cual siendo tan dilatada, y 
de caminos 6 mny incómodos ó muy fragosos, solo 
concebirá cuan inmenso trabajo le costaría, y cuan 
grande era el oelo da sn Ilustrísima, quien los hu- 
biese visto y andado. En su Catedral halló algunas 
diferencias, sobre lo que á cada capitular tocaba, y 



COirQüíaTÁ BEL RIO DS hk PLITÁ 337 

las ataj5,díaponiendo,qne cada Martes se leyese en 
el Cabildo la erección de esta santa Iglesia, para 
que cada uno se ciñese á lo que era de su obligación, 
y se entabló la debida armonía, que es tan graciosa 
¿ Dios, y á los hombres, principalmente en el esta- 
do eclesiástico. 

Celó mucho, como era justo, la libertad en los 
matrimonios de los indios, y gente miserable, que 
padecían antes no poca opresión por el interés de 
los encomenderos, ó de sus amos, impidiéndoles 
casarse con quienes gustaban; pero siempre se opo- 
nía constante á semejantes violencias; sin cesar 
hasta desagraviar á los oprimidos, aun recurriendo 
á implorar la protección real de S. M., escribién- 
dole cartas muy eficaces sobre el remedio de estos 
escesos, cuando todos los años le daba cuenta en el 
Beal Consejo de Indias det estado de sus Diócesis^ 
como el señor Felipe IV tenia ordenado. Sobre el 
amparo de otras violencias de los pobres, y mise- 
rables, padeció graves sinsabores de algunos pode- 
rosos, y no menos sobre la diligencia, con que vela- 
ba en que á los indios infieles, se les instruyese en 
los sagrados misterios, disponiendo, que los enco- 
menderos les diesen tiempo competente, para apren- 
derlos, porque mas de una vez sncedia, que por ifo 
darles alguna larga del trabajo, dejaban de conocer 
á su Criador. No paró hasta conseguir lo que era 
justo en esta importantísima materia, costándole tal 
vez este tezon, que algunos atrevidos le perdiesen 
e| respeto, como le sucedió en esta ciudad de Cor- 



338 OOKQUISTA DEL RIO DE LA PLATA 

doba, qtie por esta santa causa, llegó á términos la 
demasía de un teniente, que se atrevió á quererle 
desterrar, y el Obispo para su defensa se vio preci- 
sado á llevarla custodia del Santísimo Sacramento 
á su casa, la cual le cercaron cincuenta soldados 
dosntentos, y siendo su Iltma., dejada á un lado su 
dignidad, caballero calificadísimo por su linaje, se 
atrevió en la ocasión un hombrecillo vil á echar 
mano á la espada contra su persona, viéndola des- 
prcL'iada por él, que en lo secular, era cabeza de la 
República. 

Con igual actividad solicitó la recaudación de 
muchas deuclas perdidas, que varios censatuarios 
debian á los dos monasterios de monjas de esta ciu- 
dad, por cuyo medit) pudo reparar las cercas, dor- 
mitorios, é iglesia del de Santa Catalina, que casi 
todo estaba caido, y ensancharle con unas casas 
principales, que compró en diez y siete mil pesos, y 
al de Santa Teresa le agrandó el claustro, que era 
muy estrecho, y le hizo nueva cerca: y su iglesia 
catedral recobro mas de cincuenta mil pesos, que 
sirvieron mucho para su reparo. Descubrió entre los 
indios de esta ciudad de Córdoba, varias hechicerías, 
y con el castigo severo de los .culpados, arrancó 
esta perversa semilla, para que no inficionase á 
otros, ni cundiese. Era muy celoso del culto divino, 
y porque en su catedral halló se serbian de la cera 
del pais, parecióle seria mas decencia no se gastase 
sino la de Castilla^ comprándola á sus espensas. 
Celebró dos Sínodos el ano de 1636 y 1644, para la 



CONQUISTA DEL BIO DE LA PLATA 339 

reformación del obispado, y con el miamo fin escri- 
bió en varias ocasiones, cartas pastorales muy efi- 
caces y elocuentes, fuera de repartir continuamente 
el pasto espiritual de la doctrina, sin fiar de otros 
este cuidado tan propio de lo8 señores^obispos. 

Estimó mucho, y favoreció á todas las religiones, 
celando su buen nombre y opinión, que tan necesa- 
ria es, para fructificar en la viña del Señor. A la de 
la Compañía profesaba particular amor, desde que 
80 crió en el seminario, que en la villa de Casorla 
tuvieron los jesuítas á su cargo; pero viniendo á su 
obispado^ impresionaron su generoso ánimo contra 
los de esta provincia, algunos émulos, que nunca 
han faltado, y dio muestras de ello en- varias moles- 
tias, que causó á la Compañía sobre el Colegio Se- 
minario de la Catedral, que estaba á nuestro cargo, 
por lo cual hicimos dejación de este gravoso cui- 
dado, sin haberle querido después admitir, aun reco- 
nocidos los daños, que se le siguieron de haber sali- 
do de nuestra dirección^ hizo sobre ello empeño el 
Cabildo Eclesiástico por un exhorto de 17 de Enero 
de 16í)Ü, que se notificó al venerable padre Fran- 
cisco Burgéá rector del colegio de Santiago, donde 
perseveraba aun la Catedral, y se halla en el libro 
corriente délos acuerdos capitulares de dicho Cabil- 
do, folio 78. Reconoció presto su yerro el señor Mal- 
donado, convencido con las pruebas, que le ministra- 
ron la esperiencia y vistas de ojos^ y como era de 
pecho nobilísimo, no tuvo empacho de confesar, que 
engañado de malévolos habia errado, y restituyen- 



^ 
• 



840 OOBQtnUITJL DBL RIO DI LA PLATA 

donos á sa antigua benevolencia, procuró recom- 
pensar incomparablemente con mayores beneficios 
las primeras molestias, defendiendo nuestra reli- 
gión en la mas deshecha borrasca, que ha padecido 
esta provütcia, y en todas ocasiones con el mayor 
empeño, y poniendo á toda la Compañía en la obli- 
gación de un eterno agradecimiento, sobre que ten- 
dré copiosísima materia, en llegando con la historia 
á su tiempo. 

Fué celosísimo del real servicio, haciendo cuantas 
diligencias estaban en su mano^ cuanto estas pro- 
vincias corrian algún peligro de perderse, conío 
se vio en el tiempo^ de la primera gaerra de Cal- 
chaquí; en el del alzamiento de Portugal, y en la 
rebelión de Bohorquez, en todas las^ cuales ocasio- 
nes no cesó de clamar á los gobernadores^ á las 
audiencias, á los vireyes, y al mismo Key con repe- 
tidos informes, ni perdonaba á gastos y fatigas por 
acudir al reparo, porque consideraba, que de la con- 
servación del dominio español^ dependia la de la Fé 
en esta parte remotísima de la monarquía. En defen- 
sa de las inmunidades de la iglesia, sacó la cara con 
valor intrépido, oponiéndose constantemente á algu- 
nos gobernadores, que querían estender su jurisdic- 
ción secular mas de lo justo, y reprendiéndoles sus 
injusticias ó escándalos con el pecho, que pudiera 
un san Ambrosio; y en lo que toca á contenerlos 
en los límites de su poder, les daba ejemplo, no 
metiéndose en cosas de la jurisdicción secular. Por 
fin habiendo gobernado esta Iglesia 27 años, y IlegiH 



CONQUISTA BEL RIO DE LA PLATA 341 

do á ser el obispo mas antiguo de la América Meri- 
dional, falleció en Santiago del Estero á 10 de Julio 
de 1661, á los ochentay dos de su edad, y se ente- 
rró en su catedral. ' 

Don Francisco Echave autor del lucidísimo libro 
de la Estrella de Lima^ escribe que fué obispo elec- 
to de Tucuman el maestro don fray Alonso Pacheco 
peruano, religioso agustino, provincial de la pro- 
vincia del Perú, y fundador en Lima del colegio de 
su orden, y universidad pontificia de San Ildefonso; 
pero en los libros de esta catedral no hay memoria 
de tal elección ; seria quizá porque ó le hallarla 
muerto la merced, ó no la admitirla : pero no hay 
otro tiempo en que se hiciese, sino por muerte del 
señor Maldonado, y por eso he hecho la adverten- 
cia en este lugar. 



TOM, V 23 



CAPITULO XIV. 



Concluyele la materia del pasado. 




oír Francisco de Borja, ilustrísimo doctor, 
natural de Santa-Fé de Bogotá, biznieto de san 
Francisco de Borja, fué el que con efecto sucedió en 
esta Iglesia, hijo de don Juan de Borja, que murió 
presidente de la Real Audiencia del Nuevo Rei- 
no de Granada, empleo, que sirvió veinte y tres 
años continuos, con estimación y aplauso universal, 
y repetidos aciertos. Formados en Santa-Fé sus es- 
tudios, pasó á España, donde fué capellán de las Se- 
ñoras Descalzas Reales de Madrid, y volvió á Indias 
provisto deán de la santa Iglesia de Cliuquizaca, 
de cuyo arzobispado fué algunos años gobernador, 
con grande crédito. A 2 de Enero de 1665, le llegó 
la merced de S. M. del obispado de Tucuman, la cual 
presentada en el Cabildo de la catedral de Santiago 
á 7 de Marzo, se recibió con tanto aplauso, que por 



COITQÜISTA DEL RIO BE LA PLATA 343 

acnerdo comnn de los capitulares, se decretó que 
en todas las iglesias de la Diócesis se celebrase un 
oficio solemne en acción de gracias por haberles 
dado nuestro Señor tan gran principe^ para este 
obispado. Demostración singular fué, pero que en su 
juicio la hizo muy debida la esperiencia, que tenían 
de su prudente conducta, y acertado gobierno, por 
lo que babia mostrado en el de la metrópoli. 

Tardó mucho tiempo, no sé porque motivo en es- 
pedirse en Roma las bulas, pues siendo la merced 
de S. M. del año 1^65, no las despachó Clemente IX 
hasta 27 de Setiembre de 1668 ; con que se retar- 
daron también en llegar á sus manos, y estando para 
consagrarle el arzobispo de los Charcas, doctor don 
Bernardo de Izaguirre, le sacó Dios de esta vida, y 
le fué forzoso venir sin consagrarse á Tucuraan, 
en cuya catedral celebró esa función ano de 1671, 
cuando volvia del Paraguay á su nueva iglesia de 
la Paz, el ilustrísimo señor don fray Gabriel Gui- 
Uestigui, asistiendo con mitras el deán doctor don 
Juan Carrizo Mer cadillo, y el arcediano maestro 
don Tomás de Figueroa y Mendoza. Sabíase ya en- 
tonces cuan adelantada estaba la causa de la cano- 
nización de su santo bizabuelo san Francisco de 
Borja, y aun próximo á celebrarse, y por esa ra- 
zón no quiso su Iltma. celebrar de pontifical, hasta 
que llegase la noticia, y se estrenase en aquella sa- 
grada funciou; que se hizo en nuestro colegio de 
Santiago del Estero, con esta notabilísima circuns- 
tancia, que no concurrió en otra alguna parte de la 



344 CX>irQUI8TA BBL BIO DK ti plitá 

cristiandad. Veneraba con cordialísitno afecto al 
Santo, y traia siempre consigo la prodigiosa ima- 
gen, que se liizo tan célebre en el Nuevo Reino, por 
su milagroso sudor, continuado veinte y cuatro dias, 
la que tenia siempre colocada debajo de su dosel, 
como dueño de su casa, y el oráLiilo con quien con- 
sultaba los negocioB de su gobierno, no atrevién- 
dose á disponer cosa, sin encomendarle antes al que 
su confianza mas que filial; suponia interesado en 
sus aciertos. 

Estos disfrutó el Tucuman los nueve años, que'fué 
obispo en un gobierno muy pacífico, que le granjeó 
la afición de todos sus siibditos eclesiásticos, y secu- 
lares, por su genio modesto, circunspecto, afable y 
liberal. Puso mucho calor en la fábrica de la cate- 
dral, gastando en ella con mano liberal, y al partir 
de este obispado, al que ascendió en el Pera, una 
de las cosas, que mas encargó á su Cabildo Eclesiás- 
tico, fué la paz entre sí, y el fomento de que tenia 
destinado para proseguir la obra, dando para ella á 
la despedida, mas de cinco mil pesos de limosna. En 
su tiempo determinó S. M. por cédula de 31 de Di- 
ciembre de 1677, que la tesorería de esta Catedral 
fuese de oposición. Ano de 1678, le llegó promoción 
al obispado de Trujillo para donde partió por Mayo 
el año siguiente con grande sentimiento de sus pre- 
vendados que ofrecieron y fuera de oíros sacrifi- 
cios, cantar todos los meses en la catedral, una 
misa solemne por la felicidad de su viaje, hasta sa- 
T)er su arribo á Trujillo. 



CONQUISTA DEL RIO DE LA PLATA 345 

£1 sucesor, que nombró S. M., fué el ilastrísimo 
señor don fray Nicolás de UUoa, lucida antorcha 
de la gran familia agustíniana. y doctísimo catedrá- 
tico de prima de teología en la Universidad famosa 
de Lima, su patria. Habia solicitado el ejemplarísi- 
mo arzobispo de aquella metrópoli don fray Juan 
de Almoguera, que S. M. nombrase por su coadjutor 
al señor UUoa, pero llegándole el nombramiento y 
merced, con título de obispo de Dario, cuando habia 
ya fallecido aquel prelado, ea sucesor el escelentí- 
simo señor don Melchor de Liñan y Oisneros dijo, 
no necesitaba el obispo ausiliar, é informado S. M. 
le concedió la mitra de Tucuman, y pasó á consa- 
grarse en Chuquizaca el año de 1679, por mano de 
su Metropolitano, y entró en su Iglesia, año de 
1680, empezando su reforma por la visita del Ca- 
bildo Eclesiástico, en que hallando al deán, menos 
ajustado á sus obligaciones, con valor procedió con- 
tra él, hasta suspenderle, por tres años, del deanato. 
Del mismo modo prosiguió en lo demás muy celoso, 
y dio fomento con sus limosnas á la misión del 
Chaco, que por su dictamen se determinó el Gober- 
nador, á que se emprendiese otra vez esta con« 
quista, con sola la predicación evangélica. 

Halló que con ocasión de varías cofradías de in* 
dios, se habían introducido no pequeños abusos, y 
para la celebración de sus fiestas se cometían al- 
gunos graves desórdenes, especialmente de embrla« 
gueces, á que los indios son tan propensos, y no 
desistió hasta redimirlos, y hacer se solemnÍ2a« 



J 



346 COKQUISTÁ DEL UIO DE LA PLATA 

sen las fiestas con la. devoción y reverencia debida^ 
En la fábrica de su catedral obró tan activo, que la 
dejó .concluida, concurriendo principalmente con su 
ntma. el celoai^ arcediano don Tomás de Figueroa, 
y el piadoso caballero don Francisco de Luna y 
Cárdenas, quien estimulado del ejemplo de su pre- 
lado, se empeñó con tal tezon, que si le era forzosa 
alguna ausencia, acudia personalmente á la obra 
su noble consorte doña Lorenza de Argañaras, por 
lo cual hablando de su marido el Cabildo Eclesiás- 
tico, en un acuerdo de 20 de Mayo de 1689, dice, 
agradecido, que si cada pilar de la catedral hablase, 
pidiera el premio de los servicios de aquel nobilí* 
simo caballero. No pudo el obispo lograr el deseo 
de celebrar su dedicación, porque un mes y seis dias 
antes de aquella solemnísima ñiucion, andando en 
la visita de su obispado, le cogió la muerte en esta 
ciudad de Córdoba á 21 de Setiembre de 16.86, y se 
mandó depositar en la bóveda de este nuestro Colé- 
giOj donde hasta el presente descansan sus cenizas. 
A los 14 meses de su fallecimiento, espidió Ino- 
cencio XI, en 24 de Noviembre de 1687, por nom- 
bramiento del señor Carlos II, las bulas para el su- 
cesor que fué el doctor don Juan Bravo Dávila y 
Cartagena, arcediano del Cuzco, á quien las despa- 
chó S. M. con cédula de 26 de Febrero de 1688. 
Consagróle el año siguiente en Chuquizaca su ar- 
zobispo don Bartolomé González de Foveda, y en 
13 de Marzo del mismo ano, habla tomado por po* 
deres posesión de su Iglesia, no obstante, que el 



COirQüXSTÁ DEL RIO DE Li PLATA 347 

Cabildo, sabida sn elección, se habia adelantado 
por acuerdo de 29 de Enero á despacharle el gobier- 
no de este obispado^ que gozó muy poco, aunque le 
deseara larga vida por los aciertos, que le prome- 
tian sus grandes prendas. Era varón doctísimo, gran 
teólogo, y eminente predicador, uno de los que mas 
celebraba el Perú en su tiempo, y por eso solicitado 
en el pulpito para desempeño de las funciones mas 
lucidas. El poco, que le mereció este obispado, se 
habia adquirido la estimación, y amor de todo géne- 
ro de personas, y á ese paso fué sentida su muertOi 
que acaeció en esta de ciudad de Córdoba, donde 
habiendo entrado á 8 de Octubre, y predicado á los 
ocho dias las glorias de santa Teresa en un admi- 
rable panegírico , le salteó luego la enfermedad, de 
que murió á 4 de Diciembre de aquel ano de 1691, 
y se mandó enterrar en el convento de Santo Do- 
mingo, donde tiene su sepulcro. 

El sucesor, que fué el ilustrísimo señor don fray 
Manuel Mercadillo, natural de Daymiel en el arzo- 
bispado de Toledo, é hijo del celebérrimo Colegio 
de San Estovan de Salamanca, y el año de 1694 fué 
electo para obispo de Tucuman. Pasó la gracia en 
Boma, y concedió las bulas la santidad de Inocen- 
cio Xn, el 10 de Noviembre del mismo año, y S. M. 
despachó las ejecutoriales en 8 de Agosto de 1695. 
Consagróse en España con licencia de S. M., y se 
embarcó el año de 1698, para su iglesia, de que tomó 
posesión por poderes, á 26 de Octubre. 
Por varios motivos hablan solicitado el señor 



348 CONQUISTi. DEL BIO DB UL PULTl 

TJlloa, y el Cabildo eclesiástico^ la traslación de la 
catedral de Santiago á esta ciudad de Córdoba, y 
esperándose la respuesta del Real Consejo, cuando 
murió dicho obispo^ dejó destinados de sus bienes 
cuatro mil pesos para ayudar á dicha traslación; 
pero negó la licencia el Real Consejo. Sin embargo 
volviendo á Europa el doctor José de Garro, con- 
cluida su presidencia de Chile, le suplicó el Cabildo 
sede vacan te, solicitase este negocio, instando de 
nuevo con las razones que se contenian en iastruc- 
cion que se le dio, en 29 de Enero de 1693. Parecie- 
ron tan eficaces, que decretó el Real Consejo, se 
trasladase dicha catedral, y se encomendó la ejecu- 
cion al señor Mercadillo, por cédula fecha en Madrid 
á 15 de Octubre de 1696. Presentóla en Santiago el 
gobernador don Juan de Zamudio, á 19 de Junio de 
1699, y de común acuerdo se desamparó la cate- 
dral antigua, por el mes de Julio siguiente^ y se tras- 
ladó á esta ciudad de Córdoba, y por no haberse 
acabado el edificio de la iglesia Matriz, que con las* 
timosa ruina se cayó de improviso el ano de 1677, 
se puso en Ínterin en la iglesia del monasterio de . 
Santa Catalina, con notable incomodidad de las reli- 
giosas, que toleraron esta molestia algunos anos. 

Celebró Sinodo en esta ciudad de Córdoba, el ano 
de 1700, pero no se observa en la Diócesi, porque 
nunca Le aprobó la Real Audiencia de la Plata. De 
BU presidente don Francisco Domínguez con quien 
vino junto de España, temió que defenderla la Com* 
pañía de Jesús, de la cual era muy devoto, contra las 



COUQUISTJL DBIi BIO DE LA PLATA 349 

molestias que le pensaba dar, y por eso no intentó 
novedad eñ cuanto le duró la vida á aquel caballero, 
que fué poco tiempo. Empezó después á movernos 
diferentes pleitos, y darnos graves molestias, con 
que ejercitó hasta su muerte nuestra tolerancia, por 
mas que defendian nuestra justicia, así la Real Au- 
diencia, como el Metropolitano, y nos causó cuantio- 
sos gastos ealas diligencias de nuestra justa defen-* 
sa. Al principio en el Sinodo, que celebró, insinuó, 
no sé que contra la CompanfaT; pero con intrepidez 
religiosa, volvió por nuestro crédito el reverendí- 
simo padre fray Gabriel Suarez, guardián del con- 
vento de San Francisco, perorando con energía á 
favor de los jesuítas, largo rato, en que engrande- 
ció la utilidad notoria de sus ministerios y los ser- 
vicios, que hacian á Dios, y á la provincia con sn 
enseñanza, con sus sermones, con el confesionario, 
con su ejemplo y con las misiones, descargando las 
conciencias de los señores obispos y párrocos. Apo- 
yáronlo todo, aunque mas concisamente, los reve- 
rendísimos padres prior de Santo Domingo, y co- 
mendador de la Merced, con univergal aplauso de 
los asistentes; pero no por eso desistió el señor 
Mercadillo de Uevalr adelante sus ideas, por cuatro 
a£os, que después le duró la vida, y no contento con 
lo que acá obraba, hizo siniestros informes á S. M., 
que informado de la verdacl, le mandó deshacer los 
agravios, aunqae esta resolución llegó después de 
haber comparecido á dar cuenta en superior tri- 
banal. 



350 CONQUISTA DIEL BIO BS LJL VLXTk 

Estrellóse también contra las religiosas hijas de 
Santa Teresa, por cnya inocencia indefensa vistos 
los autos, sacó la cara el metropolitano doctor don 
Juan Qaeypo de Llanos, arzobispo de la Plata, con- 
teniendo su inmoderado celo, y como no le aprove- 
chasen los términos cortesanos, con que le rogaba 
se moderase en las vejaciones de los jesuítas, le 
escribió una carta muy severa, de cuya lectura 
concebí ó tal pesadumbre, que se cree le abrevió la 
vida, asaltándole un ábcidente, que obrando acele- 
radamente, le puso en estado que no pudo recibir 
el veático, y aun comunmente se decia que ni confe- 
sarse, bien que el predicador de sus honras, aseguró 
en el sermón, que el mismo le habla oido de peniten* 
cia. Así fenecieron las ideas de este prelado^ cuan- 
do las. seguía con mas empeño, y pasó á oír senten- 
cia final en tribunal infalible, á 17 de Junio de 1704; 
su cuerpo se enterró en su convento de Santo Do- 
mingo, en la capilla devotísima de Nuestra Señora 
del Rosario, y la sede vacante revocó luego sus 
violentas determinaciones contra la Compañía, re- 
poniendo la3 cosas en el estado, que se hallaban, 
cuando entró al obispado. * 

Por su muerte fué electo el doctor don Manuel 
Virtus, canónigo magistral de la santa Iglesia de 
León, provisor y vicario general del arzobispado 
de Burgos, tan amante de la Compañía como había 
sido desafecto su antecesor*; pero estando de cami- 
no para su obispado, murió antes de embarcarse, 
en Sevilla, á 18 de Enero de 1710, y se enterró en 
nuestra Casa profesa de aquella ciudad. 



OOKQXJISTA DEL BIO D£ LA PLATA 351 

Por las alteraciones de aquel* año en nuestra 
monarquía, no se proveyó este obispado, ni en casi 
todo el siguiente, hasta que en 7 de Diciembre de 
1711 se publicó en el Colegio la Merced, que de él 
hacia S. M., al doctor don Alonso de Pozo y hilva, 
deán actual déla santa iglesia de la Concepción de 
Chile, su patria. En la Universidad de Santiago de 
Chile, alumno de nuestro convictorio de san Francis* 
co Javier, formó sus estudios, hasta graduarse de 
doctor en teología: después en la catedral de la Con- 
cepción obtuvo el deanato y fué provisor, y vicario 
general. En 14 de Marzo de 1714, tomó por poderes 
posesión de este obispado. Consagróle en la cate- 
dral de Santiago de Chile, el ilustrísimo señor don 
Luis Francisco Romero su antecesor mediato en 
aquel obispado, é inmediato en el arzobispado de los 
Charcas á 23 de Enero de 1715, y á 16 de Junio del 
mismo año, Domingo, de la Santísima Trinidad, se 
recibió en esta ciudad, haciéndose la función del re- 
cibimiento en la iglesia de este nuestro Colegio, y 
gobernó este obispado mas de nueve años, hasta 9 
de Octubre de 1724, que se tocó á sede vacante, 
aunque salió para su nuevo obispado de Santiago á 
25 de Setiembre. Procedió en su gobierno muy pací- 
fico, ejemplar, amante de los pobres, honrador de 
las religiones, y de la clerecia, manso, apacible, 
prudente y liberal. Manifestó sus entrañas de mise- 
ricordia en la peste fatal, que con lastimosos estra- 
gos afligió estas provincias, y aun toda esta Améri- 
ca desde el ano de 1718, franqueando con genero- 



352 COKQUIBTA DEL BIO DE LA PLATA 

sidad, cnanto pnde para alivio de los dolientes, y 
moviendo á muchos con su ejemplo, á ocuparse en 
el servicio de los apestados. Gastó muchas canti- 
dades en la prosecución de la fábrica suntuosa de 
esta nueva catedral, asistiendo personalmente á 
alentar á los oficiales, y no desdeñándose á veces 
de ministrarles los materiales. Amado de sus ove- 
jas, como merecía su paternal gobierno, le promo- 
vió S. M. al obispado de Santiago de Chile, y de este 
al arzobispado de la Plata, donde al presente vive. 
Su sucesor, fué el ilustrisimo señor doctor don 
Juan de Sarricolea y Olea, natural de Lima, y 
honra grande de la beca del insigne real colegio de 
San Martin, que habiendo corrido la carrera de sus 
estudios, con merecidos aplausos de su lucidísimo 
ingenio, se graduó de doctor en la Universidad de 
Lima, en la cual, después de haber servido celoso, 
por veinte años el curato de san Pedro de Casta, 
obtuvo la Catedral de vísperas y prima de teología, 
que regenteó con el crédito y opinión, que prome- 
tían sus grandes prendas, y en aquella Metrópoli- 
tana, fué canónigo penitenciario. De ella le sacó 
para obispo de Tucuman la merced que en 19 de 
Setiembre de 1723, le hizo nuestro católico monar- 
ca, que Dios guarde, y concedidas las bulas por la 
santidad de Inocencio XIII, se las despachó el se- 
fior Luis I con sus ejecutoriales, con cédula de 5 de 
Febrero de 1724, siendo esta una de las primeraa 
gracias, que despachó en su bravísimo reinado, 
aquel príncipe, delicias de la Espafia, y esperanza 



COlfQTnSTJL DEL BIO DE LA PLATA 353 

malograda de nuestra Nación. Tomó posesión de 
esta iglesia, y dignó de mayores ascensos. 

Consagrado en Lima, entró en su obispado á 
principios del año de 1726, y lardó once meses en 
llegar á su catedral, porque desde luego empezó á 
entender celoso en la visita, sin dejar los mas des- 
viados y remotos parajes, donde nunca seliabia 
estampado huella del obispo, ni recibido muclios el 
sacramento de la Confirmación, pues se le adminis- 
tró con gran consuelo á un indio de 118 años, siendo 
muchos los que, aunque no de tantos, de algunos 
menos, recibieron de su mano el santo Crisma, de 
cuyo carácter carecían casi todos los que habitaban 
aquellos incultos páramos, siendo incansable eu este 
ejercicio, pues en sola la primera visita, confirmó 
veinte y dos mil novecientos y ochenta persona», 
fuera de diez y seis mil ciento cincuenta y seis, que 
dejó confirmadas en el viaje desde Lima, sin recibir 
de alguuo de tg-n copioso número, la menor oblación. 

No fué menos constante el tezon en solicitar, que 
todos sus feligreses estuviesen bien instruidos en 
los sagrados misterios, especialmente los miserables 
indios, examinando uno por uno á cuantos tiene este 
obispado, para que le sirvió su pericia, é inteligen- 
cia de la lengua quichua, idioma general «en todo 
este reino del Perú, y dando prudentísimas órdenes 
para desterrar la ignorancia, muy encastillada en 
«u rudeza natural, ayudada de la incomodidad, para 
aprender el catecismo; por la distancia de unos de 
otros entre sí, y poco subsistencia en sus nombrados 



354 COUQXTIBTÁ BEL KIO ¿B LA. PLATJL 

pueblos, donde puedan ser instruidos de sus párro- 
cos, cuyos curatos son muy dilatados; pero ocurrió 
su celo en lo posible, á estos inconvenientes, lo pri- 
mero, mandando que de cada pueblo se despachasen 
álos colegios mas cercanos de la Compañía, algunos 
niños hijos délos indios mas principales, que sien- 
do allí instruidos, pudiesen ensenar á los demás en 
las ausencias forzosas de los párrocos. Lo segundo 
representando á S. M. la conveniencia de que es- 
tando disminuidos los pueblos de indios, mandase 
reducirlos á menor número, incorporando unos con 
otros, para que asi gozasen mas de asiento, de la 
presencia de los curas, y de su enseñanza. En todo 
lo demás procuró remediar varios abusos. 

Los monasterios de religiosas debieron á su so- 
licitud, la recaudación de muchas cantidades, seña- 
lándoles síndicos inteligentes, y de autoridad, que 
administrasen sus rentas; para reparo de los hospi- 
tales, escribió á S. M. suplicándole se dignase de 
encomendarlos á algunas de las dos religiones hos- 
pitalarias, que hay en estos reinos, para qae recau- 
dándose las rentas, disfrutasen los pobres el alivio 
de que carecen en toda la provincia, por falta de es- 
tos necesarios alcázares de la misericordia. En dar 
pasto «á sus ovejas con la divina palabra, fué muy 
continuo como prelado, no solo celoso, sino muy 
sabio, que sin duda es de los mayores que hoy cele* 
bra la iglesia detodala América, y se granjeará dig- 
namente los aplausos de la Europa. En la catedral 
celó grandemente la debida armonía y asistencia 



CQHQÜIBTJL DEL RIO BB Ll PLÁTJL 355 

de SUS ministros, é hizo qne la tesorería se prove- 
yese por oposición como debía, aunque desde el año 
de 1681, estaba vacante esta silla; y disponia para 
el adorno de su templo material, muy costosos ador« 
nos. Para espresar los favores, honras, estimación, 
y afecto que le debió nuestra religión de la Compa- 
ñía, no tiene espresiones la pluma, aunque me pare- 
ce, significaré lo bastante, diciendo, tiene su Iltma. 
formado tan alto concepto de su instituto, que le debe 
la estimación de haber solicitado desde este obispado 
licencia de su Santidad, para hacer in articulo 
mortis los votos de la Compañía, con deseo de pro- 
seguir viviendo en ella, si sobreviviese, bien que 
esto último no se le concedió, aunque le otorgó lo 
primero nuestro santísimo padre Clemente XII, por 
no privar á la iglesia del régimen de prelado tan 
plausible. Promovióle S. M., el año de 1730, al obis- 
pado de Santiago de Chile, á donde partió de Cór- 
doba el dia 6 de Diciembre de 1731, y á 17 se tocó á 
sede vacante. De Chile ascendió á obispo del Cuzco, 
el año de 173ó; y al presente está gobernando esta 
Iglesia. 

Tres dias solamente duró la sede vacante, porque 
á 20 de Diciembre de dicho año de 1731, se presentó 
la cédula de merced, que de este obispado hizo S. M« 
estando en Granada, á 31 de Marzo del año de 1730, 
al doctor don José Antonio de Gutiérrez y Ceballos 
el Caballero, £ quien ese dia dio el Cabildo el go- 
bierno, como se acostumbra por la cédula de ruego, 
y encargo de S. M, y llegándole las bulas de núes- 



356 COITQUISTA DEL RIO DB LÁ PLÁTÁ 

tro aantísimo padre Clemente Xn, en 22 de Mayo 
de 1732, le consagró en Lima su meritisimo arzobis- 
po el ilustrísimo señor don Francisco Escandou^ á 
6 de Jalio, de aquel año, siendo asistentes con mitras 
don Felipe Manrique de Lara, comisario general, 
subdelegado de la Santa Cruzada en estos reinos del 
Perú, deán de la santa Iglesia de Lima, y el doctor 
don Andrés de Munive, juez ordinario y consultor 
del Santo Oficio, catedrático de prima de cañones en 
la Real Universidad de Ssin Marcos, arcediano pro- 
visor, y vicario general déla misma metrópoli, auto- 
rizando la función con su presencia, el escelentísimo 
señor Marqués de Castt Ifuerte, virey del Perú, y 
Real Audiencia. Ya consagrado, tornó á tomar po- 
sesión de su obispado, en 4 de Febrero de 1733, y á 
1.^ de Junio, siguiente, se recibió en su Catedral. 
£s su Iltma. natural de la Puente Riesgo valle de 
Toranzo, en las montañas de Burgos, hijo de don 
Juan Gutiérrez Ceballos, el Caballero, y de doña 
Maria de Quijano y Vargas, de calificada nobh za 
en aquel país, que es la cuna de la primera España. 
Fué colegial del Militar del Rey en la celebárrima 
Universidad de Salamanca, donde se graduó licen- 
. ciado en leyes, y dejó la beca para venir á servir la 
plaza de inquisidor apostólico del santo tribunal de 
Cartagena de Indias, el^^afio de 1710, y el de 1718. 
Obtuvo la de inquisidor de Lima que sirvió hasta 
22 de Agosto de 1718, en que recibió la merced de 
este obispado, el cual salió á visitar el ano siguien- 
te, acompañado de dos misioneros jesuítas, que qoi- 



CONQUISTA DEL RIO DE LÁ PLÁTJL 357 

80 llevar consigo, para que con los ejercicios de las 
misiones dispusiesen los ánimos á que fuese mas 
fructuosa la visita pastoral, y penetró con ellos 
hasta las tierras donde están poblados los infieles 
vilelas, cuya conversión á la Fé ha solicitado celo- 
so, dando calor á espcnsas propias, á la formación 
de su pueblo, en que puedan ser instruidos en la ley 
evangélica, y administrando el Sacramento del 
Bautismo á mas de cincuenta personas primicias de 
esta bien dispuesta Nación, que servirá de reclamo, 
para que otras bárbaras del Chaco vengan á reco- 
nocer á su pastor, entrando en el redil de la igleaia. 
Estos son los prelados, que hasta hoy han gober- 
nado la santa Iglesia de Tucuman« 



FIN DE ÉSTA HISTORIA. 



TOM V 24 



ÍNDICE 



LIBRO QUINTO 



CAPITULO I. 

Eutra á gobernar la provincia de Tucuraan, 
don Alonso Mercado y Villacorta, cuya 
credulidad pone á riesgo de perderse esta 
gobernación por los artificiosos engaños 
del insigne embaydor don Pedro Bohor- 
quez, antes Pedro Chamijo, de cuya vida 
y embustes se dá noticia hasta que fujitivo 
del reino de Chile, entró en la provincia 
de Tucuman 5 

CAPITULO II. 

Huido de Chile don Pedro Bohorquez viene 
á la provincia de Tucuman, donde con ar- 
tificio consigue ser reconocido por descen- 
diente de los Ingas en el valle de Calcha- 
quí y propone al Gobernador de Tucuman 
le reconozca por tal, y para ese efecto sale 
de Calchaqui con grande comitiva ala 
ciudad de Londres 27 



360 GOKQUISTA DEL BlO DE LA PLiTA 

CAPITULO III. 

Después de algunas diligencias hace el Go- 
bernador de Tucumau capitulaciones con 
don Pedro Bohorquez, y le permite use el 
título de Inga; recelos con que el Gober- 
nador queda de este permiso ; y juicio que 
hacen de esta acción el Obispo de Tucu- 
mau y el padre provincial de la Compañía 
de Jesús del Paraguay, quien dá acerca de 
ella una instrucción á los misioneros jesuí- 
tas de Calchaqui 50 

CAPITULO IV. 

Manda el Virey del Perú sacar de Calchaqui 
á don Pedro Bohorquez, quien para gran- 
jear la voluntad de los indios, comete 
encimes maldades; pero avistándose en<3l 
pueblo de Tafí con el Gobernador de Tu- 
cumau, le engaña de nuevo con fingidas 
satisfacciones, y subleva los indios de Fa- 
matina y Londres, dando diferentes órde^ 
ues para tener mayor séquito en su trai- 
ción < . . 76 

CAPITULO V. 

Frustradas varias trazas de que se valió el 
Gobernador de Tucumau, para prender 6 
matar á don Pedro Bohorquez, dispone 



COITQUIBTA DBL RIO DE LA PLATA 361 

este, los ánimos de los calchaqafes con va* 
ríos Yazonamientos, á la rebelión contra 
los españoles, y rompe la ^erra, espal- 
sando del Valle á los misioneros jesnitas, 
7 destruyendo las misiones de San Carlos 
y de Santa Maria de Yocavil. /. • • 100 

CAPITULO VI. 

Por instigaciones de don Pedro BohorqaejSi 
cometen muchas hostilidades [los calcha* 
qníes rebeldes, y el Obispo de Tucnman 
escribe al tirano para qne se reduzca^ pero 
sin frnto. El Cabildo Eclesiástico informa 
y pide socorro al Presidente de la Real 
Audiencia de la Plata, y por el patrocinio 
de Maria Santísima consigne el Goberna* 
dor y pocos españoles nna insigne victo^ 
ria de los bárbaros, con qne se libra la 
ciudad de Salta del peligro do su ruina. . 127 

CAPITULO VIL 

Hace don Pedro Bohorquez con los españo- 
les treguas, que no observa, y conseguido 
del Virey indulto de sus delitos, sale del 
valle de Cal chaqui, y se entrega en manos 
de un oidor de la Real Audiencia de la 
Plata, por cuya orden es llevado á Lima, 
desde cuya cárcel de corte intenta nu^vo 
levantamiento de los calchaquíes para al- 



\ 

I 



362 oovQüinA dsl bio ob li plata 

canzar libertad, y descubierto el designio 
de no hijo snyo, que despachaba á esa di- 
líjenciai es este justiciado en Salta, y don 
PedrOySU padre, paga por fin en Lima, sus 
enormes y repetidos delitos, con muerte 
infame • 158 

CAPITULO VIII. 

Consiguen los vecinos de la Rioja con su 
prontitud, que muchos pueblos de su juris- 
dicción no se declaren por los rebeldes ; 
entran las armas españolas por dos partes 
del valle de Calchaqoí, y rendidos los na- 
turales en sangrientas batallas traen á 
nuestra amistad las parcialidades podero- 
sas de tolombones y pacciocas, con cuya 
ayuda conquistan hasta la raya de los 
quilmes, y se determina la salida del 
Valle, sacando las parcialidades rendidas 
á poblarse en la comarca de las ciudades 
de la provincia para tenerlas mejor su- 
jetas 180 

CAPITULO IX. 

Vencidos los haalfines al retirarse el ejérci- 
to del valle de Calchaquí, salen desnatu- 
ralizados muchos de sus naturales, y da- 
das algunas providencias para defensa de 
las fronteras, parte dou Alonso Mercado á 



CONQUISTA DEL BIO DB LA PLATA 368 

• 

SU gobierno del Rio de la Plata, y le su- 
cede en el de Tucuman don Jerónimo 
Luís de Cabrera, de quien se dice lo que 
obró, como también otros dos sucesores 
suyos, hasta que el mismo Mercado, volvió 
segunda vez á gobernar esta provincia • . 205 

CAPTULO X; 

« 

Hallándose don Alonso Mercado muy apre* 
tado en la residencia del gobierno de 
Buenos Aires, recibe orden de S. M. para 
volver á gobernar la provincia de Tucu- 
man, y finalizar la conquista de la nación 
Calchaquí, que consigue felizmente, des- 
naturalizando once mil almas de su Valle, 
las cuales reparte en varias ciudades^ en 
cuyos distritos se pueblan, y las parciali- 
dades de quilmes y acallan es se llevan á 
formar una reducción en el puerto de Bue- 
nos Aires. Empiezan los mocovies á infes< 
tar las fronteras de la ciudad de Esteco, 
y sin obrar en su castigo cosa memorable, 
concluye don Alonso su gobierno 228 

m 

CAPITULO XI. 

Dase noticia del gobierno de don Angelo de 
Feredo, y de los sucesos mas principales 
de su vida 253 



364 couqüista' »el mu ps la plata 

CAPITULO XII. 

Memoria de loa demás gobernadores, qae ha 
tenido la provincia de Tncnman haata el 
tiempo presente 279 

CAPITULO XIII. 

Catálogo de los señores obispos qne desde 
sn erección ka tenido el obispado de Tu- 
caman 318 

CAPITULO XIV. 

Concluyese la materia del pasado 342 







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